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LA CARNE

31 de Octubre de 2016

Así son los polvos en la ducha de nuestra columnista Carolina Errázuriz Mackenna

No hay nada más exquisito que tocar al tipo entre las piernas llenas de jabón o cuando me tocan las tetas con las manos resbalosas que corren suaves y fuertes. Algunos detractores de la ducha dirán que es incómoda, pero yo la defiendo. Cierto que no da para una noche entera, pero yo he estado horas. La posición que más me gusta en la ducha es cuando el hombre está atrás de una y te agarra fuerte las caderas para poder entrar hasta el fondo, mientras el agua siempre está a punto de ahogarte.

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El invierno me tiene matada. Las bajas temperaturas están mermando mi performance sexual. De hecho estoy a punto de volverme oso y ponerme en estado de hibernación y cerrar el boliche por esta temporada. Al menos a lo que amante estable se refiere. Con esos hombres que ya conozco, cuando sé cómo viene la mano, mi entusiasmo sexual claramente ha bajado. Y juro que no es por falta de interés. La razón la descubrí el fin de semana cuando estuve en un fenomenal hotel con calefacción central. Estoy segura, luego de estos días de lujuria hotelera, que parte de mi enfriamiento con los tipos habituales se vería disminuido con la calefacción central que no tengo. Me encanta estar bajo las sábanas, pero cuando estar ahí se transforma en la única manera de sobrevivir a las bajas temperaturas, pues me aburre. Porque hay un minuto que si una quiere hacerla divertida, hay que sacar el cuerpo afuera y de verdad el frío me manda a la cresta. Así es que, a falta de radiadores, me he dedicado a tener sexo bajo la ducha hirviendo. Ahí vuelvo a ser yo misma y me comporto como la chica hot que prometo ser.

A veces la dificultad ha sido acarrear a los tipos al baño. Y cuando veo alguna resistencia en el macho, pues aplico la tiranía. Los empeloto y los lanzo a las aguas. El asunto en un principio puede parecer brutal, lo confieso, pero luego con el chorro de agua y el vapor, todo mejora. Ahí siento que la boca y la lengua se expanden y puedo dar besos más ricos, mojados y calientes, me trago mejor la verga con el agua caliente en mi espalda y aunque casi siempre trago más agua de la recomendable, eso de estar a punto de ahogarse, me fascina. El jabón líquido se transforma en un lubricante. No hay nada más exquisito que tocar al tipo entre las piernas llenas de jabón o cuando me tocan las tetas con las manos resbalosas que corren suaves y fuertes. Algunos detractores de la ducha dirán que es incómoda, pero yo la defiendo. Cierto que no da para una noche entera, pero yo he estado horas. La posición que más me gusta en la ducha es cuando el hombre está atrás de una y te agarra fuerte las caderas para poder entrar hasta el fondo, mientras el agua siempre está a punto de ahogarte. Esos gritos míos también me gustan, el vapor que lo va inundando todo, la falta de aire, el agotamiento y cómo uno desesperada se agarra de lo que puede: la jabonera, la traicionera barra de metal, las llaves del agua, la cortina de baño. Adoro tirar en la ducha. Frotarse con el otro lleno de agua y jabón, terminar arrodillada tragando agua y leche, y al final, reventada, termino acostada en la tina de espaldas con el tipo de pie frente a mi masturbándome, igualito como lo hago cuando estoy sola. Empapada y con la entrepierna completamente abierta de tanto calor y humedad.

El asunto es que mi fanatismo por la ducha no va a logra aplacar del todo mi falta de deseo sexual con los hombres conocidos. Lo único que me está funcionando en esta temporada es el sexo brutal. Porque claro cuando una está caliente, con tragos en el cuerpo y el animal entre las piernas, pues importa un carajo si es que hay cinco grados de temperatura y la manos están rojas y blancas de puro frío. Ahí soy pura calentura, cierto. Pero a veces me entra la cordura y pienso que una chica como yo no puede estar en las calles teniendo sexo con hombres desconocidos con la pura excusa que es invierno… Eso es impresentable y tampoco puedo andar derrochando gas y agua como enferma sólo porque ahí el sexo se me da tan rico. Bueno, de poder puedo. Pero de seguro uno de estos días me agarro una pulmonía. Y eso sí que sería malo.

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