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Opinión

25 de Enero de 2017

José Miguel Insulza: “Nunca he sido un calculador”

El exministro del Interior le responde a quienes llevan años diciendo que llegó tarde a ser candidato, que no corre riesgos y desmiente el mote de Tarzán que alguna vez le puso el DC Genaro Arriagada. Insulza explica que en su partido, el PS, no habían votos para Lagos ni voluntad para que fuera candidato y remarca sin ninguna duda que tiene diferencias con su exjefe. Aquí repasa su trayectoria y responde por las propuestas que le ofreció a los electores esta semana.

Macarena García Lorca y Talia Abramovicz
Macarena García Lorca y Talia Abramovicz
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El martes José Miguel Insulza presentó sus primeras propuestas para convertirse en el candidato presidencial del Partido Socialista. Lo hizo escoltado por un grupo de sus colaboradores. Horas más tarde, recibió a The Clinic en sus oficinas de Antonio Bellet. Lleva una camisa con suspensores y de frente se ve algo más bajo. A Insulza le cuesta sonreír y relajarse. Está acostumbrado a ser un tipo serio y distante. En eso se parece a su ex jefe, Ricardo Lagos.

Abogado, académico, ex director de la OEA y miembro del gabinete por más de una década. Curiosamente el Panzer tiene hasta las horas contadas que figuró como el ministro de Interior de Lagos, en una de las duplas más emblemáticas que recuerda la Concertación. Años después, ambos se enfrentan por convertirse en el candidato de la Nueva Mayoría.

“Estuve 4 años y 9 meses como ministro de Relaciones Exteriores, un poco más de 9 meses como Ministro Secretario General de la Presidencia y después ministro del Interior por 5 años, 2 meses, 12 días y dos horas”, recuerda con precisión.

-¿Exactos?-preguntamos.

“Sí, exactos, porque cuando uno está en Interior es muy difícil, es un ministerio muy tensionante. Uno sale en la mañana de la casa, ve un par de entrevistas interesantes. Llega y le anuncian que vienen 30 mil jóvenes marchando a tomarse el centro de Santiago y uno lo único que piensa es que puede pasar una desgracia, que sería terrible, no piensa en cómo los reprimo, sino en evitar que pase una desgracia. Ahora, fui muy feliz como ministro, pero ciertamente Interior es un trabajo pesado”.

Con tanto tiempo en altos cargos, ¿siempre quiso ser Presidente?
-Fíjese que no, no necesariamente. Confieso que es una tema que para mí nunca fue de vida o muerte. Naturalmente, cuando uno hace un trabajo durante 56 años, uno quiere llegar al final. Pero si usted me pregunta si me he obsesionado con eso, creo que a lo mejor he durado tantos años en política precisamente porque no me he obsesionado.

Hay varios dirigentes que dicen que se demoró mucho, hace varias elecciones pudo ser candidato. Le critican que camina sobre seguro y le tiene aversión al riesgo. ¿Que les contestaría?
-Genaro Arriagada inventó alguna vez esto de que era un Tarzán, que saltaba de una liana a la otra y eso le gustó a mucha gente. Pero creo que he corrido bastantes riesgos en política, riesgos duros. Desde el caso Pinochet en Londres a los conflictos sociales a fines de los años 90. Nunca he sido adverso al riesgo. Eso no es cierto. Lo que pasa es que considero mis alternativas y, probablemente, la gran receta está en que nunca me he obsesionado con una posición o un cargo. He pasado por buenas y por malas en la política. Nunca he sido un calculador. Ahora estoy corriendo riesgos bastante grandes diría yo, la mitad de los dirigentes socialistas tienen a otros candidatos. Sin embargo, yo voy a seguir ahí y voy a seguir hasta que considere que ya no quedan alternativas. Nadie podría decir que soy enemigo del riesgo. Lo que pasa es que estos que propagan que soy enemigo del riesgo, se equivocaron y ahora andan picados. Esa es la verdad.

¿Fue difícil desafiar al exjefe o no?
-No, espero que Lagos no esté muy enojado conmigo. Con Lagos tuvimos una buena sociedad de trabajo. Él necesitaba un ministro del Interior y yo ya era una persona conocida. La verdad me habría costado más enfrentarme con Frei, porque teniendo cerca de siete candidatos, él me escogió y me nombró subsecretario de Relaciones Exteriores y después me nombró ministro de esa cartera, entonces le debo mucho a Frei, tengo que reconocerlo. Lo digo sin ninguna vergüenza, si Frei no me hubiera nombrado, capaz que todavía estaría la dirección económica de la Cancillería, me habría jubilado ya.

De todos modos, su candidatura en el PS le complicó el camino a Lagos. El laguismo está enojado con usted.
-Con todo respeto, yo creo no. Los socialistas no querían votar por Lagos. No me pregunté por qué. No lo sé, no le puedo dar una respuesta. He leído algunas columnas sobre si Lagos consiguió alguna vez conocer el alma profunda del Partido Socialista, si fueron algunas cosas que hizo en su gobierno, si fue su relación con el PPD, no sé. Lagos hizo un muy buen gobierno y el PS lo apoyó, pero no fui yo el que le quitó votó a Lagos.

Si bien él tiene apoyos en el Comité Central, la realidad es que las bases del PS no quieren a Lagos.
-No quisieron. Creo que las bases querían votar, hemos predicado tanto que la consulta, la participación y todo lo demás, que cuando alguien dijo por qué no elegimos al candidato desde las bases, a la gente le gustó, se lo tomó en serio. El otro día en el Comité Central, el grupo que estaba a favor de Lagos, eran 24, no votaron, se abstuvieron para no pelearse entre los lotes.

¿Ve como una victoria propia que el Comité Central ratificara la consulta?
-No sé si una victoria propia, pero la verdad reconozco que habría sido mucho más fácil si yo no hubiera estado. La división del partido se hubiera producido altiro. Unos se habrían ido con Guillier y otros con Lagos. Algunos me acusan a mí de estar dividiendo el partido, todo lo contrario, si yo no estuviera, se hubieran dividido ya. Yo tengo la esperanza que lleguemos a la consulta ciudadana unidos y sigamos hacia la primaria en unidad.

¿Por qué cree que su candidatura puede representar mejor al PS que Lagos o Atria?
Bueno, esas cosas son muy subjetivas, no quiero hablar mal de nadie. En el caso de Atria el habla de unas cosas y yo de otras. Él habla del futuro del socialismo, de la necesidad de construir una sola izquierda y otro montón de cosas, que pueden estar bien, comparto algunas, pero no son mi discurso. En el caso de Lagos, creo que, bueno, yo soy amigo de Lagos, le tengo aprecio, fui parte de su gobierno y no me arrepiento un minuto de haber estado, pero tengo un cierto enfoque y estilo algo distintos para ver las cosas y eso al final la gente lo entiende.

¿Pero en qué consisten esas diferencias con Lagos?
Él es un hombre que se dedica mucho más a las visiones generales, yo soy una persona que tengo la mala costumbre de cuando digo que hay que hacer una cosa, la hago.

¿Se refiere a que es más práctico, más concreto?
El gobierno es de hacer cosas, cuando a un presidente le preguntan cuál es el resultado de su gobierno, -hay grandes visiones, no es que no hayan-, pero el tema es cuántas cosas hizo. Llegué a la Secretaria General de la Presidencial un 1 de junio y a los dos días estaba metido en una huelga portuaria de san Antonio, tratando de arreglar el problema y lo arreglé. Dos semanas después hubo una huelga de transporte y ahí estaba yo. Sé que les molesta a algunos que junto con tener una visión, hago las cosas. En la OEA, para el conflicto de Colombia y el Ecuador, yo tenía una cierta visión sobre la paz en América Latina y la hice saber en mi primer discurso, pero partí a la selva a donde estaba el conflicto a tratar de arreglarlo, porque para eso gobierna uno, para hacer la vida mejor, para que al final de su gobierno la gente diga, mira, estamos mejor que antes. No para que digan tuvo grandes ideas.

Usted ha dedicado toda su vida a la política, cree que en otro escenario parte de PS apoyaría a una figura como Guillier que no tiene trayectoria política ni mucho contenido, ¿no es un afán por aferrarse al poder, más que defender las ideas del partido?
-Lo primero es que no tengo nada contra Alejandro Guillier, me cae bien. Ahora, otra cosa es que efectivamente es una figura providencial. Hace bastante tiempo que nosotros andamos buscando figuras providenciales para que nos resuelva los problemas. Eso no funciona. Me temo que esta vez tampoco va a funcionar.

La ciudadanía esté muy despolitizada, existe un alto rechazo a los políticos y prefieren candidatos ajenos a los partidos. ¿Cuál es su análisis y su autocrítica al respecto?
-Hay varios factores. Por un lado, los errores gravísimos que se han cometido. Andarle pidiendo plata a las empresas privatizadas en la dictadura, o sea, a la gente que se quedó con el país después del 73′, eso es muy discutible. Por eso fui tan partidario el año 2003, en la reforma del Estado del financiamiento público de la política. A mí lo que me importaba era que hubiera suficientes recursos para que la gente de mi sector haga su campaña, que la oposición pida toda la plata a las empresas, si siempre la han recibido y siempre la van a recibir igual. La famosa negociación con Longuiera fue para eso, para mi el tema fundamental era conseguir financiamiento público. Desgraciadamente algunos consideraron que era necesario juntar plata de otra manera también.

¿Y qué más?
También una consistente campaña antipolítica. Es casi divertido decirle a una persona que en Chile se eliminó la educación cívica. Hemos dicho que la vamos a reponer, hemos tenido mayoría en el Congreso millones de veces para hacerlo y no lo hemos hecho. Realmente, en ninguna parte se practica el debate colectivo, la discusión, vivir la democracia desde niño. Otro punto es que hubo incapacidad de retener las organizaciones sociales que teníamos. Hay muchos errores en ese sentido.

Las propuestas de Insulza

En su texto, hay varias propuestas que son bastante progresistas y distintas a lo que hizo la Concertación, con un rol mucho más relevante de lo público.
Yo siempre he sido de izquierda. Lo que pasa es que soy moderado, reconozco que nunca anduve por las calles gritando o vociferando con el puño en alto, pero siempre he sido de izquierda.

Específicamente en economía, dice que está agotado el modelo de desarrollo y rechaza el sistema neoliberal.
Yo veo lo neoliberal más como la ideología que algunos aplicaron en Chile. No creo que Chile haya tenido una economía neoliberal, pero sí creo que el modelo se funda mucho en algunos principios básicos. Como ordenar la economía por el tema de las variables macroeconómicas, tener la inflación baja, tener gasto público razonable, mantener estable la tasa de cambio, todo ese tipo de cosas. Segundo, gobernar bien. Creo que los gobiernos de la Concertación, los 4 primeros fueron excelentes.

Ahora propone orientar la economía.
Aquí todo el mundo habla de los asiáticos y los nórdicos, pero nadie quiere ser como los asiáticos o los nórdicos. En esos países la economía se dirige, se orienta hacia las áreas que el país necesita fomentar. Además son mucho más igualitarias, las grandes fortunas de este mundo, desgraciadamente, están en algunas zonas no más, en América Latina hay muchas de ellas.

Y aquí en Chile varias también.
Aquí hay numerosas. Si usted mira Chile, Chile es un país que se esfuerza, que trabaja, que se saca la cresta, que hace todo lo que puede con el 75% del Producto Interno Bruto (PIB). El 99% de la gente o el 98% tiene una distribución relativamente razonable con el 75% del PIB, pero el otro 25% del PIB está concentrado arriba. Entonces es un país de 23 mil dólares per cápita, pero realmente lo que se está repartiendo es mucho menos y eso ciertamente limita las posibilidades de la economía y eso no va a cambiar porque es una economía que se basa en las materias primas y es cada vez más monopólica. Claro, usted, dice: no, pero si hay tantos bancos, son tres bancos no más los que importan, las AFP que quedan son 6. Finalmente se termina en un círculo vicioso, el capital va de las AFP a las empresas, de las empresas a los bancos y de ahí dan la vuelta. Todo el resto queda en un mundo económico mucho más primitivo. Ninguna de mis recetas es socialista, son todas dentro de la economía de mercado, pero una economía de mercado que no sea un embudo, como lo que hay acá.

A raíz de la discusión del Comité Central, hay sectores más ligados a Atria que hablan de la necesidad del PS de recuperar su trayectoria histórica y combatir el modelo de libre mercado. ¿Comparte esa idea?
Sí, pero no de una manera nostálgica. El PS ha cambiado bastante y ha cambiado también el perfil de los que llamamos trabajadores. Hoy en un partido trabajador cabe indudablemente muchos trabajadores manuales, pero también intelectuales y trabajadores de servicio, muchos más trabajadores públicos, profesionales. El perfil de lo que se llama los sectores medios en Chile ha cambiado sustantivamente. La nueva clase media no se parece a la mía, a la de mis padres, que era mucho más reflexiva y que discutía temas políticos. Hoy es una clase media que viva al día, del consumo, que se defiende como puede, combate todo el día, juntan varios salarios en la familia para poder vivir algo mejor, tienen auto…

Tarjetas de crédito.
Tarjetas de crédito a tope. Un buen día se enferma la mamá, el papá se jubiló, al hijo lo asaltaron o alguien se quedó sin empleo y la economía familiar se desmorona. Todo ese sector nuevo tiene una cierta contradicción que se ha revelado en alguna encuestas. Por un lado, está convencido que este pechito, como se dice, lo consiguió solo. Solo con mi familia, a mi no me ayudó nadie, yo lo conseguí. Lo cual no es tan cierto, porque el gasto social de este país ha aumentado bastante más que el producto en los últimos 25 años. Pero, lo que sí es cierto es que se lo cree y lo que le pide al Estado es que le ayude a defender esas cosas, que no se las vayan a quitar, que cuando va a operar a su mamá no descubra que la isapre le cubre el 40% de la operación no más o que va a ir a parar al sector público con 90 o 120 día de espera. Cuando van a denunciar que le robaron la casa, la fiscalía o la policía no le diga, oiga, señor no saca nada porque no los vamos a encontrar nunca. No quieren que les pasen esas cosas.

Cuando menciona el Estado emprendedor, ¿qué está pensando, en la creación de empresas estatales por ejemplo?
En una sola cosa, crearía una empresa estatal en el litio. El único problema de una empresa estatal, se explica bien con Codelco. Una empresa en cobre en serio, privada, todos los años, reinvierte un tercio de las utilidades, Codelco le pasa todo al Estado, el Estado decide a través de la ley de presupuesto cuánto le asigna a reinversión, es un 8%. La empresa se queda atrás, obvio. Fuera de eso, no creo en ampliar el sector público de la empresas. Pero si estoy por estimular mucho las áreas en las cuales queremos trabajar.

Si tuviera que elegir uno, ¿cuál es el problema más urgente que tiene que solucionar Chile?
El problema más urgente hoy diría que la salud. Me enferma ir a La Serena, estuve la semana pasada, encontrarme con una asociación de padres que tiene a sus hijos con cáncer y no tienen dónde tratarlos. Cuando el niño tiene que ser internado, deben optar entre quedarse sin tratamiento o venir a Santiago sin muchos recursos. Eso es lo más dramático. En Quinta Normal una señora me interrumpió para decirme hasta cuándo tenemos que esperar para que nos atiendan en los hospitales. Ese es el problema más hiriente y más urgente. Ahora, cuál es la primera ley que presentaría: la derogación de la ley reservada del cobre. Una de las aberraciones más grandes.

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