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Mundo

27 de Enero de 2017

Las campañas antivacunación causan una epidemia de sarampión en Rumania con 13 muertes

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Las vacunas tienen mercurio, causan asma e introducen en el organismo elementos ajenos. Esos son algunos de los argumentos de las campañas antivacunación que han causado en Rumanía una epidemia de sarampión que se ha cobrado ya 13 vidas.

“Las informaciones erróneas, muchas veces tendenciosas, que no se basan en métodos científicos o datos reales deben terminar para que no afecten a la salud de nuestros niños”, dice a Efe el presidente de la Sociedad Rumana de Microbiología, Alexandru Rafila, quien responsabiliza a esas campañas del brote.

Si en 2015 hubo sólo 15 casos declarados de sarampión en el país, desde 2016 se han contabilizado ya 2.165, de los que 13 acabaron en muerte. La mayoría de los fallecidos eran niños de menos de dos años.

Los índices de vacunación del paquete sarampión-paperas-rubeola han caído desde el 95 % de los niños en 2013 al 80 % el pasado 2016, una cifra que sigue bajando.

El Ministerio de Sanidad lleva meses denunciando “las campañas irresponsables contra la vacunación de los niños”, cuyo mensaje ha ido ganando adeptos, especialmente el año pasado.

Uno de los más conocidos detractores de las vacunas es Christei Todea-Gross, un médico de familia que en 2012 publicó un libro titulado “Vacunas: ¿Prevención o enfermedad?”.

“La causa más frecuente del asma en los niños sigue siendo las vacunas”, argumenta a Efe Todea-Gross.

Al preguntarle sobre la actual epidemia y los 13 muertos que ha dejado, el también vicepresidente de la Federación Cristiano Ortodoxa Pro Vita descarta cualquier relación con la vacunación.

“Las causas de las muertes deben ser ajenas a la vacunación. Seguramente por falta de cuidado de los padres para evitar enfermedades que no presentan complicación o también por mala nutrición, lo que hace que las defensas estén bajas”, explica.

Pro Vita no es la única organización religiosa que ha lanzado campañas contra la vacunas. Coalición para la Familia también defiende que hay que evitarlas.

El mensaje es reproducido, especialmente en las redes sociales, por personas conocidas cuya opinión llega a mucha gente.

Una de ellas es Olivia Steer, antigua presentadora de un programa sobre salud en la emisora Pro TV, y defensora del mensaje de que las “vacunas son nocivas” y crítica con la medicina tradicional.

“No creo en ellas porque tienen una composición de mercurio y aluminio, una combinación fatal que produce muchas enfermedades entre los niños e, incluso, en los casos más graves, autismo”, explica a Efe Steer, que comparte su visión con los 35.000 seguidores que tiene en la red social Facebook.

Una actitud que, según le reprochó el escritor Mircea Cartarescu, cuyo nombre se baraja para el Nobel de Literatura, es equiparable a la de la gente que cae en “sectas religiosas, fanatismos políticos y en el terror de las conspiraciones”.

Pero los movimientos antivacunación continúan defendiendo su tesis en los medios sociales y canales de televisión.

“Un niño de un año murió tras ser vacunado de sarampión, un bebé de siete meses también falleció por otra vacuna, mientras que otro niño fue diagnosticado de tuberculosis; de esto no se informa”, cuenta Adriana Oprea, una bloguera que escribe en portales de asociaciones religiosas.

Asociaciones de las que la Iglesia Ortodoxa se desvincula en lo que a las campañas antivacunación se refiere.

“Los implicados en las campañas antivacunas lo han hecho en su nombre, sin el acuerdo de la Iglesia Ortodoxa Rumana”, indica la Patriarquía Rumana en un comunicado.

De hecho, la jerarquía eclesiástica asegura que desde 2008 colabora con el Ministerio de Sanidad para promover la vacunación y que defiende esta práctica siempre que tenga “objetivos terapéuticos y no comerciales”, una referencia a quienes aseguran que las vacunaciones sólo buscan beneficiar a las compañías farmacéuticas.

Sin embargo, Vlad Mixich, periodista especializado en temas de salud, asegura a Efe que es habitual que en las iglesias se distribuyan folletos antivacunación.

Pero más allá de las campañas, hay otros motivos que explican la caída de las vacunaciones.

Rafila, que fue asesor del Gobierno en materia de sanidad, explica que, al haberse reducido, gracias a la vacunación, el impacto de ciertas enfermedades como el sarampión y la rubeola, algunos padres comienzan a preguntarse para qué hay que vacunar a los hijos contra algo que, creen, ha desaparecido.

También hay muchos padres que no vacunan a sus hijos por falta de confianza hacia las autoridades.

Adina Manea, directora de la Fundación Jóvenes para Jóvenes, encargada de programas de prevención sobre salud, pide incluso que el Gobierno clarifique si se impone a los padres que vacunen a sus hijos y que lance más campañas informativas.

De momento, las autoridades se han limitado a pedir a los pediatras que convenzan a los padres de las ventajas de las vacunas.

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