Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

14 de Septiembre de 2017

¿Evangélicos divididos o con posiciones políticas distintas?

Luego del impasse vivido por la presidenta Michelle Bachelet en el último Te Deum evangélico, –donde asistentes y autoridades cristianas la tildaron de “asesina” y “vergüenza nacional”-, le pedimos a David Hormachea, el pastor evangélico chileno más influyente en el mundo de habla hispana, que desmenuzara la conducta de sus correligionarios. Desde Estados Unidos, criticó la alianza entre los “evangélicos de la neo izquierda y un gobierno agnóstico”, y aseguró que las autoridades deberían estar “al tanto” de que los Te Deum se han transformado en una instancia de “felicitaciones y exhortaciones”. “Guerra avisada no mata gente”, afirma.

David Hormachea
David Hormachea
Por

¿Está Chile dividido? ¿Están las iglesias evangélicas divididas? Mi respuesta es un rotundo “NO.” Después del recorrido del Bus de la Libertad y los ataques a quienes están en contra de la moralidad humanista que quiere imponer el estado agnóstico, humanista y progresista que preside la presidenta Bachelet e incluso después del Te Deum evangélico oficial en que se defendió los valores bíblicos, es imposible que no existan opiniones divididas y por ello, seguramente mi respuesta cause admiración.

Pero mi respuesta es un “no” porque creo que, como en todo país, existen diversas opiniones, creencias distintas y moralidad muy diferente. También tenemos diferencias entre los evangélicos, pero las diferencias no son las que provocan la “desunidad”, sino la falta de sabiduría para saber respetar las diferencias. En todo grupo social o religioso existen personas sabias, necias; diversidad de opinión y ataques irrespetuosos y groseros.

Fuimos testigos de esos ataques y de la oposición política y mediática cuando defendimos la libertad de expresión en la visita del Bus de la Libertad. En el Te Deum evangélico fuimos testigos de los ataques de irrespetuosos o extremistas que no entienden su fe y que insultaron a nuestra máxima autoridad. Eso nunca debe ocurrir y mucho menos por quienes dicen amar a Dios y la revelación bíblica. Pero no es mi intención enfocar en los extremistas o personas controladas por sus emociones que no conocen el respeto. Prefiero enfocar en la situación de la comunidad evangélica y su posición política.

Si los Te Deum, como lo indica la palabra, son eventos de acciones de gracias, creo que ninguno de los dos cumple su objetivo. Tanto en el ecuménico como en el evangélico, entre oraciones y mención de versículos bíblicos, existen discursos que hacen conocer los valores de católicos y evangélicos, los cuales apoyan o critican al presidente de turno. Si ese no era el objetivo de la programación de estos eventos, ya por costumbre adquirió una nueva connotación, y bien lo saben los gobernantes, los políticos, los líderes religiosos y la ciudadanía. Por lo tanto, guerra avisada, no mata gente.

Acepten la realidad pues las autoridades recibirán felicitaciones y exhortaciones, unas más sabias y otras más necias. Pero tanto los líderes católicos como los evangélicos deben tener un buen escrutinio de los expositores que invitan. En esta oportunidad, en un acto no común pero bíblico, impidieron la entrada del llamado pastor Soto cuyas prácticas de oposición no son bíblicas. Eso muestra que los insultos no serán permitidos dentro de los templos, no se enseñan desde los pulpitos, pero no tenemos control de lo que los extremistas hacen afuera.

En el pueblo evangélico existe unidad en sus doctrinas, su amor por Dios y la revelación bíblica, pero tal como ocurre en la sociedad, existen diferentes posiciones políticas. Por ello, dividiré la sociedad en izquierda y derecha y nada más. El pastor Emiliano Soto, amigo y conocido de años a quien respeto, aunque tengamos posiciones muy diferentes, admitió en entrevista con CNN que él representaba a otra corriente, “un sector diferente” del que representan muchos de los líderes participantes del Te Deum. Y esa es la mejor admisión, pues existen líderes y cristianos que se identifican con la neo izquierda. Ellos, como admite el pastor Emiliano Soto, tienen su esperanza terrenal (no espiritual) en agnósticas como nuestra presidenta. Por ello la apoyó con las siguientes palabras: “Para nosotros, la esperanza (terrenal) está puesta ahora en la Dra. Bachelet para propiciar un nuevo comienzo.” Y, en su entrevista admitió que han logrado: Un día nacional del evangélico, capellanes en las fuerzas armadas y buen trato con los evangélicos. En este caso, los neo izquierdistas -encabezados por la Dra. Bachelet- no les metieron un gol de media cancha, pues claramente presentaron su agenda a favor de la píldora del día después, aborto, matrimonio igualitario, etc.

En esa sutil alianza los evangélicos de izquierda, que obviamente no apoyan toda la agenda amoral del humanismo, lograron aquello que fue su prioridad, es decir, un día más de vacaciones y capellanes en las Fuerzas Armadas, pero los liberales morales del gobierno, pusieron primero en su agenda política y en la búsqueda de aprobación legal, lo que es más importante para ellos, su agenda anti ética bíblica.

Ni los evangélicos de izquierda apoyan todas las personas ni toda la agenda de la nueva izquierda, ni los que somos de derecha apoyamos toda la agenda o personas de la derecha. Ningún lado aprueba la explotación ni la corrupción. Pero los que se identifican con la izquierda se inclinan más a la teología de la liberación, enfatizan la justicia social, y priorizan su lucha contra la pobreza.

Si el mundo se divide en derecha e izquierda, yo represento la derecha. Represento la visión política que sostiene que mediante nuestros votos debemos lograr leyes de trabajo al estilo divino: patrones justos y empleados responsables. Por estar en contra de la moralidad de la neo izquierda y a favor de la moralidad absoluta, como millones de evangélicos, tengo una visión bíblica de los bienes materiales y el capitalismo; de la educación, obligatoria con un estado que no enseña su moralidad. Una visión bíblica de la ciencia partiendo de la base del Dios creador, que cree en la supremacía de la ley no basada en la moral pública, sino en la moral absoluta. Visión de la división de poderes y la libertad de conciencia, de la beneficencia sin extremos para no producir dependientes del “papá” estado, visión de la mujer como persona de valor y dignidad, y de la familia que se inicia con el matrimonio entre un hombre y una mujer. De paso, estos no son los pensamientos de los evangélicos derechistas modernos, este es legado mundial que dejó la Reforma, legado que permitió que los países más ricos del mundo sean los fundamentados en valores judeo/cristianos y los más pobres, hasta ahora, sean los países ateos. Es por ello que los cristianos que creen en estos valores bíblicos, tienen la obligación de rechazar un gobierno como el de la presidenta Bachelet, no sólo en el Te Deum, sino principalmente en las urnas.

Notas relacionadas