Poder
19 de Septiembre de 2017Una semana con José Antonio Kast: El extraño mundo del candidato de la derecha dura
Sus críticos dicen que es un facho recalcitrante o un nazi a la chilena. Pero él hace como quien oye llover. No le entran balas y ni se inmuta con los insultos. Con su estilo pausado, José Antonio Kast no esquiva preguntas y defiende sus ideas con vehemencia. Padre de nueve hijos, ferviente católico y candidato a la presidencia, está dispuesto a levantar las banderas de la derecha más conservadora sin tapujos ni pelos en la lengua. The Clinic Online lo siguió durante sus actividades de campaña y este es el resultado.
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-José Antonio, usted sabe que en redes sociales le dicen KKKast, ¿no?
-No lo había visto, pero están equivocados. Me llamo José Antonio Kast Rist (51), con una sola K,- contesta el candidato de rasgos alemanes, casi sin inmutarse.
-Ya, ¿pero le molesta que lo comparen con el Ku Klux Klan?
– Si estoy en la vida pública, claramente, me van a hacer memes. Ojalá que algunos digan quiénes son para hacerles un meme de vuelta. Tengo sentido del humor y no me afecta. Y además que ni me manden sus mensajes, porque los tengo bloqueados-, prosigue.
El diputado se refiere a su cuenta de Twitter donde tiene más de 130 mil seguidores y una horda de trolls que suelen acosarlo.
La ceremonia para homenajear a Salvador Allende en La Moneda este 11 de septiembre, en que se conmemoran 44 años del Golpe de Estado, acaba de terminar. Kast no es bienvenido en el lugar. Él lo sabe, pero una de sus cualidades natas es ser un provocador. Hace unos días para avanzar en la reconciliación del país y terminar con las divisiones, propuso retirar la estatua de Allende de la Plaza de la Constitución y es de los pocos de su sector que continua refiriéndose a la dictadura, como “pronunciamiento militar”.
Minutos antes que comenzara la ceremonia, la sobrina del exmandatario, la diputada Pascal Allende le paró los carros por asistir al acto. Kast, con su calma de siempre, replicó que La Moneda es de todos, y se acomodó junto a los otros aspirantes a La Moneda, salvo su rival en la derecha, Sebastián Piñera, que se restó del homenaje.
-Oiga, candidato, cuénteme una cosa, cómo hace para mantener siempre la calma y la compostura. Nunca se le ve exaltado.
-Es que estoy muy tranquilo espiritualmente, a veces me enojo, si también tengo mi carácter. Pero, en general, soy una persona tranquila. Las personas que reflexionan en el día a día, que se dan un tiempo para sí mismos, mantienen más la calma.
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Para Kast el tema espiritual es muy importante. Conversa con dios y reza cada jornada. No va a la iglesia todos los días porque no le da el tiempo, menos ahora que está a mil con su campaña. Su esposa hace 26 años, María Pía Adriasola, abogada como él, asiste religiosamente cada jornada a la iglesia, él solo la acompaña los domingos. No son Opus Dei como muchos creen, la familia Kast Adriasola pertenece al movimiento Schöenstatt, igual o más conservador que la corriente católica fundada por Escrivá de Balaguer.
Este matrimonio no cree en condones ni métodos anticonceptivos, apuestan por el método natural. Aunque con nueve hijos, entre 10 y 25 años, no parece muy efectivo. Pía nos cuenta que en 15 años pasó 81 meses embarazada y que no pudo ejercer su profesión, porque la familia estaba primero y alguien tenía que cuidar a los niños. Su marido no tiene mucho tiempo que digamos y eso ha sido un conflicto. El único, confesará ella.
Pía conoció a José Antonio cuando ambos estudiaban derecho en la Universidad Católica. Al año se pusieron a pololear. Pero no duraron mucho, ella decidió separarse porque la “vida era difícil con un pololo político”. Desde la universidad, Kast estaba metido de lleno con los gremialistas y le dedicaba poco tiempo a la relación, siempre estaba ocupado y no existían ni celulares, cuenta la aspirante a primera dama.
La fórmula de Kast para reconquistarla fue llegar con una oferta concreta. Le propuso matrimonio. “Mi duda era si la política era su único interés o si yo tenía algún espacio”, dice Pía, que hasta antes de la candidatura presidencial se había mantenido al margen de la carrera política del alemán, como le dicen sus cercanos.
Despejada esa incógnita, dos años después, se casaron en la iglesia del Vaticano chico, en Providencia, y se fueron a vivir a Paine, en los terrenos de la fábrica de cecinas Bavaria, que pertenece a la familia Kast, y donde todavía vive el familión. Los menores de edad asisten al Colegio El Campanario en Buin, a siete minutos de su casa. Optaron por algo cercano, y no por un colegio de élite, para hacer su vida allá y evitar traslados.
“Criar 9 hijos ha sido fascinante, mucha pega, mucha dedicación, harto sacrificio y entrega personal. Dejé de trabajar, hacía varias cosas, tenía coro, actividades sociales de mi interés, pero no un trabajo estable porque necesitaba el tiempo para dedicárselo a mis hijos. Más todavía porque José Antonio después fue electo diputado, los niños requerían toda mi atención”, revela Adriasola.
Pía viste un traje de huasa china, flores y bordes amarillos, el color de la candidatura de Kast. Es martes 12 por la mañana. En actividad de campaña, el matrimonio acaba de bailar unos pies de cueca frente a la Catedral en la Plaza de Armas para dar el vamos a las fiestas patrias. Su marido se despide de un piquito, y ella le dice, “nos vemos…hasta no sé cuándo” y ríe.
Kast, entre risas, le advierte que está hablando con The Clinic y que tenga cuidado con lo que dice.
Para mantener su relación, el matrimonio Kast Adriasola tiene instaurado los “martes de pololeo”. Salen cada martes a comer juntos para compartir y pasar tiempo a solas. Lo mismo hace Kast con sus hijos. Una vez a la semana sale con uno de ellos y se van turnando. Eso sí, se demora más de dos meses en salir con todos sus hijos.
– ¿Es machista en la casa, Pía? ¿Hace labores del hogar, lava los platos?
-No, me ayuda mucho. He dicho públicamente que no lava los platos, no le gusta. Pero es el primero en levantarse, pone la mesa del desayuno, despierta a los niños. Prepara todo el ambiente para empezar la jornada. Él siempre ha sido una persona muy atenta.
Antes de irse, Pía nos pide que no utilicemos para mal la información, luego le avisa a su equipo que se ausentará un momento para pasar a la catedral a rezar. Adentro, toma la comunión.
Su marido lo ha dicho fuerte y claro, sin arrugarse. Él está por la defensa de los valores cristianos: La vida desde la concepción a la muerte, la familia, el matrimonio heterosexual, la libertad. Esos son los ejes valóricos de su campaña. Kast recalca, una y otra vez, -como para diferenciarse de su rival en la derecha, el expresidente Sebastián Piñera-, que él es un candidato que piensa A y dice A. Lo suyo no es quedar bien, si no ser consecuente con sus ideas y valores. Sus seguidores le respetan por eso, dicen los miembros de su comando.
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Jueves 13 por la mañana. El partido evangélico en formación, Unidos por la Fe, en un café de calle Matías Cousiño, lo proclama como su candidato presidencial. Antes de dar inicio a la conferencia, el pastor Dani Molina, pide orar. Se escucha gloria a dios. Kast se pone de pie, cierra sus ojos y reza con los cristianos.
Los pastores evangélicos presentes explican que su apoyo al candidato presidencial se debe a que está preocupado de legislar en los temas que “verdaderamente preocupan a todos los chilenos”, como “seguridad, delincuencia, rehabilitación, reinserción social, soluciones concretas en Sename, listas de esperas en salud pública, generación de empleo, crecimiento económico de forma sostenida”, y no de otros temas “que deberían ser dejados de lados, como los basados en los de ideologías de minorías, que no representan las verdades necesidades de toda nuestra nación”.
El vocero de Unidos por la Fe, Dani Molina, dice que apoyan a todos los candidatos cristianos que están alineados con sus ideas, aclara que no son de izquierda ni derecha, pero que el único candidato presidencial que los representa en sus postulados es Kast, quien ha dicho con todas sus letras que está por derogar el recién promulgado proyecto de despenalización del aborto en tres causales, que se opone al matrimonio homosexual, la adopción homoparental y lo que denominan ideología de género. Además, llamaron a su comunidad a no votar por ningún parlamentario que haya apoyado esos proyectos. La agenda valórica es el motivo de su irrupción en la discusión política.
Kast, luego de agradecer el apoyo de Unidos por la Fe, afirma que el mundo cristiano evangélico debe tomar un rol activo en las políticas públicas, que se debe pasar de la oración a la acción. También destaca que los evangélicos han sido de los pocos que han dado “pruebas grandísimas de amor al prójimo y ha trabajado en lo social como nadie más, en la rehabilitación de personas en casos de alcoholismo o de drogadicción, o de quienes han cometido delitos, que están hoy en las cárceles, es algo que ninguna otra institución ha hecho de forma tan palpable, como se necesita en Chile”.
Luego, el candidato Kast aborda la contingencia, defiende el Te Deum del domingo 6, donde la presidenta Michelle Bachelet fue insultada, despotrica contra la promulgación del proyecto de tres causales, dice “que espera que sea una ley de corta vigencia”. Frente al alzamiento del secreto de la comisión Valech, dice que se trata de oportunismo político de la Mandataria. “El gobierno es capaz de politizar y hacer cualquier cosa por ganar unos votos más”, dispara el alemán y agrega que eso es algo inaceptable.
“El gobierno hace oportunismo político, porque a ellos no les importan las personas, les importa la ideología, son capaces de hacer cualquier cosa, de utilizar cualquier causa, con tal de no perder el poder. Les tengo una mala noticia: les quedan menos de 200 días de gobierno y una peor noticia aun, es que no van a pasar a la segunda vuelta. Porque va a pasar Sebastián Piñera y yo”, dice enfático Kast. Aleluya, repiten los pastores.
Se habla mucho de doctrinas e ideologías que el progresismo quiere imponer a la mayoría, por ejemplo, en materia educativa o de libertad de culto. En eso preguntamos a Kast y al vocero de Unidos por la Fe, si no les parece complejo, dado que vivimos en una democracia y un Estado Laico, intentar, a través de leyes y políticas públicas, imponer sus creencias religiosas a toda la sociedad chilena, aun cuando muchos no son creyentes. Eso es más parecido a querer avanzar hacia un estado teocrático, lanzamos.
La pregunta no cae bien. Las respuestas son vehementes. Kast, serio, pero sin perder la compostura, toma la palabra.
-Muy por el contrario. ¡Chile es un país laico, pero no laicisista!, -dice enérgico- Lo que hemos visto en los últimos tiempos, es como ese porcentaje minoritario quiere arrinconar a la mayoría. Este gobierno ni siquiera fue capaz en el Censo, -no se atrevió-, a preguntar cuál era la profesión de fe, pese a que se lo pedí, personalmente, al Ministro Céspedes. De los Censos anteriores podemos concluir que más del 80% de los chilenos es cristiano. Por lo tanto, el Estado no puede, con sus propios impuestos, arrinconar y alejar a ese 80% de la acción pública. Aquí hay una interpretación, falaz muchas veces, del Estado Laico(…).¿Por qué la Junaeb hoy día le quita los recursos a las colonias de verano de las instituciones cristianas? ¡Con qué derecho! ¡Hoy el Estado discrimina a la gran mayoría de los chilenos!, acusa Kast.
Antes de cerrar la conferencia, el vocero de Unidos por la Fe agrega a las palabras de Kast: “no buscamos hacer de Chile una iglesia y hacer de las calles nuestro púlpito, pero sí creemos que cuando el 80% se denomina cristiano, porque cree en Cristo, entonces esa gente necesita ser representada. Todos nuestros postulados nacen en la fe, pero tenemos experiencias empíricas, que dejan en evidencia, que la fe bien practicada, hace bien a las sociedades”, concluye.
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Juan Carlos Aguilera, histórico fundador de los gremialistas, jefe de campaña de José Antonio, su amigo de toda la vida, es biólogo, filósofo y profesor de la Universidad de los Andes, al igual que el candidato se aburrió de la UDI y dejó su militancia. Ahora se convirtió en la sombra de Kast y en el guardián del legado de Jaime Guzmán.
Para ambos hace rato que la UDI dejo de defender con fuerzas las ideas gremialistas y no existen espacios para la renovación de sus liderazgos. El partido, afirman, parece coaptado por lógicas políticas que no le son propias, principalmente, el apoyo cerrado a Piñera, pese a que el empresario no comparte los ideales del partido fundado por Guzmán.
De abrigo largo verde, terno y maletín, mirada desconfiada, Aguilera nos esquiva un buen rato, antes de decirse a conversar con nosotros. Queremos saber por qué la gente de derecha debería optar por Kast, en vez de Piñera, que tiene más opciones de llegar a La Moneda.
-“Porque nosotros queremos sacar a la izquierda del gobierno”.
-Y Piñera ¿no?
-Piñera no es derecha, él lo ha dicho en varias oportunidades. José Antonio Kast sí es de derecha, es un hombre coherente, que dice y hace lo que lo piensa, valiente, pacífico, que respeta a las personas.
Y más importante aún para Aguilera parece ser que Kast representa a la derecha social y conservadora, con un pie en las poblaciones y otro en la iglesia, que defiende con fuerza la vida, el matrimonio entre un hombre y una mujer, la familia y la libertad, tal como predicó Guzmán.
“Nosotros no somos la derecha económica”, dice tajante Aguilera y como para marcar diferencias con su rival en la oposición. “Creemos en un estado de derecho, de igualdad de oportunidades, sin pitutos, creemos en la meritocracia, defendemos un Estado austero, sin operadores políticos, que se preocupa de las urgencias sociales y apostamos por en el crecimiento económico”, sostiene la mano derecha de Kast en su aventura presidencial.
Aguilera cree que el valor de la candidatura de José Antonio radica en que forzó al expresidente Piñera a renunciar a su corazón más DC, para moverse hacia la derecha en los temas valóricos y defenderlos con más claridad que en su candidatura anterior. “Kast marcó la agenda y cambió el eje de Piñera, eso hace un candidato” recalca.
Aunque no se atreven a decirlo abiertamente, su comando confía en que buena parte de las bases de la UDI y también la gente de derecha independiente, se siente identificada con la candidatura de Kast y les dará su voto, al igual que el mundo evangélico y militar. Un porcentaje, por cierto, no menor de la población.
Sobre los resultados de las encuestas, adversas para Kast, definitivamente no creen. Piensan que están controladas por Piñera y recuerdan que, en el último tiempo, en Chile y el extranjero, han errado en sus pronósticos sistemáticamente. Además, como suele suceder, hay mucho votante de derecha oculto. Afirman que esta es una candidatura cualitativa y que la real encuesta se dará en las elecciones de noviembre. Sus estimaciones más optimistas lo sitúan en el 18%.
La semana pasada, en la tómbola del Servel, a Kast le salió el número 2 en la papeleta presidencial. El candidato afirma, con toda convicción, que es el 2 de la segunda vuelta y de la victoria.
El diputado descolgado de la UDI está convencido que la elección se definirá entre los dos candidatos de la derecha. Ver para creer, como dijo Santo Tomás.