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Cultura

26 de Septiembre de 2017

Ricardo Darín, primer sudamericano en recibir premio Donostia: “Es un gran honor, inesperado por otra parte”

El actor argentino dijo que se abruma al "navegar" por la lista de nombres que tienen el Donostia, como Bette Davis, Gregory Peck, Hopkins..."y De Niro", resalta antes de añadir riendo: "Creo que me echarían por impostor".

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El argentino Ricardo Darín, primer sudamericano en lograr un premio Donostia, el máximo reconocimiento del Festival de Cine de San Sebastián, considera el galardón “un gran honor, inesperado por otra parte, porque uno nunca espera que te venga de los más cercanos”

“Es como recibir un reconocimiento de la familia”, máxime cuando él, aún hoy, no se fía de sí mismo.

“Aún no sé qué pienso de mí mismo, siempre he sospechado y aún sospecho de mí”, bromea el actor en una entrevista con Efe realizada horas antes de recibir el Donostia en el Kursaal, el centro neurálgico del festival.

Darín (Buenos Aires, 1957) dice que se abruma al “navegar” por la lista de nombres que tienen el Donostia, como Bette Davis, Gregory Peck, Hopkins…”y De Niro”, resalta antes de añadir riendo: “Creo que me echarían por impostor”.

“Te emocionan los gestos de la gente más próxima porque a veces por la cotidianeidad no nos damos tanta importancia, somos más proclives a admirar y elogiar a quien está más lejos, siento esa cercanía y por eso es una doble emoción”, agrega.

Aún a riesgo de “acabar preso” de sus palabras, afirma que ha rechazado muchos papeles “por convicciones personales”; por ejemplo, no sería capaz de encarnar a un pederasta, “sería abominable”, dice, pero recuerda que acaba de dar vida a un presidente corrupto y desalmado en “La cordillera”, de Santiago Mitre.

“El contexto es más importante que el personaje”, matiza el ganador de una Concha de Plata, conseguida ex aequo con Javier Cámara por “Truman” en 2015.

Darín, que cuenta con la complicidad y, casi, devoción del festival, estaba feliz y lo demostró compartiendo chistes y derrochando buen humor en la rueda de prensa que ofreció hoy.

Bromeó con su larga melena, conservada por indicación del director con el que trabajará en octubre próximo en Madrid, el iraní Asghar Farhadi, en una película en la que también están Javier Bardem y Penélope Cruz.

Pidió “clemencia” con el equipo argentino de fútbol a un periodista peruano, ante el empate a puntos de ambos países en las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Rusia 2018.

Esquivó, con una finta de centrocampista, “la pregunta” sobre la situación en Cataluña -“bastante tengo con la política argentina, pero estoy aquí, y sí, sigo la política española, por eso agradezco que no hagas la pregunta que ibas a hacer”, le dijo a una periodista catalana-.

Y, tras responder en inglés a la primera pregunta de un periodista, hizo un guiño al resto con un “no he entendido nada” a la segunda; no obstante, respondió con un “I love you”, que provocó las risas del más de centenar de profesionales que seguían la comparecencia.

El argentino, también nacionalizado español, reconoció que los premios no le gustan por “la parte de contienda que contienen”, pero sí los reconocimientos, como este Donostia que agradece, pero “no necesita”, porque siempre se ha sentido querido.

Asegura que no es persona de volver atrás, pero que este tipo de galardones “obligan” a ello.

Pasa de un tema a otro con rapidez y rechaza rotundamente dar un paso hacia la política, a pesar de bordar al presidente argentino de “La cordillera”.

“Aquí tenemos a Schwarzenegger (presentó ayer un documental en el festival), pero para esas pretensiones uno tiene que estar mínimamente enfocado. Algunos artistas preferimos extender nuestra mirada a cuestiones sociales y de interés público. No tengo la suficiente frialdad para andar por un territorio tan minado como ese”, afirma convencido.

Prefiere centrarse en su trabajo en el cine, que es complicado, aunque más fácil si el director “sabe lo que quiere” y agrega que le cuesta adaptarse y dar a cada papel la energía que requiere. “Yo, cómodo, me siento en mi casa”.

El protagonista de “El secreto de sus ojos” (2009) defendió la “dimensión artesanal” de su oficio, el placer de los momentos íntimos de preparación de un personaje como los “más creativos” antes de llegar al set y acomodarse al director y a los compañeros.

Asequible, tan vital como de costumbre a sus sesenta años, Darín se muestra encantado con “La cordillera”, la película que exhiben en San Sebastián y que se estrenó en el Festival de Cannes, y se va, como llegó, con una sonrisa que no se le borra del rostro.

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