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Mundo

16 de Noviembre de 2017

Así es crecer en una familia de neonazis: “Tenía 19 años cuando supe que el Holocausto ocurrió de verdad”

Este artículo se publicó originalmente en VICE en Español.

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Heidi Benneckenstein tiene 24 años, es profesora y madre de un niño pequeño. Sin embargo, hace poco más de un año era una neonazi que respondía al nombre de Heidrun Redeker. Heidrun nació en el seno de una familia ultraderechista cerca de Múnich y fue educada según los valores völkische, término alemán que se traduciría como “populares”, pero que posee unas connotaciones mucho más siniestras relacionadas con la disciplina, la obediencia y el patriotismo fanático.

A los 7 años, Heidi fue enviada al primero de los muchos campamentos de verano a los que iría, organizados por la Heimattreuen Deutschen Jugend (HDJ), una asociación juvenil cuya función era formar a la nueva generación de miembros de la élite nazi (el club fue clausurado por el Ministerio del Interior alemán en 2009). Por aquel entonces, Heidi negaba el Holocausto y celebraba el cumpleaños de Hitler.

Además de dar clases, a Heidi le gusta escribir. Hace poco ha publicado su primer libro, Ein Deutsches Mädchen (Una chica alemana), un relato autobiográfico que narra los entresijos del movimiento neonazi alemán. Quedé con Heidi para hablar de ello.

VICE: ¿Cómo fue tu infancia?

Heidi Benneckenstein: Mi padre era muy estricto. Teníamos que pedirle permiso para todo. Cuando estábamos a la mesa, mi hermana y yo solo podíamos hablar si se dirigían a nosotras.

Parece muy estricto, pero no necesariamente nazi.

No, pero todo se basaba en valores nazis.

¿Cuándo te diste cuenta de que tu familia era nazi y no solo diferente?

Cuando empecé el colegio, ya tenía un presentimiento de que éramos diferentes a las demás familias. Una vez, recuerdo estar enseñándole a mi mejor amiga cómo dibujar una esvástica. En ese momento no sabía que era un símbolo de extrema derecha. Solo pensaba que estaba compartiendo algo interesante con mi amiga.

Tu padre es un neonazi que niega el Holocausto y celebra el nacimiento de Hitler. ¿Cómo es tu madre?

Cuanto más lo pienso, más me convenzo de que ella no era tan extremista, por lo menos comparada con mi padre. Obviamente ella escuchaba y toleraba todos sus chistes racistas. Pero tuve una relación muy cercana y afectuosa con ella. Trató de protegerme de mi padre tanto como pudo.

Tu primer contacto con el movimiento neonazi fue a la edad de siete años, cuando asististe a un campamento moderno de juventudes pro-Hitler. ¿Cómo fue eso?

La primera tarde, de hecho, fue muy divertida porque era como un campamento de verano normal, pasamos la mayoría del tiempo jugando. La cosa cambió en los siguientes días, en la medida en que las reglas y aquellos que las hacían cumplir se fueron poniendo más estrictos.

¿Cómo?

Por ejemplo, nos despertaban a las siete de la mañana para hacer ejercicio con temperaturas bajo cero. Durante una de las llamadas matutinas, un chico fue castigado por no permanecer completamente firme. Fue obligado a hacer flexiones mientras le gritaban. Algunos de los líderes del campamento incluso pegaban a los niños que desobedecían sus órdenes.

¿Había otro tipo de actividades en el campamento?

La niñas principalmente hacían costura y bordados, mientras los niños construían cosas o boxeaban. Con frecuencia había charlas sobre nazis prominentes, como Hanna Reitsch, la aviadora favorita de Hitler. Antes de dormir cantábamos canciones del III Reich. Realmente nos estaban formando como nazis de élite.

En tu libro escribes que la policía siempre vigilaba el campamento. ¿Alguna vez intervino?

El servicio secreto siempre se apostaba frente al campamento, pero nunca entró. En el campamento nos enseñaban que la policía era nuestra enemiga. Una noche nos dijeron que habían acordonado el campamento y nos hicieron correr al bosque. Cuando llegamos a un claro, no había policías en ninguna parte, en vez de eso había una cabeza de cerdo en un palo. Creo que era un prueba, pero no tengo ni idea de cuál era su propósito.

¿Cómo te hiciste miembro?

Solo recibías una invitación si la organización te consideraba digna de ello. Generalmente convocaban a niños provenientes de familias de académicos y de clase alta, y con menos frecuencia de otros estratos sociales.

¿El skinhead neonazi con botas Doc Martens es solo un cliché?

En los noventa la extrema derecha aprendió que necesitaba una nueva imagen para atraer a las generaciones más jóvenes. Hoy, existen neonazis con barbas de hipster. Pero utilizan ropa y marcas especificas que les permiten identificarse entre ellos.

¿Cuánto saben realmente los neonazis sobre política?

Si tratas de mantener una conversación sobre asuntos políticos complejos, pronto te das cuenta de que su conocimiento es muy limitado. La mayoría de las veces solo repiten frases que han aprendido de memoria de sus libros. De hecho no entienden lo que están diciendo.

Tu creciste en una familia estricta de extrema derecha. Pero, ¿cómo llegan los otros jóvenes a la escena nazi?

De hecho es raro que las personas lleguen ahí a través de sus familias. La mayoría tienen entre quince y dieciséis años cuando se integran en el movimiento, normalmente como acto de rebeldía. La ideología es muy fácil de entender y digerir, así que es muy sencillo convertir a las personas. Muchos se hacen nazis temporalmente y van por ahí intimidando a la gente hasta que maduran.

En tu libro, escribes que peleaste más con punks que con extranjeros. ¿Son racistas todos los neonazis?

Eso depende de dónde te criaste. En el este de Alemania hay menos inmigrantes y, por tanto, menos contacto y posibilidades de conflicto. Encontrarás más racistas en ciudades multiculturales como Berlín o Múnich. Nunca intenté hacerme amiga de extranjeros, pero no eran mis peores enemigos.

¿Quiénes eran tus enemigos?

La policía, las autoridades y la izquierda. También, los “buenistas”, aquellas personas que siempre quieren verse bien y hacer cosas buenas, que siempre son positivas y hacen manifestaciones en contra de la derecha.

¿Quieres decir que los neonazis nunca son positivos o felices?

Si estás dentro de la escena, no mola que des la impresión de que eres una buena persona. Tú deliberadamente rechazas a las personas y tienes una visión negativa del mundo. Despreciamos a las personas que piensan distinto a nosotros. Yo no era muy feliz en esa época de mi vida. Personalmente, estaba muy frustrada.

¿Tu primer novio también era neonazi?

Sí. Tenía catorce años cuando nos conocimos. Estábamos en un concierto y ambos estábamos borrachos. Como puedes imaginarte, los neonazis no son las personas más románticas. Una vez un tipo se me acercó y me preguntó que si quería conocer su colección de esvásticas. Incluso para un nazi, eso era bastante malo.

La extrema derecha está dominada por hombres. ¿Cómo es ser mujer en esta escena?

Puede ser muy complicado porque la agresión sexual es bastante común. A veces es solo una mano sobre tu pierna, pero sé de chicas que han sido violadas. Incluso si algunas historias de abuso se hacían públicas, nadie haría nada por castigar a los implicados. La camaradería entre hombres es mucho más importante que el bienestar de las mujeres. La mayoría de mujeres solo tratan de imitar a los hombres, a través de un comportamiento rudo y agresivo.

En la ideología neonazi, las mujeres se subordinan a los hombres. ¿Por qué esta jerarquía de género persiste en la escena neonazi?

La mayoría de las mujeres que se pierden en este movimiento tienen problemas de autoestima. Es más fácil hacer lo que te piden que buscarte problemas.

Tú te buscaste problemas y aún así lograste salir. ¿Cómo lo hiciste?

Fue un proceso que tardó años. Realmente empecé a oponerme a la ideología cuando conocí a mi esposo, Felix. Empezamos a hablar sobre cosas de las que nadie más hablaba: el trato a las mujeres, cómo vivían los nazis y a qué se dedicaban. El vivió en Dortmund y en su momento fue rechazado por la escena local porque salía con nazis de inclinación de izquierda.

¿Pero no son los neonazis de izquierda muy de derechas, de todas formas? ¿Es así de fácil volverse enemigo de la comunidad?

Claro que siguen siendo muy de derecha. Pero en el momento en el que empiezas a cuestionar cualquier cosa, o a criticar a Hitler (máximo tabú), eres considerado un traidor.

Renunciar a tu membresía es una cosa, pero ¿cómo superaste tu condicionamiento?

Tuve que hacer todo poco a poco. Cuando empecé a dudar sobre la ideología, inmediatamente empecé a sentir vergüenza del movimiento al que pertenecía. Felix y yo nos mudamos a Múnich y empezamos a vivir en un área muy multicultural, donde nuestros vecinos extranjeros eran muy amables. Pero costó mucho más que eso para mezclarnos de verdad con otro tipo de personas y romper realmente. Por ejemplo, había negado durante tantos años el Holocausto que la idea se había instalado en lo más profundo de mi cerebro. Me llevó mucho tiempo poder verlo de manera crítica.

¿Cuándo te enteraste de que el Holocausto había sido real?

Tenía alrededor de diecinueve años. Tuve que reevaluar completamente la historia y admitir que había estado terriblemente equivocada. Era el último resquicio de ideología nazi que quedaba en mí.

¿Por qué no hay un mayor número de desertores?

Porque escapar significa cuestionarte a ti mismo y cuestionar todo lo que has hecho. Estás tan inmerso en esta ideología que es una parte enorme de tu identidad. Muchos no creen que sea posible regresar a la sociedad normal y ser aceptados o recibir ayuda. Tienes que empezar una nueva vida, lo cual obviamente es muy difícil.

¿Esperas venganza por parte del movimiento?

Sí, pero es solo una consecuencia natural de tu partida. Hace poco alguien dibujó una enorme esvástica con las palabras “Iremos por ti” en la pared de una estación de tren, cerca a nuestra casa.

¿Crees que en este momento formas parte de la sociedad convencional?

Mi hijo nació hace poco más de seis meses y yo acabo de aprobar un curso para ser profesora. Sinceramente, he tenido dudas sobre si ese es el camino profesional que debo seguir, dados mis antecedentes. Pero sé que no soy mi padre y que tengo una concepción completamente diferente sobre la educación de los niños. Así que sí siento que me he graduado en la sociedad convencional.

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