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5 de Enero de 2018

Las opiniones de Jorge Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco

El Jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, es un libro biográfico sobre el cardenal que más tarde se convirtió en papa Francisco. Fue escrito por los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti. A continuación extractos del texto.

Por

Aborto y pedofilia

Hablemos de la batalla contra el aborto.
—La sitúo en la batalla a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte digna y natural. Esto incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, la existencia de leyes que protejan a la mujer en el post parto, la necesidad de asegurar una adecuada alimentación de los chicos, como también el brindar una atención sanitariaa lo largo de toda una vida, el cuidar anuestros abuelos y no recurrir a laeutanasia.

Muchos dicen que la oposición al aborto es una cuestión religiosa.
—Qué va… La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; tampoco un tumor. La ciencia enseña que desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. Es impresionante. No es, entonces, una cuestión religiosa, sino claramente moral con base científica, porque estamos en presencia de un ser
humano.

¿La Iglesia no cierra los caminos que evitarían muchos abortos oponiéndose a la difusión de los métodos anticonceptivos y, en algunoslugares, limitando la educación sexual?
—La Iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa. En verdad, la Iglesia siempre impartió educación sexual,
aunque acepto que no siempre lo hizo de un modo adecuado. Lo que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Esa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más.

¿La eliminación del celibato disminuiría los casos de abusos sexuales? ¿Posibilitaría un crecimiento del número de sacerdotes? ¿A mediano o largo plazo se volverá optativo?                                                           -Veamos… Empiezo por lo último… si la Iglesia va a revisar alguna vez el celibato… Por lo pronto, debo
decir que no me gusta jugar de adivino. Pero, en el supuesto caso de que la Iglesia decidiera revisar esa norma, creo que no lo haría por la escasez de sacerdotes. Tampoco pienso que sería una disposición para todos los que quisieran abrazar el sacerdocio. Si hipotéticamente alguna vez lo hiciera, sería por una cuestión cultural, como es el caso de Oriente, donde se ordenan hombres casados. Allí, en una época determinada y en una cultura determinada, fue así y siguió siendo así hasta hoy. Insisto: si la Iglesia llegara alguna vez a revisar esa norma, lo encararía como un problema cultural de un lugar determinado, no de una manera universal y como una opción personal. Eso es mi convicción.

¿Pero qué decirles a aquellos que piensan que puede prevenir perversiones sexuales?
—El 70 % de los casos de pedofilia se producen en el entorno familiar o vecinal. Hemos leído crónicas de chicos
abusados por sus papás, sus abuelos, sus tíos, cuando no por sus padrastros. O sea, son perversiones de tipo psicológico previas a una opción celibataria. Si hay un cura pedófilo, es porque lleva la perversión desde antes
de ordenarse.

Entonces va al obispo, le informa «hasta acá llegué…no sabía que iba a sentir algo tan lindo…a esta mujer realmente la amo…» y pide dejar el ministerio sacerdotal.—¿Y usted qué hace frente a esos casos?
—Soy el primero en acompañar a un sacerdote en ese momento de su vida; no lo dejo solo, lo acompaño en todo el
camino; en la elaboración espiritual delo que está viviendo.

Sobre la Argentina y la Dictadura

Bergoglio cree que “la Argentina vive una situación de pecado, porque no se hace cargo de la gente que no tiene pan, ni trabajo. Es un deber compartir la alimentación, el vestido, la salud, la educación con nuestros hermanos. Algunos podrán aseverar: “”¡Qué cura comunista éste!”.

Luego de la visita que usted —junto a las otras autoridades del Episcopado— le hizo a Kirchner en 2003, con motivo de su asunción como presidente, nunca más se volvieron a reunir. ¿Debemos deducir de sus palabras que no estaban dadas las condiciones para que usted le pidiera una audiencia?

—No quiero mirar hacia atrás. Sólo afirmo lo que ya dije: mi esfuerzo y el de toda la Iglesia para tender puentes,
pero con dignidad.

¿La Iglesia defendió cabalmente los derechos humanos en aquellos años? (Dictadura)
—Para responder hay que tener en cuenta que en la Iglesia —que formamos todos los bautizados—, como en toda la
sociedad, se fue conociendo, de a poco, todo lo que estaba pasando. No es que se tuvo clara conciencia de entrada. En
mi caso debo admitir que partí de muchas limitaciones para interpretar ciertos hechos: cuando, en 1973, Perón vuelve al país y se produce el tiroteo en Ezeiza, no entendía nada. Tampoco cuando Cámpora renunció a la presidencia. No tenía por entonces información política como para entender todo eso.

Hay quienes sostienen que la Iglesia sabía bien lo que pasaba durante la dictadura.
—Repito: al principio se sabía poco y nada, nos fuimos enterando paulatinamente. Yo mismo, como sacerdote, si bien comprendía que la cosa era pesada y que había muchos presos, caí en la cuenta algo después. La sociedad, en su conjunto, recién tomó conciencia total durante el juicio a los comandantes. Es cierto que algunos obispos se dieron cuenta antes que otros sobre los métodos que usaban con los detenidos.

Cardenal: usted deslizó antes que durante la dictadura escondió gente que estaba siendo perseguida. ¿Cómo fue aquello? ¿A cuántos protegió?
—En el colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en San Miguel, en el gran Buenos Aires, donde residía,escondí a unos cuantos.

Aparte de esconder gente, ¿hizo algunas otras cosas?
—Saqué del país, por Foz de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí con mi cédula de identidad, vestido
de sacerdote, con el clergiman y, de esa forma, pudo salvar su vida. Además, hice lo que pude con la edad que tenía y
las pocas relaciones con las que contaba, para abogar por personas secuestradas. Llegué a ver dos veces al general (Jorge) Videla y al almirante(Emilio) Massera.

¿Cuál fue su desempeño en torno al secuestro de los sacerdotes Yorio y Jalics?
Para responder tengo que contar que ellos estaban pergeñando una congregación religiosa, y le entregaron
el primer borrador de las Reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la copia que me dieron. El
superior general de los jesuitas quien, por entonces, era el padre Arrupe, dijoque eligieran entre la comunidad en que
vivían y la Compañía de Jesús, y ordenó que cambiaran de comunidad. Como ellos persistieron en su proyecto, y se
disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía. Fue un largo proceso interno que duró un año y pico. No una
decisión expeditiva mía. Cuando se le acepta la dimisión a Yorio (también al padre Luis Dourrón, que se
desempeñaba junto con ellos) —con Jalics no era posible hacerlo, porque tenía hecha la profesión solemne y
solamente el Sumo Pontífice puede hacer lugar a la solicitud— corría marzo de 1976, más exactamente era el día 19,
o sea, faltaban cinco días para el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón. Ante los rumores de la inminencia de un golpe, les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía

Según la denuncia, Yorio y Jalics consideraban que usted también los tachaba de subversivos, o poco menos, y ejercía una actitud persecutoria hacia ellos por su condición de progresistas.
—No quiero ceder a los que mequieren meter en un conventillo. Repito: No los eché de la congregación,
ni quería que quedaran desprotegidos.

Los gustos del papa

¿Un lugar en el mundo?
—Buenos Aires.

¿Una persona?
—Mi abuela.

¿Cómo prefiere enterarse de las noticias?
—Leyendo los diarios. La radio la enciendo para escuchar música clásica.

¿Alguna afición?
—De joven coleccionada estampillas. Ahora, leer, que me gusta mucho, y escuchar música.

¿Una obra literaria?
—La poesía de Hölderlin me encanta. También, muchas obras de la literatura italiana.

¿Le agrada el tango?
—Muchísimo. Es algo que me sale de adentro.

¿Sabe bailarlo?
—Sí. Lo bailé de joven, aunque prefería la milonga

¿Su deporte preferido?
—De joven, practicaba el básquet,pero me gustaba ir a la cancha a ver fútbol. Íbamos toda la familia, incluida mi mamá —que nos acompañó hasta 1946— a ver a San Lorenzo, el equipo de nuestros amores: mis padres eran de
Almagro, el barrio del club.

¿Tuvo novia?
—Sí. Formaba parte de la barra deamigos con la que íbamos a bailar.

¿Por qué finalizó el noviazgo?
—Descubrí mi vocación religiosa

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