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Cultura

13 de Marzo de 2018

Cineasta Ziad Douieri: “No hay que perdonarlo todo, se puede vivir con odio”

Un exabrupto sin importancia hace aflorar toda la complejidad política y social del Líbano en “The Insult”, un filme por el que Ziad Douieri ha estado nominado a los Óscar y que escarba en las raíces del odio étnico y religioso que condenó a su país a quince años de guerra civil (1975-1990) y que […]

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Un exabrupto sin importancia hace aflorar toda la complejidad política y social del Líbano en “The Insult”, un filme por el que Ziad Douieri ha estado nominado a los Óscar y que escarba en las raíces del odio étnico y religioso que condenó a su país a quince años de guerra civil (1975-1990) y que sigue latente.

Aunque la película es un alegato contra los fanatismos que invita a la esperanza, Douieri tiene un discurso radical y provocador: “¿Quien dice que no puedo vivir con odio?”, se pregunta en una entrevista con Efe. “No hay que perdonarlo todo; claro que se puede vivir con odio”, sostiene.

“El odio está bien, te hace pensar. A mí me ha dado mucha energía positiva, me ha hecho escribir: toda mi escritura está basada en la ira y el odio”, asegura el director, a la vez que concede que “eventualmente tienes que aparcarlo, porque, si no, te agotará”.

Fuera de sus fronteras, “The Insult” le ha dado muchas alegrías a Douieri, incluida la nominación al Óscar al mejor filme de habla no inglesa, pero en el Líbano ha hecho sangrar heridas no cicatrizadas y el filme ha sufrido un intento de veto por parte del movimiento BDS, que promueve el boicot a Israel.

El que fuera primer ayudante de cámara de Tarantino en títulos como “Reservoir Dogs” y “Pulp Fiction” apunta directamente al BDS para explicar su detención en septiembre pasado, cuando volvía de estrenar “The Insult” en el Festival de Venecia.

Douieri tuvo que comparecer ante un tribunal militar por una vieja acusación: haber pisado territorio israelí para rodar varias secuencias de su película de 2012 “The Attack”, que de hecho fue censurada en el Líbano. Según el cineasta, fue una llamada del presidente Saad Hariri la que le puso en libertad.

“Al BDS no le gusta que en mi nueva película diga que los palestinos han cometido asesinatos. Intentaron que no se estrenara y, como esta vez no lo lograron, abrieron viejos archivos”, señala Douieri, que salió de su país durante la guerra para estudiar en Estados Unidos y actualmente reside en París.

Al hablar del BDS, el cineasta no se anda con paños calientes: “Odio al BDS, estoy en guerra con ellos, quiero acabar con ellos. Es mi misión en la vida, luchar contra el BDS en todo el mundo. Estoy contra Ken Loach y contra Roger Waters (ellos han apoyado el movimiento): voy a por ellos”.

Su principal arma, el cine y películas como “The Insult”, que deja en evidencia la humillación diaria a la que se enfrentan los refugiados palestinos en el Líbano, unos 175.000 según el último censo oficial, pero también pone sobre el tapete las matanzas de cristianos y cuestiona que solo haya víctimas de un lado.

“No hago películas para que los libaneses hagan frente a su pasado”, señala, “pero he vivido una guerra e imagino que eso ha dejado un poso: la idea de la justicia, la venganza, la tolerancia son cosas con las que he crecido”.

Douieri, de familia árabe y casado con una cristiana, Joëlle Touma, coguionista del filme, asegura que una de las personas que más le ha influido en la vida es su madre, que es abogada y les asesoró para toda la parte del guion que transcurre ante los tribunales.

“Mi madre es militante de izquierdas, y yo, por oponerme a ella, me hice de derechas; luego cambié y volví a cambiar. Luchamos mucho mi madre y yo, pero nos queremos. Es una influencia increíble. Ella siempre ha luchado por la justicia y es la principal responsable de esa idea que late en el trasfondo de la película de que ‘no puedes quitarme mis derechos'”, explica.

Toni, el protagonista de “The Insult”, es justamente eso, un hombre que creció sin que a nadie le importara su dolor y que un día decide luchar por que se haga justicia. “Toni quiere recuperar sus derechos, y mi madre también es así: si le quitas un euro injustamente, luchará durante años para recuperarlo. Un euro”, subraya.

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