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Mundo

14 de Mayo de 2018

Sin agua no hay comida: la sequía también impulsa a los centroamericanos a migrar a Estados Unidos

Aunque la inseguridad y las pandillas indudablemente siguen motivando a un gran número de migrantes centroamericanos a huir de sus países de origen, el cambio climático es otro factor determinante que a menudo se pasa por alto, especialmente en el llamado 'Corredor Seco' de América Central.

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CHIQUIMULA, Guatemala.- Cuatro años consecutivos de sequía casi aniquilaron el maíz y los frijoles que Mario Díaz Hernández, un agricultor guatemalteco de 25 años, cultivaba para sustentar a su familia: su esposa y sus dos hijos Sergio y Dayro, de 6 y 4 años. Cansado de esperar la lluvia, en enero de 2017, emigró a Nueva Jersey con la esperanza de que algún día sus hijos pudieran ir a la escuela en lugar de trabajar en el campo. Siete meses después, fue deportado a Guatemala.

Después de estar casi un año intentando mantener a su familia mediante el cultivo de alimentos, quiere volver a intentarlo. Recibe ayuda de los programas locales de asistencia para damnificados, pero no es suficiente. “Allí (en Estados Unidos) se puede tener una vida mejor y ayudar a la familia, pero aquí no hay forma”, afirma Díaz Hernández, sentado en una hamaca afuera de su casa mientras sus hijos se divierten con camiones de juguete. Sus manos están llenas de callos por los años de trabajo en el campo y sus botas cubiertas de tierra por el trabajo en el campo.

Aunque la violencia indudablemente está motivando a un gran número de migrantes centroamericanos a huir de sus países de origen, el cambio climático es otro factor determinante que a menudo se pasa por alto, especialmente en el llamado ‘Corredor Seco’ de América Central — una región propensa a la sequía donde viven más de 10.5 millones de personas y que abarca partes de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Se estima que el 12% de los residentes en el Corredor Seco de Guatemala tiene algún familiar que migró recientemente, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA). En Honduras la cifra es de 16%.

La región siempre ha sufrido de sequías esporádicas, pero las condiciones han empeorado desde 2014, el primero de cuatro años de sequía extrema, cuando los agricultores perdieron cosechas enteras. La pérdida de cultivos también provocó que los agricultores agotaron las existencias de semillas para los siguientes años. Al mismo tiempo, la industria del café en América Central sufrió una devastadora plaga de roya, lo que significa que hubo menos trabajo estacional en las cercanías para garantizar la supervivencia de estas familias.

“Nuevas estrategias” para las familias

Mario Touchette, un representante del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Guatemala, dijo que esta situación ha agravado los problemas del desempleo, la pobreza y la inseguridad alimentaria. Las medidas que alguna vez las familias tomaron para sobrevivir ya no están disponibles.

“La eficiencia de las estrategias tradicionales de supervivencia disminuyó y las familias tuvieron que adoptar nuevas estrategias”, dijo Touchette, “lo que a menudo significaba vender sus pertenencias y migrar”.

Es notablemente difícil calcular el número exacto de migrantes que salen del Corredor Seco, el cual se extiende por los segmentos de varias provincias. Según los datos del PMA, decenas — o quizás cientos — de miles de migrantes abandonan la región. Las estadísticas de deportación son el dato más cercano que los investigadores pueden utilizar para medir cuántos de estos migrantes están de camino hacia Estados Unidos. Aproximadamente la mitad de los migrantes deportados hacia la región se dirigían al norte, hacia Estados Unidos y fueron deportados desde ese país o desde México.

Casi el 60% de los migrantes del Corredor Seco de Guatemala alegaron que la seguridad alimentaria había sido el motivo para abandonar su país. Otro 37% dijo que la pérdida de cultivos fue el factor determinante. En El Salvador y Honduras, la violencia y la falta de empleo fueron otros factores determinantes en la región además de la inseguridad alimentaria.

Los científicos dicen que el cambio climático es la causa del empeoramiento de las condiciones de cultivo en el Corredor Seco porque agrava El Niño, un patrón climático que provoca cambios en la atmósfera cuando la superficie del océano se calienta, lo cual causa sequías más largas, períodos más cortos e intensos de lluvia y ciclones tropicales. Durante los años de El Niño, la lluvia en el Corredor Seco disminuye del 30% al 40%. El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero implica que esos años suceden cada vez con mayor frecuencia.

“El cambio climático ha aumentado la amenaza de sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos que afectan la producción agrícola y la inseguridad alimentaria de la población”, dice un estudio sobre el Corredor Seco Centroamericano realizado por la organización Acción Contra el Hambre. “Adaptarse al cambio climático es el mayor reto que enfrenta esta región centroamericana”, decía el estudio.

“No hay comida para la familia”

Los agricultores de subsistencia como Díaz Hernández, quienes alguna vez tenían la capacidad para recuperarse de los años de sequía ocasionales, descubren que su forma de vida es ahora insostenible. Díaz Hernández dice que en 15 días de trabajo, en Honduras podría ganar el equivalente a una cantidad entre 40 y 55 dólares para llevar a Guatemala. Eso solo cubriría la comida de la familia por una semana.

“No hay mucha comida para la familia”, dice. “Es triste porque sé que no están comiendo como les gustaría”.

José Manuel Rodas, jefe de la oficina de seguridad alimentaria del municipio de Camotán, en el departamento de Chiquimula, recuerda cuando la migración hacia Estados Unidos se consideraba algo raro. Él llegó aquí desde otra parte de Guatemala hace unos 40 años.

En los últimos cinco años, Rodas ha visto aumentar la migración procedente de la región. Aunque solo las personas de áreas más urbanas solían migrar, ahora los agricultores de las áreas rurales, muchos de los cuales se identifican como parte del grupo indígena maya Chortí, están abandonando la región en gran número. “Ahora son muchos”, dijo.

Desde 2014, Estados Unidos también ha experimentado un gran aumento de los inmigrantes, especialmente menores no acompañados y mujeres y niños, del Triángulo Norte de América Central — Guatemala, El Salvador y Honduras. De 2015 a 2017, más de 158,000 menores no acompañados y más de 175,000 mujeres y niños de estos tres países cruzaron la frontera.

Conforme empeoraron las condiciones desde el año 2014, los organismos gubernamentales y las organizaciones internacionales intensificaron sus esfuerzos para combatir la inseguridad alimentaria en el Corredor Seco. Organizaciones como el PMA y Oxfam desarrollaron programas de respuesta a desastres para ofrecer empleos a corto plazo, proporcionar subsidios para el maíz y los frijoles y distribuir donaciones en efectivo para que las familias compren los productos que solían cultivar.

Otros esfuerzos de estas organizaciones se enfocan en los cambios a largo plazo en las prácticas de cultivo que harán que las familias en el Corredor Seco sean más resilientes, como la mejora de los sistemas de riego, la conservación del suelo y la sustitución de cultivos.

Texto de Anna-Catherine Brigida para Univisión

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