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Opinión

23 de Mayo de 2018

Columna: Por otra educación, a radicalizar el mayo feminista

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En diferentes momentos de la historia las mujeres se han movilizado (acompañadas o no por los hombres), visibilizando las diferentes violencias con las que coexistimos diariamente. Desde exigir derechos, como el sufragio, o el aborto libre, seguro y gratuito, hasta la lucha que nace desde los espacios universitarios, donde las mujeres exigen lugares seguros y libres de machismo y violencia de género. Hoy, en el 2018, vuelve a suceder. Desde el 2016 se vienen gestando diferentes espacios feministas, que organizan a las mujeres y la disidencia sexual principalmente.

Estas organizaciones fueron dando diferentes luchas de carácter institucional, como la creación de protocolos que sancionan el acoso y abuso sexual, además de la discriminación y la violencia de género. A medida que pasaron los años, y seguimos combatiendo por espacios seguros y libres de machismo, nos fuimos dando cuenta de que estas medidas no significaban una solución real para estos conflictos tan profundos. Por eso, hoy, decidimos luchar desde otro lugar, a través de las tomas de espacios, las paralizaciones y las marchas y concentraciones, dejando de dialogar con las instituciones machistas y arcaicas, que siguen defendiendo y protegiendo a la cultura de la violencia de género.

Durante abril y mayo de 2018, se han levantado diferentes espacios universitarios, a partir de diferentes denuncias de violencia de género en casi todas las instituciones del país. Esta visibilización del conflicto ha dejado en evidencia que este es profundo, de carácter cultural, y que son estas mismas instituciones las que la defienden y permiten su preponderancia. Es por ello que las mujeres organizadas han levantado espacios como asambleas y tomas, para combatir una cultura patriarcal. Las primeras nacieron en la zona sur, donde las compañeras de la Universidad Austral principalmente, fueron esenciales para la construcción del movimiento. A medida que pasaron las semanas, estas voces de sororidad y rebeldía llegaron a oídos de las mujeres del zonal centro y norte, las que no pudimos quedar indiferentes frente a las violencias ejercidas contra cada una de nosotras diariamente. En el zonal metropolitano, las movilizaciones nacieron desde las bases, exigiendo a los espacios representativos, tener que moverse a la misma velocidad que lo hacían estas personas. Así, y en menos de dos meses, hay más de 14 universidades movilizadas en tomas o paralizaciones.

Nuestras demandas son claras y tangibles, denunciamos un sistema patriarcal que nos violenta diariamente, de manera concreta que se evidencian en los brutales casos de violación, femicidios (entre otros hechos igual de sádicos), pero además, de una violencia simbólica, que establece roles de género, y sobre todo, una cultura que defiende y práctica la violencia de género cotidianamente. Esto se visualiza en cada institución, como por ejemplo, el Estado, donde el acoso sexual no está tipificado como figura legal, o no existe una ley íntegra sobre violencia de género, o en las universidades, donde no existen protocolos pertinentes ni que comprendan la profundidad del conflicto. Seguimos buscando medios sancionadores y no preventivos. Es hora de comprender que nos enfrentamos a una lucha sistémica.

Por eso, por cada una de las compañeras contra quienes se ha ejercido violencia, por ellas y por nosotras, hoy y mañana nos movilizamos, aprendiendo de nuestras ancestras, pero con la vista puesta en la construcción de una sociedad de carácter feminista. Nos organizamos, luchamos, y seguiremos, radicalizando el movimiento, sin dar ningún paso atrás.

*Vocera Metropolitana Coordinadora Feminista Universitaria

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