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Humor

20 de Septiembre de 2018

Felo en Arena Recoleta: la restauración de un ídolo de masas

La presentación de Felo fue implacable, sabiendo jugar con las reacciones del público, sus expectativas y el miedo a un desastre. Un genio humorístico que solo se ha visto en Andy Kauffman y sus derivados. Lástima para Felo haber nacido en país tan pequeño.

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Todas las fotos que tomé salieron como el hojaldre, así que le robé esta a @angelicasalcedo en twisters

El mal tiempo amenazaba y hacía recomendable quedarse en casa, en cama, con el chal y el gato ronroneante, aprovechando las últimas brasas que la estufa arrojaba. Pero el sentido del deber — y una oportuna sugerencia de mi editora, quien me advirtió que sin crónica no hay paga y no habrá pan en la mesa este fin de mes, muere papá, llora mamá, llora bebé; que tuvo que rogar a la producción para que nos soltara las entradas y si no iba no nos iban a invitar a ni una parte nunca más — me hicieron encaminarme al centro de eventos “Arena Recoleta”, donde un viejo ídolo de masas se reencontraría, tras un largo receso después de un quiebre de salud mental, con el escenario y el público, que suele apostarse en sus alrededores.

La jornada inició con la presentación del sabroso Pepe Tuna, actuación que no degustamos por el ya referido mal tiempo, que además de ahorrarnos la tediosa rutina de regar las yertas flores del jardín nos hizo llegar tarde a la cita. Un segundo show prologaba al plato fuerte de la tarde: una banda de rock de guitarras, medio adolescentona, a los que aún se les notaba que eran unos aficionados, con canciones con extrañas letras con referencias bíblicas, como esa donde hablan de una Gehena. Esta banda, triste remedo de Los Bunkers, dejó mucho que desear en la insufrible hora y cinco minutos de su presentación, sobre todo con la obsesión de su vocalista de cantar forzando sus cuerdas vocales. Alguien le debería advertir que debiese dosificar mejor esas voces en cuello, o terminará más afónico que Serrat a los 70 años en breve.

Finalmente llegó la presentación de Felo. Pese a la cantidad de adolescentes hipsters en plan malintencionado, que buscaban odiosamente gritarle “era un grupo pequeño” para causar un nuevo derrumbe, o llamarlo jocosamente “Falo”, demostrando que nunca lograron superar octavo básico, Falo, digo, Felo, logró sobreponerse y presentar un sólido show de una hora y 20 minutos. Destaco especialmente los motes de Jomar, un elixir dionisiaco que me obligó a inyectarme insulina de emergencia pero no me arrepiento. Los terremotos, generosos y cabezones, causaron estragos en mi acompañante, quien me sugirió irnos de inmediato al motel contiguo al centro de eventos, invitación que rechacé, primero porque la crónica llama y no podía abandonar mi puesto, y segundo porque la ebriedad leve de todos modos sembraba dudas sobre el consentimiento; sospechas que confirmé cuando, a la salida, acepté su invitación y dijo que disipado el efecto del alcohol, no estaba de humor para coitos. Estragos provocó también en alguna parte del público, que promovió un conato pugilístico que se aplacó, en parte, porque la música estaba muy fuerte y no lograban entenderse los insultos que se regalaban mutuamente, por lo que fueron a insultarse a las afueras del recinto, como esperamos en una sociedad civilizada, moderna, de alta moral y praxis feminista.

La presentación de Felo fue implacable, sabiendo jugar con las reacciones del público, sus expectativas y el miedo a un desastre. Un genio humorístico que solo se ha visto en Andy Kauffman y sus derivados. Lástima para Felo haber nacido en país tan pequeño. La presentación, planeada para una hora, se extendió por hora y veinte, reafirmando por qué era el número fijo en las peñas cuando las existencias de vino navegado se agotaban y nadie prestaba atención al escenario. Cuestión aparte es su virtuosismo en la guitarra, siempre saboteada por la mala costumbre de llegar con la misma sin afinar.

Tras Felo, se presentó una banda emergente de sonido muy logrado, letras de elevadísimo vuelo intelectual y despliegue escénico formidable. Destaco especialmente “Así es como termina”, un relato en versos de cómo el calentamiento global exterminará a la humanidad de maneras cada vez aterradoras a la par que espectaculares, coronada por el verso final que anuncia: “Guarda fuerza que esto recién empieza”, así que si sequías y tornados le han dejado turulato, apróntese: esto recién empieza. Su música llega a los huesos y sacude cada uno de los esquemas mentales que se ha establecido como verbos rectores de la vida. No me queda duda: si tuviesen un poco más de fortuna, serían conocidos como el fruto musical chileno de mayor valor de la historia de la música chilena. La propuesta que realizan, que une el rock pop con sonidos tropicales, encarnados aquí por el bongó y los timbales, devienen en un sincretismo inquietante, muy agradable al oído y por sobre todo divertido, pues no importando cuántas audiciones se preste, siempre se descubren nuevas líneas melódicas en la interpretación. Especial mención a la intervención de la flauta traversa de Hermes Villalobos, que rememora a aquella joya escondida de la canción nacional que fue la banda Coré. Por eso extraña que les hayan otorgado apenas 50 minutos para desarrollar un show maravilloso, contra la insoportable bandita colegial que antecedió a Felo. Como sea, esperamos muchas presentaciones más de dicha banda, que, nos hemos enterado, se llaman “Los Ases”. Espero sinceramente que Felo los lleve consigo en su próxima gira por todo Chile, para que se hagan bien conocidos de una buena vez y se les haga justicia a estos talentosísimos muchachos.

“Fonda Falsa” Arena Recoleta, 15 de setiembre de 2018

15 hrs

8000 pesos

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