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Opinión

3 de Enero de 2019

Especial Líderes: Humberto Ahumada, Tito Norte

Humberto Ahumada, por equipo The Clinic Si usted halla una errata en un texto de The Clinic, tenga por cierto que no ha sido su responsabilidad. Despuntaba el número 50 y el inmortal Guillermo Hidalgo anunciaba, con alegría, la incorporación de don Humberto como corrector de pruebas de este periódico, en un texto donde lamentaba […]

Jonathan Mardones
Jonathan Mardones
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Humberto Ahumada, por equipo The Clinic

Si usted halla una errata en un texto de The Clinic, tenga por cierto que no ha sido su responsabilidad. Despuntaba el número 50 y el inmortal Guillermo Hidalgo anunciaba, con alegría, la incorporación de don Humberto como corrector de pruebas de este periódico, en un texto donde lamentaba gazapos de tamaños descomunales, gazapos que ya eran conejos, conejos mutantes asesinos. Desde ese entonces don Humberto llega el día del cierre de edición y lee los textos que esperan su turno para ser maquetados. Una vez que dicta su feroz veredicto, las pruebas de galera —es un decir; se trata de impresiones láser— vuelven a la mesa de edición.

Si usted nota un error en el texto, tenga por cierto que no ha sido responsabilidad de Ahumada; él ha cumplido con celeridad y precisión su misión. El problema hemos sido los que montamos el diario, los que por pereza no devolvemos los cambios, —el bartoleo en esta redacción es epidémico— o que para la prudente hora en que don Humberto se despide —las nueve de la noche— hay algún periodista que aún mecanografía la primera versión de su nota, la que seguro será entregada a la imprenta cual crudo con limón.

En un país donde su prensa se precariza cada día más, tanto en presentación como contenido, conservar las formas y la estandarización de la lengua castellana es fundamental para que sus habitantes puedan abstraer conceptos y comunicarlos. Nuestro lenguaje es la herramienta más eficaz para transmitir nuestro entendimiento del mundo y sus fenómenos; si nuestro dominio de este es deficitario, surgirán diversas dificultades entre emisor y receptor para comunicarlas. No es infrecuente hallar dos personas que están de acuerdo entre sí peleando entre ellas pues tienen un entendimiento disonante de lo que el otro piensa, solo por culpa de la barrera del lenguaje. Por ello, corregir y afinar el lenguaje es fundamental para que las nuevas generaciones, que adquirirán el lenguaje por medio de la lectura, hallen textos bien acabados de los cuales obtener el modelo que usarán en el futuro en sus comunicaciones. De allí la fundamental importancia de la labor de don Humberto, que a menudo se invisibiliza entre las letras grandes de los estridentes titulares y el peso de quien las firma. Hablo por toda la redacción cuando digo que acaso la persona más influyente para nosotros es Humberto Ahumada, quien nos anima a aumentar nuestro acervo léxico, a prestar mayor atención al diccionario, a entrenar bien los dedos para no mecanografiar horrores.

Tito Norte, por Jonathan Mardones

“¡Juanito, ahora sí!”, dice agitando la mano Humberto Ahumada, 84 años, sentado en la Taberna del Círculo de Periodistas de Santiago, ubicada en un subterráneo frente a la Torre Entel. Es octubre de 2018. Entre Humberto y yo hay una estrecha mesa, dos platos, 58 años de diferencia, una Guerra Fría, una dictadura chilena y un Premio Nacional de Periodismo Deportivo que ganó en 2016.

Juanito, como tantas otras veces, rápidamente llega con el bálsamo que ha ayudado a equilibrar nuestras diferencias en esta amistad: la irremplazable botella de vino. Chocamos las copas y ¡salud! En medio de la conversación, periodistas jubilados se acercan a saludarlo con algo de solemnidad.

En este lugar pocos lo conocen como Humberto Ahumada, el histórico corrector de The Clinic. Acá es Tito Norte- o Tinto Norte para los cercanos-, uno de los últimos emblemas del periodismo deportivo chileno, que entró a este oficio antes que se fundara la primera escuela profesional (Universidad de Chile, 1953), que tuvo su primera columna de opinión en Las Últimas Noticias antes de los 25 años, que fue mano derecha e íntimo amigo de Julio Martínez, que viajó por el mundo cubriendo Juegos Olímpicos y que fue un dirigente gremial clave en Dictadura.

Mientras Humberto Ahumada es un verdadero cirujano del castellano en esta revista, Tito Norte es un cirujano de las relaciones humanas. Con esa precisión inigualable entre respeto, convicción y humildad sabe tratar al que tiene en frente con la dignidad que se merece. Militante de la justicia -aunque en los registros oficiales milita en la Democracia Cristiana-, lleva décadas siendo un tótem entre sus colegas por ser considerado uno de los más importantes conciliadores y por su agudísimo olfato político.

Y querido Tito, déjame confesarlo: ser consecuente con sus convicciones le provoca mucho más orgullo que todos sus premios juntos. Así lo demostró en este mismo pasquín cuando luego de unos turbulentos meses se creó el primer sindicato de la historia de The Clinic y Humberto Ahumada, con su Premio Nacional en el bolsillo, pidió encarecidamente sumarse a la organización porque, aseguró, tiene claro con quiénes está su compromiso.

La botella está vacía, señal inconfundible del final. “Juanito, ¿nos tomas una foto?”, pide Tito Norte. Nos abrazamos sabiendo que probablemente será la última vez que estaremos juntos aquí. En pocos días me voy de Chile sin fecha de retorno. “Sigue escribiendo”, fue su último mensaje.

Bueno, Tito, te hice caso.

N de la R: Además de una tilde faltante, la única corrección formulada por Humberto Ahumada fue su edad: en realidad tiene 83, no 84 años. Permítanos restarle un año, don Humber.

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