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17 de Enero de 2019

Carlos Correa Bau: “Gonzalo de la Carrera tenía una obsesión de viejo facho verde con Camila Vallejo”

Carlos Correa Bau

El ingeniero, académico y experto en comunicación estratégica, exsubdirector de la Secretaría de Comunicaciones en el segundo gobierno de Bachelet, revela, por primera vez en esta entrevista, los entretelones de su salida del programa que conducía con Gonzalo de la Carrera, el empresario que difundió una noticia falsa sobre la diputada comunista. Y, cómo no, analiza también la contingencia política. De Enrique Correa, su padre y dueño de la empresa de lobby Imaginacción, en la que él también participó en el pasado, prefiere no hablar.

Por

Entre marzo y noviembre del 2018, Carlos Correa trabajó como conductor del programa Directo al Grano en Radio Agricultura, junto al empresario Gonzalo de la Carrera. La relación, en un inicio cordial, se fue enturbiando por el intento de este último de ir “derechizando” los contenidos cada vez hacia posturas más extremas. Para el analista, exsubdirector de la Secom bajo el segundo gobierno de Bachelet, la relación se volvió insostenible cuando De la Carrera sacó al panelista habitual Tomás Hirsch, con explicaciones “falsas”. “Fue un acto de censura”, afirma Correa, quien renunció al programa tras el episodio. Cuenta que había decidido no revelar la trastienda del programa, hasta que De la Carrera difundió en su cuenta de twitter una noticia falsa sobre Camila Vallejo, en que se decía que la diputada del PC defendía la pedofilia. En esta entrevista con The Clinic analiza el episodio como síntoma de una enfermedad que aqueja a buena parte de la derecha actual y, por cierto, también critica el inmovilismo de la oposición de centroizquierda.

¿Cómo llegaste a Radio Agricultura?

-Ese programa lo hacía Gonzalo con la Cecilia Pérez. Cuando ella dejó el programa para irse a La Moneda, empezaron a buscar a alguien que la reemplazara. Yo había estado varias veces de panelista. Después me fui a Tele13 Radio como panelista ad honorem, pero con exclusividad, así que había dejado de asistir. La Cecilia me preguntó si me interesaba y le recomendó mi nombre a Gonzalo. Le dijo que sería bueno, considerando que la radio estaba en un espíritu pluralista, tener un conductor que no fuera necesariamente de derecha. Gonzalo me llamó, me hicieron una prueba de radio y quedé. Partimos en marzo (de 2018). Sucedió que había que renovar el panel, porque varios se habían ido y la idea era aprovechar para poner a gente de distintos mundos. Yo mismo contacté a Tomás Hirsch (del Partido Humanista, Frente Amplio) a quien no conocía. Primero se sorprendió mucho y después me dijo que sí.

¿Tú eras productor también?

-Había una productora en el programa, pero siempre las cosas de contenido las veía conmigo.

¿Y Gonzalo de la Carrera qué papel tenía?

-Él veía el tema comercial. Ese era su fuerte. En el tema de contenidos también metía su cuchara, porque le interesaba que ciertas “cuñas” (afirmaciones) quedaran en su voz, pero los contenidos en general, finalmente, los veía la productora conmigo.

¿Él buscaba los auspicios?

-Sí, los auspicios eran suyos y en eso sí,  el hombre se mueve bien. El programa era de la radio. Yo tenía contrato con la Agricultura, pero probablemente aparte del sueldo, a él le pagaban un porcentaje por los avisos.

Compartíamos ese espacio, con panelistas que venían invitados, y muchas veces Gonzalo, que como buen De la Carrera se tomaba vacaciones largas, estaba ausente y el programa lo conducía solo yo. El programa tenía buenos resultados. De hecho, el rating subió, lo cual a mí me sorprendió, porque consideraba que no era muy atractivo desde el punto de vista comunicacional, pero la sensación que me dio es que a los auditores, incluso a los fieles de la Agricultura, les gustaba esta cosa de posiciones contrapuestas. Incluso, los viernes, los panelistas eran Guillermo Ramírez, diputado UDI, y Tomás Hirsch y se decían de todo. A los auditores les gustaba eso y a mí me parecía bien, sano.

¿Antes del episodio Hirsch, había problemas?

-Creo que Gonzalo cambió después de su salida como vicepresidente del directorio de Enap (en septiembre), en el tema Quintero. Terminó renunciando y criticando muy fuertemente a la recién nombrada ministra, Carolina Schmidt (quien había imputado responsabilidad a la empresa estatal en la contaminación que sufría esa localidad). Yo supe que en La Moneda Piñera estaba muy complicado, pues es conocida la relación y cercanía que tiene con la ministra Schmidt. Tengo la sensación de que a partir de entonces estaba muy preocupado de que sus auditores, sus auspiciadores y La Moneda lo sintieran muy de derecha. Por lo tanto, intentó cambiar esta línea editorial de este programa de debate directo, en el cual había distintos puntos de vista. Un día, antes de Fiestas Patrias, llegó con una editorial sin avisarme y la leyó al aire, diciendo que el objetivo del programa era sacar al pizarrón a la izquierda. En ese momento, decidí echarlo a la risa, pero, evidentemente, formaba parte de una decisión que tenía tomada.

¿Y lo hablaste después con él? ¿Qué te dijo?

-Sí, me dio a entender que el programa era suyo y que la puerta era ancha si no me gustaba. Él tiene esa cosa de aristócrata, de que la democracia es buena mientras me gusta; cuando no me gusta, se acabó la democracia. Tiene esa cosa tan típica de cierto grupo de la derecha que, por suerte, es minoritario y espero que siga siendo minoritario. También hubo algunas dificultades con auspiciadores, porque, además, Gonzalo es de las personas que no se lee las pautas. Una vez leyó un “bulo”, una noticia falsa, aunque le pedí que no lo hiciera porque evidentemente era inventada, sobre unas denuncias de un colegio de Puerto Montt en que los apoderados acusaban al Ministerio de Educación anterior de haber mandado unos materiales para volver a los niños homosexuales. Le dije que esa información, aparecida en facebook, evidentemente era una tomadura de pelo, pero Gonzalo igual lo hizo y al aire y dijo: “Lo importante es debatir si los padres quieren que sus hijos sean homosexuales”, y a mí me dijo: “A lo mejor tú, por razones que desconozco, defiendes mucho a los homosexuales”

-Al aire

-Claro, insinuando que yo podría ser homosexual. Después le dije que tengo hijos, que a estas alturas de la vida no considero una ofensa decirle a alguien que es homosexual, pero lo que me preocupaba era esta instalación de que el homosexualismo se puede enseñar, pues la evidencia científica desde hace más de 40 años demuestra lo contrario. Y así, varios pequeños incidentes, hasta el momento en que él decidió, con mentiras, sacar a Tomás Hirsch (le dijo que gerencia comercial no lo quería más en el programa). Evidentemente, le dije que eso era inaceptable y él me respondió: “Mira. Yo saco a Tomás Hirsch y, para que no te sientas tan mal, lo reemplazo por alguien de izquierda” “¿Por quién?”, le digo yo. “Por Gabriel Silber”. Silber es muy bueno en radio, me gusta, pero si quieres hacer un programa de discusión política, no puedes dejar fuera al Frente Amplio, que representa el 20 por ciento de la votación, que tiene una candidata que está en primer o segundo lugar en las encuestas.

UN ACTO DE CENSURA

-¿Qué argumento te dio?

La razón que me dio es que Hirsch era “muy extremo” y que el área comercial lo había vetado, pero luego en el área comercial me dijeron que era falso, que fue él quien dijo que era muy extremo. Entonces lo encaré y le dije que cómo lo acusaba de extremo si él había incorporado a Camila Flores, en contra de mi opinión. También estaba José Antonio Kast, con quien yo sí estaba de acuerdo, porque considero que es muy atractivo en radio, que aporta contenido, que sí tiene reflexiones con las cuales uno puede estar o no de acuerdo, pero con Camila Flores yo estaba en desacuerdo, no por una cuestión ideológica, sino porque pienso que ella busca la espectacularidad al decir que es pinochestista y no aporta más. Él se atravesó con Tomás Hirsch.

¿Los panelistas eran pagados ?

-No, ninguno pagado. Y cuando no podía ir uno lo reemplazábamos, pero, siempre buscando mantener un criterio de equilibrio. Cuando yo hablé con Tomás me di cuenta, también, de que, además, Gonzalo lo había sacado con una gran mentira y me di cuenta de otras que había dicho. Le dije que tenía que recapacitar y volvió con el tema de: “Este es mi fundo, estas son mis tierras, así es que si a usted no le gusta, se va”. Concluí que así no podía seguir, lo hablé en la radio, y me finiquitaron. Yo creo que en la radio, la gente hace un esfuerzo real para que sea un poco más pluralista, porque desde el punto de vista de marca, al mismo medio no le conviene que la cataloguen de posturas fanáticas. Eso, finalmente, te hace perder público.

Por otro lado, hay una audiencia fiel que protesta, me imagino, por la presencia de ciertas voces.

-Eso sí es efectivo. En las redes sociales había mucha inquina contra Tomás Hirsch, de cuentas bots, de cuentas de repente muy fanáticas, pero creo que los medios tienen una responsabilidad con la tolerancia, sobre todo si uno hace un programa de opinión política y de  debate. Pero un programa que, finalmente, se convierte en un espacio radial para los discursos ideologizados de Gonzalo de la Carrera, una persona que, además, no lee mucho y, por tanto, tampoco es muy atractivo de escuchar, uno más entre tanta gente fanática, no le veo la gracia. Además, el acto de censura, me pareció que era…

¿Lo defines como un acto de censura?

-Sí, fue un acto de censura violento.

VIEJO VERDE FACHO

E inmediatamente después vino lo de Camila Vallejo

-Él, como muchos hombres de mediana edad y de derecha, tiene obsesiones con la diputada Vallejo que van más allá de sus ideas, no sé si la frase se explica por sí misma. Hay muchos hombres de derecha, de mediana edad, que cuando piensan en ella, reparan más en su aspecto físico que en las ideas que representa. Eso les produce una cierta contradicción. Me parece que él estaba buscando llamar su atención, además, para atraer avisos a su programa.

¿Dirías que él tenía una obsesión sexual con la diputada Vallejo?

-Él tiene una obsesión similar a los hombres de derecha cincuentones con la figura de la diputada Vallejo. La reflexión que hacen sobre ella está más asociada a su aspecto físico, que a las cosas que ella piensa o lo que representa y, por lo tanto, la sensación que me dio con todo esto, conociéndolo, es que fue una provocación para que ella fuera a su programa. De hecho, cuando él lanza esto dice: “Ella podría venir al programa para defenderse”. Le escribió muchas veces en actitudes que a mí me parecieron no sólo obsesivas, sino que muy hirientes y muy agresivas. A veces, me pregunto cómo se debió sentir ella leyendo todas las cosas que escribía este hombre, que parecía una persona enferma. Pero es la manera de pensar de mucha gente de ese sector.

Sobre la mujer

-Sobre las mujeres políticas y estas obsesiones medio machistas.

Desde afuera, me parece que no es solo reflejo de una atracción, sino que también esconde la fantasía de que van a poder doblegarla, de que el macho va a venir a cambiarle sus ideas.

-Claro. En el fondo como que ella es comunista porque no ha conocido a un machote que la haga cambiar y la haga ver el camino correcto.

¿Él hacía comentarios sexistas respecto de ella en particular?

-Siempre hacía comentarios sexistas, de hecho tuvimos problemas con panelistas mujeres. No voy a dar los nombres, pero mujeres, aun panelistas de derecha, sentían que los comentarios de este hombre estaban fuera de tono.  

¿Comentarios misóginos o de viejo verde?

-De viejo facho verde. Creo que, como tú dices, en el caso de la Camila Vallejo, hay un sector de caballeros, de mediana edad, conservadores de derecha que tienen como la fantasía de la redención, por decirlo de alguna manera.

Espérate a que te encuentres conmigo…

-La idea en su cabeza es: “Lo que pasa es que te has encontrado con puros tipos medio debiluchos, inofensivos, un poquito homosexualones, demasiado blanduchos”. Tienen esta cosa de que el hombre de derecha es el verdadero macho.

LA DICTADURA DE IZQUIERDA

¿Cómo interpretas tú, en el contexto global del país, estos síntomas? ¿La gente de la radio Agricultura siente necesidad de estar más a la derecha hoy que en el pasado?

-Hasta hace poco yo pensaba que la corriente autoritaria era una cosa marginal en la derecha y que, al final, la derecha había llegado al poder por la vía de proponer cosas que son bastante más razonables. Escuché con mucho gusto al Presidente cuando trató de cómplices pasivos a los civiles que participaron en la dictadura. Me parecía que la derecha había aprendido la lección y que había decidido defender sus ideas en el ámbito democrático. Eso era desprenderse de este grupo autoritario y minoritario, donde siempre hay fanáticos, gente rara, pero que eran mirados como una cosa folclórica, no como una fuerza. Ahora ha resurgido un sentimiento, con el que Gonzalo trata de enganchar, porque mal que mal él era militante de Evópoli y cuando lo conocí me pareció una persona de pensamiento moderado. Como se ha producido esta especie de revuelta pop del pinochetismo, del autoritarismo, él siente que ahí está su público y, por tanto, ha enganchado con este mundo. Además, ellos han logrado llamar la atención de los medios de comunicación y las redes sociales y tienen la ilusión de que por esa vía pueden convertir mayoritariamente a la derecha. Como es tan llamativo, se da en una especie de burbuja en la que todos tratan de ver quién es más fascista. A la larga, esa burbuja se alimenta a sí misma y por eso da la sensación de que toda la derecha está permeada por este grupo. Es como esas viejas asambleas de izquierda donde se competía por quién era el compañero más de izquierda.

¿Te parece que no tiene base real en la sociedad chilena?

-Yo creo que no hay base real para el autoritarismo, ni el pinochetismo.

A lo mejor no del pinochetismo, pero atrae otros discursos: como lo antigay, antiinmigrante, a personas que se sienten desafiadas por las políticas progresistas de inclusión, de género.

-Estoy de acuerdo. Este sector se inventó una historia, que le ha funcionado porque el resto de la derecha se lo ha permitido, de que Chile está gobernado por una dictadura de izquierda, formada por gays, feministas, gente que, además, no quiere a Chile, que es muy antipatriota. Según este relato, esta dictadura de la izquierda se apoderó del Estado y, por ejemplo,  ganó plata trayendo haitianos, y tiene negocios turbios en las Naciones Unidas; que esta dictadura de izquierda no se ha ido y que Piñera le tiene miedo. Eso se lo escuché a muchos. Afirman que por eso Piñera no tiene la fuerza suficiente y que es necesario que haya una derecha que ellos llaman “la derecha honesta”, que de honesta no tiene nada, pero es, básicamente, decir: “Nosotros somos los que de verdad vamos a enfrentar a la dictadura de izquierda”. Este discurso sí ha permeado a toda la derecha y permite que entren los discursos antigays, antimovimientos feministas, antimigrantes y ha permeado, lentamente, en una sociedad que tiene mucha incertidumbre. En Chile, por ponerte un ejemplo, hemos transitado a través de los años de una sociedad pobre a una sociedad de clase media, pero que tiene la precariedad de que todo su patrimonio depende del empleo y que si el día de mañana, lo pierde, es una catástrofe, en un mundo en que, además, los empleos están cambiando y hay muchas empresas que van a desaparecer.

Un mundo sin certeza

-Sí. Entonces, viene un grupo y dice: “Mira, esto se debe a que la izquierda metió migrantes a este país, les dio más derechos a los gays que a tus hijos y, además de eso, en familias cada vez más inestables. Ese relato ha enganchado bien, primero, con una derecha que le agarró miedo a esta supuesta dictadura de izquierda, y con una clase media muy temerosa, que empieza a decir: “Estos dicen la verdad”. Este gobierno tiene problemas con esta gente porque la derecha sensata no los paró en su momento, como tenía que hacerlo. Hace cuatro o cinco años si una diputada decía en un concejo de RN que era pinochetista, la echaban, pero hoy día se le entiende, se le justifica.

¿Existe una timidez hacia el extremo?

-Temor a que te digan: “Tú estás atrapado por la dictadura de izquierda”. Muy parecido a lo que le pasó a la izquierda más dura en las universidades, en que nadie quería parecer socialdemócrata.

Amarillo

-A la derecha le está pasando lo mismo. Nadie quiere parecer amarillo, entonces, les aguantan de todo y a mí me llama la atención que Felipe Kast, que dice ser tan liberal, no haya dicho ni una sola palabra respecto de lo que su correligionario le dijo a Camila Vallejo, cosa que es mentira. Ella nunca ha defendido la pedofilia. Le tienen miedo a este grupo que –y esto sí que es preocupante- ha encontrado financiamiento.

¿De dónde viene el financiamiento?

-No lo sé. Es una buena pregunta, pero es evidente que lo tiene: es un grupo que se organiza y tiene recursos. José Antonio Kast no es sólo un fenómeno de redes sociales, sino que ese movimiento Acción Republicana tiene sedes en todas partes. Él ha dicho que se financia con aportes individuales y pequeños, pero tenemos una ley electoral, sería una buena pregunta para el Servel.

Pero no es un partido formal tampoco

-Claro. Por ejemplo, el grupo de Marcela Aranda, también tenía buen financiamiento y era evidente en su puesta en escena, los buses, las poleras. Probablemente, alguna gente de derecha con más recursos los esté financiando por el temor a parecer tibios, a parecer atrapados por la dictadura de izquierda.

¿La Fundación para el Progreso, cumple alguna función en esto, Nicolás Ibáñez?

-En el caso particular de Ibáñez, él cree en estas ideas y financia, al parecer, sin límites, a este caballero Axel Kayser, que la mitad de las cosas que dice son falsas, pero no importa. Ibáñez es transparente en sus convicciones, pero hay otra gente que probablemente los esté financiando por temor a lo que digan de ellos.

Hasta Mario Vargas Llosa le dijo a Kayser: “Señor, de qué habla usted” y él no es, precisamente, muy de izquierda. Si uno lee a Axel Kayser, repite este relato: estamos dominados por una dictadura de izquierda formada por feministas, por antipatriotas, por gays, por gente que trafica migrantes y que quiere destruir el país, sus tradiciones. Muchas familias de clase media se enteraron de cosas conversando con sus papás, pero ahora llegan sus hijos que leen en internet que hay muchas formas de ser en el mundo, y aparecen Marcela Aranda, Axel Kayser o Gonzalo de la Carrera diciendo que esta dictadura de izquierda tiene un plan para que tu hijo se convierta en homosexual. Obvio que alguna gente puede pensar que es verdad y estará de acuerdo con que es hora de terminar con ese plan, mientras el resto de la derecha democrática guarda un silencio que a mí me parece vergonzoso, solo comparable con el que tuvo la derecha en Alemania frente el alza de los nazis: se las aguantaron todas y también los financiaban.

¿Los financiaban?

-Sí. Los nazis no surgieron porque Hitler fuera un genio, sino porque los industriales, algunos por temor, otros por ideología, los financiaron y eso sí, en Chile, es una amenaza y la derecha,  con excepciones, ha sido poco tajante en marcar la diferencia. A mí me gustó mucho lo que dijo Cecilia Morel, en cuanto que no había lugar en el sector para estos discursos. Creo que ella es clave, porque, además, es una persona creíble.

MIENTRAS, LA IZQUIERDA DUERME

Hay personas como Carlos Ruíz que afirman que cuando la derecha se vuelve populista la izquierda no sabe cómo enfrentarla.

-Esa es la otra parte del problema. Si miramos las últimas encuestas, hay más figuras presidenciables en la derecha que en la izquierda, pero, además, los profetas de la dictadura de izquierda hablan de cosas que a la gente, efectivamente, le preocupan: no tengo empleo o el que tengo es mucho más precario que antes. Dan explicaciones falsas, pero que a la gente le parecen plausibles. Los empleos en Chile se han puesto mucho más precarios porque estamos avanzando hacia una economía distinta, digital, en la que, como dice Yuval Noha Harari, el autor que todo el mundo dice que lee, se requiere otro tipo de empleos para los que los trabajadores chilenos no están preparados.

Yo veo a los líderes de izquierda preocupados de otras cosas, en un espacio de comodidad, hablándose entre ellos, de los pactos electorales, y llorando, echando de menos a la Presidenta, pero no los veo haciéndose cargo de las cosas que a la gente verdaderamente le importan. A la gente le importa empleo, las pensiones, la salud y la seguridad ciudadana. Por ejemplo, hace poco, hubo tres o cuatro muertes alrededor del Parque O’Higgins, que es un sector donde vive gente más bien de clase media. No he visto ni a un solo concejal, ni parlamentario de izquierda salir a decir: “Esto no puede ser”. A la izquierda la veo discutiendo si somos o no somos socialdemócratas y, por tanto, este grupo de la “derecha honesta”, prende bien, porque le hablan a la gente de las cosas que le pasan y de los temores que tienen. En esas muertes, según las noticias, uno de los victimarios era una persona de ascendencia extranjera ¿Qué crees tú que va a decir la gente? “Bachelet nos llenó de migrantes y que se puso de acuerdo con no sé quién” y pese a que todo eso es falso, no hay nadie que salga a refutar. El presidente del PS, que fue ministro vocero de la Presidenta, ¿qué ha dicho?

Nada recientemente.

-Podría salir y decir: “Saben, lo que están diciendo es mentira”. En cambio, los actores de derecha siempre salen. La izquierda está en seminarios hablando de lo que les pasa a ellos mismos.

SIN CHADWICK PODRÍA SER PEOR

Piñera, parece que tampoco lo ha hecho muy bien. El caso Catrillanca lo tiene en las cuerdas.

-Para mí, el primer error que cometió Piñera fue subirse en una especie de unicornio mágico que transmitió la idea de que casi porque Felipe Larraín iba a hablar se abrirían las grandes alamedas financieras y Chile iba a crecer de manera mágica cuando, en realidad, la economía no funciona así. La gente creyó que rápidamente venía algo mejor y cuando se dio cuenta de que no era así, vino el bajón. Para mí, eso explica la bajada en popularidad, pero tengo la sensación de que ahora están un poquito más aterrizados, sincerando un poco más las cosas.  Además, los números económicos, efectivamente, no están tan malos como pareciese.

En el caso Catrillanca, cometieron el error que han cometido muchos gobiernos, también los de izquierda, que es no ser la contraparte de la policía, sino una especie de relacionador público de ella. Tanto que se ve que los pacos se cuadran cuando entran a La Moneda, les queda gustando y al final terminan comprándoles todo y renunciando al rol que les da la Constitución y las leyes. El poder civil, o sea, el Ministro del Interior y sus funcionarios son los responsables de la seguridad chilena. Carabineros es solo una herramienta para aplicar ciertas políticas, pero no es el responsable. En este caso, se comieron todo lo que la policía dijo, pese a que había señales que el propio gobierno notó cuando sacó a Villalobos y puso a Hermes Soto, de que Carabineros está viviendo una crisis institucional profunda. Les encantó esta cosa, y eso sí es responsabilidad del Presidente, de su famoso Comando Jungla y esa foto maldita, de la que creo que debe estar muy arrepentido, que se sacó con todos los carabineros atrás, en que parecía el protagonista de “Marcianos al ataque”, mirando a las tropas como diciendo: “Venimos en son de paz”. Si yo invento una guerra…

…Habrá muertes.

-Que fue lo que pasó, finalmente. Acuérdate que el gobierno salió diciendo que nunca existió el Comando Jungla, que fue un invento de la izquierda y de los medios, siendo que el propio Presidente se fotografió con ellos. Recuerdo haber escrito sobre eso en julio, diciendo que estaba jugando con fuego, y, por desgracia pasó y fue grave. El origen del caso Catrillanca hay que mirarlo ahí.

Pero es como mucha de las políticas que han adoptado, que más parecen buscar un efecto comunicacional.

-Es esta cosa de tenerle miedo a la derecha más dura, entonces dicen: “Pongámonos duros para que no digan que somos blandos”. En el tema de la Araucanía, saquémonos una foto, para que la gente aplauda y diga: “Ahora sí que viene la mano dura, el orden” y, finalmente, les terminó pasando la cuenta.

¿Tú crees que Chadwick debiera renunciar o cuál va a ser el switch de esta crisis? Si uno hace el símil, la Presidenta Bachelet también quería mucho a Peñailillo, pero, en algún momento, lo tuvo que soltar.

-Sí, pero yo creo que Chadwick tiene más apoyo dentro del bloque oficialista del que tenía Peñailillo en el suyo. El gobierno cometió errores graves. Esto que dijo (el general) Victoriano, contradictorio con lo que había dicho Carabineros, en que dejaron pasar un día completo en silencio… Dejaron que se instalara en la opinión pública algo. Por otro lado, también Chadwick forma parte de un diseño que tiene Piñera de tener un equilibrio político con gente cercana a él en La Moneda. Si se le acaba ese diseño, queda a merced de las circunstancias. No voy a defender a Chadwick. La oposición tiene que evaluar si corresponde o no una acusación constitucional, pero, ciertamente, hay errores que se cometieron. A veces pienso que debiera irse y otras que no.

¿Crees que podría ser peor sin Chadwick?

-Es que eso es lo que pienso, que quizá sin él la cosa podría ser peor, porque si el Presidente se saca una foto con los carabineros armados hasta los dientes atrás y se inventa una guerra, me imagino que alguien tendrá que decirle: “Oiga caballero, sabe que no”. Siempre es bueno que los Presidentes tengan a alguien con cercanía que no tema decirles: “Está metiendo las patas”.

¿Y tú crees que Chadwick cumple ese papel?

-Sí, porque finalmente, es un político ducho, pero tiene el pecado grande de haberle creído a pie juntillas a Carabineros y haber actuado como relacionador público de ellos, de haberse comprado las tesis raras , pese a que desde el primer día ya parecían raras.

Ahora, el Estado, más allá de este gobierno, no tiene ninguna institución capaz de tener esa información de inteligencia que contrarreste lo que le digan Carabineros y las Fuerzas Armadas.

-Esta no es la primera vez que Carabineros miente sobre un mapuche muerto y este no es el primer gobierno que se la compra, entonces, ver a algunos por ahí pontificando…  Efectivamente, no hay un mecanismo de accountability que pueda tener el Ministerio del Interior, eso está al debe y es parte de las lecciones que tiene que sacar el gobierno a propósito del caso Catrillanca. No es al primer gobierno que engañan, ha habido casos para atrás y también con mapuche muertos. El Ministerio del Interior ha preferido respaldar a Carabineros como si fuera una especie de axioma, que se va a acabar el país si no se respalda a Carabineros y eso no puede ser.

Pero el gobierno igual titubea

-Es que empiezan a tirar para la galería. No quieren que les digan que están agarrados por la dictadura de izquierda, donde también están los mapuche.  Hay unos cómics de Malaimagen que son muy divertidos, aparecen las jirafas y los brócolis, entonces, todo lo que tiene que ver con la izquierda es mapuche, es gay, migrantes, Bachelet, Naciones Unidas, las jirafas y los brócolis. Si vuelven a ponerse duros, se van a volver a equivocar y, con dolor hay que decir que así va a haber otro caso Catrillanca, porque, al final, estos juegos de guerra por desgracia terminan con muertos y es lo trágico de esto.

Te quiero hacer una pregunta, fuera de la contingencia, pero que tiene que ver con tus inicios en Imaginacción. ¿Tu participación allí ha sido una interferencia en tu desarrollo profesional, te sacan a la pizarra por eso?

-Yo me fui de Imaginacción hace como cinco años, ya perdí la cuenta, y cuando salí del gobierno (en 2015), contrario a lo que decía la gente muchas veces, no volví y tampoco volví al negocio del lobby porque consideraba que yo no podía ser lobbysta de un gobierno del que había formaba parte.

Te pregunto porque, no sé si en la Agricultura te consideraban un infiltrado de Enrique Correa, a quien se ve como una persona con redes en todos los mundos de poder.

-No, no creo, porque hace tanto tiempo que me fui, que esa especie de mito que hay en los medios… Me acuerdo de una nota de Ciper que decía que casi mi llegada a la SECOM tenía que ver con un diseño de él, cosa que era absolutamente falsa. Fue muy loco, porque el periodista que escribió esa nota, finalmente, terminó trabajando en el gobierno. Hay gente que me comenta las cosas que hacen Imaginacción y Enrique Correa, para ver qué opino y yo siempre les digo lo mismo: “Él es  mayor de edad, no me tiene que pedir permiso para hacer lo que quiera” y, verdaderamente es así, son carreras separadas, yo me fui, no he vuelto, y literalmente me entero por la prensa de lo que hace.

¿Y en lo personal no hay relación, vínculo, no hablan de estas cosas?

-Eso, si hay  vínculos y cómo están las relaciones, prefiero dejarlo en lo personal.

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