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Cultura

12 de Febrero de 2019

La “obsesión bien usada” del mayor coleccionista de la obra de Julio Cortázar

Recopilar más de 800 obras y archivos de un autor sería para muchos un suplicio, pero es pura diversión para el librero Lucio Aquilanti, el mayor coleccionista de la obra de Julio Cortázar, que ha convertido su admiración hacia el literato argentino en una “obsesión bien usada”. Aquilanti atiende a EFE este martes, cuando se […]

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Recopilar más de 800 obras y archivos de un autor sería para muchos un suplicio, pero es pura diversión para el librero Lucio Aquilanti, el mayor coleccionista de la obra de Julio Cortázar, que ha convertido su admiración hacia el literato argentino en una “obsesión bien usada”.

Aquilanti atiende a EFE este martes, cuando se cumplen 35 años de la muerte de Cortázar (1914-1984), en su librería en Buenos Aires, donde todavía conserva primeras ediciones de las novelas y cuentos del autor bajo plásticos protectores.

La librería Aquilanti & Fernández Blanco desprende un aroma a libro viejo, como los que llenan sus estanterías y exhiben un color ocre en los extremos visibles de sus páginas.

El librero anticuario porteño, de 49 años, muestra su colección de fotografías inéditas del autor de “Rayuela” con la misma naturalidad de quien pasa las páginas del álbum de fotos familiar.

Su admiración por el célebre escritor argentino se inició justo después de su fallecimiento, cuando la profesora de Aquilanti le hizo leer “Casa Tomada” en la escuela.

“No le di ninguna importancia cuando dijo que íbamos a leer a Cortázar porque yo no lo conocía, no lo había leído, pero me gustó muchísimo ese cuento. Yo tenía unos catorce años y entonces me fui a mi casa, busqué su obra y la leí entera”, relata.

Su afán de coleccionismo comenzó a florecer a los 18 años, cuando compró una primera edición dedicada de “Los Reyes”, la primera obra que Cortázar firmó con su nombre y no bajo su pseudónimo, Julio Denis.

En ese momento decidió que se haría con todas las primeras ediciones del artista, que pensaba que serían 30 o 40, pero finalmente acabó acumulando más de 800 documentos entre obras, revistas donde publicó textos, prólogos, traducciones para otros autores o discos en los que está su voz.

Tras más de 27 años de recopilación, en 2014, centenario del nacimiento del autor, armó una “bio-bibliografía” sobre Cortázar con el investigador Federico Barea y su colección fue adquirida por la Biblioteca Nacional argentina.

Sin embargo, no pudo desprenderse de algunos documentos, que aún guarda en su librería custodiados por su gata Carol, de mismo nombre que la segunda esposa del escritor perteneciente al “boom” literario latinoamericano.

“Siempre lo que uno tiene con Cortázar es que lo siente cercano, parece un amigo. Uno se siente próximo, hay una calidez en el autor y uno siente que las anécdotas que le pasan a él o a sus personajes podrían ser las de uno, y de alguna manera querés ser esos personajes”, comenta Aquilanti.

El coleccionista no cree que haya un método para recopilar todos los archivos sobre Cortázar que consiguió, sino más bien “cierta obsesión bien usada”.

“Hoy ayuda mucho internet, pero cuando yo empecé ni existía internet. No existían las computadoras prácticamente, por lo menos no las hogareñas”, rememora.

Por ello, tuvo que recorrer librerías, viajar a otros países y entrevistar a muchas personas, entre ellas la primera esposa de Julio Cortázar, Aurora Bernárdez, de quien terminó haciéndose amigo.

“Tratar con ella para mí fue conmovedor, porque era de alguna manera estar con algún pedacito de Cortázar. Lo mismo me pasa con sus amigos, haber conocido a Julio Silva, que fue tan amigo de él y a otros tantos (…), me parece que haber estado con ellos de alguna manera es haber estado con él, a quien nunca conocí”, expresa el librero anticuario.

Aquilanti es un verdadero coleccionista: confiesa haber tenido pesadillas con una inundación en la biblioteca que perjudique a sus obras, pero aun así considera el coleccionismo como una “diversión” y un “placer”, y lo compara con la pesca, actividad que también practica.

“Siempre siento que la pesca me lleva a lugares a los que no hubiese ido si no hubiese sido por la pesca (…). No importa sacar el pez, no me importa comprar el libro, me importa el camino”, explica.

Cuando se cumplen 35 años de la muerte de su idolatrado literato, Lucio Aquilanti cree que “su gran legado es la calidez de su obra, ciertos misterios y cierta magia que tiene siempre y que sigue transmitiendo”.

“Te acerca a vos a esa magia cotidiana que no queremos ver, que uno la tiene y dice es una casualidad”, reflexiona el coleccionista.

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