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Opinión

15 de Febrero de 2019

Natichuleta y las viñetas del amor millennial

El inicio de año de Natalia Silva, fue convulsionado: la publicación de “Mili, la millenial” y la entrega de su título que se convirtió en un libro llamado “Femme Fatale”, la tuvieron de lleno dibujando y al mismo tiempo, pensando el amor. ¿De qué se trata estar enamorado en estos tiempos? Esa es una de las preguntas que hoy por hoy la tiene desarrollando nuevas ideas para ilustrar. Como buena millennial, le teme al futuro pero sueña con viajar. ¿Su aspiración 2019?: Terminar en el año en Nueva York. Si lo logra o no, es otro tema. Aquí el análisis del amor millennial, en voz de una de sus protagonistas.

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Por estos días Natalia Silva, más conocida en el mundo de las redes sociales y la ilustración como Natichuleta, está tomando un respiro. Hace pocas semanas terminó su etapa de estudiante y egresó como estudiante de Diseño Gráfico en la Universidad Diego Portales.

El día de su examen, el pasado 21 de enero, con despliegue escénico y un libro que aborda su temática favorita, el amor, se sacó un rotundo siete frente a compañeros, amigos y familiares. Sobre la experiencia, que previamente la tuvo sin dormir y con un orzuelo de puros nervios, dice estar feliz, pero con una pregunta que no deja de dar vueltas por su cabeza: “¿Y ahora qué?”

Esto ocurrió cinco días antes del lanzamiento de su más reciente libro: “Mili, la millenial”, una serie de viñetas que fueron ilustradas en paralelo a la historia de “Femme Fatale”, una novela gráfica —la segunda de la autora—, en donde se permitió deconstruir el amor romántico y que debería llegar a las librerías este 2019.

Por estos días te titulaste, ¿qué significa para ti cerrar esa etapa?
-Después de hacerlo como que uno queda con un cierto vacío, ¿no? Es como chuta, todo este esfuerzo, ¿y ahora qué? ¿qué hago ahora? ¡Necesito seguir haciendo cosas!

¿Has pensado algo sobre ese futuro?
-Me salieron dos pegas para hacer clases este semestre, pero igual mi idea y sueño de toda la vida es irme a Nueva York, entonces voy a hacer todo lo posible para tratar de irme el segundo semestre a hacer algo: un diplomado, un taller, cualquier cosa a esta altura. Esa es mi meta este año: terminar el 2019 en Nueva York.
Además terminé este libro para título que se llama “Femme Fatale”, pero ahora viene toda la parte de edición, entonces todo este semestre voy a estar trabajando en eso. Y también desarrollando ideas que se me ocurren.

¿Por qué Nueva York?
-Siempre me ha gustado Nueva York. Lo veía en las películas. Yo soy súper mega fan del teatro musical por ejemplo, Broadway y todo eso. Fui el 2014 con mi familia y me encantó, me enamoré, y después fui con un ex y también, me enamoré mal. Yo sentía que ese lugar me pertenecía, ¿cachai? Es un lugar maravilloso. Allá me podía vestir con cualquier mierda y daba lo mismo, porque al lado mío pasaba una negra con unos tacos de 10 centímetros y un manso afro.

¿Pero te gustaría quedarte?
-Voy abierta a todas las posibilidades. Me gusta mucho vivir acá, pero creo que mi carrera la puedo potenciar harto afuera. Hoy mi meta es viajar lo más posible y conocer la mayor cantidad de lugares.

Eso de querer irte a viajar por el mundo es bien millenial igual…
-Es demasiado millenial po. ¿Qué es eso de casarse, tener hijos, trabajar? No, yo quiero viajar y quiero ir a Disney, ese es como mi sueño.

¿Y cómo vives ahora?
-Estoy viviendo sola, pero ahora me voy a cambiar de casa, me voy a vivir con amigos.

¿Por qué este giro?
-Porque estoy viviendo en un depa que me prestaron y lo van a arrendar, así que ya llegó mi tiempo. Fue lindo mientras duró.


En tu libro “Mili, la millenial”, abordas un poco esa etapa también. Estar sola, habitar en el caos.
-Nadie de nuestra edad vive solo. Casi todos viven con sus papás, todavía. O sea, primero es imposible encontrar un departamento que sea barato y lo suficientemente barato para vivir con tus primeros sueldos. Lo otro, es que hay mucha gente que no lo necesita porque viven con los papás y los papás dicen: “no, no te vayas”. Aunque mi papá -el Diseñador y locutor de radio Oasis, Marco Silva- no fue así. Me dijo “¿Vas a cumplir 25 años?, ándate por favor”. Pero tengo compañeros a los que los papás les hicieron una casa al lado. O sea viven “solos” pero entre comillas.

Por otro lado, los que que vivimos solos vivimos muy aproblemados igual, porque es muy difícil vivir así. Vivir sola significa toda una nueva área en mis cómics e ilustraciones. Hay muchas observaciones: Sobre todo esto de que nos cuidan tanto que hay muchas cosas que no sabemos hacer.  Onda, yo no tenía idea cómo hacer funcionar una lavadora. Ahora lo logré. Cocinar, también tuve que aprender. Mantener limpio, tuve que aprender.

Entendiendo que hiciste un libro sobre ser millenial, ¿cómo lo definirías?
-Es difícil definirnos. Porque hay muchos que no saben que lo son o como que lo niegan, cuando serlo no es como una actitud sino que naciste en determinados años y te corresponde ese catálogo. Hay cosas que tenemos marcadas: por ejemplo tuvimos nuestro primer celular en la básica, usábamos Messenger, tuvimos Fotolog, todos elementos indudablemente millenials. Si eris un hijo de los 90’s seguro viste Dragon Ball, Sailor Moon, Nickelodeon, etcétera.

¿Y en las actitudes, por ejemplo?
– No es tan exacto, pero todos los que han leído “Mili, la millenial” se han sentido súper identificados. Pero una de las características es esta pelea entre vivir solo o no hacerlo y viajar. También cómo vivimos el amor y el feminismo, entonces es todo un tema. Somos una generación que tiene citas por Tinder, que coquetea por Instagram.


¿No hay algo impersonal en esa forma de establecer relaciones?
-Hace poco fui a una entrevista donde hablamos de esta cuestión de pasarse rollos con las redes sociales. Por ejemplo: “Ah, pucha no me pesca, pero ve mis historias, entonces quiere decir que aun tengo un poquito de posibilidades”. O no sé: “Me mandó un corazón morado, es decir, que le gusto un poco pero no tanto”. Como que todo lo que uno codifica en redes sociales tiene otro significado. Es muy raro, pero lo hacemos. O del tipo: “Oh, me dio un like, entonces le gusto”, ¿cachai? Esos son los razonamientos. Creo que respondiendo la pregunta, una de las características es que estamos muy conectados, pero a la vez tampoco tanto como la generación que viene después, que nacieron con pantallas.

¿Cómo definirías las relaciones que establecemos hoy?
-Zygmunt Bauman dice que esta generación está marcada por esto que se llama “Modernidad líquida”. Si la comparamos a la generación de nuestros abuelos o bisabuelos que tienen estructuras super fijas, que sus matrimonios son para toda la vida son sagrados, no se rompen nunca. O casi. Lo mismo con el trabajo, entrabas a un  lugar y te quedabas ahí para siempre. Hoy día eso ya no es así, porque por más que tratemos de controlar los factores de nuestra vida, no podemos controlar la liquidez. Ahora uno entra a un trabajo y nada, tu sabes que el día de mañana a lo mejor este trabajo ya no te va a interesar y vas a buscar otra cosa. Lo mismo las relaciones: queremos sentirnos parte de algo, querer intensamente, pero hasta cierto punto nomás, hasta cierto nivel de responsabilidades con el otro. Las relaciones ahora son como una bendición a medias. Y todo eso proviene del capitalismo: necesitamos que todo sea una experiencia, que sea intenso. Y de hecho, la vida moderna está pensada así.

Claro, esa misma intensidad genera ansiedad. Además ves las redes sociales, y todos promueven sus grandes vidas.
-Sí, igual yo no puedo criticarlas tanto porque igual me han dado mi trabajo. Pero igualmente hay algo bastante falso dentro de eso. Tu ves a alguien comiendo una comida exquisita, que está en las vacaciones de su vida, pero en verdad, se demoró dos horas tratando de sacar esa foto espectacular de la forma correcta. Entonces sí, vivimos una cosa muy brígida con las redes sociales. No creo que lo tengamos tan procesado eso sí, ocurre de forma muy natural en nosotros. Pero es brígida la “Modernidad líquida”. Cuando la leí fue como: “Ohh, tiene razón”.

¿Y qué te pasa con la soledad en estos tiempos? Tengo la sensación de que a pesar de estar mega conectados igual hay una necesidad de aislarse. Viendo Netflix, por ejemplo.
-Es un tema eso. A mi personalmente me pasa y bueno, creo que varias personas se sienten identificadas con lo mismo. No sé po, de repente te invitan a un carrete y sí, siempre hay que hacer como un esfuerzo para ir porque sabes que lo vas a pasar bien, pero igual uno siente la necesidad inmediata de decir que no y aislarse: cubrirse con una manta, hacernos un burrito de persona y ver series sin que nadie nos moleste. Yo creo que también tiene que ver con esta intensidad que te decía, con esto de que todo tiene que ser una experiencia, que todo es demasiado intenso. A mi de repente me dan ganas de irme a una isla desierta y apagarme. Claro, qué rico estar con amigos, pero de repente uno necesita bajar el ritmo, y yo creo que eso tiene que ver con que estamos constantemente conectados. Yo estoy todo el día hablando con mis amigos y eso es bacán, pero a veces uno necesita sus espacios y yo creo que ahí nacen esas salidas “millenials” de esconderse viendo Netflix.

Femme Fatale

Durante los próximos meses, Natichuleta llegará a las librerías con otro libro. Se llama “Femme Fatale” y es una novela gráfica que aborda el amor en los tiempos del feminismo. Aunque tenía pronóstico de publicación para octubre, cree que se adelantará la publicación por que asegura “es un tema que está muy contingente”.  

¿De qué se va a tratar Femme Fatale?
-Es una novela gráfica y trata sobre la deconstrucción sociocultural en torno al amor romántico y la sexualidad femenina, todo desde un punto de vista feminista. Es un libro que tiene un sustento súper teórico -porque lo hice como proyecto de título- pero además tiene un trabajo emocional super potente, porque en la época que lo empecé iba saliendo de una relación de seis años. Para dibujarlo me tuve que deconstruir del amor romántico, entonces fue terrible y muy brígido no sólo para mí sino para todo mi círculo: fue súper fuerte en el sentido de que habían días en que me sentía súper empoderada y era como “¡Sí!, vamos a derrotar al amor romántico” y hay días en que no me podía ni levantar de la cama de la pena que tenía.

¿Qué fue lo más difícil del proceso?

-Crecer con este mundo patriarcal que te dice “Cásate con el príncipe azul y sé feliz para siempre”, que es super duro porque estás desde chico con esa idea metida en la cabeza. A mis hermanos también les cambió la vida después de leer mi libro. Empezaron a tener relaciones de amor libre y entiéndase no sólo como poligamia, sino que relaciones que se basan en la honestidad y sinceridad. Yo también aprendí mucho: pasé de ser una mujer que quería casarse y tener hijos con esta pareja, con la que también era muy celosa, a ser una mujer soltera, saliendo con varias personas a la vez y pasarlo súper bien, sin celos de por medio. Eso es porque ahora mis relaciones las entiendo desde otro lugar. Desde la biología, desde donde venimos. Empecé a arreglar relaciones por lo mismo, porque entendí, desde esto, que las personas no son perfectas. Perdoné a mucha gente y mucha gente volvió a mi vida. Ha sido muy rico y muy fuerte. No sé po, mi abuela de 83 años leyó el primer capítulo y se puso a llorar.

¿Por qué crees que genera ese impacto?
-Encontré un tema que está al frente de nuestros ojos pero no lo hablamos, todo porque este modelo patriarcal heteronormado nos dice que hay ciertas “características” en las relaciones y que si no las cumplimos, nos sentimos como avergonzados. Es super difícil decirle a un amigo: “Oye, estoy insegura con este tipo porque no es una relación como las que había tenido antes”. Las respuestas de tus amigos siempre son dos: “Ya, pucha, termina” o “Mámatela”.

No abuses de este libro

El año 2016, Natichuleta se dio a conocer con “No abuses de este libro”, una novela gráfica en que la ilustradora cuenta su propia experiencia de abuso sexual en la pubertad y donde, según dice, “pretendía cerrar ese capítulo” de su vida.

El éxito fue inmediato. Solo en Chile ya alcanzó su cuarta edición y en 2017, se anunció que el libro sería llevado a la pantalla grande por el cineasta brasileño Helvécio Ratton. Este año esta “No abuses…” fue lanzado en España por Penguin Random House.

¿Cómo te fuiste acercando al feminismo?
– Cuando publiqué “No abuses de este libro”, me hicieron una entrevista y me preguntaron si me consideraba feminista. En ese momento dije “obvio, me imagino que sí”. Y desde ahí me empezaron a invitar a eventos y charlas feministas, empecé a ir a marchas, me empecé a informar. Después me invitaron a Suiza a un grupo feminista de allá, y como que cada experiencia me sensibilizaba más. Como que uno también se pone las gafas moradas y empiezas a ver de forma más nítida las cosas. Y creo que es un camino eterno, porque la deconstrucción es eterna. De hecho, seguramente estoy mucho más feminista ahora que en los días que empecé a escribir el libro.

¿Qué te ha enseñado el feminismo?

-Lo más importante que puedo sacar ahora, después de hacer “Femme fatale”, es el autoamor y la sororidad. Es tan linda la sororidad, porque también a uno la educan pensando que la otra es una competencia: “No, pero si esta me va a robar el pololo”. Y una vez que empiezas a entender que eso no es así y que todo es una construcción y que en verdad, todas somos distintas y vivimos distintos contextos, tu vida cambia. Al final si eres mujer, todas hemos pasado por cosas similares, todas nos sensibilizamos con los mismos temas. Esas son las dos cosas más importantes que me ha dado el feminismo. Además del tema que toqué en “No abuses de este libro”, que es un gran tema en sí mismo.

Hablar del abuso en tu primer libro inevitablemente te llevó a abordar una lucha feminista.

-Sí, claro. Pero además yo hago charlas en colegios y siempre se me acercan dos o tres niños después de la charla, y eso es súper fuerte para mí.

Hacer un libro con la temática del abuso sexual, ¿significó para ti un verdadero cierre de esa historia?

-Sí, por eso lo publiqué. Nunca me imaginé que iba a tener esa repercusión, ni cagando. O sea, pensaba voy a cerrar mi ciclo y este libro va a estar en las librerías como un testimonio de lo que me pasó. Al tercer libro recién voy a empezar a ser más popular. Pero no, la gente se sensibilizó mucho con el tema. Ahí me di cuenta de que es súper fácil encontrarte con gente que fue abusada. Es demasiado transversal. Pero es divertido porque lo hice para cerrar un ciclo, pero igual, por la repercusión que tuvo, voy a tener que estar toda la vida hablando de esta mierda.

¿Cómo enfrentas ese tipo de revelaciones?

-Es durísmo. El siguiente proyecto después de titularme es un “documental” -entre comillas porque lo estoy grabando yo y un amigo con una cámara del año de la cocoa- que se llama “Proyecto No abuses”. Estamos registrando que cada vez que me invitan a un colegio, sin grabar a los niños y con tomas contextuales, para explicar un poco lo que me pasa a mí después de hacer las charlas. Mucha gente a lo mejor mira a huevo el libro por ser cómic, pero uno se da cuenta que hablar del abuso es un efecto dominó. El proyecto trata de poner en evidencia un poco eso.

Claro, ¿pero en lo íntimo? Finalmente pienso que debe ser súper fuerte que un niño se acerque a ti a contarte su propia experiencia de abuso.

-Todos los días hasta el día de hoy recibo experiencias de otros, gente que me cuenta su propia vida. Este es el tercer año que cumple “No abuses…”. Obviamente fue más brígido cuando se publicó. Pero siempre es difícil, porque uno se siente con las manos muy amarradas porque no puedes hacer nada más que decirles: “Se puede, fuerza, eres fuerte”. Que ojo, tampoco es menor. Porque si yo hubiese tenido una persona que me hubiera dicho eso, que hubiera pasado por eso cuando yo era chica, pucha que me hubiera servido. Pero igual uno se siente muy impotente, sobretodo con los niños. Por eso normalmente en las charlas formamos grupos de confianza con psicólogas y profesoras de los distintos colegios. Luego de las charlas se acercan a ellas y hablan los alumnos que quieran contar su historia.

Pero y ¿en lo personal? Igual es un recordatorio constante de lo que te pasó.

-En lo personal aún no logro separar las cosas, siempre es duro. Pero igual uno sale como muy lleno de amor, ¿cachai? Me dicen te admiro, te quiero, a veces me regalan cosas. Lo más lindo para mí es que los niños lean. El año pasado me invitaron a un colegio donde tres cursos tenían mi libro como lectura obligatoria y cuando fui me esperaban con pancartas y se lo habían leído completo, eso fue lo más brígido para mí. La profesora de lenguaje me decía: “Nunca leen nada y el tuyo lo leyeron tres veces”. Es bueno eso, porque siempre miran la novela gráfica muy a huevo.

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