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Opinión

22 de Febrero de 2019

Columna de Francisco Aguayo: La Paternidad no tiene vacaciones

En el mundo laboral se espera que los hombres trabajen para cumplir objetivos, llegar a la meta, sean eficientes, decididos, resolutivos. Pero qué pasa cuando llega el momento de veranear y el asunto se trata sobre de estar presente. Muchos no logran conectarse con el cuidado y la crianza. Porque no logran abandonar el “modo trabajo” o son muy tradicionales, o machistas, o siguen atentos a distractores como las redes sociales.

Francisco Aguayo
Francisco Aguayo
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Hace un par de veranos en una playa del litoral central llevamos a dedo a un papá que había “escapado” de casa. Comentaba que tenían varios hijos y no toleraba el tiempo que demoraban los preparativos antes de ir a la playa como poner trajes de baño, crema para el sol, llevar ropa de cambio, baldes, colaciones, etc. Una operación de fuga frente a tanta tarea para lograr un objetivo tan simple como ir a bañarse al mar. Él era un gozador. El quería ir directo al objetivo ahorrándose los preparativos, descansando por cierto en la madre.

Durante el año, el trabajo ocupa gran parte de nuestra jornada y nos deja un tiempo limitado para estar con los hijos. Como muestra el último informe Género Educación y Trabajo (GET) de Comunidad Mujer, la mayoría de los hombres con hijos se encuentran trabajando remuneradamente y ese escenario se ha mantenido así en las últimas décadas (el cambio se ha dado por el lado de las mujeres). En el mundo laboral se espera que los hombres trabajen para cumplir objetivos, llegar a la meta, sean eficientes, decididos, resolutivos. Pero qué pasa cuando llega el momento de veranear y el asunto se trata sobre de estar presente. Muchos no logran conectarse con el cuidado y la crianza. Porque no logran abandonar el “modo trabajo” o son muy tradicionales, o machistas, o siguen atentos a distractores como las redes sociales.

Hay padres que les cuesta entender que hacer tareas domésticas, ordenar, hacer aseo, vestir, hacer dormir, preparar comida, son formas de estar presentes, de compartir, de acercarse a sus hijos. Hay estudios que muestran que cuando los padres que hacen más tareas domésticas esto se asocia con mayor bienestar en la pareja incluso con una mejor vida sexual.

Algunos padres recién después de una separación ponen la paternidad como una prioridad, comprenden todo lo que significa en dedicación y comienza a ocuparse de las tareas de cuidado. ¿Porqué esperar a una separación para aprovechar la paternidad? Otros, esperan a que sus hijas/os lleguen a la pre-adolescencia para construir un vínculo con ellos, es que antes preferían estar con la mamá, perdiéndose los años más importantes en cuanto a estimulación y desarrollo.

En la otra vereda hay papás que aprovechan las vacaciones de verano para ponerse al día y conectar emocionalmente con sus hijas/os. Saben que es un oasis en el año, un tiempo único.

El mejor escenario para el ejercicio de la paternidad en las vacaciones es estar tranquilo (sin ansiedad), disfrutar de estar con los hijos, aprovechar que se tiene más tiempo para ellos, fluir con las tareas cotidianas de cuidado y domésticas, sin más objetivo que estar plena y psicológicamente presente en cada cosa. Sea en la casa, el parque, la playa o el bosque.

Pasar una tarde acompañando a tu/s hijo/s jugando con las olas o caminando por el bosque o recogiendo piedritas es la definición de felicidad. Los cuidados y tareas cotidianas y rutinarias también pueden serlo si se abordan con una actitud de meditación.

Una buena guía es el libro de Thich Nhat Hanh titulado El milagro del mindfulness. El autor invita a que el tiempo de los hijos sea convertido por los padres (y madres) en su propio tiempo. Enseña varias técnicas y metáforas que ayudan a estar en el presente con plena conciencia. Esta actitud es clave para la paternidad, para (re)conectarse emocionalmente con los hijos. Le agregaría que disfrutar de estar con ellos, de pasar tiempo juntos es su complemento perfecto. Lo que uno siembra con los hijos en las vacaciones ayuda a alimentar el vínculo con ellos durante el año, ya en medio de la cotidianeidad. Cada día libre durante el año es como un micro día de verano.

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