Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

22 de Febrero de 2019

Webeo: Para entender a “Takilleitor”

"Takilleitor", protagonizada por el incombustible Luis Dimas, debe ser por lejos una de las más incomprendidas obras del séptimo arte nacional. (...) Puede ser que el vértigo y la velocidad de la narrativa no permitan a las mentes menos ágiles comprender la significación de dichos cambios, pero seguro serán mentes superiores a las nuestras quienes las disciernan. ¿Acaso serán los mismos extraterrestres que secuestraron a Luis Dimas?

Plutarco Urqidi
Plutarco Urqidi
Por

Takilleitor”, protagonizada por el incombustible Luis Dimas, debe ser por lejos una de las más incomprendidas obras del séptimo arte nacional. Denostada por su aparente ausencia de trama, por la precariedad de sus medios de filmación, por la ilogicidad de personajes, en definitiva, por ser la más B de todas las películas de clase B, acaso más abajo que las Z, dicha película pasó a la historia como la concreción de una infamia.

Sin embargo, solo se trató de la incomprensión de la crítica y de un público alimentado por la envidia que redujeron a esta obra, innovadora y vanguardista, a una basofia que no se puede hallar siquiera en los anaqueles del videoclub más tugurioso (habida cuenta que ya no existen, siquiera, los videoclubes).

La técnica narrativa, que en menos de un lustro aplaudieron a Gaspar Noé en “Irreversible”, solo porque lograba mostrar escenas donde, no contento con poner a Mónica Belluci completamente desnuda (éxtasis para todos los sentidos) sino, más encima, representar una escena que remueve lo más profundo de las consciencias, — o solo alimenta la más profunda de las depravaciones — las presentaba en continuos raccontos, narrando los sucesos desde el más reciente al más temprano. Idéntica técnica vemos en “Takilleitor”, por tanto, al entender la película desde el principio y hasta el final, la trama adquiere mucho más sentido.

Es así como un tipo profundamente mediocre queda abandonado a su suerte en medio de la carretera. Es así como un ovni con forma de pelela lo abduce y lo deja loco. Habla con unos clochards medios místicos y les revela la realidad: él ha sido elegido para llevar la música a todo el mundo. Dimas no lo ha pedido, pero la fama y el éxito a partir de su encuentro extraterrestre solo lo persiguen. Pero también debe pagar un alto precio: los extraterrestres le introdujeron el Papapgayo de Elvis Presley por via rectal. Aquella es la presea que los agentes de la CNI andaban buscando (y de la cual solo sabemos que son de la CNI porque algunas escenas, filmadas en 35 mm, se sitúan en la que fue la casa de Mariana Callejas y Michael Townley. Lo leí en una reseña).

Los cambios en el sustrato fílmico nada tienen que ver con la falta de presupuesto; que algunas partes se vean filmadas en 35 mm, otras en Betamax y otras derechamente en VHS no tiene que ver conque se haya acabado el presupuesto incluso para algo tan básico como el material de filmación, sino que es estrictamente un recurso narrativo, un paso más adelante de lo que se hace actualmente al ir del Sepia al color, o del blanco y negro al color, como en “Las alas del deseo”. Puede ser que el vértigo y la velocidad de la narrativa no permitan a las mentes menos ágiles comprender la significación de dichos cambios, pero seguro serán mentes superiores a las nuestras quienes las disciernan. ¿Acaso serán los mismos extraterrestres que secuestraron a Luis Dimas?

Por supuesto, siguen sin cuadrar algunas partes, como la explicación de Star Wars o la escena de los niños y el furgón. Seguramente, por medio de la meditación trascendental, el visionado compulsivo del cine de Valeria Lynch y una que otra sustancia novedosa pero no prohibida por hallarse en un periodo de vacancia legal nos permitiría descubrir cómo se conecta e influyen en la trama, pero no tengo tiempo, debo entregar este texto luego y el cierre es en breve y mucho menos tengo ganas de poner Youtube y comerme de nuevo esa mierda de pelí… creo innecesario perturbar mi recuerdo frente a esa magna obra de cine arte. Por supuesto, el final es el principio: pese a todos los obstáculos, Luis Dimas triunfa en el escenario, y nos da unos pasos de twist inigualables con esos zapatos de 50 centímetros de varonil taco que ya los hubiese querido David Bowie haciendo de Ziggy Stardust.

Revisitar los clásicos con una visión calma nos permitirá reconciliarnos con el pasado y valorar las pequeñas y ocultas joyas de la producción nacional.

Notas relacionadas