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Opinión

14 de Marzo de 2019

Frédéric Martel, autor de Sodoma: “El Papa Francisco está atrapado en la jaula de las locas”

Martel, periodista y sociólogo, experto en los vericuetos del Vaticano no tiene ningún reparo hacia la homosexualidad. Él mismo se declara gais, sin ambages. Pero, con la misma claridad, afirma que en una red de poder construida por homosexuales en el Vaticano, con el propósito de ocultar su verdadera identidad, ha servido para proteger a cómplices y encubridores de abusos sexuales. ¿Cuántos son? Más del 90 por ciento en los puestos de la ciudad de Dios, dice. En esta entrevista exclusiva para Chile, donde lanzará su libro en abril próximo, analiza los vínculos de esta red con el país más austral del mundo.

Alejandra Matus
Alejandra Matus
Por
Frederic Martel

Frédéric Martel vendrá a Chile a presentar su libro Sodoma a mediados de abril. La obra, recién publicada en enero, está disponible en veinte países (esta semana se lanza en España, México y Colombia) y lleva tres semanas entre los libros más vendidos en Francia. Es un bestseller también en Canadá, Portugal, Inglaterra y acaba de entrar a la lista de libros más leídos del New York Times en el género no ficción.

En entrevista exclusiva con The Clinic, Martel analiza la situación actual de la Iglesia Católica y las razones que, en su opinión, han impedido que el Papa Francisco avance en las reformas que pretende impulsar. “En el Vaticano lo odian”, afirma.

El libro retrata, entre sus personajes principales, el poder del Nuncio Angelo Sodano, que sirvió en Chile durante la dictadura de Pinochet. Un avance de un capítulo dedicado a él ya fue publicado por The Clinic. En esta entrevista, el autor aporta nuevos antecedentes, posibles explicaciones a la actitud tibia con que los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati han enfrentado las acusaciones por abuso sexual y que ahora investiga el fiscal Emiliano Arias.

-¿A qué atribuyes el éxito que ha tenido tu libro, recién publicado?

-Ha sido totalmente inesperado. Mi propio background es de una iglesia que en Latinoamérica se conoce como de Teología de la Liberación, y que en Europa se conoce como “La Iglesia de Izquierda”. Esos fieles y sacerdotes, estuvieron probablemente entre los primeros en leerlo, pero la verdad es que quedan pocos y están prácticamente extinguidos.

Dos días antes de la publicación de mi libro en Francia, el nuncio de París, Luigi Ventura (exnuncio en Chile, entre 1999 y 2001), fue acusado de agredir sexualmente a dos hombres, en público. (Según reportes de prensa extranjeros, entre ellos la BBC y Reuters, Luigi le tocó las nalgas en forma insistente a un joven en una ceremonia pública en enero de este año y luego otro joven denunció que sufrió un ataque similar un año antes). Y poco después, el cardenal más importante de Francia, el cardenal de Lyon, Philippe Barbarin fue condenado a seis meses de prisión por encubrir a un sacerdote pederasta de su diócesis, sumándose a un caso muy similar de un arzobispo australiano, a quien el Papa aceptó la renuncia a su estado clerical.

Creo que la gran mayoría de los católicos, fieles, tradicionales, están hartos de estos hechos. Y en el libro han encontrado una explicación a esto que sucede y que ellos consideran que está mal en la Iglesia.

-¿Crees que la extrema derecha católica no lo ha leído?

Los extremistas derechistas en realidad no son católicos, sino que usan la religión para reforzar sus posturas políticas. Algunos de ellos, odiaron el libro. Otros, están tratando de usarlo para decir que el problema son los homosexuales, pero eso les llega hasta que leen el capítulo dos-, dice Martel.

Ese capítulo analiza la figura del enemigo número uno del Papa en el Vaticano, el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, un conservador extremo, a quien le gusta que se refieran a él en femenino: “Su Eminencia puede estar orgullosa”, “Qué generosa es Su Eminencia”, “Su Eminencia es demasiado buena”, relata el autor.

-Algunos dicen que si solo el 15 por ciento de lo que cuento fuera cierto, estaríamos ante un gran problema. Los católicos de base han corrido a leerlo. Están desesperados, aislados y deprimidos con lo que pasa. Y ya no le creen a la jerarquía. Un par de críticos han afirmado que el libro está lleno de especulaciones, pero no lo comparto. De hecho solo escribí aquello de lo que tengo evidencia. Sé mucho más que no puedo publicar, pues no tengo una fuente que citar como respaldo. A mí nadie me ha atacado, por lo que he dicho. Creo que es porque este libro llega justo cuando la gente está dispuesta a escuchar. Es algo que muchos sabían, pero estaban esperando a que alguien lo escribiera.

Se podría pensar que al revelar esta red de homosexuales en el Vaticano y la protección de abusadores en la Iglesia mundial, estarías estableciendo una relación causal entre abusos sexuales y homosexualidad.

-Que haya un obispo gay, no es el tema del libro. Creo que los obispos homosexuales debieran poder sentirse libres de expresar su preferencia y una opción legítima de ser. Pero, en la práctica no es así. Tienen que reprimirse y necesitan mentir. Mi objetivo no es sacar del clóset a nadie. De hecho, solo revelo la homosexualidad de los personajes en tres casos: cuando llevan muertos mucho tiempo y sus preferencias ya son historia. Cuando el hecho ya es conocido y se ha publicado en los medios. Y tercero, cuando los involucrados han sido acusados de abusar de hombres adultos o menores de edad. No hay nada, entre la página uno y la última que permita afirmar que ser homosexual conduce a los abusos. El problema que abordo es la mentira, la mentalidad represiva, la cultura del silencio, de complicidad y ocultamiento que han usado los homosexuales para protegerse dentro de la Iglesia y que ha sido usaba por los abusadores para esconder sus delitos. Lo que describo no es que exista un “lobby” gay, porque, la investigación que hice (consultado a mil 500 fuentes, según se expone en la introducción) me lleva a concluir que la gran mayoría de los sacerdotes y obispos son actualmente homosexuales. No se trata de un grupo dentro de un universo que es distinto. Desde Paulo Sexto, la Iglesia atrae, recluta y promueve a los cargos más altos, principalmente a homosexuales.

Antes de que comenzaran a conocerse las denuncias por abusos sexuales a niños y jóvenes, los casos que se conocían de expulsión de sacerdotes, era porque mantenían relaciones de pareja con mujeres e incluso tenían hijos. Ese parecía ser un delito mucho más grave que abusar de un niño. ¿Existe misoginia en la jerarquía?

-Estos obispos homosexuales son extremadamente misóginos. Para entenderlo, hay que pensar que son de una generación reprimida, criados a mediados del siglo veinte, antes de la liberación sexual y cuando la sola presencia de una mujer estaba prohibida en el Vaticano. En el Vaticano, la mayoría de los obispos están entre los 70 y los 80 años de edad. No puedes usar los códigos de 2019 para entender el tipo de homosexualidad que viven. Incluso, entre los laicos, había hombres casados y con hijos, pero misóginos y viviendo una doble vida homosexual y secreta. Eso es lo que hay que tener en cuenta para entender a los cardenales más influyentes del Vaticano y esto es probablemente aún más cierto en Chile, donde, por lo que sé, la liberación sexual ha tardado mucho más en llegar aque a Europa.

SODANO, PINOCHET Y KARADIMA

¿El exnuncio chileno, Angelo Sodano, a quien dedicas un capítulo en tu libro, era parte de esta red de homosexuales?

-Sodano es un personaje clave que cruza varios capítulos del libro. No sé nada sobre su vida personal, pero lo que sé, y que es muy sorprendente, es cuan cercano fue a Pinochet, mucho más de lo que pensé. Básicamente, era pinochetista, que no es el rol que le correspondía como nuncio. Sodano era extremadamente cercano a seis personas que formaban parte del núcleo de aliados y cercanos al dictador. Algunos de ellos eran o son homosexuales. Es muy extraño entender lo cercano que era a ellos, especialmente, cuando la Iglesia chilena consideraba la homosexualidad uno de los pecados más grandes, ¡En una Iglesia antigay! También sé, sin lugar a dudas, que Sodano fue extremadamente cercano a Karadima, su ángel guardián, su protector principal. Nunca ha sido acusado de cometer abusos sexuales, ni en Chile, ni en el Vaticano. Pero al mismo tiempo, estoy en condiciones de decir que sabía que Karadima era un depredador y que lo protegía, sabiéndolo.

Por todo eso, creo que Sodano debería ser investigado por la justicia vaticana y por la justicia civil. No digo que sea culpable, pero por seguro es un importante testigo de los nexos entre Pinochet y Karadima. Por lo menos, debería ir a los tribunales a responder preguntas muy importantes, como: qué sabía exactamente de Karadima, si lo protegió, por qué, y si lo denunció ante quién lo hizo y por qué nunca fue sancionado. Sodano es el elemento clave de todas las denuncias, porque no solo fue nuncio en Chile por diez años, sino porque fue el canciller y el secretario de Estado, el primer ministro, el hombre más poderoso del Vaticano después del Papa. Necesitamos saber lo que sabe.

¿Él te negó una entrevista para tu libro?

-No le da entrevistas a nadie. Me escribió algunas cartas, pero no puedo dar a conocer el contenido.

La iglesia chilena que emergió con Juan Pablo II, se volvió extremadamente conservadora. ¿Sodano influyó en su conformación, en el nombramiento de sus obispos y cardenales?

-Él era el número uno en tomar esas decisiones, especialmente cuando llegó al Vaticano (a comienzos de los 90). En ese tiempo, el Papa ya estaba muy enfermo y en cualquier caso no conocía Latinoamérica muy bien. Sodano fue quien decidió, probablemente, el nombre de todos los nuncios que lo sucedieron y que eran muy cercanos a él. Y esos nuncios eran los que recomendaban los ascensos de cardenales y obispos, y cualquier nominación. Entre esos nombres estuvo, por ejemplo, Luigi Ventura, nuncio entre 1999 y 2001 (quien, actualmente como nuncio en París, es investigado por agredir sexualmente a dos jóvenes). Ivo Scapolo, el actual, también es cercano a él; Giulio Einaudi, quien lo sucedió y estuvo en el cargo hasta 1992; y los posteriores, Giuseppe Pinto. Sebastiano Baggio, quien lo precedió. De él, sé que era homosexual y fue Prefecto de la Congregación para los Obispos, el ministerio más importante en la determinación del ascenso de los prelados y ocupaba ese puesto cuando Sodano fue elegido para ir a Chile.

Baggio, italiano, un activo homosexual en Roma, extremadamente poderoso en el Vaticano, estaba a cargo del consejo para Latinoamerica. Fue clave en cada nombramiento del continente y, por supuesto, de todos los nuncios que llegaron a Chile después suyo. Ventura, de quien ya hablamos, como todos los nuncios, supo que algo estaba mal con Karadima y lo protegió.

¿El caso Karadima tiene efecto demostrativo de tu tesis?

-Para entender la historia de Karadima, hay que asumir que hubo protección local, probablemente, del propio Pinochet, de sus asesores católicos, de los obispos y cardenales, y de los siete nuncios que han ocupado el cargo después de Sodano. Y de éste, como canciller y como secretario de Estado. Alfonso López Astudillo, un homosexual activo que estuvo a cargo del Consejo para la Famila de Colombia, fue muy amigo también de Sebastiano y Sodano.

Es decir que Karadima fue protegido por el poder homosexual en el Vaticano

-Para entender el escándalo de Karadima, hay que mirar al Vaticano. La cobertura de sus abusos sexuales fue proveída por homosexuales.

EL PODER DEL MIEDO

¿Los actuales cardenales chilenos Errázuriz y Ezzati, bajo cuestionamiento por posible encubrimiento de abusos de sacerdotes y obispos chilenos, aparecen en tu investigación?

-No son mencionados en el libro. Pero puedo decir responsablemente que una de mis conclusiones es que el 90 por ciento de los obispos o cardenales que están protegiendo a abusadores, son homosexuales. No los protegen porque sean ellos abusadores, ni porque sean malas personas, sino porque están aterrados de que su homosexualidad se conozca. Eso es central para entender los chantajes que pueden ocurrir: “Tienes que cuidarme, porque yo sé esto de ti”. Viven odiándose a sí mismos por ser gay, con miedo. Los protegen básicamente para protegerse a sí mismos. Es terrible, pero es una explicación que permite entender la fortaleza de esta complicidad. En general, lo que he descubierto es que este sistema funciona en Francia, Italia, Bélgica, Irlanda, Colombia, Argentina, y casi todos los países que investigué: los protectores, son en la gran mayoría homosexuales homofóbicos. Y por eso creo que mi libro atrae tanta atención. Porque, por mi formación de sociólogo, describe una estructura social, un sistema. No estamos, nunca hemos estado, ante casos aislados de un depredador culpable en solitario. Hay un sistema que crea y protege a estos abusadores.

¿Por qué crees que en Chile el Papa no ha podido llevar a cabo los cambios que, en un momento, parecieron que serían demoledores?

-No soy un experto sobre Chile, pero nunca compré que el Papa haya defendido a Barros por un error, porque ni sabía. Los cleros de Chile y Argentina son muy cercanos y creo que él conocía demasiado bien el sistema. Sabía que si iba contra Barros, todo el sistema se destruiría, arrastrando a Sodano, todos los cardenales, todos los nuncios. Que tendría un efecto dominó. El Papa no estaba protegiéndolos, pero sí a su Iglesia. Él es un estratega. Quiere que la Iglesia cambie, pero al mismo tiempo tiene que protegerla de la destrucción. En un comienzo, Francisco no era santo de mi devoción: un jesuita, peronista, un día pro gay, al otro anti gay. Pero cuando me di cuenta de que estaba en manos de estas reinas de extrema derecha, cuando entiendes que todos están conspirando para sacarlo, de que lo odian al punto de desear su muerte, llegas a entenderlo y quererlo.

¿Y por qué entonces luego dio un viraje tan profundo?

-Por la editorial de The Washington Post, entre otras cosas, que le mostraron que no iba en la dirección correcta. Es muy diferente a Sodano. Acepta que un poco de clericalismo es necesario para defender la Iglesia, pero no está dispuesto a ir contra las víctimas. Eso es algo que ninguno de sus predecesores se hubiera atrevido a plantear. Con el cambio de timón, se volvió más fuerte, mejor. Personalmente, me gusta más que haya cometido el error y se haya retractado a que haya sido siempre bueno.

¿Cómo se explica que esta red de protección esté integrada por homosexuales homofóbicos?

-Algo que la gente ve como una contradicción, es perfectamente coherente. Es la regla: eres gay y necesitas ocultarlo. Mientras más homosexual, más homofóbico, es una reacción normal en este mundo. Para entender el Vaticano, tienes que ser contraintuitivo. Francisco es un peronista y como tal tiene un porcentaje de todas las tendencias en su ADN. No es muy buen diplomático. Tiene en contra al colegio cardenalicio y, en mi opinión, carece de la dosis necesaria de maldad para imponerse a sus adversarios. Cuando estás en Roma ves lo agresivo que es la gente con él. Los cardenales gay están aterrados de que el sistema cambie. Son homofóbicos hacia fuera y hacia adentro hacen lo que quieren. Necesitan seguridad y con el actual Papa no están seguros.

El Papa es un monarca. Puede echar a cualquiera en cualquier momento. Pero es cauto y ha establecido un cierto protocolo: cuando alguien es denunciado por abuso sexual, no lo echa. Cuando la justicia formaliza, acusa, inmediatamente les quita toda responsabilidad. Y cuando la justicia condena, les arranca su condición de sacerdotes y obispos. En el caso del nuncio francés, como en otros, además la justicia se encuentra con que no puede juzgarlos porque tienen inmunidad diplomática. Entonces, se dice, tiene que juzgarlos el Vaticano, ¡pero esa es otra caja de Pandora!. No existe tal cosa como una “corte” vaticana, que debería tener sus policías, sus jueces y eso no existe. Algunos de los investigadores que conocí eran gay y no tengo nada en contra de eso. Yo mismo soy un homosexual declarado. Pero cómo puedes juzgar estos casos si tienes conflicto de interés, si no tienes recursos, ni policía, es un chiste. No hay realmente un sistema judicial en el Vaticano. Por eso digo que el Papa está atrapado en “la jaula de las locas”.

Sodoma cover

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