Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

18 de Marzo de 2019

Después del 8M: el camino abierto para transformar la vida

Pero este feminismo es también una reacción a esos otros gobiernos que se dedicaron a administrar esta violencia sin avanzar en acciones concretas para enfrentarla, incluso bajo banderas feministas. Gobiernos que formularon año a año proyectos de ley que aumentaban penas y delitos sin cambiar las condiciones que mantienen a las mujeres en su situación de precariedad; o que se dedicaron a tramitar eternamente una despenalización del aborto que no solo resulta insuficiente, sino que también llegó con un protocolo de “objeción de conciencia” que actualmente está permitiendo a sectores conservadores boicotear este precario derecho.

Alondra Carrillo
Alondra Carrillo
Por

Por Alondra Carrillo, vocera de la Coordinadora Feminista 8M.

No cabe duda del éxito del 8M, no solo en Chile, sino a nivel internacional. En nuestro país, cientos de miles de mujeres estudiantes, pobladoras y trabajadoras abrieron las Alamedas en más de 70 ciudades, convocando a más de 800 mil personas según los cálculos más conservadores.

¿Qué es lo que explica este éxito? En primer lugar, la abrumante realidad de la precarización de las vidas de las mujeres, encarnada en las diversas formas de violencia que experimentamos día a día, que fue sistemáticamente soslayada por los gobiernos de turno. Algunos se dedican a bajarle el perfil, tratándola como “pequeñas humillaciones”, en el mejor de los casos, o a simplemente negarla como un asunto misceláneo (hasta ver la fuerza de la convocatoria y sus demandas en las calles, al menos).

Pero este feminismo es también una reacción a esos otros gobiernos que se dedicaron a administrar esta violencia sin avanzar en acciones concretas para enfrentarla, incluso bajo banderas feministas. Gobiernos que formularon año a año proyectos de ley que aumentaban penas y delitos sin cambiar las condiciones que mantienen a las mujeres en su situación de precariedad; o que se dedicaron a tramitar eternamente una despenalización del aborto que no solo resulta insuficiente, sino que también llegó con un protocolo de “objeción de conciencia” que actualmente está permitiendo a sectores conservadores boicotear este precario derecho.

El feminismo que hemos estado construyendo es una respuesta a estas políticas de precariedad impotentes frente a la violencia.

Sin saberlo, la Ministra Isabel Plá tuvo razón cuando dijo que el llamado a la huelga del 8M era una convocatoria “de la oposición”. Sin embargo, se equivoca plenamente con respecto al tipo de oposición que representa este feminismo. En vez de ser el instrumento social de un conglomerado de partidos, este feminismo se trata de la organización colectiva y autónoma de mujeres trabajadoras en contra de la constante precarización de la vida. Tan clara es la capacidad de autoorganización de las mujeres trabajadoras expresada en esta convocatoria, que incluso a los partidos de oposición les tomó por sorpresa, sin ser capaces de atribuírsela. Esa autonomía demostró su efectividad, y por lo tanto es un factor central del proceso que proyectamos, y que vamos a seguir defendiendo.

La Ministra, en cambio, simplemente vio una nueva herramienta partidaria para ganar votos (y, por lo tanto, cargos) en una disputa institucional y –desde el momento en que vio una masividad no vista anteriormente– la posibilidad de salir, sin restricciones, a intentar llevarse para la casa la fuerza de esta convocatoria.

Sin embargo, los éxitos del 8M y el rol opositor que está planteándose el feminismo trascienden por mucho la convocatoria lograda en las calles y en los lugares de trabajo para el día de la huelga. La gigantesca convocatoria de ese día fue en realidad la culminación de una multiplicidad de instancias de preparación para la huelga del 8M, de muchos espacios de reflexión articulados alrededor del país que confluyeron en la construcción de un programa común de la Coordinadora, que pusieron en juego un trazado de prácticas de difusión, propaganda que incluyeron –entre otros hitos– el Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan en diciembre de 2018, o las acciones de camino a la huelga en las semanas y meses previos al 8M, impulsadas por los comités y las brigadas. No cabe duda de que nadie olvidará el super lunes feminista y el cambio de nombre a casi 60 estaciones de Metro. Aún más, la Alameda llena con 400 mil personas es, en este momento, la punta del iceberg.

Es por ello que estos logros plantean a la vez nuevas tareas para este momento, pues el proceso de construcción política que significó la huelga del 8M está recién empezando. Si bien hay campos de acción claros a futuro –como proyectar un nuevo Encuentro, afianzando nuestros lazos regionales, y organizar un próximo 8M que logre una masividad y paralización aún mayor que el de este año–, el feminismo tiene la posibilidad de decir mucho en otras instancias que tienen responsabilidad en la precarización de la vida para las mujeres trabajadoras del país. Un ejemplo próximo de esto es la APEC que se celebrará en Chile durante este año, uno de cuyos temas centrales es “Mujer y Trabajo” o, lo que es lo mismo, un impulso ahora respaldado por los rostros de la extrema derecha internacional, hacia políticas de integración subordinada al trabajo asalariado, en la forma de microemprendimiento, endeudamiento y empleo precario.

Es así que el proceso de la huelga consolidó espacios existentes, pero también abrió campos nuevos para la acción. En este sentido, el llamado posterior al 8M es claro: organizarnos cada vez más, articularnos, y profundizar las demandas del programa y su alcance. Las articulaciones territoriales y sectoriales que hemos desarrollado pueden volverse una fuerza social capaz de abrir un nuevo momento histórico en nuestro país y, por qué no, en el mundo.

Nos descubrimos, en este proceso, en nuestra potencia que recién comienza. Juntas vamos a desplegarla para cambiar radicalmente la vida.

Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven.

Notas relacionadas