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Cultura

11 de Abril de 2019

Entrevista: El ciudadano Caprile

Este año, la legendaria voz radial e histórico de la televisión chilena, cumple 60 años. Edad perfecta, dice, para preparar su retiro de la TV. Lejos de cualquier ansiedad, el diseñador de profesión reconoce haber sido ordenado y ahora estar dedicado sólo a lo que le gusta y hace feliz: la cocina, esa que lo pone al otro lado de la mesa sirviendo y de oyente, ya nunca más de orador. ¿Otro lugar que le fascina? Twitter: no perdona las injusticias, las derrotas de Colo Colo y profiere zarpazos llenos de ironía a los haters. Aquí, junto a The Clinic deja su impronta más neutra para opinar de todo y sin filtro, para exponer su visión del mundo y sus ideas para cambiarlo. Una forma de candidatearse, sin hacerlo explícito. Con ustedes, el ciudadano Leonardo Juan Caprile Febres.     

Valentina Collao López
Valentina Collao López
Por

Hace dos años Leo Caprile tomó una suerte de año sabático. Un poco cansado de los medios, el locutor radial y animador de televisión, tras 38 años de carrera, decidió parar. Ya había iniciado esta jugada el 2012 cuando dejó los franjeados y el contrato televisivo, para optar, dice, por los proyectos que le hacían sentido. Así fue como trabajó en programas como “La Vega” y “¿Y tú qué harías?”, ambos de TVN. Docurealitys alejados de su registro en televisión pero que apuntaban a lo mismo: a mostrar los defectos, las carencias y la esencia misma de los chilenos. Paralelamente, ocurrió el mismo desencanto con la radio. En 2017 dejó de trabajar en Radio Corazón, lugar en el que estuvo por 12 años.

Hoy está dedicado de lleno a una de sus pasiones eternas pero más desconocidas: la cocina. Hace un tiempo ya que usa su Instagram para mostrar sus plateadas, sus asados, su célebre caldillo de congrio y sus pastas. Como buen italiano, improvisa, se atreve y disfruta.

Por otro lado está Twitter, su red social favorita. En 280 caracteres plantea sus opiniones sobre Colo Colo, la crisis de las instituciones chilenas, las caídas del gobierno y el, hoy por hoy, fetiche de la famosa red social: Miguel Bosé.  

¿Por qué decidiste hacerte un lado de la tele y la radio?

-Estaba con una carga de trabajo tremenda, radio, televisión, evento, mucho viaje y cosas publicitarias, entonces como ya tengo hijos grandes y he sido un gallo ordenado, tenía mis deudas saldadas. Me dediqué a vivir un poco más.

¿Tiene que ver con que estás próximo a cumplir 60 años?

-Por supuesto, como que me estoy preparando para el retiro. Creo que es mucho más saludable retirarse a que te retiren. Y si te vuelven a llamar, aunque estés viejo, quiere decir que estás haciéndolo bien, o que tienes una buena opinión, o que tienes una buena impronta.

Igual, de Twitter no te retiras.

-En las redes sociales encontré la manera de expresarme, donde no hay cortapisas, donde no hay censura, donde no tengo que pensar que hay interés de un tercero, sino que soy yo. Digo lo que pienso, tengo una opinión clara en lo político, una opinión clara en el tema de la corrupción, en el tema de la Iglesia católica, en el tema de los abusos, de la igualdad de derechos, entonces en la tele muchas veces tú no puedes ser tú.

¿Ya no estabas dispuesto a guardarte la opinión?

-Es que tienes que acomodarte. De repente estás en un tema súper serio y pasas de una cosa súper dramática, a mover la colita. Entonces no, ya no. Por esas razones como esa opté por tomar este camino de independencia.

Y estas ganas de ser más opinante, más cercano a lo social, ¿ocurrieron por algo específico?

-La madurez que uno va adquiriendo también te permite darte cuenta que una opinión bien fundada, con un tweet con 140 caracteres, bien construidos, de repente se convierten en una verdad inapelable. Hace poco escribí que antes los curas confesaban en las iglesias y ahora confiesan en la PDI. Pasamos de los 100 mil. Yo mismo le dije a Bosé que moviera las nalgas y que fuera a pagar los impuestos. Pasamos casi los 200 mil. Entonces, si tú te pones a pensar, 200 mil personas cuántos puntos de rating son, cuánta gente en sintonía de radio son, cuántos diarios se venden en esa cantidad… Se trata de potenciar tu idea, tu pensamiento. Ahora, si eso repercute en otra cosa, fantástico.

 

CASI EN SERIO

En ‘Casi en serio’ trabajabas con modelos que hablaban por el ombligo, muchas veces secundarias en el programa. Con la discusión feminista ya instalada en la agenda pública,  ¿cómo ves esa forma de hacer televisión?

-El ‘Casi en serio’ fue un programa que nace de la intuición y que nace de la precariedad, en un canal que tenía 0,5 puntos en ese horario. El desafío era hacer algo distinto. El programa se fue creando a sí mismo, porque partió, me acuerdo, como un programa más. Yo estaba en un set cocina y cocinaba, y entrevistaba, y terminábamos comiendo. Ahí, por ejemplo, salió René de la Vega, casi por una apuesta. Y lo convertimos en estrella. Pero era un programa donde nos permitimos no saber nada. Entonces era una televisión de apuesta y siempre que he hecho cosas así me han resultado bien.

Claro, pero igual las mujeres eran accesorias en la televisión que hiciste en esa época.

-Es una época pasada. En realidad, hoy día no haría lo mismo, y si lo haría, lo haría con hombres también: igualdad de género. Y de hecho, teníamos hombres en ese programa y también hablaban por el ombligo y también eran “objetos sexuales”, por llamarlo de alguna manera, porque eran gallos encachados. Sí, yo creo que puede hacerse pero en igualdad, no creo que sea malo. Además, que no había ninguna cosa que denigrara a la mujer ahí, era humor.

Por otro lado, ¿cómo ves la discusión feminista hoy?

-Yo creo que la discusión por la igualdad entre hombres y mujeres, es un tema que tenía que venir sí o sí. Yo vengo de una época en que la mujer se casaba y no salía de la casa. En mis tiempos de chico, mi mamá dejó de trabajar para criar hijos y había una dependencia total de mi padre. O sea, a mí también me hacía mucho sentido esto de la injusticia: por qué sí algunas cosas y por qué no otras. Tarde o temprano se iban a dar cuenta que habían derechos que estaban a la mano y que había que agarrarlos a como diera lugar. Creo que un país y una sociedad moderna no tienen derecho a entrometerse en el metro cuadrado de nadie y el tema de la igualdad de derechos pasa también por remunerarlas justamente, por respetarlas y porque asuman también, la misma cantidad de compromiso que tiene un hombre. Un amigo mío me decía, yo creo en el feminismo hasta que pago la cuenta. Por eso hoy día vas a pagar tú.

Sí, claro. Te voy a invitar.

-Aquí te quiero ver.

No te preocupes.

-Es que hay una cuestión de costumbre y también hay una cuestión de: “qué poco caballero, no me abrió la puerta”. Pero si somos iguales. Cuando tenía a mis hijos guaguas, yo me levantaba a hacerlos dormir, a que calmaran los cólicos, yo mudaba, como las pelotas, pero mudaba y aprendí a mudar, porque también al hombre hay que darle un espacio de participación, creen que el hombre es tonto, que el hombre no sabe, pero no, que meta la pata, que aprenda. De chico sé barrer, sé hacer camas, sé lavar ropa, sé planchar, cocino como los dioses, entonces yo tengo una parte femenina súper desarrollada y no pienso dejarla ahí abandonada, quiero que crezca. Es súper satisfactorio. Y la mujer tiene que ocupar espacios del hombre también. Lo justo es justo, o sea, a mí me han tirado piropos y me los tiran harto.

¿Pero te molestan?

-No, porque soy pavo todavía. Porque no sé si yo puedo reclamar eso. El otro día en un evento me pidieron fotos y me agarraron del trasero unas señoras, pero señoras que podrian ser mis tías, entonces: ¿dónde está el límite? Si yo digo eso: “ah, qué poco hombre, mariquita”. Me da lo mismo lo que digan, pero por qué dejar mal a la señora. El hombre también está expuesto, en alguna medida menor, pero también le pasa. Ahora, por ejemplo, con el tema de los derechos de las minorías sexuales, de la población lésbica, gay y trans, tengo una idea súper clara al respecto y la vengo propagando en mi entorno: la sexualidad de las personas me vale hongo. Porque no tengo por qué saberlo, porque no es motivo de interés, no está en el currículo de la gente. ¿Y por qué se da esto? Porque tendemos a etiquetarlo todo. Lo que tú hagas en la cama, lo que yo haga en la cama no tiene que importarle a nadie... ¿Me entiendes? Eso es todo. Tenemos que adquirir la madurez suficiente para aceptar al otro.

¿Por qué crees que existe esa resistencia a la diferencia?

Lo que pasa es que este es un país con una formación moral que entró a palos. Hay una “formación cristiana”, muy dura. Es una sociedad que creció en el castigo. Una sociedad que creció en el tabú, o sea, hace 30 años si un niño le decía a su papá que era homosexual, era una tragedia. Hace 30 años, si una pareja del mismo sexo caminaba por la calle, les tiraban palos y piedras, o sea había un deseo de ocultar al diferente. No sé por qué razón, pero creo que esa resistencia tiene mucho que ver con cómo fue criada esta sociedad, desarrollada en el castigo.

¿Tuviste una formación muy dura?

-Yo estudié en colegios de curas, curas que nos pegaban, de los hermanos maristas. A mí no me violaron, no me hicieron nada sexual, pero me tiraban las patillas cuando tenía cinco años. Si a mi hijo le tiraban las patillas cuando tenía cinco años yo agarro a palos al que hizo eso. Mi papá antes decía: “está bien po, para que se discipline”. A un niño de siete años, lo dejaban sin almuerzo. Si hablamos de la estigmatización que hace nuestra sociedad respecto al diferente súmale a la tercera edad, súmale al pobre.

¿Cómo ves, por ejemplo, la polémica por el control de identidad preventivo?

-Que estamos estigmatizando hasta por el aspecto: “ven para acá, tienes 14, pásame el carnet que eres delincuente”. ¿Qué dijo la Unicef al respecto? Que es una aberración sospechar de un menor. Y los datos son demoledores: ocho de cada 10 niños que delinquen son hijos de presos. El pobre de hoy usa zapatillas Adidas, tiene audífonos JBL, un celular Huawei, pero sigue siendo pobre, pobre en lo económico, pero también es pobre en su reconocimiento como persona. Los olvidamos. Mira lo que pasó con las niñas de Alto Hospicio, si esas niñitas fueran del colegio Cumbres, habríamos dado vuelta el planeta y las trataríamos por sus nombres, la Feñita, la Trini, la Jose. Y sin embargo, de la Jocelyn, de la Brittany, de la Marjorie nadie más habló.

POLÍTICA

¿Hay algún referente público, político o social que te inspire y te haga pensar que las cosas pueden ser distintas?

-La política, como la vengo descubriendo ahora, es un verdadero club donde eventualmente entran nuevos socios y los miran a regañadientes. Un ejemplo es el caso de Andrés Zaldívar, lleva medio siglo como parlamentario y sigue metido en el Congreso ahora como parte del Consejo de Asignaciones parlamentarias. ¿Y para qué?, ¿con qué objeto?, ¿qué ganamos?. Dime cuál fue el gran cambio que provocó don Andrés, que le tengo mucho respeto por lo demás, pero ¿qué transformación provocó? Y así hay muchos ejemplos de gente que lleva eternidades.

¿Nunca has pensado en optar por un cargo público?

-Es que un ciudadano como yo, que tengo ideas, que tengo propuestas, no puede participar de forma independiente, sin partidos. No, tiene que estar inscrito, tener no sé cuántas miles de firmas. Al tratar de cumplir con esos requisitos, eventualmente se cae en corrupción, en la firma falsa, en el favor político, en que alguien te apoya, y si alguien te apoya, cuando llega la hora de votar, de decidir, tienes que ser consecuente con el que te apoyó, entonces cuando me dicen independiente-socialista, independiente-udi, ¡pamplinas!. No hay independencia cuando eres apoyado por alguien, porque es morder la mano que te da de comer, eso es deslealtad. No puedes entrar con la idea de que voy a hacer las mías. Por eso no participo en política, porque sé que voy a ser desleal, porque voy a ser leal solamente con una cosa: con lo que pienso, con lo que creo y con la gente que creo.

¿Pero te gustaría participar de la política?

-Me encantaría, pero no lo voy a hacer mientras no exista la garantía de que si estoy ahí voy a ser yo y no voy a ser instrumentalizado por otro. Eso por ningún motivo. Entonces, en alguna medida, el fenómeno del inmovilismo del electorado, se está volviendo como un espejo para la política. Hoy día nosotros tenemos un sistema gerencial, de administración, no hay un sueño político. Es mejorar el PIB, es mejorar la inversión extranjera, es mejorar, es bajar el IPC, es mejorar la cifra de crecimiento, es mejorar el empleo, son números. Y oposición prácticamente no hay.

Justamente te iba a preguntar por eso. ¿Cómo ves la centroizquierda chilena hoy?

No hay. Yo soy un gran admirador en la centroizquierda de José Miguel Insulza. Creo que tiene una potencia, una voz. Es tal vez el único personaje que yo diría: “mmm, ¿por qué no?”. Pero ¿qué lo respalda?, ¿cómo aglutina fuerza?, o sea, la oposición actual perdió el encanto del trabajo colectivo, perdió el sueño colectivo y empezamos a tirar agüita para nuestro molino, y todo eso parte con la decisión de la DC: la DC es más RN que socialista, es más RN que PPD. Y ahí parte esa crisis. El PC que es un partido disciplinado, ejemplar en lo disciplinado, ejemplar en lo retórico, pero tiene diferencias enormes con la otra punta. Entonces empiezas a desgranar y se desarma todo.

¿Y cómo ves en este escenario al Frente Amplio, por ejemplo?

-Yo tenía mucha ilusión de cómo funcionaba como colectividad, como agrupación política. Creo que ellos han dado un paso importante en temas de representación parlamentaria. Me da la impresión de que van a madurar. Yo creo que están validados, o sea, es un sector que existe y es un sector que lo único que puede hacer de aquí en adelante es mejorar, mejorar la propuesta, mejorar sus relaciones con los partidos del sector, mejorar el discurso y mejorar la práctica.

Eres porteño, ¿qué te ha parecido la gestión de Jorge Sharp?

-A Valparaíso voy mucho menos de lo que yo quisiera. Mi papá vive allá y voy una vez al mes, de repente dos. Valparaíso para mí es una ciudad que se autoconstruye siempre, es cuestión de mirar sus casas. La elección de Jorge pasa precisamente por esa necesidad de innovar que tiene el puerto. Innovar en qué sentido: en que la alcaldía la hace la gente, como él mismo Jorge ha dicho. ¿Qué es lo que reclama la gente en Valparaíso? Primero, que se respete la dignidad de los ciudadanos. Y en ese sentido, hay medidas que yo aplaudo. Por ejemplo, cuando sacó el carnaval de los mil tambores, que es una vergüenza. Cuando tú vas en año nuevo a Valparaíso, te encuentras con un millón de personas y te encuentras con 200 toneladas de basura, con gente que orina y hace sus necesidades en la calle, con gente que agrede a los demás tirando botellas a la masa. Creo que definitivamente es una ciudad hermosa, pero a la que el turista va y le falta el respeto. Y creo que Jorge Sharp le ha dado esa dignidad o ha empezado a trabajar en recuperar esa dignidad que tiene Valparaíso.

¿Te gustaría llegar a ser alcalde de Valparaíso?

Vamos a ver si no reeligen a Jorge.

¿Te gustaría llegar a un cargo como ese, por ejemplo?

-Es muy bonito el cargo, sobre todo en la ciudad en la que uno nace, pero hay un problema de maquinaria política detrás. Y hay un problema también, hay que reconocerlo, uno tiene que estar preparado para ese cargo, el cargo de alcalde no es lo mismo que el de un parlamentario, es mucho más activo y definitivo, tienes que firmar documentos que a lo mejor no entiendes, tienes que estar a caballo en una comuna en que no hay millones y millones, entonces, la responsabilidad va más allá del cargo. Entonces, uno puede tener las mejores ideas. Yo me declararía filósofo por Valparaíso, yo puedo dar toneladas de ideas, pero me complica asumir ese riesgo, no porque me dé miedo asumirlo, sino porque en vez de un aporte, uno se convierte en un riesgo para la ciudad. Pero sí, sería lindo.

EL VERDADERO AMOR

En tu Instagram uno te ve puro gozando y cocinando cosas ricas, ¿cómo nace esta relación tan profunda con la comida?

Lo que pasa es que ahora se hizo visible, porque yo me reinventé en la cocina, pero he cocinado toda la vida y toda la vida he cocinado bien. Ahora tengo una parcela en Curacaví donde hice quincho, bar, terraza, asadores y horno de barro. Mis hijos ya no van, porque están grandes, entonces hay que rentabilizar eso.  Y ahí me dije: ¿cómo lo hago? No puedo poner un restorán.

¿Por qué no?

Encuentro que el restorán es prostituir tu talento culinario. Lo que yo hago es un club de comida para amigos o grupos de personas. Con el Dr. Pichanga, que es un tremendo amigo, tenemos un emprendimiento que va a funcionar como la Clínica de Urgencias Parrilleras: donde llevamos alumnos y les enseñamos los secretos de la sal y la carne. Estamos bien entretenidos con ese cuento: Nos pueden visitar empresas, instituciones y al mismo tiempo nosotros enseñamos esto que es tan bonito. Ahora, cuando un grupo de personas me pide que cocine, yo le sugiero lo que tengo y lo que quiero cocinar: mis plateadas, mis pastas, mis carnes al horno, mis platos thai.

Ah, pero cocinas un montón de cosas.

Sipo, mira mi Instagram.

¿Y cuál es tu carta segura?

¿Lo que no falla? Es un plato que estoy ofreciendo hace poco: que es una plateada al horno, con harto jugo y que se acompaña con quinoa que viene un con un salteado de champiñón shiitake, ajo, cebolla y aceitunas negras. Más el juguito de la plateada queda espectacular. Nadie se me ha quejado hasta ahora. O una plateada con papas doradas. Y mi plato favorito, el que me ha hecho célebre: mi caldillo de congrio y mi pilpil de mariscos.

¿Qué sientes al momento de cocinar? ¿Qué es lo que te provoca tanto placer?

-El gran placer de la cocina es ver la cara del comensal. Y creo que va mucho en el amor con que tú cocinas. Va a sonar medio volao pero es así: cuando tomo un camarón le hago cariño. Cuando salteo, escucho que cante el aceite. Es una volada muy personal, pero la cocina me relaja, me hace feliz. Por ejemplo, en dos semanas tengo un almuerzo para 25 personas y ayer hice el menú y ya estoy excitado con ir a comprar, ¿cuál es el mejor corte para esto? ¿Cómo hago que les guste más? Y por lo general, cuando le doy de comer a un grupo, me salen tres grupos más y eso quiere decir que la comida está bien recibida y esa es la recompensa. Es como de cabro chico: tenemos un almuerzo para 20 personas y lo primero que pienso qué voy a cocinar, después cuánto voy a ganar.

Qué bonito trabajar así, ¿no?

A veces es como “oye, tenemos un festival”. Y pienso, “ya ¿cuánto me vai a pagar?”.

Por eso perdiste el encanto.

No es lo mismo. Entonces parece que esto era mi vocación.

Pero, ¿has sentido este amor antes por la radio o por la tele? ¿O ahora es distinto? ¿O son complementarios?

Son complementarios. Todos me entregan distintas satisfacciones.

Pero igual todos tienen en común que necesitan de un espectador.

Sí, en alguna medida. Además hice un bar y en el bar hago los tragos yo. En el fondo, el trabajo del bar para mí es escuchar al que está al otro lado. Y antes era a mí al que escuchaban. Entonces el secreto pasa que en la medida que me he hecho más viejo, más que hablar, me gusta escuchar. Y de ahí tú elaboras un discurso. Son amores que no mueren. O sea, yo mañana puedo volver a la radio. Pasado mañana puedo volver a la tele y nunca voy a dejar de cocinar. Ahora, la cocina es sanadora, la cocina crea afectos y lazos, la cocina es identidad, la cocina también es experimentar. Yo no soy un chef. De repente me puedo equivocar y me gusta que la gente corra ese riesgo y que digan: “oye, además cocina este hueón”. Es super motivante que algo te quede rico. De repente los niños me dicen: “papá, haznos fetuccini carbonara”. Ya po, si tú tuvieras un hijo que te dijera eso, ¿qué haces?

Parto a cocinar al tiro.

-Claro, pero buscas la receta. Yo me la sé de memoria. Y es que claro, mi mamá era profesora de cocina y yo era el único que se levantaba temprano a ver cómo hacía los ñoquis, a ver cómo hacía las salsas, a ver cómo cortaba las verduras y después era atreverse. Cocinar es atreverse. Eso lo aprendí de los italianos, que el italiano mientras se cuece la pasta, con lo que pilla a la mano hace una salsa, y eso es. Cuando alguien dice: “oye, que te quedó rica esta hueá, ¿qué tiene?”. Y tiene amor, no tiene otra cosa.

Eso po, Leo.

Bacán. Estoy viendo tu titular.

¿Cuál?

Leo Caprile, nuevo alcalde de Valparaíso.

No, sería muy engañoso.

Pero con qué titularías tú.

Tengo que descasetear primero.

Ahora me acordé lo que te iba a decir.

Seguimos grabando.

-Me gusta dar entrevistas.

En serio, ¿por qué?

No sé. Y me gustaría hacer un programa donde el entrevistado fuera yo siempre.

Jajaja ¿y que te entrevistaran sólo a ti?

, distintos personajes.

Al menos es distinto lo que estamos viendo en televisión

Claro, algo así como “La entrevista de Leo, pero el entrevistado es él”.

Y que te entrevisten cocinando.

Sí. Es que me gusta opinar, eso puede ser.

¿Sobre qué más te gustaría opinar? En Twitter has hablado de Bosé, Carabineros, Colo Colo, Pacto de sangre…

-Ah, Colo Colo… Me tiene muy ilusionado porque llegó Mario Salas, y Mario es un hueón de verdad. Mario tiene huevos, Mario tiene pueblo, Mario sabe lo que es Colo Colo. Ahora está involucrado con el equipo más popular y con el deporte más popular. Es muy lindo lo que ha hecho Mario, eso de jugársela por Colo Colo y sumarle la palabra “Newen”, sumar la raíz. Eso no es populismo, eso es ser un gallo que lee muy bien la realidad. Me encanta Mario Salas como persona y como entrenador también. Colo Colo no necesita ser campeón a cada rato, Colo Colo necesita lo mismo que necesita el país: identidad. Porque claro, Blanco y Negro compró los derechos de Colo Colo por 30 años, pero tú puedes comprar una iglesia, pero no puedes comprar a los feligreses ni la fe. Por lo tanto, Colo Colo está siendo administrado y en alguna medida, personajes como Mario, como Esteban, son los profetas del pueblo.

¿Qué afectos tienes por Esteban Paredes?

-Me casaría con él. Lo encuentro un gallo adorable, un tipo hecho en el rigor, un tipo que por su condición humilde, por el contexto social donde le ha tocado vivir, ha sido víctima de bullying, de mucha burla, pero hay que destacar el tremendo héroe que es. Es un héroe, un gallo que le ganó al destino, un gallo que va a ser el máximo goleador del fútbol chileno y creo que lamentablemente, por algunos egoísmos empresariales, él no explotó antes. Él perfectamente pudo haber brillado como Alexis, como Marcelo Salas, como Zamorano, es una fiera del área.

¿Qué significa Colo Colo para ti?

-La mitad de mi vida.

En serio, ¿tanto?

-Sí.

Heavy.

-La mitad más uno. El resto es la comida.

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