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Opinión

25 de Abril de 2019

Columna: Bancadas de oposición ¿Qué parte no entendieron?

Tanto para los partidos y movimientos políticos que se declaran feministas o para aquellos que declaran que están por la igualdad de género, no es posible suscribir un acuerdo que nuevamente invisibiliza las desigualdades de un número importante de la población de este país: las mujeres.

Carolina Carrera Ferrer
Carolina Carrera Ferrer
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Por Carolina Carrera Ferrer, Corporación Humanas

Con fecha 02 de abril se firma en el Congreso Nacional un acuerdo entre las Bancadas de Oposición, de quienes fueron electos y electas como diputados y diputadas donde, reconociendo las diferencias entre los proyectos políticos que representan, se comprometen a generar espacios de debate y coordinación en la mayor cantidad de temas posibles y aludiendo a su responsabilidad con la ciudadanía que les escogió.

De esta manera buscan marcar una carta de navegación conjunta en temas como: la reforma al sistema de pensiones; impedir que en materia tributaria se lleven adelante modificaciones que reduzcan los recursos indispensables del Estado; no aceptar ningún retroceso a la Ley de Inclusión; construir acuerdos mínimos frente a la agenda laboral; ejercer la mayoría parlamentaria para que el Congreso abra espacios institucionales de diálogo con los Pueblos Indígenas, especialmente con el Pueblo Mapuche; promover un debate político riguroso como forma de responder al populismo y demagogia legislativa del Gobierno; legislar a favor del combate a la delincuencia con medidas integrales y efectivas y apoyar aquellas iniciativas que busquen una verdadera descentralización.

Si bien pareciera un decálogo de compromiso y de buenas intenciones, observamos un primer problema que enfrenta este acuerdo. Existe una ausencia total respecto de incorporar temas que apunten a la igualdad de género y al avance en derechos humanos de las mujeres, cuestión que llama considerablemente la atención en especial si es de público conocimiento que algunos de los partidos políticos que suscriben el Acuerdo se han declarado feministas.

Un segundo punto, y no menor, es respecto del distanciamiento entre una política que se hace preferentemente desde el Congreso en desconexión con las demandas ciudadanas, que entre otras se expresaron masivamente en la reciente Huelga General del día 8 de marzo donde las mujeres gritaban en favor de una vida libre de violencias y por una sociedad más igualitaria que termine con la precarización de la vida de las mujeres.

Otro aspecto es que tampoco contextualizan respecto del avance de los discursos fundamentalistas, cuyo objetivo es mantener la subordinación de las mujeres a sus roles tradicionales y el control sobre su cuerpo. Si esto no lo entienden los partidos de centro izquierda, entonces en el Chile de hoy, su discurso queda vacío, despolitizado, sin sujeto a de interpelación. En consecuencia, lo que vemos, es una insistencia en parlamentizar la política y dejar fuera la mirada de las áreas de género de cada partido donde priman los acuerdos de bancadas.

Tanto para los partidos y movimientos políticos que se declaran feministas o para aquellos que declaran que están por la igualdad de género, no es posible suscribir un acuerdo que nuevamente invisibiliza las desigualdades de un número importante de la población de este país: las mujeres. Por años han y hemos levantado la consigna #NoSinMujeres aun así son varios los legisladores que mantienen sus resistencias y alejadas sus voluntades en sostener un impulso que afiance las demandas y derechos humanos de las mujeres.

 

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