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Cultura

3 de Julio de 2019

Entrevista a la dramaturga Flavia Radrigán: “A veces me inspiran situaciones y otras veces obsesiones”

Tuvimos la oportunidad de entrevistar a la reconocida dramaturga chilena, en un momento importante en su carrera, con dos estrenos en Cartelera: Lear y El descanso de las velas. Esto fue lo que nos contó sobre su trabajo.

Por

¿Cómo surge Lear, El Rey y su Doble?

-Surgió porque un amigo actor me comentó que quería Lear, que hiciera una adaptación del Lear, y me entusiasmé y comencé a hacer la adaptación. Llegué a la primera reunión con el monólogo final, pero en ese momento no sabía que era el monólogo final, “pucha”, me dice “yo quería hacer el Lear” y le contesté que el Lear ya estaba escrito, ¿para qué lo iba reescribir de nuevo si ya estaba escrito. Pero me gustó, porque habían pasado Lear Shakespeare y me llamó la atención cómo según el estado, el romanticismo, le cambiaban los finales. Descubrí que había una primera versión que hablaba sobre el incesto, me y llamó la atención.

¿El descanso de las velas es de ese tiempo?

-No. El descanso de las velas es del 2013, es antigua. Es una obra antigua que escribí, más o menos, a los 40 años del golpe. Ahí andaba en la onda de la familia fragmentada. Y no pasó nada y me enojaba con las velatones. O sea, no enojarse, sino más bien, un dolor muy grande.

¿Cuáles son las temáticas que te gusta abordar en tus obras?

-Uno pasa por períodos, y aprendí que una obra es como tres obras, porque en una obra no se alcanza a abordar todo el tema. Entonces, siempre queda un poquito para la otra, son como coletazos. Sería terrible tratar de meter todos los temas todo en una obra. Es un poco cruel, porque una está colmada de cosas. Entonces, al principio, me dolía harto la familia. No por la mía, sino porque mis amigos venían de familias fragmentadas en los 80. Había, en mi entorno más los detenidos desaparecidos, la madre, el padre, los hermanos, y amigos. O sea, no había nadie que conservara lo que habíamos llamado núcleo familiar, con proyección, feliz. Entonces, en mi trayectoria de vida todos los fragmentos son esta historia. Toda la búsqueda es esta historia. Eso quedó en mí, profundamente. Era la recesión, era la pobreza terrible de este Chile donde estaba la dictadura con plumas. Y a los otros cabros que los sacaban de la universidad por estar protestando. La fragmentación era la historia y por eso ganaban, porque quebraban, quebraban, quebraban. Entonces, para mí eso quedó como temática, una deuda pendiente. Porque la gente tiende a aburrirse, y dice “¡otra vez!”.

Exactamente, nunca se va a acabar.

-Me preguntaron en una entrevista en la radio, qué se podía hacer para cambiar todo eso y es super simple ¡Digan dónde están! ¡Digan dónde están! Digan dónde están y listo. Si no, no hay justicia para nadie. Unos chivos expiatorios que tiraron por ahí. Es muy complejo ver que tu propio bloque, de esperanza o cifrado de esperanza, se fragmenta. Uno va y encuentra un pedacito de algo, un pedacito de un botón de Nácar, son cositas que se van uniendo y conformas un universo de desapariciones, de conexiones. Es intrincado, por eso abordo temas pequeños que son tan dolorosos, a veces.

Este año fuiste muy prolífica.

-No, no, no tan prolífica, pero se mostró así. Saqué un libro donde tenía todas las obras que había escrito hasta 2015. Que no había lucido porque exigía esta gran figura paterna, que se dio para cualquier cosa, y tenía ganas deshacerme de ese período, de esa invisibilidad. Y la forma más linda que tienen los artistas es escribirlo en un libro. Por eso cerré con el Lear, porque era la última obra que me habría la puerta a un nuevo lenguaje, a una nueva forma de escribir. Lear está ahí casi en borrador, no está terminado. Era mostrar lo que ya estaba escrito, y un poco este Lear nuevo. Fue muy impresionante ver una obra que fue el inicio de un cambio, ver una obra escrita en 2013. Uno se asombra de lo mal que la pasaba en esa época. El entorno, la emoción ambiente que había en esa época. Indistintamente, en la era de la época del exiliado, del furor del exilio.

Ahora vienen temáticas sobre el género, ahora viene una obra con temas de género, pero tengo que terminarla.

¿Cómo funciona ese proceso?

-Hay distintas maneras. Por ejemplo, cuando salió el libro, Javier Ibacache me propone montar Lear y lo montamos. Y él, precioso, se consiguió el financiamiento con Mauricio Novoa, de Quilicura. Ellos decidieron asumir el reto. Era la primera vez que lo hacían y ellos convocaron a la gente. Los otros montajes han sido Fondart porque no conozco otra forma financiamiento, aún.

¿El Fondart solo lo haces si tú buscas director o el director te busca a ti?

-No, yo lo hago. Busco al director, el director elige al elenco, y así.  Todavía no me han buscado para una obra. Buscaban a mi papá.

¿Cómo ha sido ese cambio para ti? Porque siempre has escrito, y has sido reconocida como dramaturga.

-Ha sido un cambio muy positivo para mí, muy positivo porque hay un momento en que uno duda, pero lo sigue haciendo, porque es lo único que uno sabe hacer. Yo no sé hacer otras cosas. Puedo hacer pan, puedo pintar una casa, pero no soy ingeniera. Me gusta la dramaturgia y “no estaba errada, era cierto”. Fue la constatación de que, hoy este país, “que a mí me castiga”, no es un castigo flagelante en lo absoluto, es inconsciente, por ser “la hija de”. ¿Cómo será para las otras mujeres? ¿Cómo será para las que no tenían posibilidad y se les ocurrió levantar la mano una vez en sus vidas?

¿Tú crees qué si hubieras sido hombre, habría sido distinto?

-No. Yo creo que igual habría estado a la sombra, pero quizás un poco menos. Lo hubieran encontrado choro. Pero yo era como ay, el Radrigán chico, anda con su papá haciendo talleres, tiene el complejo de Electra”. Alguien tiene que morir, metafóricamente hablando. Alguien tiene que morir. Yo había decidido no morir, iba a escribir igual y dije “me voy a tirar por la novela, a ver qué pasa”, pero nunca terminé ninguna novela.

¿Estudiaste literatura?

-No. Para nada. Yo había estudiado algo de pintura. Tú sabes que no se vive ni de la pintura, ni de la escritura. Y ahora, estoy reivindicando la profesión de dramaturga, así que soy dramaturga. La vida me enseñó a ser dramaturga. Estoy tranquila al respecto, porque ahora depende de mí, pero con mucha pena, porque alguien tiene que morir. Y veo otras muertes, por ahí. Y me gusta lo que está ocurriendo en Chile, me gusta harto.

Es bien increíble lo que está pasando. 

-Bien increíble, es bien fuerte y, todavía, hay una negación omnipresente, un tanque. Pero da lo mismo, porque ya explotó. Me gusta harto lo que está pasando, y creo que hay que hacerse cargo. Y la manera que tengo yo es escribiendo. Ese mi aporte.

¿Qué te decía tu papá sobre tu dedicación a la dramaturgia?

-Que lo hiciera, era super apoyador. Que le diera, que le diera, que le diera. Claro, no era culpa de él lo que ocurría. Que le diera, que lo hiciera. No, él no tenía problema alguno.

¿Tienes hermanos?

-Sí, uno. Se llama Juan, y una hermana que no conozco.

¿Y Juan a qué se dedica?

-Mi hermano es economista, ¡alguien que mantenga la casa!

Y tiene el mismo nombre

-Sí, pero mi papá no se llamaba Juan Radrigán, mi papá se llamaba Galvarino Radrigán.

Y pasado los años se cambió el nombre porque le pagaban a Juan Radrigán, no le pagaban a Galvarino. Y se cambió el nombre de grande, a principios de los 2000. Y después se arrepintió.

¿Qué opinas de lo que está pasando con la dramaturgia femenina? Todas las mujeres que están escribiendo teatro en Chile, actualmente.

-Yo voy a todas. Me encantan los trabajos de todas. Y estoy esperando que, además, de dramaturgas, que conozco varias, quiero que haya directoras.

Ahora, de hecho, te dirigió una mujer. ¿Cómo fue ese trabajo?

-Con Mariana estuve en el proceso, bien porque es una visión distinta.

Mariana tiene una sensibilidad increíble. 

-Increíble, increíble.  Hay algo en las directoras femeninas, se fijan en el detalle, ese gran, gran detalle. Cómo entender la obra, desde dónde viene. A mí me gusta harto lo que está ocurriendo con la dramaturgia femenina. Yo hago clases y todas las alumnas escriben, y escriben tan bonito, me gusta. Me gusta que las mujeres estén en la palestra, que esté la Isidora Stevenson, dirigiendo una muestra de dramaturgia, lo encuentro salvaje. Que escriba la Nona. Son tremendas mujeres, y tienen harto que decir. Yo las voy a ver, las sigo.

Carla Zúñiga.

-La Carlita, fue mi alumna, la conocimos en el taller con mi papá, hace tiempo. La Niña Horrible. Carla Zúñiga abrió un espacio. Abrió un espacio tan distinto, tan importante, tan necesario. Es como los Bonobo, me encantan los Bonobo ¿Sabes por qué los admiro? He visto harto teatro, y entendieron su lugar, entendieron su época y entendieron su edad. Entonces, la historia pasa por su cuerpo. El cuerpo-texto y, les creo todo. Creo en su visión y propuesta. Fueron muy inteligentes en su planteamiento. Los Contadores auditores, también marcaron. A renovarse ahora, no más. Me gusta Guillermo Calderón, harto.

¿Qué otro referente has tenido, aparte de tu papá?

-Mis referentes vienen de la narrativa. No es como tener a alguien exclusivo. Por ejemplo, un tiempo rallé con Faulkner, Caldwell, y Paul Auster llenó mi vida un tiempo. Conocí a su mujer, Siri Hustvedt. Lei sus poemas primero, después sus novelas y ensayos. El verano sin hombres, La mujer temblorosa. Jamaica Kincaid, también. Me gusta mucho la narrativa, porque siento que en el trabajo mental que debo hacer para la obra, la cuestión de la atmósfera, me ayuda más. Porque en el teatro yo no puedo describir una atmósfera, tengo que hablarla. En cambio, en las novelas están escritas. Entonces el trabajo de llevar eso a la palabra, me gusta. Y, además, en la novela encuentro más poesía.

¿Cómo funciona tu proceso creativo?

-No puedo tener rutina, aunque quisiera. Uno por la pega y, lo otro, porque en estos momentos veo a mi madre que tiene demencia senil. Entonces, son pedazos. Fragmentos, y tiempo. Ando con un cuaderno, y hago notas. Son fragmentos de espacio, porque tambien tengo que criar a dos hijos. Trabajas. Y me gustaba sentarme, cuando llegaba a las 7 u 8 de la noche, porque sentía que tenía tiempo, que podía amanecerme. Entonces busco esos espacios. A veces me inspiran situaciones y otras veces obsesiones. Por ejemplo, ya que estamos hablando de Las velas, hace muchos años yo hacía talleres en Balmaceda 1215. Y una vez llega una niña, una alumna, chiquitita, y tenía una lagrima tatuada en la cara. Estoy hablándote en los 90. No había visto nunca un tatuaje, los tatuajes son de ahora. Y ella escribía de forma muy dolorosa. Hasta que un día me cuenta que la madre se la pasaba al padrastro. Y en homenaje a ella hice un monólogo. No pude dormir en un mes. Y ese tema lo abordé de varias formas, trataba de ver a las madres con sus hijas. Fue mucho, mucho, mucho, mucho, la familia fragmentada. Y, por ejemplo, esa fue mi manera de hacerle un homenaje. No recuerdo cómo se llama, ya se me olvidó, y debe estar grande. Yo la conocí chiquitita, tenía como 15 años. Cuando iba a los talleres, recién estaba empezando Balmaceda 1215. La escribí en el año 2013.

Esa es mi forma de escribir. A veces, hay alguien que me cuenta cosas. Hay una obra, por ejemplo, una vez conversé con una chica que había matado al pololo porque “era de ella”. Era de ella, era su dueña. La chica debe haber tenido 21 años. Y eso me quedó pegado, pegado, pegado. La obra se llama Las historias privadas de Dios y la protagonista no deja morir al marido, no lo deja morir. Así me pasa, eso me intriga, el diario vivir, las noticias. Mis hijos se burlan porque le contesto a la televisión.

Cuando estás embalada con alguna una obra, y está lo de tu madre que es tu diario vivir, ¿decides cambiar el rumbo o la historia?

-Sí, para no luchar tanto con la energía, porque me cansó más. La psicóloga me enseñó que hay que despejar un poco. Hay momentos y momentos. Porque la gracia es que cuando me embalo sigo, y sigo. Y después, lo dejó ahí durmiendo. Y al otro día hago otra cosa y lo dejo durmiendo. En ese sentido lo logro unir bien. Y me gusta, por eso me gusta el teatro, porque los actores y el director completan el trabajo. Es maravilloso escucharlo en otras voces. A veces invito amigos a la casa y les pido que leamos. Entonces, eso me ayuda harto. Yo creo que es la gracia del teatro, comunicarse. Colaborativo, totalmente.

¿Hay algún actor, actriz, director o directora con la que te gustaría trabajar?

-No. Me evito hacer eso. Lo evito, porque el objetivo son distintos imaginarios. Entonces, si lo pienso me puedo contaminar con el estilo de dirección. Porque hay directores super buenos para la construcción de la escena. Entonces, trato de evitarlo para dejar esa sorpresa, me gusta la sorpresa. Me gusta esa sorpresa.

¿Hay algún director con el que has quedado más contenta?

-Con todas, con todos. Una vez hicimos una obra, Peligro de mí y recuerdo que el director, que ahora está en España, era muy, muy joven. Era un cabro que me había pedido la obra y yo le pasé la obra, y la obra era más grande que él.

¿Te dieron ganas de hacerla de nuevo?

-No, no la he vuelto a hacer. Tengo que ver con quién la voy a volver a hacer. Porque, también, pasa por eso, por edades. Ahí uno va descubriendo las temáticas. Me pasa cuando veo a actrices muy jóvenes haciendo una obra. Agárralo desde tu edad. Hay textos y textos, textos que requieren otras miradas. De verdad hay textos que sí creo que requieren una mirada de mujer o una mirada más masculina. Que bajan la emoción, que lo aterrizan.

Tú dices que ahora te interesa el tema del género ¿se puede saber algo de tu próxima obra, tiene que ver con esa temática?

-Pertenezco a esa generación intermedia, terrible generación. También, fui criada con harto machismo. Entonces, es la mezcla porque a mí me cuesta mucho el elles, porque mi educación fue el género como nosotros. Entonces, me cuesta saludar con elles, me cuesta, no es que no esté de acuerdo, sino que, cognitivamente, me cuesta incorporarlo. De eso estoy hablando porque no es que lo tenga incorporado. Y lo otro, es que trato de hablar, por ejemplo, en lo personal, y también reconocer la edad. Jamás me importó la vida sexual de las personas. Me da lo mismo. Que sea lo que sea. Nunca he tenido problemas con eso. Nunca. Entonces, también, me ha costado verlo como un problema.

¿No le tienes miedo a ninguna temática?

-No.

¿No hay nada que no puedas abordar?

-No, pero hay temáticas que hay que forzar para no saturarlo y sean aburridos. Por ejemplo, ahora, hablar sobre alguien que se declara homosexual no es temática. Ya no es temática. Ya nadie se fija, ya no importa. Entonces, es más profundo que eso. No importa quién sea, vienen otras cosas más atrás. Un ejemplo, los femicidios. Estoy totalmente en contra, pero como escritora debo abordarlo en otro lado. También existe la otra mirada.  Son grises. Entonces, tengo que tratar de mirar para allá, también estamos defendiendo. Dejemos una ventana abierta. Y eso cuesta. Y eso lo hago porque creo en la democracia.

¿Qué parte del proceso teatral, la dramaturgia es más desafiante para ti?

-El trabajo de mesa. Porque en el trabajo de mesa uno va y queda totalmente expuesto. Porque te preguntan por qué escribiste, y no hay respuestas lógicas. A veces pasa por una visión, un impulso. A veces pasa porque en el inconsciente uno lo fusiona. O estoy pasándole la cuenta a alguien y tampoco lo puedo decir. Esa es la parte más pesada del trabajo de mesa, es tratar de explicar lo que yo digo, y está siendo leído. Hay actores que me han enseñado mucho, actores y actrices que me han enseñado mucho, y vas entendiendo los procesos.

Te involucras en el proceso porque hay otros dramaturgos que entregan la obra 

-Es que aprovecho y por eso he aprendido mucho. Mucho con directores, que te acorralan. Por eso el proceso más nutritivo, para mí es el trabajo de mesa. Después, que vuele.

Para Descanso de las velas, ¿cómo decidiste incorporarte más a la música?

-No, eso fue parte de la propuesta de dirección de Mariana Muñoz

Es inevitable comparar que también la dirigió Mariana con Amores de cantina

-No, el texto era sin música, era a capela.

¿Las canciones se inventaron?

-No, son textos. Son textos y ellos decidieron cantar algunas.  Cantaron, primero, las acotaciones y después empezaron a cantar texto. Entonces, cuando yo escuché los textos cantados me emocionaron. Fue increíble. Era la apuesta de Mariana.

¿Te gustó cuando te lo propuso?

-Sí, muchísimo, muchísimo.

¿Qué te pareció hacer ese paralelo con Amores de cantina?

-Un homenaje. Lo encontré muy bonito para homenajear a mi padre. Para mí fue muy bueno.

Tú no tienes ese tema de desmarcarte.

-No, en absoluto. Porque no tengo ese rollo de desmarcarme, era solamente el respeto a la diversidad. Yo tengo rollo con el respeto. Si yo sé que era un monstruo, era eso. El aprendizaje para mí, es que yo no quiero ser un monstruo.  Homenajearlo es fantástico. Además, yo lo quiero mucho, lo admiraba mucho. Fue un hombre que no fue al colegio, y mi abuela le enseñó a leer y escribir. Le enseñó el amor por los libros y los amó de tal manera que no paró nunca de leer. Y, a nosotros, nos enseñó así. Nos pasaba un libro roto y teníamos que arreglarlo, teníamos que encolarlo. Entonces, también, nos enseñó lo que le habían enseñado a él con mucho amor.

¿Cómo ves tú futuro?

-Yo escribo. Mi ambición máxima es contar obras. La maxima ambición es que el Fondart lo permita. Es eso. Porque me permite ser más libre para la investigación, para meterme en los temas. Observar lo que pasa. Las marchas de mujeres me enseñaron mucho. Ahí hay harto tema porque las cabras corrieron. Y como no soy rápida, tengo una vida de trabajo.

¿Llevas la cuenta de cuántas obras has escrito?

-No, porque tengo pedazos.

¿Cuál es el porcentaje de las montadas?

-Casi todas. Lo que pasa es que en el libro no puse las primeras porque empecé de adelante hacía atrás. Y quedaron afuera las primeras como Díganle que ya no hay nadie y La culpa no es el muerto No las puse, creo que por pudor, porque como eran las primeras, uno las ve como obras chiquititas.

Este artículo fue publicado originalmente en Culturizarte, un blog chileno especializado en cultura. Si quieres ver contenidos culturales, visita www.culturizarte.cl.

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