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Planeta

9 de Julio de 2019

Palma chilena, un patrimonio natural frágil

La palma chilena ha sido protagonista en la historia natural de Chile y sin embargo es mucho lo que aún no sabemos de ella. ¿Sabías que puede vivir más de mil años o que no es un árbol, sino más bien un pasto gigante? Entérate de más detalles de esta palma endémica de nuestro país que hoy se encuentra en proceso de ser declarada como una especie en peligro de extinción.

Por

Por María Yolanda Errázuriz para nuestro medio aliado Ladera Sur

Es bella como ninguna
por altiva y por señora.
Todos los aires la buscan
por su resonar de velas
que silban o que murmuran
o rezongan, comadreras.

Con estos versos, Gabriela Mistral describe a esta planta nativa en su poema “Palmas”, que con su grandeza y singulares ramas adorna los paisajes mediterráneos de la zona central de nuestro país.

Jubaea chilensis es su nombre científico que le fue dado por los botánicos Humboldt, Bonpland y Kunth aparentemente por la forma de su copa, como penacho de un yelmo (juba), de acuerdo a lo que especifica Adriana Hoffmann en su libro Árboles urbanos en Chile. Aunque también hay quienes aseguran que se le dio en honor al Rey de Numidia, Giuba, del siglo I a. C.

La palma chilena es endémica de Chile continental y una de las palmeras más australes del mundo. Se presenta en valles estacionalmente secos de la cordillera de la Costa en la zona central, en donde se distribuye en forma natural entre la Serena y Talca. Sus principales bosques o palmares los puedes encontrar en la Región de Valparaíso en el valle de Ocoa donde se encuentra el Parque Nacional La Campana, que cuenta con una de las mayores concentraciones de esta especie; y en la Región de O´Higgins, en el Parque Nacional de Palmas de Cocalán, en donde hay muchos ejemplares milenarios.

Aunque, lamentablemente, la mayoría de sus poblaciones se encuentran fragmentadas y bastante disminuidas. Hoy se estima que esta planta no contaría con más de 12 poblaciones en el país sumando 120.000 individuos. Es decir, no más del 2,5% de la población que existía a comienzos del siglo XIX. Lo peor, es que la gran mayoría de las palmas serían ejemplares adultos de bastante edad.

La recolección desmedida de sus frutos y recursos hicieron que esta planta se redujera considerablemente a lo largo de los años.  Durante el 2008, la palma chilena adquirió la categoría de conservación vulnerable, ya que –de acuerdo a diferentes estudios científicos– su zona de ocupación disminuyó aproximadamente en un 50% en los últimos 300 años.

De acuerdo a la CONAF, las tres principales amenazas que afectan en la actualidad a la palma chilena son la extracción desmesurada de semillas, la presencia de ganado que se alimenta de sus brotes, y los incendios forestales.

A estos factores se le suma otro tipo de circunstancias: la zona central es uno de los lugares más intervenidos del país en donde se han situado grandes ciudades y se han limpiado cerros para fines agrícolas, degradando el hábitat natural de esta planta a lo largo de la historia.

Bajo este escenario, la CONAF a mediados de agosto del año 2017 entregó al Comité de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente, una ficha para cambiar a la palma chilena de categoría “vulnerable” a “especie en peligro de extinción”. Sin embargo, la evaluación aún está en proceso  y no se ha definido el eventual cambio de categoría de conservación.

Otras curiosidades de la palma chilena

Muchos desconocen que esta palma no es considerada un árbol, ya que su tronco no es de madera sino que está compuesto por fibras, por lo tanto, por definición se trata de hierbas o pastos gigantes.

Dentro de las características principales de la palma chilena está su tronco cilíndrico, de color gris, que puede alcanzar hasta 30 metros de altura y un diámetro de base de 70 centímetros. Sin embargo, para que esto suceda deben pasar cerca de 150 años, pues una de sus singularidades es su lento crecimiento, tanto así que recién a sus 60 años alcanza su edad reproductiva.

Sus hojas de color verde, que pueden alcanzar cerca de dos metros y medio de largo, se agrupan en la parte alta de la planta formando una amplia corona y, entre ellas, se encuentran las semillas de la palma chilena: el famoso coquito.

Muchos sabrán que esta semilla es comestible pues, quién no se ha dispuesto a romper con piedras su duro cuesco. Los coquitos de palma chilena son utilizados muchas veces para fines gastronómicos, principalmente en pastelería y confitería. También el aceite de esta semilla es utilizado muchas veces para fabricar jabones y cosméticos.

Al igual que el consumo de estos coquitos, existen otros usos que se le da a la palma chilena, como lo es la extracción de savia para la producción de miel que se ha mantenido como una actividad tradicional desde los tiempos de la colonia. Los principales productores de miel de palma son La Hacienda de Cocalán y Ocoa.

Antiguamente, para la extracción de la savia se derribaba la palma para que ésta escurriera su jugo a través de los palmitos. Pero en la actualidad, esta cosecha se hace mediante una extracción lenta sin sacrificar a la planta. Consiste en un proceso sustentable por una técnica que permite el lento goteo de la savia, conservando la vida de la planta.

Si piensas plantar una palma chilena,  te recomendamos para tener una germinación exitosa  seguir la recomendación que Adriana Hoffmann comparte en su libro “El árbol urbano en Chile”, donde especifica que por la excesiva dureza de las semillas deben perforarse y ablandarse en agua tibia antes de ser sembradas. Las semillas comienzan a emerger a los 9 meses, ocurriendo la mayor germinación a los 20 meses aproximadamente.

Este artículo fue publicado primero en nuestro sitio aliado Ladera Sur,

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