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Entrevistas

23 de Agosto de 2019

Carlos “Tanque” Campos, ídolo de la U: “Le tengo mucho miedo a la enfermedad y a la muerte”

Con 82 años, el Tanque está completamente lúcido. Me habla con memoria enciclopédica tanto de partidos que pasaron hace 60 años como del último cotejo de la U, que por estos días está disputando el descenso. Me muestra una colección de la revista Gol y Gol que una de sus hijas encontró en la basura. Allí, hay varios artículos con él como protagonista, que recuerdan sus tiempos gloriosos como máximo goleador histórico del cuadro laico, ariete del legendario Ballet Azul y miembro de aquella selección chilena que conquistó el tercer lugar del Mundial del ‘62. Hoy camina con ayuda de un bastón y tiene una vida solitaria en su casa en Ñuñoa. “No he salido en los últimos cuatro meses”, cuenta. Una mujer de nacionalidad venezolana le ayuda con el aseo tres veces por semana. Sus hijos y nietos se dan el espacio para ir a verlo, pero nada es lo mismo desde que murió su esposa.

Por

Vine porque me dijeron que usted tenía “memoria de elefante”.
-Así es, me acuerdo de todo. Aunque ahora estoy un poco complicado…

¿De salud?
-Sí, ya no tengo meniscos en ninguna de las dos rodillas. Hace un año y medio que murió mi señora. Estoy solo acá, vivo solo.

¿Cómo enfrentó la muerte de su señora?
-Todavía no lo puedo superar. No sé si siempre será así, no he podido nunca conversarlo. Tengo un amigo que le pasó lo mismo, pero no tengo tanta confianza. A mí me ha importado mucho la familia, los hijos. Con mi señora cumplimos 52 años de casados. La echo mucho de menos.

¿Pero es bueno para llorar, para expresar su pena, o se lo guarda? 
-Lloro poh. Sabía que me ibas a hacer llorar (se ríe mientras le caen unas lágrimas). Mi nieto a veces me dice “pero cálmate, tata”. “No puedo”, le digo. No hay caso. Mi hija me dijo hace unos seis meses “papá, tienes que acostumbrarte a vivir solo”. Puta que es fácil decirlo.

Además, su matrimonio fue bastante especial, porque se tuvo que posponer por un partido contra Colo Colo.
-Esa es la anécdota más grande que tengo.

¿Se enojó mucho su señora?
-Bueno, tenía su genio. Lo que pasa es que en esos años había que pedir permiso a los dirigentes. Para esa fecha tocaba un partido con Colo Colo, ellos sacaron la cuenta, pero me dijeron que se iba a jugar antes o después. Era el 20 de enero, día del roto chileno. Pero 15 días antes me dijeron: “Carlos, no te puedes casar, cambiaron el partido”. En la Iglesia no tuve problemas, porque el cura era amigo mío. Yo era del barrio Independencia, le fui a hablar y me dijo “no te preocupes”.

¿Era chuncho el cura?
-Claro, era chuncho (se ríe). En todos lados salió que yo cambié el matrimonio para poder jugar contra Colo Colo. Y dio la suerte que le ganamos 6-3. Yo hice tres goles y cuando volvía del arco sur celebrando el gol pasaba por la barra de Colo Colo. Toda esa galería era para ellos y me gritaban: “Por qué no te fuiste a casar, conchetumadre”. Yo pescaba las naranjas que me tiraban, me las comía y se las tiraba de vuelta. Al otro día, íbamos por Ahumada con mi señora vestida de novia. Empezamos a comprar los diarios y ya era una teleserie en todos lados. Lo que pasa es que yo siempre le hice goles a Colo Colo.

Es goleador histórico, ni siquiera Paredes lo ha alcanzado. 
-El otro día me preguntaron por Paredes. Yo le dije “bueno, pero contemos los goles de jugada, no de penales ni tiros libres”. Quedó la cagada. Pero es la verdad. Yo tengo 197 goles, pero solo de jugada. Que la hueá me pegara en la cabeza es otra cosa (se ríe).

¿Nunca le pegó a los penales?
-No, pero yo tengo que decir la verdad. Estaba el cabrón de Leonel (Sánchez). Él pateaba los penales. La otra vez me preguntaron lo mismo y respondí que era un cabrón. Salió en la prensa. Leonel me encontró después y me dijo “oye, hueón, qué me estai pelando”. “Pero es la verdad, si erai cabrón, pescabai la pelota pa voh nomás”, le digo yo (se ríe a carcajadas. Luego se recompone y suspira). Lo que pasa es que tengo una vida preciosa. Tengo lindos hijos, lindos nietos. Ando con el bastón y ya no me caigo tanto. Pero estoy muy solo aquí.

¿Cómo es su día en esta casa?
-Estoy aquí. Nada más. No me dejan salir. Solo cuando voy al médico o alguna cosa que me invitan, del Mundial del ‘62, un homenaje, en fin. Pero ahí yo pido locomoción, porque ya no manejo. En el fondo, estoy inválido. No puedo salir. Salgo aquí a la calle, me subo a un auto y me llevan. Después, tengo que volver a estar en la casa y nada más. Hay días que no me levanto. Llevo como cuatro meses sin salir.

¿Al estadio tampoco va?
-No, porque me cuesta subir las escaleras. La otra vez la U nos hizo un homenaje en el estadio, yo tuve que salir con el bastón, poh hueón. No me gusta que me vean así, la verdad es esa. No quiero que me vean tan cagao, porque apenas camino. Subir las escaleras para mí es un suplicio. No voy al fútbol, pero concurro al CDA donde entrena la U. Los días lunes juegan puros exjugadores y me invitan. Fíjate que es rico ir. Me viene a buscar Nelson Gallardo, que vive aquí cerca. Esas dos, tres o cuatro horas lo paso bien.

Siento que puede hablar con propiedad de lo que significa ser anciano en Chile.
-Yo conocí muchos políticos cuando jugaba en la U. Ellos echan a perder todo, sobre todo para los adultos mayores. Unos años atrás tuve una urgencia. Vino una nieta a tomar desayuno conmigo y me dio una cuestión rara. Me llevaron a la clínica, donde me atienden el descueve. Pero, ¿y las otras personas? ¿Si yo no tuviera medios para irme a atender ahí? Aquí la tercera edad está dejada de lado. Nada está hecho para los adultos mayores, ni las calles, ni los buses. Los choferes respetan poco a la gente de edad. Bueno, no hay que salir nomás, como me dice mi hija. Esa vez me hicieron unos exámenes, me vio un médico y tenía un problema al oído medio. Tengo cortado el tímpano. Me pegaron un codazo cuando jugaba. Mi hija pagó con mi tarjeta y me dijo que salieron 500 mil pesos, más la consulta con el otro doctor, 200 lucas más. ¿Quién tiene 700 lucas para poder atenderse con un médico?

¿No le ha tocado sufrir alguna crisis complicada?
-No, por suerte. Ninguna cosa. Me operaron de la próstata, de las rodillas. Yo estoy tranquilo porque cualquier cosa, me llevan al tiro. Pero le tengo mucho miedo a las enfermedades.

¿Y a la muerte?
-Más miedo todavía (se queda pensando) A mi señora… puta que la echo de menos. Rezo todas las noches. Pero son las cosas de la vida.

EL MAL MOMENTO DE LA U

¿Ve seguido a sus hijos, sus nietos?
-Sí, también tengo un bisnieto. Un puta madre, más malo que la cresta.

¿Y sus compañeros del fútbol?
-A los del Mundial del ‘62 nos hicieron un homenaje hace poco en la Municipalidad de Quilicura. Fue bien bonito, pero quedamos pocos ya. Fuimos cinco esa vez. “Chita” Cruz, Leonel, “Checho” Navarro, Jorge Toro y yo. Manuel Astorga tenía un compromiso. El “Pluto” Contreras está muy mal, vive en Puente Alto. El “Negro” Eyzaguirre vive en Algarrobo y nos invita. Yo he ido a su casa. Adán Godoy está en Vallenar. Sergio Valdés falleció. Manolo Rodríguez también falleció, tenía el Parkinson.

¿Y los de la U?
-El lunes los veo cuando voy. Pero todos son menores que nosotros. Nelson Gallardo, Alberto Quintano, Lulo Socías.

Con Quintano alcanzó a jugar, ¿cómo eran esos entrenamientos?
-Más las patás que me pegaba (se ríe) está fregado de las rodillas también.

¿Cómo se ha portado la U con usted?
-Te cuento que cuando falleció mi señora, de la U llamaron a mi hija y me mandaron dos millones de pesos para los gastos del funeral. Por eso cuando me invitan a cualquier cosa, yo voy. También mandaron a hacer una U gigante de flores. Un arco del triunfo. Cuando la vi no lo podía creer. Era preciosa, pero después no teníamos cómo llevarla a Putaendo ¿Sabí lo que es viajar con esa U en una camioneta? Llegamos y la gente estaba admirada. A mí me impresionó. Me dijeron que la hicieron en la Pérgola de las Flores, estuvieron trabajando toda la noche. La idea fue de Carlos Heller. A él lo conozco cuando tenía 13 o 14 años, porque su papá era dirigente nuestro. El Cucho Heller, que era agente de un banco. Él me sacó mi primera cuenta corriente. Una vez fuimos como 12 jugadores de la U a su casa. Ahí vi por primera vez cómo vivían los ricos. Yo no tenía buena pinta, pero nos hicimos buenos amigos. Una vez saludé a su señora, Liliana, la madre de Carlos Heller. “Hola, ¿cómo le va?”, le digo. “Ahora me saludai voh. Después que andai de lacho con mi marido para todos lados…”, me dijo. “¿¡Yo!?”.

Usted se puso serio.
-“No, señora Liliana, no me venga nah con cuestiones. Se lo digo sinceramente”, le dije. Además, yo era jugador, ¿cómo iba a salir con un dirigente? Nada que ver. Yo torrante y él con todo lo que tiene.

¿Ha visto ahora a la U? Está en un momento complicado…
-Muy complicado. El otro día hablé con el presidente, (José Luis) Navarrete, y me preguntó “¿qué piensas tú?”. Le dije que solamente depende de los jugadores. Se vio que el entrenador (Alfredo Arias) era una mierda. Ojalá que (Hernán) Caputto los motive bien. Pero los únicos que nos pueden sacar de esto son los jugadores. No la barra, ni los diarios.

¿Qué le pasa con la suplencia de Johnny Herrera?
-Yo decía que (Arias) cometió un gran error al tirar a Herrera para el lado. Es el mejor arquero de todos los que hay en Chile. Es una falta de respeto. El otro día estuvimos conversando con Johnny y le dije: “Todos hemos pasado por eso, hueón”. A mí me trajeron nueve centrodelanteros y salí adelante. Al final le gané a todos los hueones. Johnny es una persona muy especial, pero ataja mucho. Yo no puedo cambiar la opinión de los entrenadores, pero no he visto un hueón más malo que el que estaba en la U (Arias) ¡Cómo no le tira un par de puteadas! Para ser entrenador de la U hay que ser un gallo especial. Ojalá que a Caputto le vaya bien, porque hizo un buen trabajo en las inferiores de la selección.

¿Cómo ha visto a los delanteros de la U?
-Al único que ubico es al pelaito, a (Leandro) Benegas. El entrenador siempre lo sacaba y no hay que sacar nunca a los goleadores. El otro día me fue a saludar, me abrazó y le dije “mijito lindo, hágale empeño. Haga goles, para que este viejo hueón se convenza de que usted es el goleador”.

A usted le trajeron nueve centrodelanteros para quitarle el puesto…
-Lucho Álamos me conoció de cabro chico. Yo tenía confianza con él, pero nunca me pudo sacar. Trajo al “Pocho” Ferrari, pero me quedé. El único que era bueno bueno bueno era el Flaco (Jorge Américo) Spedaletti. Cuando lo vi jugar, dije: “Con este hueón me voy”. Era extraordinario.

Mi abuelo era hincha de Everton y le encantaba Spedaletti.
-Yo te digo que aquí en Chile nunca ha habido un delantero con la habilidad de él. En la U nos hicimos muy amigos. Era muy bueno. Cuando lo vi, dije: “Aquí cagué”. Ahí me retiré, después de 33 años en la U.

LA ROJA

Le tocaron dos de los mejores entrenadores que ha tenido Chile: Fernando Riera y el Zorro Álamos.
-Don Fernando… la del Mundial del ‘62 fue una experiencia tan rica, hueón. Terminamos el Mundial con más ganas de jugar fútbol, con más personalidad. Don Fernando era fregado, mal genio, solo. Era una persona tan perfecta. La última noche nos echó a todos, dejamos la cagá. Tenía una disciplina tremenda. Así llegamos a ser lo que fuimos.

Dejó afuera de la nómina a Enrique Hormazábal, que era uno de los mejores de ese tiempo…
-Cua Cua Hormazábal era bueno, pero la disciplina es lo primero. Te voy a contar una anécdota. Yo era compañero de habitación de Jaime Ramírez y estábamos en Algarrobo después de una gira a México con el Ballet Azul, donde me desgarré. Jaime no era un hueón pelusa, pero era caliente. En la noche se iba para El Quisco, porque tenía amigos allá. Llegaba don Fernando a las 10 y golpeaba la puerta. “¡Permiso!”, decía y entraba. “¿Y Jaime no ha llegado? ¿No está en el baño?”. “No, don Fernando”. Al final llegaba como a las 11:30 de la noche. Me golpeaba la ventana el culiao. “Negro, ábreme la ventana, hueón”. Cuando íbamos a volver a Santiago, dejamos los bolsos en el living y don Fernando nos dice: “Muchachos, les puse el programa ahí. Esta semana tienen libre para que descansen, porque el lunes nos concentramos en Pinto Durán. No hay permiso para nadie. Se los advierto. Y quiero comunicar que el señor Jaime Ramírez está eliminado de la selección. Usted sabe por qué”. Hubieras visto la vuelta en el bus. ¡Nadie hablaba! Jaime era lo mejor que había. Algunos me preguntaron si era para tanto, y yo les contaba que nunca llegó a la hora. Llegaba a las 12 de la noche, le abría la ventana y se tiraba de guata. Al final nombramos una comisión para ir a la oficina de don Fernando, ahí en Huérfanos con Ahumada, para que perdonara a Jaime Ramírez. Éramos cinco. Nos dijo: “Por última vez, nunca más voy a perdonar a nadie. Ustedes saben que la disciplina es importante. Además, hacía dormir mal a Carlos, que era su compañero de habitación. Llegaba arrastrándose a las 12 de la noche”. Al final lo convencimos. “Avísenle a Jaime que lo espero a las nueve”, dijo. Don Fernando era así, era una gran persona, a mí me tenía muy buena. Yo nunca cometí estupideces, nunca llegué atrasado a los entrenamientos. Te digo una cosa, el tercer lugar en el Mundial fue solamente por él. Por lo que él hizo.

Se le ha comparado mucho con Bielsa.
-Eso dicen. Yo no conozco a Bielsa, pero don Fernando era muy especial. Con todo lo fregado que era, terminabas siendo amigo de él. Cuando llegó a la U después, me pidió que fuera su ayudante en la mañana. Nos trataba bien, pero puta que era mal genio. Dicen que al único jugador que perdonó fue Jaime Ramírez.

¿Cómo ha visto las peleas de la selección actual? ¿Entre Arturo Vidal y Claudio Bravo?
-Eso no pasaba. ¿Sabes una cosa? Ahí hay hueones que se creen el hoyo del queque, porque ganan mucha plata. Son estrellas y todo. Pero no puede haber una cosa así contra Bravo, si es compañero de ellos. Es el mariconeo más grande que hay. Vidal hace la hueá del casino curao, no lo traigo más. Es un mal ejemplo para todos. Aunque sea lo más extraordinario que hay. Fíjate que el Alexis (Sánchez) es tranquilo, pero Vidal… El barrio donde naciste no lo puedes olvidar. Hay jugadores que son cabrones, mala leche. Como tiene plata, tiene las mejores minas y es estrella. Ahora mismo el entrenador del Barcelona dice que es lo mejor que hay, pero como persona no me llena.

Algunos posicionan a Arturo Vidal como el mejor jugador chileno de la historia, más que Leonel Sánchez y Elías Figueroa.
-Por ser un mediocampista que tiene un gran nivel en Europa. Pero si se cuidara más, sería extraordinario. Es bueno, es fuerte, pelea y va para allá y para acá. Es un buen jugador. Y el Alexis, no me vengai. Tiene cada jugada… ¡Cómo le pegan tantas patadas!

¿A quién lo encuentra parecido de su tiempo?
-A nadie. Jaime Ramírez era hábil, jugaba por los dos lados. Leonel no era tan hábil, pero era el mejor wing izquierdo y era guapo. Pegaba el combo al tiro. En un partido contra Lota Schwager le pegó al ídolo y entró todo el estadio a pegarnos, tuvimos que salir arrancando por su culpa. Tuvimos que pedirle a Carabineros para que nos fuera a dejar a la estación y tomar el tren. Lo que pasa es que Leonel vivía cerca del zanjón de la aguada. El papá fue boxeador y le enseñaba.

¿Qué le parecen los delanteros de ahora? ¿Eduardo Vargas o Nicolás Castillo?
-Ya no hay nueves. Casi no hay centrodelanteros, algunos aparecen de atrás, por las orillas…

¿Vio los partidos de la Copa América?
-Sí, todos los partidos internacionales los veo.

¿Reinaldo Rueda lo convence?
-Yo creo que es muy buena gente. Es muy suave y para ese lote hay que tener mano dura.

A usted lo criticaban porque era medio “tronco”, medio tieso.
-Tronco útil, les decía yo (se ríe). Salía campeón y nadie decía nada. Todos me echaban tallas, pero al final terminaba jugando yo. Si hacía goles, Álamos no me sacaba.

¿Cuál fue el momento más feliz de su carrera?
-Los clásicos universitarios. Jugar un clásico universitario era una cosa de otro mundo.

¿Más que contra Colo Colo? 
-Más que Colo Colo. Los partidos con Católica eran con fiesta, con todo. Además, cuando dije que me retiraba, los dirigentes me dijeron que la despedida fuera en el clásico universitario nocturno de este año. Eran preciosos los clásicos nocturnos. Fue en el Estadio Nacional. Fue fabuloso, pero se subió una mina a entregarme un reconocimiento y se cayó. Me va a entregar la cuestión y se cae, hueón.

¿Cuál es la mejor selección?
– Esta es la mejor selección chilena.

¿Más que la del Mundial del ‘62?
-Sí, todo lo que han ganado, son lo mejor que hay. Todos jugando en Europa. De nosotros, ¿quién jugaba en Europa? Jaime Ramírez y nadie más. A Leonel lo quisieron llevar, pero fue a hacer puras cagás allá. Jorge Toro estuvo en la Sampdoria. Pero sinceramente, la selección de nosotros fue muy especial. Íbamos todos a todos lados. Ahora solo quedamos cinco.

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