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Opinión

9 de Octubre de 2019

Mi maternidad enjuiciada por la violencia institucional de género

Agencia Uno

El sistema judicial nos culpabiliza a nosotras por la violencia que vivimos, nos culpa de no proteger a nuestros hijos de sus padres, nos culpa de no tener mejor situación económica cuando somos cuidadoras principales de niños cuyos padres prefieren pagar altos honorarios de abogados antes que pagar pensión de alimentos.

Valeria Arancibia
Valeria Arancibia
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Mi nombre es Valeria Arancibia, tengo 36 años, madre de dos hijos, de quienes siempre he ejercido su cuidado principal en su crianza. 

No planifiqué ser madre, no elegí a los padres, ni menos pensé que podría ser víctima de violencia intrafamiliar. Asumí la maternidad, protegiendo con mi vida a mis hijos de sus propios padres/agresores, quienes hoy me acusan de lucrar con ellos por exigir pensión alimenticia. Los golpes que sufrí por parte de uno de ellos me dejó una lesión cervical, que produce que mi mano derecha nunca dejé de temblar, perdiendo por ello mi trabajo, deteriorándose nuestras condiciones de vida y condenandome al maltrato de la violencia económica.

Marcha feminista
Agencia Uno

Nuestra historia se encuentra marcada por largos años de judicialización. Acudí a la justicia estatal por protección y ayuda y paradójicamente terminé más cuestionada y maltrata, incluso en mi calidad de madre, de cuyos hijos podría perder el cuidado principal a manos de mis agresores, quienes siguen ejerciendo violencia mediante la justicia patriarcal. “Justicia” que reproduce el machismo, alimentando una violencia institucional contra las mujeres que hemos sido víctimas de violencia de género, promoviendo, cotidianamente, la impunidad. 

En los tribunales de familia encontré un cuestionamiento permanente a mi testimonio, presunciones de falsedad, presiones para que me desistiera porque debía pensar en “mis hijos”, acusaciones de operadores de justicia y profesionales de dispositivos estatales de evaluación de “habilidades marentales” (SML,PPF, DAM, profesionales privados, entre otros) -que actúan como paladines del patriarcado, maltratando a las mujeres madres-  acusándome, como a muchas otras, de instrumentalizar a mis hijos para sacarle plata a los hombres. Mediante una reproducción burda de estereotipos de género llenan sus informes periciales, sin buscar siquiera el historial vital, realizando entrevistas de 5 a 10 minutos que terminan proponiendo que los niños estarán mejor con el padre porque tiene mejor situación económica y porque la madre no ha sabido protegerlos de la violencia intrafamiliar de la cual ha sido víctima, por parte del mismo padre, que recomiendan que deben quedarse sus hijos.

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Agencia Uno

Por buscar ayuda al problema (vulneración de derechos de mis hijos y VIF) el remedio resultó peor. El sistema judicial nos culpabiliza a nosotras por la violencia que vivimos, nos culpa de no proteger a nuestros hijos de sus padres, nos culpa de no tener mejor situación económica cuando somos cuidadoras principales de niños cuyos padres prefieren pagar altos honorarios de abogados antes que pagar pensión de alimentos, cuyos padres se desligan del cuidado y crianza cotidiana porque cumplen con “verlos” en las visitas. Nos tratan como locas y malas madres por alegar derechos, y nos alientan a ser sumisas, pasivas e ignorantes si queremos conservar a nuestros hijos. 

Obligan a mi hijo a relacionarse con su abusador sexual porque hay que cumplir la revinculación con el padre. Obligan a mi hija de dos años a revincularse con su padre, -alcohólico-, aún cuando él la trataba de “guacha de mierda”.

https://www.instagram.com/p/B3PRWDupYFW/

Estas son las múltiples caras de una de las violencias más invisibles y dramáticas: la violencia de género institucional donde el agresor encuentra resguardo del Estado y sus agentes, quienes normalizan y justifican el maltrato machista.

Hoy, cuento con el apoyo y la representación legal de AML Defensa de Mujeres, con quienes aprendí que existe esta violencia. Por una falta grave de formación de los operadores jurídicos se replican estereotipos y mitos sobre lo que debemos ser las mujeres, y las mujeres/madres. Aprendí que no estaba loca, ni sola en esta lucha, que no podemos seguir permitiendo que las mujeres que hemos vivido violencia machista nos empujen a abandonar nuestros procesos judiciales, porque así se produce el abuso de impunidad, tanto del maltratador como del Estado y su justicia patriarcal.


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