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Reportajes

16 de Noviembre de 2019

El crudo relato de Rodrigo Vergara, amigo del fallecido Abel Acuña, sobre la represión sufrida cuando se intentó reanimarlo en la “Plaza de la Dignidad”

Vergara comenta que estuvo siempre con el fallecido, en todo momento, y califica de inhumana la actitud de carabineros que, acusa, atacó incluso al personal del SAMU. Al mismo tiempo descarta que se haya producido una caída o golpe.

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“Lo que pasó ayer fue el tercer viernes que nosotros asistíamos a las manifestaciones” cuenta Rodrigo Vergara, amigo desde más de 10 años del fallecido Abel Acuña, quien murió anoche tras un accidente cardíaco en la Plaza de la Dignidad.

Lo que viene, es la transcripción del crudo relato de lo que ocurrió este viernes en la noche y terminó con la muerte de Abel Acuña:

“El primer viernes que fuimos a las manifestaciones, se sentían lacrimógenas como cada 15 minutos. Llegamos como a las cuatro de la tarde. Ya habían señoras, niños. La marcha estaba convocada para las cinco de la tarde y ellos ya estaban tirando lacrimógenas de antemano, pero eran como cada 15 minutos. Ese primer viernes era bicarbonato agua y santo remedio. Entonces pudimos seguir, llegar tarde a la casa y bien.

El segundo viernes, el bicarbonato y agua ya no hacía efecto. Algo más había. Eran también como cada 15 minutos, pero había que aguantar porque ese remedio ya no hacía efecto.

Ayer, el tercer viernes, las lacrimógenas eran permanentes. No había un momento en que tu pudieras respirar y el agua te hacía peor. Cualquier cosa te hacía más mal. Era permanente, a cada momento. Nunca podías estar tranquilo. En eso dimos vueltas, estuvimos saltando cuando empezaron a tirar fuegos artificiales y toda la alegría. Después de eso él me dice me siento mal, caminamos como 10 metros me tomó y se iba a desvanecer, entonces yo lo senté en la cuneta. Lo recosté, en ningún momento se golpeó, nunca. De hecho la autopsia de él avala eso, o los mismos médicos (dicen) no tiene ningún golpe.

En eso llegó gente y apuntaban hacia el lugar donde estaba la Cruz Roja. Lo tomamos entre todos, avanzamos unos cinco metros, había una loma y ahí quedó entre comillas cómodo en el suelo. Ahí llegó la gente de la Cruz Roja, que sabían reanimar y lo que se necesitaba en el momento.

Empezaron a reanimar, una niña le hizo respiración boca a boca y en eso yo estaba atrás sin saber que hacer, mirándolo. Habían dos niñas y me decían estamos contigo, tranquilo, tu hermano se va a salvar y los de la Cruz Roja saben qué hacer.

Hicimos un cordón, los que estaban fuera alertaban que algo pasaba dentro del cordón. Pasaron dos o tres minutos y llegó personal del SAMU, que eran más profesionales, con una camilla, equipados. Se hicieron cargo, hicieron reanimación y todo lo que profesionalmente saben. Me dijeron flaco, calma porque la ambulancia viene. Yo tenía esa preocupación porque no tenía señal y nadie tenía. Ellos dijeron que la ambulancia venía y habrán pasado dos minutos más y llegó.

En el testimonio de ellos dicen que ahí lograron reanimarlo, ellos, los del SAMU. Que lograron sentir vida, pero no pudieron seguir trabajando ahí. Profesionalmente quizás les era más cómodo trabajar ahí, bajar lo que necesitaban de la ambulancia y trabajar ahí.

https://twitter.com/Claudia_Sarti13/status/1195742224161689600

El comienzo de la represión

Pero Carabineros inhumanamente hizo lo contrario a lo que tenían que hacer. O sea ellos se acercaron y todos volaron. Se fueron los particulares, quedamos la gente del SAMU, yo, de la Cruz Roja y unos cuantos más. Porque Carabineros llegó reprimiendo, a todos, incluso a los del Samu, a mi y a Abel. Llegó una lacrimógena como a medio metro de nosotros. Nos tragamos esa lacrimógena, yo sentía que no veía nada, yo quería verlo a él, no quería perderlo de vista. Esa lacrímogena me dejó mucho rato sin ver, esos segundos fueron horas, eternos, los que pasaron ahí tratando que llegara la ambulancia, que tuvo que darse la vuelta por la rotonda y se estacionó como a cinco metros de nosotros. No pudieron seguir reanimándolo ahí, porque nos tiraron agua, la lacrimógena que te digo, agua de nuevo. En eso que levantaron quedaron todos mojados.

El guanaco incluso siguió tirando agua cuando iban avanzando (el personal del SAMU) hacia la ambulancia, y le tiró agua al carro (Ambulancia) que tiene sus luces y reflectantes. Hasta al subir siempre tiraron agua.

Ya arriba, yo también subí, les era mucho más difícil trabajar, por el movimiento. En el suelo estaban más cómodos que arriba de la ambulancia. La que obviamente iba rápido a la Posta Central. De pronto trataban de poner un tuvo y se movía. Luego todo quedó en manos de los médicos.

Yo estuve con él siempre, incluso en la posta. A mi fue el primero al que le informaron. Yo estaba fuera de la puerta, no me moví. Cuando me comunicaron que estaba mal yo trataba de comunicarme con el hermano, porque al papá tampoco lo pude llamar. Entonces llamé a mi hermano y él fue a buscar al hermano del Abel y ahí fueron para la posta.

Después me dijeron “Flaco, falleció” y ahí ya no sabía qué hacer. Solo llamaba a mi hermano diciéndole que se apure. Ahí llegaron y todo fue pena y llanto.

Sobre Abel

Él decía cuando salíamos, yo ando contento, yo ando feliz. Siempre, siempre así. En las protestas él tenía más ganas de gritar que yo.

A mi afortunadamente igual me ha ido bien en este país. Soy chileno, donde esté siempre voy a ser chileno y me ha ido bien, pero yo obvio que tengo ganas de reclamar. Tengo trabajadores, soy contratista. Ninguno de ellos gana el mínimo. Lucho porque siempre vi a mi mamá luchar, porque siempre vi la injusticia. Lo que significa la AFP o ese tipo de burlas que tenemos, obvio que te dan ganas (de reclamar). Él tenía más ganas que yo, era estudiante. Su familia son exiliados políticos, entonces él era el que decía vamos.

Espero justicia, obvio, que paguen. Para la mamá y para la tranquilidad de nosotros. Justicia, que es lo que corresponde”.

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