Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

28 de Noviembre de 2019

Camilo Marks: “Así como hay una gran deuda con el pueblo Mapuche, Chile tiene una gran deuda con los Derechos Humanos”

Camilo Marks. Foto: Carlos Villalón

El conocido crítico literario analiza el estallido social a partir de su experiencia como abogado de DD.HH. durante la dictadura y primera etapa de la transición. Desde el 18 de octubre ha pasado desde la exaltación a la confusión y pese a apoyar las demandas ciudadanas, prefiere evitar las consignas maximalistas y la exigencia de soluciones inmediatas que, según él, se prestan para la confusión.

Por

A más de un mes del llamado estallido social en Chile, Amnistía Internacional denunció a través de Erika Guevara Rosas, su Directora para las Américas, que “la intención de las fuerzas de seguridad chilenas es clara: lesionar a quienes se manifiestan para desincentivar la protesta”, recalcando que no se trata de casos aislados, sino que responden a un patrón consistente,  basado en el castigo a los manifestantes. 

El diagnóstico fue rechazado categóricamente por el gobierno e incluso por las FFAA. Es por eso que nos acercamos a Camilo Marks (76), conocido desde inicios de los años ’90 por sus ácidas críticas literarias en medios escritos y televisión, y autor de una decena de ensayos, novelas y sus memorias, faceta que él define como “escritor tardío”. Si Camilo Marks ha sido tardío en las letras, se debe en gran medida a que en años anteriores, específicamente durante la dictadura, su trabajo como abogado de derechos humanos era demasiado urgente. Se integró tempranamente al Comité Pro Paz y – luego de unos años de estudios en Londres- se reincorporó a su rol en la Vicaría de la Solidaridad, contribuyendo también tras la recuperación de la democracia, en  organismos como la Corporación de Reparación y Reconciliación y la Comisión Valech, entre otros. 

Camilo Marks. Foto: Carlos Villalón

“Tengo del año que me pidan” comenta con su habitual sentido del humor, al recordar que vivió siendo un joven de izquierda el proceso de la Unidad Popular;  atravesó la dictadura ejerciendo como abogado en el ámbito más complejo del periodo; y participó en un inicio de la transición a la democracia, transformándose con el tiempo en un simple testigo del devenir político chileno. 

Ante las recurrentes comparaciones entre el actuar del gobierno y la lógica de la dictadura, sumado al persistente fantasma del golpe militar, Camilo Marks examina los climas particulares: “Cuando se produjo el golpe de Estado, la mitad de la población apoyaba a Allende, dicen que era una minoría pero no es cierto. Si bien la DC apoyó el golpe, esa sí era una minoría dentro del partido, era más bien la directiva, porque la base democratacristiana no quería el golpe. ¡La gente dice puras estupideces; que todos clamaban por los militares y no es así! ¡Fue una minoría la que orquestó y desarrolló uno de los golpes más sanguinarios en la historia de América Latina, pero no era que el pueblo chileno lo quisiera. He vivido diferentes crisis, que suman 50 años, y lo tremendo de la crisis actual es que todo está sucediendo en democracia, es decir, están los tres poderes del Estado funcionado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. No puedo decir que han actuado con más brutalidad que durante todo el régimen de Pinochet, no tenemos una DINA o una CNI, que detenían a la gente, la hacían desaparecer y que además tenían recintos secretos de tortura. No estamos frente a esta situación pero ha habido violación sistemática a los derechos humanos”.  

¿Cómo has vivido tú estas semanas? 

-Estoy desconcertado, realmente me siento desorientado y no se bien en qué va a terminar todo esto. En la primera semana me pareció maravilloso, exaltante, algo realmente nuevo y – repitiendo la frasecita trillada – me pareció que “Chile despertó” de este marasmo en que estaba sumido con el neoliberalismo, el consumismo, la plata fácil, y por supuesto también con la deudas, etc. Pero después de semanas, nadie sabe en qué va a terminar esto, y puede terminar mal.

¿Qué tan mal?

-Descarto la posibilidad de un golpe militar, sin embargo, la historia de Chile tiene mucha sangre; es una historia única en América Latina, en el sentido de que el Estado chileno ha funcionado muy bien desde que se instauró la República, una república autoritaria eso sí, desde la Constitución de 1833. Hubo dos guerras internacionales, hubo caos interno, hubo una revolución que duró un día y medio o dos, pero pese a todo, ha sido una república relativamente estable, aunque con una tradición de masacres perpetradas por la Fuerzas Armadas en contra del pueblo, la más conocida es Santa María de Iquique, pero están también La Coruña y Ranquil, manifestaciones campesinas ahogadas en sangre.  

Camilo Marks. Foto: Carlos Villalón

¿Puedes ilustrarnos con una breve clase sobre DD.HH.? 

-La primera Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue promulgada por la Asamblea Nacional en París en 1789, como consecuencia de la Revolución Francesa. Pero yo diría que el primer documento fundamental es la Carta Magna de 1215, reformada en 1648, que es hasta hoy la constitución inglesa. Es fundamental porque ahí se establecen el Habeas Corpus, el recurso de amparo, etc. y estamos hablando de la Edad Media. Después vino la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, tras la Segunda Guerra Mundial, que es hoy la carta fundamental en el mundo, pero en América Latina tenemos también el Pacto de San José de Costa Rica, que es más completo aún. Todos esos documentos internacionales son suscritos por Chile, incluso la Constitución chilena vigente renuncia a la soberanía en caso de violación a los derechos humanos, es decir, como dice en su Artículo Cuarto, nuestra actual Constitución puede ser juzgada por organismos internacionales, o sea, ya podrían juzgarla. El único ente que viola los derechos humanos es el Estado. Si yo salgo con un arma y te mato, es un homicidio calificado; si incendio un lugar público, es un acto terrorista, etc. Las violaciones a los derechos humanos no las puede cometer un particular, sino el Estado, porque es el garante, es el titular, y el Estado chileno ahora ha violado los derechos humanos, mediante sus agentes, militares y carabineros.  

¿Quiénes son los responsables? 

En el caso de carabineros, el ‘paco’ es responsable individualmente, pero la institución es responsable de las violaciones a los DD.HH. ¿Cómo no va a ser un atentado a la integridad física o psíquica dejar ciegas a cientos de personas? ¿Violar a mujeres y a chiquillos? ¿Meter presos indiscriminadamente, apalear gente? Ha habido tortura (según el Código Penal, apremios ilegítimos) y el General Director de Carabineros, Mario Rozas, declara “Ni aunque me obliguen yo voy a despedir a alguien”, eso que dice es una monstruosidad; él depende de las autoridades civiles. Piñera o Blumel lo pueden sacar hasta sin explicación de causa porque el ejecutivo tiene potestad sobre todas las Fuerzas Armadas chilenas, sean policiales o no. Si al presidente le cae mal o lo encuentra feo, lo puede destituir y pedirle la renuncia hoy mismo. 

Camilo Marks. Foto: Carlos Villalón

¿Qué pasa con los actos de violencia, como los saqueos y los incendios? 

Las fuerzas policiales lo han hecho pésimo, si lo hubieran hecho mejor desde el comienzo, no se habría generalizado la violencia. Yo tengo una formación humanista y tiendo a pensar que el 90% de la gente que está en la cárcel – los llamados flaites, rotos, sucios, feos, gente muerta de hambre – son los perseguidos de la sociedad, son los marginales que no han tenido oportunidades. Al comienzo pensaba de la misma forma sobre los vándalos, saqueadores o los que cometían pillaje durante este conflicto, pensaba que son chicos y chicas desempleados, cesantes o subempleados, que no tienen ningún futuro, sin trabajo, que caen en el vandalismo. Pero eso lo pensé las primeras dos semanas, ahora no pienso lo mismo. Como todos los estados, el chileno tiene que defenderse de la delincuencia. Las fuerzas represivas existen en todas las sociedades y son necesarias, pero deben actuar en forma legítima. Si se están cometiendo delitos como quemas de iglesias, de edificios patrimoniales o históricos, de hospitales, etc. se les detiene, llevándolos a la comisaría y poniéndolos al día siguiente en manos del tribunal, y el tribunal los tiene que condenar. Los puede condenar incluso sin cárcel, si son jóvenes pueden hacer servicio social, por ejemplo los condenan a ir a una escuela rural a hacer el aseo, manteniéndolos bajo vigilancia y con firma diaria. Eso es represión civilizada, pero pegarles, sacarles los ojos no. Cuando las fuerzas de la represión actúan como vándalos ya no sabemos quiénes son los verdaderos vándalos! ¡Mucho Mentholatum! (bromea).  

¿Qué debió haber hecho el Presidente Sebastián Piñera la noche del 18 de octubre? 

-Yo creo que debió haber actuado con cautela, debió haber sido mejor asesorado, pues el problema es que está con un equipo de personas que son peores que él. Pienso que cometió muchos errores desde el comienzo: declarar Estado de Emergencia fue un error gravísimo, llamar a los militares fue horrorosamente grave y peor todavía fue llamar a un organismo consultivo como el Cosena, que inmediatamente trae a la memoria la dictadura de Pinochet. Pienso que se debe renunciar definitivamente a los Estados de Excepción, el desorden no se ordena con pacos ni milicos ni Estado de Sitio ni Estado de Emergencia. Existe un Estado de Calamidad cuando hay un terremoto o un desastre natural, pero el desorden solo se soluciona con el entendimiento, con reabrir los colegios que se han cerrado, con intentar que el país funcione. Respecto a las demandas, creo que a pesar de la crisis y de todo lo que se ha perdido, el estado de Chile tiene recursos fiscales gigantescos, más que muchos países, incluso proporcionalmente más que Estados Unidos. El estado puede subir los sueldos, puede aumentar las pensiones, puede mejorar la movilización, invertir en educación, mejorar el acceso a la salud. Tiene los recursos económicos para hacerlo. 


Tú colaboraste en el proceso de recuperación de la democracia, ¿Qué sientes hoy frente a los gobiernos de estos 30 años? 

-A pesar de que voté por el NO, trabajé en el plebiscito y formé apoderados, la Concertación en la que en un principio creí, fue una coalición de partidos que desde un comienzo transó con los militares, después con los empresarios, después con los dueños de Chile. Recordemos que Augusto Pinochet fue Comandante en Jefe del Ejército hasta bastante entrada la democracia. Además hicieron negocios y se convirtieron en el grupo social más corrupto, inepto, necio, ignorante y estúpido, que es la clase política, que es una gangrena social. Antes de 1973, los parlamentarios recibían un sueldo honorífico, totalmente simbólico (como si hoy te pagaran 100 mil pesos). Todos tenían que vivir de su profesión u oficio, en algunos casos – notablemente en el caso del Partido Comunista – entregaban todo su sueldo parlamentario a su partido. Luego, los Concejales y Alcaldes – que se llamaban Regidores – no recibían nada, trabajaban por vocación de servicio. Y por supuesto que hubo políticos brillantes: Enrique Lafourcade escribió un libro sobre “cuando los políticos eran inteligentes”, citando por ejemplo a Pablo Neruda como senador, y no fue un senador decorativo, Neruda fue decisivo e instrumental en tratar de erradicar el mini fundio urbano (los conventillos), en implementar el voto femenino. En esos tiempos había filántropos, había personas de derecha e izquierda que convivían en un sistema de servicio público. No tienen nada que ver con los políticos de ahora, que son una mezcla de farándula, con estupidez, arrogancia e  incultura.  

A propósito de Cultura, desde tu rol como crítico y escritor ¿cómo ha visto la institucionalidad cultural de las últimas tres décadas? 

-Pienso que el Ministerio de la Cultura es un robo, es una cáfila de imbéciles que confunden a García Márquez con García Lorca. Se creó en 1992, y yo desde 1993 he sido jurado del Fondo del Libro y veo como el Estado gasta centenares de millones de pesos en premiar a escritores que no son ni siquiera escritores. Ya en los años 90, tres personas presentaron un programa que se los financió el entonces Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para fiscalizar lo que hacía la gente con la plata de los proyectos. Recuerdo a una persona en Valparaíso, que se adjudicó el fondo con un proyecto de investigación ¿y qué hizo con la plata? Cambió toda la línea blanca, cambió los muebles y se compró un auto nuevo, y eso pasa todos los días. Cuando el Ministerio funcionaba en la calle San Camilo, fui muchas veces y había rumas y rumas de libros que no los distribuyen en las bibliotecas. A mí me interesa mucho este tema porque el derroche con la cultura sin tener ideas es algo muy grave. Tal vez han hecho cosas valiosas, como enriquecer las bibliotecas regionales, pero con una adquisición de libros que tiene como requisito un 100% de autores chilenos, cuando la literatura chilena tiene 0,01% de importancia en el mundo. Cuando estuvo Paulina Urrutia como Ministra, me consta que ella hizo un relativo buen trabajo, especialmente con las artes escénicas que era su área, pero fue un caso aislado. 

Camilo Marks. Foto: Carlos Villalón

Los acontecimientos recientes traen a colación el fantasma de la Impunidad ¿Cómo se ha manejado el problema de los DD.HH. en Chile? 

-Yo pensaba que el hecho de haber sido un opositor a la dictadura, y más aún si habías sufrido, si habías sido exiliado, si habías estado preso, si fuiste torturado, esa experiencia te daba una especie de carta de ciudadanía, una condición de ciudadano o ser humano ejemplar, pero no es así, conozco a muchas personas que han sido víctimas de violaciones a los DD.HH. que les han matado a sus familiares, y que ahora tienen los tremendos puestazos, transando con el sistema. La Concertación pudo haber hecho un análisis global del tema de los DD.HH, es importante decirlo: la Concertación nunca enfrentó este tema con claridad, con honestidad, todos fueron parches, parches y más parches. La comisión Rettig para los Detenidos Desaparecidos, como si sólo hubiera habido detenidos desaparecidos y no 200 mil exiliados, decenas de miles de relegados. Después, la Comisión Valech para los torturados, pero sólo los torturados en circunstancias especiales, si habías estado en la Villa Grimaldi, en Londres 38, o en José Domingo Cañas no tenías que probarlo, pero después de los ’80 tenías que probar que habías sido torturado o tenías que haberlo denunciado. El conjunto del tema de los DD.HH. no se investigó, no se dijo nada. Y conste que sólo hablo de los DD.HH que afectan a la vida y a la integridad física, ni siquiera estoy mencionando todos los derechos afectados en nuestras vidas cotidianas, como el derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho a una vida libre de contaminación. Así como tenemos una gran deuda pendiente con el pueblo Mapuche, Chile tiene una deuda pendiente con los DD.HH, todavía no se sabe qué pasó con la inmensa mayoría de los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. Si bien hay gente que ha sido condenada a presidio perpetuo o a veinte años, en un penal tan ‘especial’ como Punta Peuco (risas), todavía nadie ha informado dónde están los restos, hay pactos de silencio. Mujeres como Ana González o Carmen Vivanco, han sido verdaderas santas! dedicando toda una vida a buscar a sus maridos, hijos, nietos, hermanos. 

¿Cómo analizas el 9% de apoyo a Sebastián Piñera y la radicalización de las demandas que exigen su renuncia? 

-Sin mencionar lo discutible que pueda ser su fortuna, que se ha hecho dueño de la mitad de Chile, la estafa que le hizo a Ricardo Claro con las tarjetas de crédito, etc.  Sebastián Piñera posee la única fortuna en Chile que se origina en la especulación, porque todas las fortunas – los Luksic, los Matte, etc.- están relacionadas con la producción, tienen fábricas, empresas, producen, dan empleo, pero hacerse millonario con la tarjeta Visa y la Master es algo inaudito. Yo veo a Piñera muy acorralado y más desconcertado que todos nosotros. Puede llegar al 0,0% y aun así no creo que renuncie. Personalmente, desconfío de las empresas encuestadoras, que son originadas en la sociología norteamericana de las estadísticas, los top ten, los tipos con los bíceps más anchos, las mujeres más bellas del mundo, las Miss Universo, etc. Las encuestas dicen qué hacer, por quién votar, te dicen todo y no te dicen nada. Hubo presidentes de Chile con incluso menor adhesión, como Carlos Ibáñez del Campo, quien se fue con un 1%. Yo propondría evitar las consignas maximalistas, que tanto florecen en las redes sociales, esa plataforma que no sirve para nada, solo para confundir. Apenas los primeros días del conflicto, el PC estaba llamando a un plebiscito para el 9 de diciembre ¿Quién puede organizar un plebiscito en un mes? Las exigencias de querer hacer los cambios de un día para otro me parecen equivocadas, porque la gente se confunde, incluso gente adulta, de 40 o 50 años, eso pienso que hay que evitarlo.

Notas relacionadas