Secciones

The Clinic
Buscar
Entender es todo
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

1 de Diciembre de 2019

La Historia de Chilecracia

Compartir

La violencia confunde. Sobre todo, cuando viene acompañada de historias y teorías distintas. Desde el dieciocho al veinticinco de octubre Chile vivió un proceso de revolución, caos y refundación, como pocas veces ha visto en su historia. Al final de esa semana, una marcha masiva inundó la plaza que por décadas ha sido el núcleo central de celebraciones y manifestaciones. La plaza donde chilenos celebran la clasificación a cada mundial, y donde ese 25 de octubre, se reunió el mayor número de personas que Chile jamás vio en su historia.

Tres días antes de ese momento refundacional, Chile estaba en un estado de shock. Las noches estaban marcadas por los toques de queda, y las comunicaciones, por redes sociales con cadenas crecientes de textos e imágenes. El ciclo de noticias se aceleraba en un país donde todos intentaban decodificar lo que la ciudadanía quería: reformas sociales, dignidad laboral, protección contra la violencia, una nueva institucionalidad política. Las propuestas volaban y crecían en un espiral de caos que era difícil de condensar.

Martes 22 de Octubre 2019

Cuatro días antes de la “marcha mas grande de la historia,” un equipo de cinco desarrolladores, provenientes de Concepción, Talcahuano, Lota, y Huepil, trabajaba en un cowork no lejos de la Universidad de Concepción. Estos desarrolladores formaban parte de Datawheel, una empresa especializada en plataformas de distribución y visualización de datos, conocida por proyectos como DataUSA, el Observatorio de Complejidad Económica, y DataChile. En medio del caos, el equipo intentaba seguir trabajando, pero la situación en Concepción era cada día mas compleja.

A las 5:58pm desde Cambridge, MA, le envío un mensaje a Carlos Navarrete preguntándole si había pensado hacer una plataforma de participación ciudadana:

Esa noche, el presidente de Chile anuncia un paquete de medidas sociales. Chile escucha el anuncio con atención, pero la opinión publica pronto rechaza el paquete de propuestas.

Miércoles 23 de Octubre 2019

La mañana siguiente Carlos confirma que las propuestas no fueron bien recibidas.

Horas después nos juntamos en una videoconferencia.

El equipo esta conformado por Carlos Navarrete, Mauricio Barbieri, Eduardo Vázquez, y Samuel Osorio, que se conectan desde Concepción, y por Danae Catalán y Catalina Gobantes, que se conectan desde Santiago. El objetivo de esa primera reunión es decidir cuál de los distintos modelos de participación online queremos implementar. Esa misma tarde trataríamos de implementarlo.

Discutimos varias opciones, pero Carlos insiste en el modelo de Place Pulse, una plataforma que construí con mi equipo en MIT el 2011 para recolectar datos de percepción urbana. Place Pulse nació de mi inquietud por la desigualdad de experiencias urbanas. Esa desigualdad de experiencias urbanas que en Chile se menciona a menudo.

Para medir diferencias de percepción, creamos una plataforma que comparaba miles de imágenes usando preguntas evaluativas: “Qué lugar se ve mas seguro?” “Qué lugar se ve mas activo?”.

Ese ejercicio luego fue imitado por muchos proyectos, como el Moral Machine de MIT, para capturar preferencias sobre vehículos autónomos. La ventaja de ese modelo de participación es que es de muy baja fricción, haciéndolo escalable y sencillo.

Chile estaba en las calles y necesitábamos una interacción que funcionara bien en móvil. Una interfaz capaz de capturar información sobre preferencias a partir de múltiples interacciones en el tiempo, eliminando la complejidad de presentar muchas opciones en simultáneo.

La interacción en una plataforma como Place Pulse o Chilecracia es bastante simple. La idea es que uno está intentando barajar un mazo de 90 o más naipes de manera colaborativa. Las personas que entran al sitio se encuentran con pares de naipes seleccionados de manera aleatoria y al hacer clic sobre uno de ellos, no esta eligiendo uno y descartando el otro, sino que están indicando el orden relativo que prefieren. Con muchos clics, los naipes comienzan a ordenarse. Las alternativas mas prioritarias comienzan a subir en la lista, y las menos prioritarias comienzan a bajar. Cada clic pesa muy poco, pero en conjunto, los clics forman una red que conecta las propuestas que chilenos gritaban en las calles y en la red. En un principio había 4.005 pares. Hoy, hay 19.110.

Rápidamente nos dividimos el trabajo. Danae se encargó de diseñar la interfaz y Carlos comenzó a construirla. Samuel implementó la base de datos. Mauricio implementó el primer algoritmo de ranking. Eduardo y Catalina trabajaron en la documentación. Yo comencé a recopilar propuestas ciudadanas en grupos en WhatsApp. El principal de ellos fue Espacio Publico, un think-tank creado por Eduardo Engel. Cerca de las 2pm les pregunto:

No había pasado ni una semana del comienzo del 18 de octubre, y muchos tenían sus propuestas a flor de piel. En minutos me empiezan a llegar un diluvio de mensajes.

En medio de el diluvio me preguntan:

Y sí. Tomé nota mientras las propuestas seguían llegando por este y otros canales.

En la mitad del diluvio con humor alguien comenta.

Esa noche nos juntamos nuevamente por videoconferencia. Una demo de la plataforma comenzaba a funcionar, pero decidimos terminar el proyecto la mañana siguiente. El objetivo de esta reunión era explicarle al equipo que iban a pasar por un ciclo emocional de amor y odio muy rápido y violento. Les cuento que “nos van a amar el jueves y el viernes, y nos van a odiar el domingo.” También les explico que aquellos que buscan silenciarte, o te odian, tienen más incentivo para hablar que aquellos a los que no les molesta o les agrada una contribución.

Por lo anterior, aclaro que, eventualmente, van a recibir un lenguaje deshumanizante, “chaquetero,” y violento. Les cuento que el ciclo pasa y las criticas son repetitivas, pero que el trabajo es cumulativo. La diferencia entre aquel que hace y aquel que critica, es que el primero mejora todas las semanas. Construir es lento. Destruir es fácil. Les cuento que, por eso, yo estaré adelante recibiendo “los combos” y protegiendo al equipo para que pueda seguir trabajando y mejorando todas las semanas.

Esa noche le comparto la lista de propuestas a Giorgio Jackson y Daniel Matamala. Ambos me dicen que me ayudarán a compartir la plataforma el día siguiente. Giorgio Jackson me ayuda a revisar la lista de propuestas y me deja algunos comentarios que incorporo en la lista.

Mañana del Jueves 24 de Octubre 2019

La mañana del 24 de octubre me junto virtualmente con el equipo en Chile desde el subterráneo de Datawheel. La idea es que todos estemos conectados para cada actualización o lanzamiento. Ese mismo día nos veríamos forzados a actualizar la plataforma tres veces, y la actualizaríamos ocho veces en total durante la semana del 24 al 31 de Octubre. La idea era comenzar el proceso de participación el Jueves, mejorar la página de resultados el viernes, y llegar a que las personas pudiesen enviar propuestas el lunes. Así, podríamos tener una actualización de las propuestas que circulaban en la plataforma el Jueves 31, cuando cumpliésemos una semana.

Cerca del mediodía le pregunto a cada uno de los presentes si es que estamos listos para lanzar. Una vez que todos responden de manera afirmativa, comparto por twitter y le aviso a Jackson y Matamala que me ayudan a compartir.

La plataforma usa como default dos ítems que representan aristas muy distintas del movimiento emergente. Un ítem es parte de la agenda social (Sueldo Mínimo) mientras que el otro, apunta a la agenda institucional y política (Nueva Constitución para Chile).

La plataforma inmediatamente comienza a viralizarse. El número de usuarios simultáneos crece de 15 a 30, de 30 a 90, de 90 a 150. Cuando supera los 150 usuarios simultáneos el sistema se traba. Aun así, cientos de personas siguen entrando cada minuto.

¡Tenemos un problema!

Inmediatamente salgo del subterráneo y me dirijo al equipo de Datawheel en Estados Unidos. Para ellos, lo que sucede en Chile es algo nuevo y distante. Todos están trabajando en otros proyectos, pero en seguida descienden al subterráneo y comienzan a desmenuzar la plataforma. Marcio Porto crea un servidor mas grande. Dave Landry reconfigura el sistema de múltiples procesadores y distribuye la carga. Jonathan Speiser toma control del equipo en Concepción y los ayuda a reconfigurar la base de datos, el sistema de cacheo y el servidor. La plataforma estuvo abajo por dos horas muy tensas, donde rebotaron miles de usuarios. Pero si había un equipo que podía sacar el proyecto adelante, ese equipo estaba conectado ese día en ese subterráneo.

Dos horas después lanzamos una segunda versión de Chilecracia que era capaz de acomodar miles de usuarios de manera continua. El sistema empieza a acumular preferencias y en unas horas llegamos a más de 300,000 preferencias anotadas.

Durante la tarde, trabajamos para correr el ranking de manera asincrónica y actualizarlo cada 15 minutos. Al final del día, teníamos nuestros primeros rankings actualizados. El método comienza a funcionar. Al tope de la lista quedan propuestas sociales y punitivas, como aumentar las pensiones y la cárcel efectiva para delitos de “cuello y corbata.” La Nueva Constitución queda en el top 10% de la lista (9 de 90).

Al fondo de la lista quedan propuestas claramente irrelevantes en el contexto de esa semana, como la modernización de las bibliotecas, la legalización de la marihuana, y la construcción de más autopistas urbanas.

El método permitía agregar una lista larga de preferencias de una forma que no era posible hacer en la calle o las redes sociales.

Viernes 25 de Octubre de 2019

A media mañana del 25 de octubre, Chilecracia acumula un millón de preferencias. Estas provienen de más o menos 30 mil personas, lo que nos da un promedio de 33 preferencias por persona.

El objetivo del segundo día era pulir y ordenar la página de resultados. Le pido al equipo que me comparta un “dump” con los datos recolectados hasta ese momento. Uso ese dump para prototipar dos algoritmos adicionales de ranking—uno muy simple—basado en el porcentaje de victorias (cuántas veces una propuesta gana en un par), y otro mas sofisticado, basados en el autovector principal de la matriz de pares de propuestas. Ese día también quitamos el par que teníamos por default (Nueva Constitucion vs Sueldo Minimo ) dado que la plataforma ya había “prendido.” Un artículo en Emol trae miles de personas a participar, y también, un pequeño sabor de como nuestro esfuerzo comenzaba a “politizarse”.

Al final del día, lanzamos la nueva página de resultados con tres algoritmos de ranking (porque sabíamos muy bien que no todos los rankings dan el mismo resultado). También, publicamos una red que construí visualizando la estructura que subyace a los rankings. Le comunico al equipo que el sábado es día de descanso. El viaje ya ha sido emocionalmente intenso, y solo comienza. El objetivo para el Lunes es compartir un primer conjunto de datos y lanzar un proceso para que las personas puedan proponer nuevas propuestas.

La situación es compleja, pero Chilecracia esta contribuyendo algo que ni las encuestas ni las redes sociales pueden lograr: hacer que gente de izquierda y derecha participe de una instancia conjunta.

Semana del 28 de Octubre al 3 de Noviembre

La semana del 28 de octubre al 3 de noviembre comenzó con amor y terminó con odio. Durante el fin de semana, un grupo de desarrolladores (Leo Soto y Aldrin Martoq) nos ofrecieron ayuda. Nos juntamos en un canal de videoconferencia. Ellos ayudaron a Carlos y al equipo a instalar un “Captcha invisible.” El proceso le preguntaba a Google que tan “bot” era cada usuario que entraba a Chilecracia. Google respondía una probabilidad que nos guardábamos en la base de datos.

También algunas personas me pidieron que cerrara más la plataforma, exigiendo verificación de usuarios, pero mantener la plataforma abierta se ajustaba mejor a mi visión. Pedir identificación a las personas en una situación políticamente activa es una intrusión fuerte. Genera una base de datos que es políticamente sensible e identificable (e.g. quien esta a favor o en contra de una asamblea constituyente). Por lo anterior, elegimos mantener la plataforma sin fricción y operando de manera más anónima, informal, y confidencial.

El lunes, abrimos Chilecracia a nuevas propuestas. También, publicamos datos recolectados durante los primeros cuatro días.

La semana comenzó con gente compartiendo Chilecracia y con varios grupos de personas visualizando datos de distintas maneras. El proyecto mantiene tráfico durante la semana, con varios miles de usuarios todos los días. Durante los primeros días de la semana muchos medios me contactan. En Chile, el jueves comenzaba un fin de semana largo y los medios querían dejar contenido preparado para esos días. En ese momento, yo debía terminar un libro que tenia prometido a MIT Press para el 15 de noviembre, por lo que creé una carpeta en Dropbox donde puse dos archivos de video con entrevistas y dos “b-roll,” uno con sonido y otro sin sonido.

Esos videos fueron cortados en pedacitos y mostrados en la televisión chilena durante el fin de semana. El tráfico del sitio nos cuenta que los videos salieron al menos 9 veces durante dicho fin de semana. Cada vez que salía, Chilecracia recibía picos de tráfico de mas de 1,000 usuarios simultáneos. Dado el tiempo promedio en el sitio, Chilecracia servía el equivalente a filas de varias cuadras de personas en pocos minutos. Ese fin de semana, el tráfico de Chilecracia no representó tanto al publico de Facebook o Twitter, sino que a las personas que en Chile consumían televisión abierta con un celular en mano.

A medida que Chilecracia se popularizó, la confusión sobre su origen y su objetivo, creció, a pesar de que la plataforma tenia documentación desde el día uno y de que comuniqué muchas veces como funcionaba, respondiendo preguntas en Facebook y Twitter. Pero habían varias cosas que fueron de difícil comprensión. A muchos les costaba entender que estaban barajando un naipe de alternativas y no eligiendo una opción sobre otra. Eso los enojaba. También para otros no era obvio que la soberanía compartida de la democracia se puede buscar en límites donde los votos sobran y no necesariamente faltan (pero donde la participación cuesta, como en el voto cuadrático). A la gente le costaba separar la idea de participar con la única forma de participación a la cual estaban acostumbrados.

Pero la estocada final no fue lógica, fue política. Chilecracia fue compartida por dos políticos de derecha. El viernes, Felipe Kast comparte la lista de propuestas recolectada en la primera semana que sale el Jueves en la portada de un diario (Las Ultimas Noticias). Esa lista luego se usa en programas de televisión como pauta de conversación para políticos. Irónicamente, cuando todos hablaban de Chilecracia, y la lista de propuestas, muchos protestan que la plataforma no estimulaba la conversación. Luego, Jose Antonio Kast comparte la propuesta. La plataforma que la semana anterior era de “comunistas mugrientos,” era ahora un símbolo de la extrema derecha.

Ese domingo, se cumple lo que le había advertido a mi equipo. El amor se transformo en odio. Salen críticos a atacar con artículos demostrando una nula lectura de la documentación y sin tapujo de usar ejemplos falsos en su esfuerzo por silenciar.

En esa semana y media Chilecracia acumuló mas de 5 millones de preferencias provenientes de mas de 120 mil personas.

Semana del 4 de Noviembre al 10 de Octubre

Los lunes en la mañana enseño un curso en la escuela de ingeniería de Harvard llamado “Principios del Aprendizaje Colectivo.” El curso describe los procesos a través de los cuales se genera, difunde, y valora el conocimiento, y está compuesto por un grupo internacional de estudiantes provenientes de varios programas.

Cuando Chile estalló a final de octubre, estábamos entrando en el capítulo de “relatedness.” Esta es la idea que el conocimiento fluye mas fácilmente entre actividades similares y que se ejemplifica en el concepto del “espacio de productos.” En esa clase le mostré a mis estudiantes Chilecracia, y tuvimos una buena conversación sobre diseño de interfaces, algoritmos de priorización, y participación en línea. Al final de la sesión una estudiante se me acerca, y me cuenta que quiere hacer una instancia similar para el Líbano. La sumé a nuestro canal de Slack y le pedí que se consiguiera un equipo de 3 o 4 amigos, porque iba a necesitara apoyo técnico y moral.

Durante la semana anterior también había recibido varias peticiones de Chile y de otros lugares en Latinoamérica para crear una instancia. Uno de los desafíos era poder llegar a una arquitectura escalable para poder seguir actualizando y apoyar otras instancias. Por redes sociales, y gracias a Diego Pardow de Espacio Público, llegan al equipo tres personas con experiencia en políticas públicas: Danae Fenner, profesora de derecho en la Universidad de Chile, George Lambeth, estudiante de PhD en leyes en Berkeley, y Francisca Pinto, analista con un grado de administración pública. La semana anterior habíamos acumulado más de 2.300 propuestas ciudadanas y ellos nos iban a ayudar a organizarlas para continuar expandiendo la lista.

Concluimos el ciclo semana lanzando una lista actualizada de propuestas, y también, un grafico que muestra como rankean las propuestas si consideramos solo a las personas que se autoreportaron como de derecha e izquierda. El gráfico ilustra el nivel de detalle que puede alcanzar una herramienta como Chilecracia.

Semana del 11 al 17 de Noviembre

Después de enseñar mi curso en la mañana del lunes partí a Uruguay. Estaba agendado para dictar una versión resumida del curso que estaba dictando en Harvard a equipos del gobierno Uruguayo (Oficina de Presupuesto y Planeamiento) y el Banco Interamericano. Mientras viajaba, Danae, George, y Francisca ayudaban a revisar y actualizar la lista de propuestas, mientras que Carlos, Samuel, y Eduardo, desarrollaban Lebanocracia desde Concepción.

Esa semana el debate estaba en la constitución, y Danae tuvo la idea de tomar 30 artículos de la Constitución de Chile de 1980, que se discutían en círculos de abogados, Ella escribió un texto explicando cada uno de ellos, y ayudo a crear un ejercicio donde las personas, luego de leer el artículo, podían elegir modificarlo o no. Lanzamos ese ejercicio como nuestra cuarta actualización semanal.

Esa noche, representantes de varios partidos políticos se juntan en el ex congreso de Chile y firman un acuerdo que compromete un plebiscito para una nueva constitución. El proceso para la nueva constitución tiene plebiscitos de entrada y salida, y estaría escrita sobre una hoja en blanco.

Durante los próximos días más de 10 mil personas leen artículos de la constitución vigente en Chilecracia, y opinan sobre los temas que valdría la pena cambiar.

Pero el momento político en Chile ya no era el mismo. En la arena política, el acuerdo por la constitución representa una vuelta a las demandas sociales que fueron la justificación original del conflicto. El congreso trabajaba a una velocidad nunca antes vista, aprobando varias de las leyes y proyectos publicados en la lista de Chilecracia que produjimos la primera semana, como la Reducción de la Dieta Parlamentaria (5 de 90), Limitar Precio y Ganancia de Medicamentos (7 de 90, FNE presentó informe con medidas propositivas a su respecto), Limitar Reelección de Parlamentarios (23 de 90, Aprobado por la Cámara de Diputados. Discusión (en general) en el Senado), y varios ítems con peso constitucional, como el Seguro Universal de Salud (2 de 90), la desprivatización del agua (12 de 90), y la nueva constitución (22 de 90).

El conflicto entró en otro ciclo. Las protestas continuaron, pero también, comenzó a quedar al desnudo la violencia, las violaciones a los derechos humanos, los saqueos, el fuego, y el odio. Chile no tuvo Chilecracia. Tuvo dolor, desesperación, y muerte.

Notas relacionadas