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Reportajes

13 de Febrero de 2020

Isis Teao, la historia de la primera mujer transgénero Rapa Nui

Fotos gentileza de Isis Teao

Es la primera en firmar el cambio de sexo registral en Isla de Pascua. Desde que tenía cinco años ya mostraba deseos de ser una mujer. Se ponía los trajes polinésicos, collares y coronas de su hermana y bailaba sensualmente al ritmo del Aparima, danza de origen tahitiano. Con sangre mestiza, la joven transgénero ha vivido las diferencias culturales de la isla y el continente. Mientras que en Rapa Nui, la comunidad la acepta e incluso la celebra, en su paso por Viña del Mar tuvo que enfrentar cuestionamientos y prejuicios. Como trabajadora social, Isis quiere volverse un “estandarte” en materia de derechos de la población LGBTI y desea visibilizar las opciones de tratamiento que hay para muchos jóvenes en Rapa Nui que están viviendo experiencias similares.

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Fotos gentileza de Isis Teao

Aunque llevaba diez años viviendo como una mujer, Isis Teao tomó la batuta y firmó para cambiar su acta de nacimiento. Fue la primera en agendar hora en el registro civil de Isla de Pascua para un cambio de sexo registral dentro del contexto de la nueva Ley 21.120 que reconoce y da protección al derecho y a la identidad de género. El 31 de enero a las tres de la tarde, Isis (25), que lucía un vestido floreado, labios pintados y una flor pascuense amarilla, realizó el trámite para recibir un carnet nuevo. En una sala del registro civil, ingresaron ella y sus dos testigos. Afuera la esperaron sus compañeros del trabajo, su madre, su hermana y su sobrina. Le fueron a “hacer barra”.

Antes de entrar, Isis – quien trabaja como asistente social en la municipalidad de Isla de Pascua – le preguntó a su jefe, el mismísimo alcalde Pedro Pablo Edmunds Paoa, si podía ser su testigo. “Tenía una persona que iba a serlo, pero no pudo presentarse ese día por temas laborales. El alcalde estaba ahí, le pregunté y accedió de buena manera. Fue algo que salió repentino, en la emoción del momento y quedó plasmado en el documento que acredita mi cambio”, cuenta.

Isis (25) nació en Isla de Pascua bajo el nombre de Ean Teao Arancibia con sangre mestiza. Por el lado de su madre, tiene orígenes del continente y por el lado del padre, tiene raíces Rapa Nui. El primer recuerdo que Natalia Teao, su hermana mayor (30), conserva en su memoria es el de Isis bañándose en la playa en vacaciones y usando sus trajes de baño. Ambas seguían siendo muy chicas cuando recuerda que intercambiaban sus juguetes. “Yo siempre he sentido que estamos intercambiadas de alma. Yo era súper amachada, me gustaba a jugar a las guerras, y a ella le gustaba vestir muñecas y jugar con las casitas de muñeca. A él (ella) le regalaban cosas de niño, como walkie-talkies o cosas de comando  y juguetes de color azul. Lo vestían bien gringo con camisa, sus bermudas, y sus calcetines blanquitos. Yo le prestaba mis juguetes. No tenía problema, no me fijaba en ese tipo de detalles, para mí era  normal”.

Más tarde, a los cinco años, Natalia recuerda que a Isis le encantaba pedirle prestados sus trajes polinésicos de plumas para bailar el Aparima, una danza femenina de origen tahitiano con ritmos suaves cantados en Rapa Nui. No le gustaba ponerse taparrabo para bailar Hoko, la danza de guerra tribal asociada a lo masculino. “Cuando íbamos al continente de vacaciones lloraba porque quería bailar con mi traje, ponerse mis collares y mis coronas. Me acuerdo que íbamos a vacacionar y teníamos que hacer nuestro show particular; al final yo terminaba bailando con pareo y él bailando con mis trajes”, recuerda Natalia, asistente de párvulos. Más tarde, a los ocho años, Isis empezaría a probarse los vestidos y poleras de su hermana y los zapatos de su madre.

En la época de adolescencia entre los 12 y los 14 años, Isis ya sentía algo que no andaba bien en su vida, ella misma recuerda. Se empezó a encerrar en su casa y a ponerse una coraza. “Aún no tomaba la determinación de ser yo. Esto fue anterior a todo eso. Tuve este proceso depresivo de encerrarme y de no exponerme. Tuve varias amigas en el colegio pero ellas no sabían de qué se trataba todo esto. Me aceptaban pero no tenían conocimiento al respecto. Como no había información era muy fácil caer en la mofa. Yo no sabía si identificarme como homosexual o qué era lo que me pasaba. No tenía mayor información sobre todo esto. Después comprendí que el problema no era del mundo, sino mío. Ahí empecé a abrirme un poco más y a derribar esta barrera psicológica que yo misma me impuse”, dice Isis.

Fue después de un viaje que hizo a Talcahuano con su padre a los 14 años que Isis empezó a tomar seguridad para asumir su propia identidad. Natalia recuerda que volvió de su viaje con una escala en Viña del Mar para visitar a su hermana, quien estaba estudiando la universidad.  Natalia fue por Isis al terminal de buses y cuando la vio notó su cambio: seguía usando ropa de hombre, pero su caminar era totalmente femenino – “caminaba mejor que yo” – y su forma de hablar era suave. El lugar donde Natalia vivía con su pololo era peligroso y recuerda haber tenido miedo que le hicieran algo en la calle. “Le dije que tenía que cambiar su caminar porque íbamos a entrar una población que era peligrosa. Yo siento que en ese momento, el querer ser mujer y no poder serlo, debe de haber sido frustrante para ella. El cambiar su forma de caminar solo en media hora para que no le hicieran daño durante el camino hacia la casa…. A mí me duele porque creo que la obligué a hacer algo que ella no se sentía bien haciendo”, recuerda hoy Natalia.

LA ISLA, SU BURBUJA

A los 15 años que Isis decidió empezar a vivir como la persona que siempre fue: una mujer. Bajó de peso, se puso aros, probó teñirse su cabello de varios colores y comenzó a usar ropa de mujer. Ya vestida como una de ellas, le informó a su mamá sobre sus intenciones. “Ella me dijo que tenía que ser una dama y que tenía que luchar contra muchos estereotipos, como que el transgénero no es el que está en el circo, no es el que hace reír. Me dijo, tienes que ser una persona educada; y desde la educación y la clase, puedes marcar la diferencia”, recuerda Isis.

Fue justamente este lema el que llevó a Isis a viajar al continente – Viña del Mar – para estudiar una carrera profesional. Se dio cuenta que la única manera de obtener respeto en la sociedad era a través de un título, una carrera y después un buen puesto de trabajo. Este viaje significó muchos cambios para Isis. “Saqué la carrera (Trabajo Social) y esos años me sirvieron para culturizarme y abrir una visión, una nueva perspectiva de la vida. Cuando tu creces aquí en la isla de alguna manera creces en una burbuja social. Cuando te expones al cambio cultural que existe en el continente, es fuerte. En mi caso, era el choque cultural por ser Rapa Nui y además por ser transgénero.”

En la Polinesia Francesa, los llamados “mahu” eran hombres que nacían como tales pero que se vestían como mujer y asumían roles femeninos. En la sociedad de Tahití, era tradición educar a uno de los hijos varones, comúnmente el primogénito, para que cuidase de sus hermanos y se hiciera cargo de las labores del hogar. Más tarde, cuando los padres fueran envejeciendo, el mahu era el hijo responsable de cuidar de ellos también. Esta tradición polinésica está arraigada en la cultura pascuense, y por lo tanto las personas transgénero no son vistas con curiosidad o con morbo. Así lo explica Natalia, quien recuerda que el cambio de Isis fue totalmente aceptado entre la comunidad de la isla, sus vecinos y su familia.

“En la isla, culturalmente el tema transgénero no es mirado con prejuicios. No sentí que a ella le hicieran bullying. Cuando hizo los cambios, nadie de la isla le faltó al respeto. La Isis estudiaba, no trabajaba, pero con lo que tenía trataba de destacar toda la femineidad, vestirse muy bien y dar conocer cómo era ella. Se empezó a maquillar y toda la gente en la calle le comentaba. Decían: ‘oye tu hermana, es hermosa, es linda, que es regia”. Hasta ahora la quieren demasiado. La gente la valora tal como es”, explica Natalia.

Pero el viaje a continente significó quebrar ese mundo color rosa que ella conocía. El decidir viajar a Viña del Mar y seguir una carrera profesional fueron los primeros pasos de su lucha, opina su hermana. Con un carnet que indicaba un nombre y sexo equivocados, se enfrentó por primera vez a una sala de clases donde tuvo que pedir que, por favor, por respeto le llamaran Isis, no Ean. Tuvo que enfrentar las miradas escrutinadoras de los vendedores por solo querer comprar unas cervezas y tener que presentar carnet. Se enfrentó al miedo de salir a carretear y que le pudieran hacer daño físico o psicológico en la calle. Se enfrentó a una ciudad peligrosa: ya no era su hogar cálido y comunidad acogedora.

“Culturalmente hay mucha diferencia entre la isla y continente. Desde que allá hay neonazis que matan a los trans, gays o lesbianas. Prácticamente yo siento que tienen que andar escondidos. Aquí ves parejas gay, parejas de lesbianas y andan en la calle normal, se besan en la calle, y la gente no los mira con curiosidad o morbo”, dice su hermana Natalia.

Isis cuenta que enfrentó esta época de cambio con mucha resiliencia. “Darwin lo plantea, quien no se adapta, muere. Para mí siempre fue una ley”, dice la asistente social. Además, agrega que pudo adquirir información técnica y médica sobre la condición transgénero que no había podido obtener en la isla. “Yo había tomado la decisión de ser yo misma, pero sin ningún concepto. No tenía mayor información sobre los tratamientos que hay al respecto. Era muy complicado porque aquí en la isla el sistema de salud es muy básico. Cuando empecé a tener más información es cuando me fui a estudiar al continente. Me di cuenta que habían endocrinólogos que trataban este tema, que existía el tratamiento hormonal de reemplazo, y que incluso la misma vaginoplastia está cubierta por el plan GES de salud”, dice Isis.

En continente pudo, por primera vez, ver a un endocrinólogo, quien le recetó sus primeros medicamentos necesarios – las hormonas, los bloqueadores de testosterona – para hacer su transición. Isis ya lleva más de tres años con tratamiento hormonal y está postulando para realizarse una cirugía de reasignación de género.

LA INFLUENCER DE LO TRANS

El máximo referente de Isis Teao es Daniela Vega, actriz y cantante transgénero conocida por su papel en la película chilena “Una Mujer Fantástica”. La asistente social admira la manera en que la actriz ha generado un cambio tanto en Chile como el mundo, desde una mirada social y educativa. “Demostró con esta película que todas las mujeres biológicas y transgénero somos fantásticas al nacer en un mundo desigual, donde en un puesto gerencial nos van a pagar menos a ti y a mí porque no tenemos eso que ellos tienen entre las piernas. Con su historia de vida cambió el travesti gracioso de circo por una persona normal que tiene problemas y emociones y que pasa por humillaciones”, cuenta Isis. Lo que hizo la actriz a través de las artes, a ella le gustaría hacerlo, pero a través de las políticas públicas.

Isis ingresó como practicante a la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco) de la Municipalidad de Isla de Pascua a comienzos del 2018. Daniela Segura, su compañera en el área de becas, cuenta que hizo tan buen trabajo que se la dirección de la Dideco le ofreció un puesto de trabajo fijo. Daniela e Isis trabajan en enlace directo con la Junaeb entregando becas para los estudiantes. Por eso ya ella ya es conocida como la “tía de las becas”.

Pero Isis no quiere limitar su labor socioeducativa solo a eso, sino que quiere comenzar a lanzar líneas programáticas en torno a la educación en diversidad sexual y de género. Con un compañero de la Casa de la Inclusión de la municipalidad, ya están diseñado talleres socioeducativos en temáticas LGBTI, en lo que ampara la ley Zamudio y la ley de identidad de género, dirigidos a profesores y estudiantes. Isis tiene la esperanza de que estos cursos puedan generar nuevas normativas en los colegios que permitan expresiones de identidades diversas en los establecimientos para prevenir el bullying y discriminaciones hacia las diversidades sexuales.

“Yo invité al alcalde a la ceremonia y terminó siendo mi testigo del cambio. Él estaba, de alguna manera, apoyando todo esto. Quiere que nosotros generemos proyectos y empecemos a lanzar líneas programáticas en torno a la diversidad sexual. El alcalde siempre ha estado abierto, pero no había una persona profesional como yo en el municipio que pudiera generar estos proyectos, que pudiera ser una cara visible de todo esto, porque finalmente me estoy transformando en un estandarte de todos estos cambios”, dice Isis, quien se describe a sí misma como una “una mujer transgénero, de pueblos originarios, feminista, profesional y joven. Todo el pack completo”.

Daniela cuenta que Isis actualmente ya es considerada un referente entre muchos chicos o chicas trans y también entre jóvenes comunes y corrientes que valoran su carrera profesional; además de que siempre le piden consejos de belleza y estilo porque es asociada al buen gusto. “Isis, de todas las chiquillas trans (en la isla), es la que más se ha preocupado de investigar, desarrollar todo el tema de cómo sentirse bien como mujer con su tratamiento hormonal, de preocuparse de seguir orientaciones psicológicas para poder ser ella misma, y concluir todo su proceso como corresponde”, dice Daniela.

Este es de hecho uno de los objetivos principales de la asistente social: visibilizar entre los jóvenes de la isla las posibilidades que hay de tratamientos hormonales y de programas de reasignación de sexo. Si bien en Isla de Pascua no existen muchos especialistas en la temática transgénero, Isis logró obtener una interconsulta con el Hospital Salvador de Santiago para poder atenderse con un endocrinólogo especialista, quien hasta el día de hoy le receta sus medicamentos y está analizando una futura cirugía de reasignación de sexo.  “Yo estoy visibilizando esto, de que hay la posibilidad de tratamientos. Muchas personas aún están en desconocimiento de que pueden postular a estos programas de reasignación de sexo. No conocen que algunas prestaciones están cubiertas por el plan GES. Yo tengo amigas que son transgénero, travesti y homosexuales y reconozco que en el plano legal, todo ha sido súper tedioso. El cambio de nombre lo hice por vía legal hace dos años cuando esta ley no existía y el proceso fue muy engorroso. Estas cosas que me han pasando en el camino, que me han ido frenando, me han dado el coraje para poder tomar esta bandera de lucha”, dice la joven asistente social.

La hermana de Isis cree que ella al final del día será la voz de muchos jóvenes. “Si ama su profesión, siento que debería entregar ayuda e información, pero eso será poco a poco. Ahora recién está viviendo el cambio, aún se lo está tragando. Pero cuando se sienta estable, va a poder contar su historia, la cual ya ha cautivado a mucha gente Rapa Nui aquí en la isla. Muchos la valoran y la estiman. Eso es gratificante para ella, que nuestra isla la aceptó tal y como es, que en la calle nunca se le dañó. Creo que por eso ella siente la necesidad de devolver la mano”, concluye Natalia.

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