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14 de Febrero de 2020

Pansexuales en Chile: el amor más allá del género

Agencia UNO

La pansexualidad es una disidencia sexual poco conocida y visibilizada. Normalmente las personas que se identifican con ella lo hacen como una decisión política respecto al género, tratando de superar que el deseo y el placer estén determinados por un sexo en específico. En el día del amor, The Clinic conversó con tres personas que se han identificado como pansexuales y nos contaron cómo ha sido su camino en búsqueda de lograr amar libremente.

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Por Edgar Pfennings De la Vega
Fotos: Valentina Manzano

El amor tiene múltiple expresiones y formas, las diferentes orientaciones sexuales son una muestra de esto. Está la supuesta “normalidad” en nuestra sociedad que son las personas heterosexuales, quienes se identifican con un género y les gustan las personas del género opuesto. Por otro lado, están los hombres gay y las mujeres lesbianas, que se identifican con un género y les gustan las personas de ese mismo género. Luego están las personas bisexuales que les gustan las personas de su mismo género y las del otro género.

Todas estas formas de relacionarse afectivamente históricamente se han basado en la idea de que existen dos géneros, pero con el surgimiento de múltiples identidades, como las transgénero y no binarias, las personas comenzaron a identificarse con nuevas orientaciones sexuales. “La pansexualidad significa que yo me puedo enamorar, sentir placer, atracción hacia las personas independientemente de su género, de su corporalidad”, explica Ana Lucía Ramírez sobre su orientación sexual.

Las personas pansexuales expresan su orientación sexual de maneras muy diferentes entre sí, coinciden en que es una categoría que durante la vida vive muchos cambios y que el optar por una u otra es una decisión política respecto al género y las relaciones interpersonales en general. Valentina, quien se identifica como pansexual, lo explica así: “Implica una comprensión más integral de la persona que tienes al frente, incluso permitiendo que esa persona varíe sus formas”.

Ana descubrió la pansexualidad tras conocer a Michel, una persona trans no binaria con quien tiene una relación desde hace diez años; Valentina, se consideró lesbiana cuando comenzó a tener relaciones sexo-afectivas con mujeres, pero una reflexión con un amigo la hizo repensarse como pansexual; Francisco se identificó como gay, luego como bisexual y finalmente como pansexual tras sentirse atraído hacia personas trans, pero hoy ha vuelto a identificarse como bisexual por una decisión política. Estas son sus historias de amor, de reflexiones y descubrimientos que les han llevado a amar más allá del género.

“Llegué a Chile por mi pansexualidad”

Las primeras personas que le gustaron a Ana Lucía Ramíers durante su adolescencia en Colombia fueron hombres. Después entró a estudiar Cine y Televisión a la Universidad Nacional de Colombia, donde conoció un nuevo círculo social y empezó sentir, a sus 20 años, una fuerte atracción hacia las mujeres.

Por un tiempo se reconoció como lesbianas, principalmente por la influencia de su grupo de amigas que así se identificaban, pero en el fondo seguía sintiendo un grado de atracción por lo hombres. “Ahí yo comencé a indagar, me reconocí como bisexual y luego, cuando comencé a tener relaciones amorosas, algunas de las personas con las que me relacionaba, que eran mujeres, resulta que empezaron a hacer tránsitos en el género: su expresión de género se hacía más masculina, comenzaba a manifestar cosas como que quisieran quitarse los senos, a replantearse”, recuerda.

Las constantes reflexiones que le hacían cuestionar su orientación sexual las comenzó a canalizar a través de su profesión y acciones creativas. Formó junto a su amigue Clau, que en ese tiempo se identificaba como mujer, una “colectiva” llamada Mujeres al borde, que si bien en un principio empezó como un hobbie en que experimentaban con el cine y el teatro comunitario, a la larga se transformó en un importante proyecto que liga el arte con el activismo LGBT+ y feminista.

Fue gracias a este proyecto que viajó hace doce años a Guarulhos, en Brasil, para un encuentro de organizaciones sociales para desarrollar estrategias contra los fundamentalismos religiosos. Ella fue una de las seleccionadas para participar por Colombia; por Chile, Michel Riquelme, activista trans no binarie, fue une de les dos participantes. En ese encuentro Ana le compartió a Michel sus dudas sobre su orientación sexual. “Bueno, la bisexualidad de alguna manera está partiendo de que solamente hay dos géneros, cuando hay más. Están las personas no binarias, hay personas intersex que también se ubican en una lugar ambiguo del género, hay travestis”, le comentó Michel en esa ocasión. Fue la primera persona que le habló de la pansexualidad a Ana.

Ana Lucía se enamoró de Michel y a través de esta relación fue definiendo concretamente su posición como pansexual: “Cuando me encontré con Michel y me contó sobre la pansexualidad y me regaló este nuevo concepto yo hice la reflexión y dije que en realidad mi experiencia ha sido más pansexual que bisexual. Luego en esta relación amorosa nueva que surge con Michel, que ya es una persona que se posiciona desde los trans no binario, que reivindica esa experiencia, ya me siento más desde la vivencia de la pansexualidad”.

Tras un tiempo en que mantuvieron una relación a distancia, Ana Lucía decidió mudarse a Chile y poder estar con Michel. En Santiago quedó seleccionada para un magíster en Género en la Universidad de Chile, gracias a lo que pudo sustentarse durante sus primeros años de estadía. Ahora abiertamente declarada como pansexual, debe explicarle a las personas nuevas que conoce en qué consiste su orientación sexual muchas veces desconocida, incluso dentro de los círculos de la comunidad LGBT+.

Ana hoy tiene 43 años y cada vez que se debe presentar ante un nuevo grupo de personas dice: “Yo soy pansexual, eso no significa que tenga sexo con panes, aunque si el pan está muy rico, pues uno puede tener un orgasmo, a quién no le ha pasado. Pero en realidad la pansexualidad significa que yo me puedo enamorar, sentir placer, atracción hacia las personas independientemente de su género, de su corporalidad. Creo que todas las cuerpas son bellas, merecen ser amadas y mi deseo fluye entre muchas posibilidades”.

La mujer afirma que la experiencia de amar cambia siendo pansexual ya que le permite aceptar las diversas posibilidades de cambios que ha vivido su pareja respecto a su identidad de género. “Yo me siento súper privilegiada porque con este amor pansexual he podido experimentar que la textura de la piel de mi pareja sea súper suave, luego sea más durita, luego tenga pelos, que el bracito sea más blandito y luego más duro porque hace dos flexiones y ya le sale músculo. Entonces para mí ha sido una experiencia muy bella el reconocer que los cuerpos también tienen la potencialidad de cambiar”, comenta.

El amor al alma

Valentina tiene 22 años y también se identifica como pansexual, pero no lo considera como un lugar desde el que deba hacer política o necesariamente anunciarlo públicamente. “Es algo que no me interesa, no es que no me interese en mala, pero creo que es algo tan natural de todas las personas que no me detengo a pensarlo, preguntarlo o posicionarme políticamente desde ese lugar. Para mí no resulta ser una posición en que me sienta activistas, sino que es algo muy natural, lo intento abordar así”, opina.

Al igual que Ana, su identificación como pansexual provino desde las dudas que le nacieron en medio de relaciones afectivas con mujeres, lo que inicialmente la hizo identificarse como lesbiana, sumado a que seguía sintiendo cierta atracción por los hombres. Valentina actualmente está en una relación con una mujer que ha durado un año con una pausa hace algunos meses, fue en ese tiempo que no estuvieron juntas que descubrió su pansexualidad.

Explica que el primer periodo que estuvo pololeando con su actual pareja vivía un lesbianismo político, que significa “no involucrarte sexualmente con hombres porque no te hace sentido por el sistema patriarcal que replica un montón de violencias, así como lo puede hacer el involucrarte con un hombre. Entonces es que mientras no ocurra ese cambio social deseado no estás ni ahí con estar con un loco.”

Al tomarse un tiempo con su pareja, Valentina pensó que era bisexual, pero cambió. Se definió como pansexual tras un conversación con un amigo: “Le decía a un amigo que tampoco me siento bisexual a primeras porque incluso el cuerpo de la persona que tengo al frente es algo que pasa a otro lugar, no es determinante. Entonces mientras le estaba tirando todo este rollo me preguntó si entonces era pansexual y yo no lo había pensado y quede así… Oh parece que sí, soy pansexual”.

La joven estudia en una universidad en Santiago, pero es de Alto Hospicio, en la Región de Tarapacá, y su familia y amigas de la infancia aún permanecen allá. En una de sus estadías en su ciudad decidió comentarles su orientación sexual.

Cuando le contó a su mamá no le puso problemas aunque le costó entender. Sus amigas, que pertenecen a un círculo marcadamente heterosexual y algunas participan de actividades de la iglesia también tuvieron dificultades para entenderla, pero nadie la juzgó. “Yo pensaba: cómo les digo a mis amigas que no soy lesbianas y que no parezca que es algo que es como una curiosidad del momento, sino que algo que de verdad me di cuenta y es más profundo que eso. Además yo soy como la niña rara del grupo igual, soy la amiga que sale con hueas raras”, explica.

Día del amor encapuchado. Foto: Agencia UNO

Según relata, les dijo: “Para mí es el alma que tengo al frente, incluso va más allá de esa piel. Es la energía que me trasmite esa persona, la visión de mundo de esa persona. Eso es lo que me atrae de alguien y me hace enamorarme”. Le respondieron: “Ay amiga, que erís volada. Está bien”.

Después de esto Valentina volvió con su pareja. Afirma que no ha sufrido discriminación por ser pansexual, pero que para la sociedad seguirá siendo vista como una mujer que tiene una relación con otra mujer. “Yo con mi compañera si estamos juntas seremos dos lesbianas, no una mujer lesbiana y una mujer pansexual. Desde los más concreto no es algo visible porque es algo que sabes cuando conversas con la persona. Pero obvio que he sentido miedo de estar en la noche con mi compañera porque somos dos mujeres que vamos de la mano. Una persona homofóbica no va a hacer esa distinción. Pero no podría decirte que he sido discriminada por ser pansexual”.

Pansexualidad y bisexualidad

“Por pansexualidad entiendo la atracción a una persona indistintamente del género con que se identifica o de su sexo”, dice Francisco Peña de 23 años que por un tiempo se sintió pansexual, pero desde hace algunos meses volvió a considerarse bisexual.

Francisco conoció el concepto a través de internet, en Tumblr, ahí afirma que se hablaba sobre temas que acá eran más tabú o desconocidos, como la transexualidad y el género fluído.

 En ese entonces se identificaba como gay y había construido sus círculos sociales en base a esta identidad. Las preguntas por su orientación sexual comenzaron cuando iba en tercero medio y terminó una relación con un mujer porque se había dado cuenta que le gustaban hombres. “Yo amaba a mi polola, la amaba mucho, estaba muy enamorado de ella, pero pasó que me di cuenta que me empezaron a gustar los hombres y terminé porque en ese momento pensé que si me gustan los hombres es porque soy gay, tenía que decidirme. No pensaba que era bisexual porque creía que era un cosa de indecisión”, recuerda.

Francisco Peña. Foto: Instagram

Cuando entró a la universidad, justo cuando tenía dudas si se identificaba como bisexual, empezó a conocer personas trans y no binarias. De hecho, se dio cuenta que le llamaban la atención específicamente estas personas, las expresiones andróginas: ahí conoció la pansexualidad.

Durante este tiempo Francisco, que incluso se llegó a identificar como una persona no binaria, mantuvo una relación que terminó a finales del año pasado. En ese mismo momento comenzó un proceso de abandonar la pansexualidad y volver a identificarse como bisexual.

Francisco reflexiona sobre esto: “Realmente no es como que me guste la vagina o el pene, lo que me gustan son las personas y lo que encuentro bonito son las personas. Entonces dije: ya, voy por la pansexualidad. Y así fue hasta el año pasado, que ahí me empecé a interiorizar un poco más con la discusiones entorno al género y otras amigas me dieron otra acepciones sobre la bisexualidad que es que te gusta tu sexo y el del otro. Eso se me hizo más familiar”.

“Por un tema más como de posicionamiento político llegué a la pansexualidad y ahora regreso  otra vez a la bisexualidad porque no creo que el género sea algo real, no es algo que yo apruebe, y creo que debe ser erradicado, debe ser eliminado (…) Se debería no pensar tanto en el género, aunque igual es una cuestión que se habla y que se construye. Pero ha sido un proceso rico porque me he liberado y me he quitado muchos prejuicios que tenía con los hombres que ya conocía antes de esto. Ha sido bien liberador el tema de pensar la orientación sexual”, concluye.

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