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24 de Junio de 2020

Loreto Saavedra, repartidora de cajas de alimentos: “Es mucha injusticia; estamos totalmente a la deriva”

Se tuvo que reinventar. Después de años trabajando como transportista escolar, la pandemia la obligó a darle otro uso a su furgón: repartir cajas de alimentos. Está en eso todos los días, de 9 de la mañana a 5 de la tarde, en Cerro Navia.

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“Lo que más extraño son a mis niños, a pesar que me hacían rabiar mucho”, cuenta Loreto Saavedra (35), que trabajaba como transportista escolar hasta cuando las clases en los colegios de Santiago fueron suspendidas a mediados de marzo por la pandemia. “Ellos igual me extrañan y con algunos sigo en contacto. Me dicen que me quieren, que soy su segunda mamá”. 

Ante el inesperado cambio de planes, Loreto debió cambiar su trabajo: hoy ya no traslada estudiantes sino cajas de alimentos que cada mañana llenan su furgón modelo Foton K1. Desde hace un mes llega al Gimnasio Municipal de Cerro Navia a las 9 a.m. para cargar y llevar los alimentos de emergencia que el gobierno y el municipio están entregando a las familias más pobres de la comuna.

“Ellos igual me extrañan y con algunos sigo en contacto. Me dicen que me quieren, que soy su segunda mamá”.

La pandemia truncó una década como transportista escolar. Loreto empezó en el rubro como ayudante durante cuatro años, después viajó con un conductor contratado y recién hace un año “me tiré solita como chofer” de furgón. Le estaba yendo tan bien que pidió un préstamo bancario para comprarse un segundo vehículo que hasta ahora no ha podido ser usado y cuyas cuotas no ha podido pagar desde abril.

“Después de que suspendieron las clases me puse a trabajar con mi mamá en un local de comida rápida que tiene en Recoleta. Atendía mesas, hacía completos o churrascos. Las primeras semanas teníamos mesas y luego atendíamos de puertas afuera”, explica. Pero con el endurecimiento de las medidas de la cuarentena, el negocio de su mamá tuvo que cerrar el 26 de mayo. Al día siguiente, el tío Enrique -otro transportista escolar- la contactó para preguntarle si quería ser chofer del reparto de cajas de emergencia. “Dije que sí. Me contactó con una señorita del Gimnasio Municipal. Somos como 15 ‘tíos’ los que trabajamos en esto ahora”.

“Me contactó con una señorita del Gimnasio Municipal. Somos como 15 ‘tíos’ los que trabajamos en esto ahora”.

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Loreto vive en una casa con su pareja y su hijo de 19 años que estudia Licenciatura en Matemáticas: “Ahora estudia por internet, pero ha sido muy estresante para él. Mi pareja tiene su negocio acá en la casa. Vende cosas de ferretería, útiles de aseo, ropa, cosas así. Vende lo que hay”, cuenta.

La cuarentena los ha afectado a los dos. Ganan poco y no da “para sobrevivir con eso”. A fines de marzo, al puesto que tenían en el Persa de Teniente Cruz le fueron clausuradas las patentes comerciales por parte del municipio de Pudahuel, como medida para evitar el contagio de los asistentes. En el trabajo que tiene desde el 27 de mayo, a Loreto le pagan cerca de $800 mil pesos al mes, menos de la mitad de lo que ganaba en el transporte de estudiantes. 

“Nos dan una planilla de ruta con las direcciones y los nombres de las personas. Repartimos entre 150 a 170 cajas diarias. Entramos a las 9 y terminamos casi a las 5 de la tarde”, dice. Cerro Navia es una de las comunas con mayor hacinamiento en la capital, según las últimas informaciones entregadas por el Observatorio Urbano del Ministerio de Vivienda.

Loreto viaja por la comuna junto a un peoneta y un administrativo que va tomando los datos de las personas a quienes le entregan la caja: “Uso guantes y mascarilla. Mis compañeros usan una capa blanca, mascarilla y guantes”. Cuenta que anda con amonio y alcohol gel en el furgón y que cada vez que se suben sus compañeros los baña en estos productos. “Ahí recién se pueden subir. Si nos damos cuatro vueltas, cuatro veces les paso el alcohol gel después de que tienen contacto con la gente”. Los productos de limpieza se los ha entregado la municipalidad.  

“Nos dan una planilla de ruta con las direcciones y los nombres de las personas. Repartimos entre 150 a 170 cajas diarias. Entramos a las 9 y terminamos casi a las 5 de la tarde”, dice.

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Loreto cuenta que en Cerro Navia ha visto a mucha gente cesante y que la cuarentena parece no existir: “La gente anda sin mascarilla, no tiene precaución. Les dices que no se acerquen y se acercan 10 ó 20 personas al vehículo. No hay Carabineros ni nadie que haga un control acá. Es mucha injusticia. Estamos totalmente a la deriva”.

Mucha gente en Cerro Navia agradece las cajas, porque no tiene nada; pero otra queda mirando sin recibir nada, dice Loreto: “Nos mandan a sectores donde la mitad queda sin caja. En una cuadra a una mitad le toca y la otra queda sin caja. Y todo en el mismo barrio. La mayoría de las casas están todos sin trabajo, con Covid, sin ayuda de la municipalidad, no le van a dejar remedios, no tienen nada”.

Si no están inscritos en los registros municipales o en las fichas CAS, es muy difícil que haya ayuda. Ser migrante es un problema extra. Loreto cuenta que “hay mucha gente extranjera: colombianos, haitianos, dominicanos, peruanos. Hemos visto que en una casa viven 30 a 40 personas. A ellos les damos cajas y también tratamos de ayudarlos un poco. A veces rompemos el protocolo que nos indican en el trabajo y usamos el sentido común”.

“Hay mucha gente extranjera: colombianos, haitianos, dominicanos, peruanos. Hemos visto que en una casa viven 30 a 40 personas. A ellos les damos cajas y también tratamos de ayudarlos un poco. A veces rompemos el protocolo que nos indican en el trabajo y usamos el sentido común”.

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Las cajas tienen garbanzos, porotos, lentejas, cinco paquetes de fideos, salsas de tomate, tres tarros de jurel, un litro de aceite, detergentes, lavalozas y azúcar: “Yo creo que son para una semana no más. Depende de la gente que haya en casa, cuántas familias sean. Si vives solo, alcanza para dos o tres semanas”, dice Loreto.

Los repartidores han tenido que ser un canal de información para las personas que no reciben el beneficio de los alimentos. “Les decimos que tienen que ir a la municipalidad, llenar la ficha, ir a averiguar cómo hacer para recuperar la caja… igual hay gente muy inconsciente que se desquita con uno y nos insultan o faltan el respeto”.

Este trabajo de Loreto termina a finales de junio. “A mí todavía no me ha llegado caja. Ninguno de mis vecinos la recibe aún. Me entregaron el bono Covid de $55 mil pesos, el primero. Es lo único. Es una ayuda chiquitita, pero algo es algo”, concluye.

“Les decimos que tienen que ir a la municipalidad, llenar la ficha, ir a averiguar cómo hacer para recuperar la caja… igual hay gente muy inconsciente que se desquita con uno y nos insultan o faltan el respeto”.

Este texto es parte de la serie “Invisibles, pero fundamentales”. Puedes revisar el resto de los capítulos AQUÍ.

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