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Opinión

28 de Julio de 2020

Columna de Claudio Fuentes: Respirador artificial

"Ya es demasiado tarde para ensayar fórmulas novedosas de renovación o de nuevos aires políticos. Eso fue la apuesta por Blumel que fracasó estrepitosamente. Volvió la UDI y RN al centro del poder", dice Claudio Fuentes en esta columna.

Claudio Fuentes S.
Claudio Fuentes S.
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En la madrugada del 15 de noviembre pasado, las fuerzas políticas se unían para celebrar el principal acuerdo político desde el retorno de la democracia.  En el aire se respiraba el fin de la transición. Desde aquel momento la Constitución está desahuciada. 

A diferencia de Fernando Atria que postuló que la Constitución estaba políticamente muerta, planteo aquí que se trata de un estado anterior—aunque muy cercana a su muerte. La paciente está en un estado crítico, pero aún no fallece. Los actores políticos ya saben que pasará a mejor vida, que lo hará en un futuro muy próximo, y que no tiene posibilidad de salvación. 

Desde aquel día vivimos un momento extraño, una literal transición hacia un nuevo marco de reglas que no conocemos del todo.  Es en este escenario que los incentivos políticos se trastocaron completamente. Veamos. 

Ministros llegan al Patio los Cañones para un nuevo cambio de gabinete en medio de la pandemia. Créditos: Agencia Uno.

Un segmento de la élite política y económica piensa con pragmatismo en su futuro inmediato y, luego del primer shock, comenzaron a acomodarse al nuevo momento. Mejor participar de la definición de lo que serán las reglas del juego futuras que llorar a esta moribunda Constitución. Andrónico Luksic hace solo unos días en twitter llamaba a establecer el voto obligatorio para el plebiscito de entrada de modo de dotar de la mayor legitimidad posible a este nuevo acuerdo constitucional.  Pablo Longueira planteaba hace unas semanas con inusitado pragmatismo saltarse el plebiscito e ir directamente a la elección de una Convención para redactar la nueva carta magma.  Mejor asumir la pérdida que estar en estado de negación.

Otro segmento se prepara, con mayor ahínco e ideologismo, para defender el modelo económico (de mercado), y político (hiper-presidencialismo). Ellos se aglutinan en torno al “Rechazo” primero, y muy probablemente en torno a una o dos listas de constituyentes para defender el status quo.  Ordenan sus huestes en centros de pensamiento, se arman de ideas y preparan sus proyectos de Constitución.  

“Pablo Longueira planteaba hace unas semanas con inusitado pragmatismo saltarse el plebiscito e ir directamente a la elección de una Convención para redactar la nueva carta magma.  Mejor asumir la pérdida que estar en estado de negación”.

Por distintas razones, pragmáticos e ideológicos se distancian de un gobierno incapaz de generar disciplina y cohesión.  Así como la Constitución está desahuciada, así también el gobierno y su presidente tienen fecha de término. Un gobierno que por lo demás ha gestionado de tan mala manera la crisis sanitaria no podría generar ninguna lealtad—ni por convicción ni por conveniencia.  

La cruda política electoral impone el ritmo del sistema político donde domina el instinto de sobrevivencia. Elecciones internas en la derecha, municipales, constituyentes y presidenciales son el más potente incentivo de la coyuntura actual. No solo morirá la Constitución y el gobierno en una fecha ya definida, sino que en el camino los sepultureros deberán definir, en pocos meses, el lugar que les tocará ocupar en este proceso. 

Así las cosas, ¿Para qué defender los antes sacrosantos procedimientos constitucionales? ¿Qué sentido tiene ser leal con un Presidente que no incidirá en las definiciones de las reglas del futuro? La votación del retiro del 10% de la semana pasada reflejaba precisamente aquella transferencia de poder simbólica desde un Poder Ejecutivo que ya no tiene relevancia política hacia legisladores que saben que el costo de traicionar a su coalición es igual a cero. Ya no vale la pena pagar los costos por un modelo institucional que pronto desaparecerá. 

Aparece en este escenario un cambio de gabinete inusitado que, cual respirador artificial, busca recuperar a un gobierno moribundo.  Se trata de una acción política—siempre lo es—para intentar ordenar estas desordenadas huestes que están más enfocadas en el futuro que las acecha, que en este presente agobiante.  

“Un gobierno que por lo demás ha gestionado de tan mala manera la crisis sanitaria no podría generar ninguna lealtad—ni por convicción ni por conveniencia”.

Ya es demasiado tarde para ensayar fórmulas novedosas de renovación o de nuevos aires políticos. Eso fue la apuesta por Blumel que fracasó estrepitosamente.  Volvió la UDI y RN al centro del poder. Un comité político con muchísima testosterona y que se organiza para defender el modelo ideológico y los innumerables procesos electorales que se avecinan.  Entiéndase bien. Esto no es un respirador artificial para un gobierno que tiene fecha de defunción. Esto es el intento de establecer un pacto de gobernabilidad interna de la coalición y sobrevivir al futuro que se acerca a pasos acelerados. 

Aquí no se intenta salvar al gobierno. Solo se intenta salvar la convivencia de una malavenida coalición que a 90 días de su primer reto electoral deberán capear las fuertes fricciones que se desatarán en su interior.  El dilema interno no es menor: ¿quieren aferrarse al status quo del pasado o, en cambio, participar de la construcción de una futura convivencia democrática? ¿Querrán aferrarse a los intereses tradicionales de la derecha—familia, patria, orden, propiedad, o se abrirán a los debates de un mundo cambiante? 

“Esto no es un respirador artificial para un gobierno que tiene fecha de defunción. Esto es el intento de establecer un pacto de gobernabilidad interna de la coalición y sobrevivir al futuro que se acerca a pasos acelerados”.

Parece ser que la señal política es permitir que el sector tradicional de la derecha pueda respirar y controlar un poco de poder en estos tiempos anormales caracterizados por la incertidumbre. Sin embargo, difícilmente este cambio alterará la lógica de fragmentación dominante en este tipo de transiciones. Un simple respirador artificial para dos artefactos desahuciados, la Constitución y el gobierno. 

*Claudio Fuentes, doctor en Ciencias Políticas y profesor titular de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales (UDP).

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