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19 de Agosto de 2020

Ahora sí me alcanza: Yo usaré mi 10 por ciento para pagar tratamientos médicos

Carolina Zamora y su madre - Registro personal

The Clinic dio a conocer ayer testimonios de personal de salud que atendieron a personas que estaban usando el retiro de sus fondos previsionales para financiar consultas o tratamientos. Aquí hablan los pacientes. Tamara, protagonista de una de las historias, lo considera injusto: “No deberíamos solventar la salud con recursos que son nuestros, porque es un derecho fundamental”.

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“Voy a gastarme todo lo que saqué. Se me van a ir 700 mil pesos solamente en la operación de las amígdalas de mi hija y eso sin considerar los gastos de la recuperación. Por mi fibromialgia me haré exámenes de (artritis) reumatoide y resonancias, por lo bajo otros 200 mil más. Ahí ya bordeo el millón. Me faltarían los lentes para mí y mis dos hijos, unos 150 cada uno. La suma iría por 1 millón 150 mil. Eso en total”, dice Tamara, quien prefiere no dar su apellido para resguardo de su identidad. El saldo de los fondos de que le administra AFP Provida y ella solicitó retirar el 31 de julio corresponde a 1.170.000 pesos.

Cuenta que mantiene a dos niños -de cinco y diez años-, pero no recibe pensión alimenticia de ninguno de los padres de sus hijos (le deben siete millones). Está diagnosticada hace tres años de una enfermedad al sistema inmune cuyos exámenes no son cubiertos por el Auge. “Yo por estar siempre pendiente de mis hijos me he descuidado mucho y no me he podido hacer el tratamiento como corresponde”, explica.

Foto referencial – Agencia Uno

Al segundo día que estuvo disponible la plataforma para retirar su 10%, Tamara realizó el trámite; pero aún no le hacen la transferencia, aunque ya está vencido el plazo establecido. A pesar de los alegatos, no ha encontrado solución, factor que la ha hecho posponer más tiempo -de lo que ya lleva- para operar a su hija por ejemplo: “A ella le cuesta respirar, se queja de que tiene unas pelotitas en la nariz. Lo ideal sería operarla a la brevedad; , es algo que debiera haber hecho cuando tenía tres años”.

Tamara realizó el trámite; pero aún no le hacen la transferencia, aunque ya está vencido el plazo establecido. A pesar de los alegatos, no ha encontrado solución, factor que la ha hecho posponer más tiempo -de lo que ya lleva- para operar a su hija.

FINANCIAR DOS OPERACIONES

Juan Carlos Ávila (42) ha pospuesto desde 2017 dos intervenciones médicas que necesitaba realizarse: un quiste en su muñeca y una lesión de hombro provocada por los movimientos repetitivos que realiza en su trabajo (opera maquinaria pesada en una empresa contratista de Codelco Ventanas). A solucionar ambos problemas ha destinado los 2 millones 200 mil pesos que debería recibir por su 10%.

El jueves pasado se sacó el quiste, el mismo día que recibió la primera cuota y pudo pagar en seguida los 418 mil pesos que había pedido prestados. El miércoles de la próxima semana se operará el  hombro, intervención pagada en principio por su suegro.  El 25 de septiembre, cuando reciba la segunda cuota, le devolverá el millón 600 que aproximadamente costó.

Juan Carlos Ávila en su trabajo en Codelco Ventanas – Registro personal

Ha pospuesto desde 2017 dos intervenciones médicas que necesitaba realizarse: un quiste en su muñeca y una lesión de hombro provocada por los movimientos repetitivos que realiza en su trabajo (opera maquinaria pesada en una empresa contratista de Codelco Ventanas). A solucionar ambos problemas ha destinado los 2 millones 200 mil pesos que debería recibir por su 10%.

Juan Carlos vive en el sector Santa Julia de Viña del Mar y se trasladaba todos los días a su trabajo, hasta que el 13 de junio pidió licencia. “Ya no resistía porque era una lesión antigua. Hice tratamiento kinesiológico y siempre me recomendaron operarme, pero el tema lucas no me acompañaba” cuenta. Hacía turnos de 12 horas con día repartidos 4 por 4, pero su sueldo no era suficiente. “Trabajo en una empresa contratista no más, soy un ciudadano de segunda clase” dice en tono de broma.

“¿De a donde me alcanzaría para comprar un plasma a mí?”, alega Ávila respecto de la polémica hace unos días por una declaración de la ministra del Trabajo María José Zaldívar. Ávila considera que el episodio fue ridículo, de un “caradurismo extraordinario”. Y agrega: “Frente de donde vivo hay un cerro pelado que se lo tomaron hace 6 meses. Había puras casas a medias, pero ahora muchas familias las terminaron e hicieron buenas casas. ¿Y esa plata de donde creen que salió? Si la gente no malgastó la plata oh”.

IR AL ODONTÓLOGO

Fernanda, nombre ficticio para quien prefirió guardar su identidad, es una periodista de 29 años que sólo asiste al dentista de manera protocolar: cuando va a hacer algo preciso o tiene alguna dolencia puntual. Calcula que va una vez al año. Dice pagar de los planes más baratos en su Isapre y que “la cobertura es prácticamente simbólica”.

Foto referencial – Agencia Uno

Tuvo un dentista que la atendió por años, hasta que tuvo una mala experiencia. Hace un tiempo buscó una clínica que tuviera convenio con su Isapre para hacerse un chequeo y le salió incluso más caro que la vez anterior. Ahora que retiró el 10% de sus fondos previsionales -alrededor de un millón acumulado-, usará ese dinero, “porque sé que no voy a tener esa plata de una sola vez en ningún otro momento”.

Tomar té y café todo el día ha ido tiñendo sus dientes. Un blanqueamiento de ellos, por lo caro que resulta, no había sido prioridad. Hasta ahora. “No iré al mismo lugar porque era carísimo. Hace un tiempo conocí a un amigo que es odontólogo y si tengo que hacer un tratamiento largo para un diente chueco que tengo lo haré con él, porque confío en su trabajo. Me gustaría dejarme la boca impecable, así que, si le voy a dar esa plata a alguien, prefiero dársela a un amigo”.  

Buscó una clínica que tuviera convenio con su Isapre para hacerse un chequeo y le salió incluso más caro que la vez anterior. Ahora que retiró el 10% de sus fondos previsionales -alrededor de un millón acumulado-, usará ese dinero, “porque sé que no voy a tener esa plata de una sola vez en ningún otro momento”.

A Tamara también se le han debilitado mucho los dientes por su fibromialgia. Cuenta que los tiene calcificados y que necesita un tratamiento de fundas de porcelana para solucionarlo. Estuvo viendo los precios y dice que le saldrá “por lo menos 100 ó 200 mil pesos costearlo. Pero todavía no tengo el 10% así que es imposible que pueda solucionar estos temas”.

¿AHORROS PARA MAÑANA?

“Tengo tiroiditis de Hashimoto (enfermedad inmunológica que afecta a la tiroides, provocando fatiga y aumento de peso), estoy cesante hace tres meses y por la pandemia no he podido atenderme. Antes me atendía en el sistema privado, pero meterme en los consultorios significa un riesgo para mi madre”, cuenta Carolina Zamora (32).

Vive junto a su pololo Andrés (30) y su mamá, Margarita Quelin (62), en La Cisterna. La madre últimamente ha tenido algunos cuadros depresivos que se manifiestan con dolores corporales, insomnio y angustia, síntomas por los que le han querido realizar un chequeo médico completo, pero que en el sistema público demoraría meses.  “Antes de la pandemia fuimos, pero sólo nos ofrecieron pedir una hora con el médico general. Ni hablar de especialidades como las que yo necesito”, cuenta Carolina.

Carolina junto a su madre – Registro personal

Los tres usan lentes y nos los han podido cambiar hace más de dos años, a pesar del astigmatismo y miopía que los aqueja. Las dioptrías que sufre su pareja (9.0 y 12.5) están en el rango para ser consideradas graves, entonces prefiere atenderse de forma particular, ya que esperar hora al oftalmólogo en un centro de salud público se hacía lentísimo. “Los tres gastaremos por lo menos algo del dinero que saquemos por el 10% en salud”, adelanta Carolina.

Cuenta que el sueldo de su madre corresponde al mínimo. Carolina ya recibió “el millón” de fondos previsionales que hizo retiro. Ambas gastarán en tratamientos médicos, piensa, más de un 25% de sus saldos previsionales solicitados. Y agrega un dato: “Mi Registro Social de Hogares está pendiente desde mayo, por lo que accedo a ningún beneficio del Estado”.

Usan lentes y nos los han podido cambiar hace más de dos años, a pesar del astigmatismo y miopía que los aqueja. Las dioptrías que sufre su pareja (9.0 y 12.5) están en el rango para ser consideradas graves, entonces prefiere atenderse de forma particular, ya que esperar hora al oftalmólogo en un centro de salud público se hacía lentísimo. “Los tres gastaremos por lo menos algo del dinero que saquemos por el 10% en salud”

En las redes sociales se acumulan decenas de comentarios que cuentan historias similares a las de Juan Carlos, Fernanda, Carolina y Tamara. Esta última opina que considera “injusto solventar la salud con recursos que son nuestros, porque es un derecho fundamental”. Como sea, la urgencia manda. Y la realidad muestra a personas que hacen uso de sus ahorros que eran para el futuro, en la solución de dolencias que tienen hoy. 

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