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Reportajes

8 de Octubre de 2020

Carabinero en caída libre: la historia de Mauricio Jofré

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Decidió ingresar a Carabineros para seguir la tradición familiar y cumplir el rol social de la Institución. pero cuando vistió el uniforme finalmente en 2017 se encontró con una realidad muy distinta a la que escuchaba en casa. Primero fue el “Pacogate”, luego los malos tratos de sus superiores y el ataque recibido durante el Estallido Social. En febrero del 2020 se suicidó. Su historia fue abordada como una muerte más de la revuelta, pero deja en evidencia los problemas de salud mental que viven los uniformados post 18 de octubre.

Por

12 de febrero de 2020, calle Brown Norte, Ñuñoa. 

-¡Me lo mataron! ¡Ellos me lo mataron!-, gritó Luisa Leal (57) llorando al ver a su hijo, el subteniente de Carabineros Mauricio Jofré Leal (26), en el piso y con una camisa en su cuello en el departamento de una de sus hijas. Su marido, el coronel en retiro de Carabineros, Pedro Jofré Montero (62), intentó calmarla y buscó ayuda. 

Cerca de las 19:00 horas, la Central de Comunicaciones de Carabineros (Cenco) había recibido el llamado. Al lugar fue el subteniente Carlos Salazar y el carabinero Matías Rodríguez acompañados por una ambulancia. La enfermera Rosario Jiménez subió al departamento lo más rápido que pudo. Intentó reanimar a Jofré por 30 minutos. 

Los padres comenzaron a dar la noticia a sus cercanos. Sus hijas, las capitanas de Carabineros Luisa (38) y Daniela Jofré (35) estaban en Curicó. Al enterarse viajaron a Santiago. Pedro Jofré Leal (31), el otro hijo de la familia se encontraba en Iquique, lugar al que fue destinado por el Ejército. Él fue quien advirtió a sus padres que algo pasaba con su hermano. Horas antes, Jofré le había mandado un mensaje despidiéndose y días atrás le comentó a su familia que quería ir al psicólogo. No se sentía bien. 

A las 19:30  llegó la PDI a realizar los peritajes.  A esa hora la información ya había sido compartida en los diferentes grupos de Whatsapp de los funcionarios de Carabineros: uno de ellos había caído. Comenzaron a circular versiones.

Ese 12 de febrero, los Jofré-Leal no solo perdieron al menor de su familia, también comenzaron a ver un lado desconocido de Carabineros, ese que en los más de 30 años de su relación con la Institución notaron por primera vez.

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Los primeros Golpes

2012. Cuando Mauricio Jofré cursaba tercero y cuarto medio en el instituto 2×1 Tabancura de Providencia, le contó a su familia que quería ser carabinero. Para ellos no fue sorpresa: toda la familia era uniformada.  Pero a diferencia de ellos, él quería estar en la calle y no en una oficina. 

Su papá cuenta que le aconsejó postular al Ejército, como lo hizo su hermano Pedro. O que mejor estudiara una carrera, porque le podían pagar cualquiera. Tenía miedo de que le pasara algo en la calle. 

Jofré terminó escogiendo la Escuela de Oficiales de Carabineros. Ingresó el 16 de enero de 2013.  Estaba feliz. En su primer fin de semana de franco, amigos del carabinero comentan que los fue a ver a sus casas con el uniforme puesto y que lo vestía orgulloso. Su familia creó un chiste: era capaz de usarlo como pijama.   

Sus compañeros de Escuela comentan que era sociable y que nunca lo vieron solo. Durante su etapa de formación conoció a Monserrat Echeverría, hija de Flavio Echeverría, uno de los cabecillas del “Pacogate”. Con ella comenzó una relación en 2014. Fueron una de las parejas más conocidas de su generación. Ambos eran hijos de carabineros de alto rango, sociables y atractivos: carabineros de poster.  

Egresó de la Escuela en 2016. Durante su etapa formativa fue destinado en 2015 al norte, por los aluviones de marzo, lo que reforzó una idea que escuchó de niño: que ser policía era motivo de orgullo, fuente de estatus social.

En noviembre de 2016, le avisaron que su primera unidad sería la 37° Comisaría de Vitacura. Se sentía motivado por su debut.

02 de enero de 2017. Mauricio Jofré vestido con su uniforme, se reunió a las 07:00 am con dos compañeros de la Escuela de Formación, en la casa de uno de ellos. También habían sido destinados a la 37°. Los tres estaban nerviosos. Era su primer día.    

A las 08:00 am se presentaron en la 37°. Cuando llegaron los hicieron pasar al casino. Les preguntaron sus nombres, dónde vivían, a qué se dedicaban sus papás y qué cosas hacían en su tiempo libre.  Según carabineros de la unidad, ese día Jofré saludó a la capitana Claudia Iglesias, quien lo miró a los ojos y le dijo “te pareces tanto a tu hermana, así que no te preocupes, estás abonado”. Él quedaba protegido de ‘caerse al ácido’, es decir, no le darían más trabajo que al resto.  

Iglesias había conocido a su hermana, Daniela Jofré, en la Escuela de Carabineros, cuando ambas ingresaron en 2006. 

En Carabineros, según explican funcionarios, a los recién egresados y en especial a los oficiales de bajo rango como Jofré se les sobreexige. Según la lógica interna, de esa forma creen que los nuevos aprenderán más rápido, fórmula que ha encontrado cierta resistencia entre los más jóvenes.   

Al subteniente le fue bien en sus primeros dos meses. El 11 de febrero de 2017 recibió en su hoja de vida una anotación positiva por “la captura de 10 delincuentes, recuperación de especies, incautaciones de vehículos y herramientas”. 

El 6 de marzo de 2017, estalló el “Pacogate”. Un escándalo de malversación de fondos que venía desde 2006. Primero se habló de un fraude que bordeaba los 8 mil millones de pesos. Luego, la cifra aumentó a más de 28 mil millones de pesos, dinero que se usó para la compra de vehículos, propiedades y otros bienes por parte del alto mando. Fue el primero de una seguidilla de desprestigios para la institución, que afectaba, sobre todo, a quienes trabajaban en la calle.

En Carabineros, según explican funcionarios, a los recién egresados y en especial a los oficiales de bajo rango como Jofré se les sobreexige. Según la lógica interna, de esa forma creen que los nuevos aprenderán más rápido, fórmula que ha encontrado cierta resistencia entre los más jóvenes.

Una semana antes de que se conociera públicamente el caso, Monserrat Echeverría terminó con Jofré. Le comentó que estaba con un capitán del Grupo de Operaciones Especiales (GOPE). El golpe fue duro. Dentro de la Institución el personal del GOPE es admirado por su valentía y preparación.  

Cuando se enteró del rol de su exsuegro en el “Pacogate”, Jofré no lo podía creer, según sus amigos. Les decía que ellos se veían como una familia humilde y que solo le extrañaba que su casa fuese grande. Según la investigación judicial, el oficial Flavio Echeverría falsificó documentos de Carabineros entre 2008 y 2012, además se quedó con cerca de $420 millones de pesos de la Institución.   Sobre el “Pacogate” tenía una visión clara: “por culpa de unos pocos, cagamos todos”, cuentan sus compañeros de la 37°.

El día en que estalló en la prensa el fraude, Jofré junto a otros compañeros tomaba desayuno en el casino de la 37°. En ese momento, testigos dicen que él, la capitana Iglesias y un prefecto, comenzaron a hablar del caso. Iglesias comentó que los carabineros del grupo Intendencia, los que están ligados al fraude y al que pertenecían el papá y hermanas de Jofré, eran todos ladrones, palabras que compartió el prefecto. Al escuchar eso, el subteniente golpeó la mesa diciendo que ponía las manos al fuego por su familia. Sus compañeros intentaron calmarlo, para que no recibiera una sanción administrativa, pero él se levantó de la mesa. 

El mismo día en la tarde, Jofré llegó al departamento a contarle a sus papás lo ocurrido. Al otro día su papá se presentó en la 37° para hablar con el prefecto. Tuvieron un encuentro a puertas cerradas. Él se arrepintió de sus palabras y pidió disculpas. Les dijo que estuvo mal al generalizar. El subteniente se libró de sanciones, pero quedó en la mira de sus superiores directos: el papá lo había ido a defender.

Por el fin de su relación y el “Pacogate” quedó dolido, según cuentan sus cercanos. Un compañero de la 37° recuerda que “me tocó verlo llorar de la nada muchas veces mientras estábamos de turno o almorzando en la unidad. En esa etapa andaba con la cabeza en otra”.

Compañeros de Jofré comentan que desde el episodio del casino comenzaron malos tratos por parte de la capitana Iglesias. Ella comenzó a decirle al subteniente que tenía privilegios por tener familiares del alto mando. Cuando no atacaba a su familia, le decía “¿cómo pudiste haber estado con ella?”, por la hija del general Echeverría, recuerda un compañero de unidad. También agrega que lo dejaban trabajando más horas que al resto.  

A Jofré también le hacían presentar varios oficios por semana. En Carabineros los oficios se utilizan para que un funcionario con más años de antigüedad le pida explicaciones por escrito a un subalterno por situaciones ocurridas durante una jornada laboral. Esto no necesariamente corresponde a un llamado de atención. Pese a que no se trata de una amonestación, puede servir como puerta a un sumario interno y a una posterior sanción, dependiendo del caso. 

Iglesias también estuvo en la muerte de Manuel Gutiérrez, quien falleció en una manifestación en Villa Jaime Eyzaguirre, Macul, el año 2011, durante las movilizaciones estudiantiles de ese año, otro hito en el desprestigio de la institución en la última década. Ella encubrió al exsargento Miguel Millacura, quien le disparó a Gutiérrez con un arma UZI, según señala el fallo del Juzgado Militar en 2014. Fue dada de baja ese mismo año, pero apeló por fuero maternal y regresó a la institución.  

Por el fin de su relación y el “Pacogate” quedó dolido, según cuentan sus cercanos. Un compañero de la 37° recuerda que “me tocó verlo llorar de la nada muchas veces mientras estábamos de turno o almorzando en la unidad. En esa etapa andaba con la cabeza en otra”.

David Hernández, amigo de Jofré, comenta que el hostigamiento al subteniente no paró ni en sus tiempos libres. “Perdí la cuenta de las veces que estábamos carreteando con Mauricio cuando había salido de la pega o estaba libre, y la capitana Iglesias lo llamaba por teléfono para pedirle completar informes o decirle que debía presentarse en la comisaría”, recuerda.

Según relata personal de la 37° comisaría, a Iglesias le molestaba la relación de Jofré con los carabineros de menor rango, ya que trataba a todos por el nombre cuando en la Institución se suele referirse a un compañero por el apellido. Además, el subteniente se caracterizaba por ser directo y hacer notar las situaciones que no le parecían.

Para este reportaje en varias ocasiones se intentó hablar con la capitana Claudia Iglesias, pero se negó a entregar su versión. 

Entre finales de noviembre y principios de diciembre de 2018, a Jofré le comunicaron que sería trasladado a la 32° Comisaría del Tránsito, ubicada en calle Santo Domingo, Santiago. Al enterarse le contó a su familia y amigos la noticia. Ellos estaban felices porque ya no estaría cerca de Iglesias. Una de sus amigas comenta que “estaba feliz porque ahora iba a andar en moto todo el día”.

Volver a empezar  

2 de enero del 2019. Arriba de una moto BMW Gs 700, Mauricio Jofré patrullaba por la Alameda. Era su primer día en la 32° Comisaría del Tránsito. Vestía chaqueta verde y lentes de aviador. Era parte de la “comisaría de los pacos bonitos”, así se le conoce internamente a la 32°, en la que sus funcionarios constantemente son fotografiados y aparecen en los medios. Ahí sus labores fueron: patrullar; fiscalizar a los carabineros que estaban bajo su mando, los que por lo general eran entre 20 y 30, y hacer papeleos. Estos últimos podían ser informes sobre las distintas situaciones del día, armar el registro de los partes emitidos, entre otros. Respecto a sus turnos – los que por lo general se alargaban – se dividían en dos: de 06:00 de la mañana hasta las tres de la tarde y de las tres hasta las nueve de la noche.

El hostigamiento al subteniente no paró ni en sus tiempos libres. “Perdí la cuenta de las veces que estábamos carreteando con Mauricio cuando había salido de la pega o estaba libre, y la capitana Iglesias lo llamaba por teléfono para pedirle completar informes o decirle que debía presentarse en la comisaría”

Cercanos al subteniente comentan que los primeros meses en la 32° fue feliz. Estaba lejos de los hostigamientos de la 37°, recorría Santiago en moto y logró mantener sus actividades fuera del trabajo: jugar fútbol, salir a fiestas, a estas por lo general iba con amigos carabineros a bares y discotecas como Red Light, Blue Light, Las Urracas, Teclados y Club Eve. También practicó paracaidismo desde 2018.

A finales de marzo de 2019 comenzó a reclamar por las condiciones laborales. Durante sus patrullajes Jofré y sus subalternos no podían ir al baño y tampoco podían comprar comida. Además, en las mañanas no tenían un horario para tomar desayuno, por lo que el motorista comía a escondidas en la calle, o en la 1° y 3° Comisaría. Según personal de la 32°, el reclamo de Jofré era justo, pero lo hizo alzando la voz, algo que no les gustó a sus superiores y afectó al clima laboral.

Los altos mandos de la 32° -el mayor Carlos González, los capitanes Cristián Moraga, Fernando Norambuena y Luis Marchant- no eran personas con mucha paciencia. Cuentan que a ellos les gustaba tener a sus carabineros en la calle, en especial a González. Norambuena era burlesco, molestaba al subteniente por hacer paracaidismo, le decía “para qué haces eso, si no te sirve para nada”, detallan testigos. 

A mediados de 2019, los estudiantes secundarios comenzaron a manifestarse por el proyecto “Aula Segura”, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, más conocido como TPP11 y por una mejor calidad en su educación. Las marchas modificaron el tránsito, por lo que en la 32° tuvieron más trabajo. Los turnos de Jofré se empezaron a extender y cada vez salía menos. Un amigo del subteniente comenta que el motorista llegaba tarde a las fiestas y se iba temprano. Se comenzó a quedar sin su válvula de escape.

El trabajo tenía estresado a Jofré, cuentan sus cercanos. Además, la relación de Carabineros con la ciudadanía estaba debilitada. El “Pacogate” en 2017, la muerte del comunero Mapuche Camilo Catrillanca y el Caso Huracán al año siguiente, tenían la imagen de la Institución por el suelo, lo que empezó a tener efectos prácticos en la vida privada de los policías. Jofré, que antes no se sacaba el uniforme, empezó a ocultarle a la gente nueva que conocía el hecho de ser carabinero. “Tenía miedo de ser criticado antes de que lo conocieran”, señala una de sus amigas. Su familia dice no haber visto que negara a la institución.

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El 18 de octubre del 2019 Jofré terminó su primer turno y se fue a la 32°, cerca de las 14:00. Los estudiantes secundarios estaban realizando manifestaciones tanto dentro como fuera de las estaciones de la Línea 1 del Metro. A las 15:30 la batalla entre carabineros y estudiantes ya estaba totalmente desatada, por lo mismo se les solicitó a los uniformados que se replegaran para evitar más lesionados, de ambos bandos. Cuando iban de vuelta, se avisó por radio que un cabo de la 32° estaba acorralado entre manifestantes en la intersección entre la calle Manuel Rodríguez con Alameda. 

El trabajo tenía estresado a Jofré, cuentan sus cercanos. Además, la relación de Carabineros con la ciudadanía estaba debilitada. El “Pacogate” en 2017, la muerte del comunero Mapuche Camilo Catrillanca y el Caso Huracán al año siguiente, tenían la imagen de la Institución por el suelo, lo que empezó a tener efectos prácticos en la vida privada de los policías.

Jofré escuchó la información por radio y se fue en moto al lugar para intentar sacar al cabo, según cuenta personal de la 32°. Al llegar se dio cuenta que solo no podía, por lo que pidió refuerzos por radio. Nadie llegó. En el lugar se encontraba un grupo de manifestantes, los que estaban armados con palos y piedras. En ese momento, uno de los manifestantes lanzó un pedazo de concreto que impactó en la parte trasera del casco del subteniente. Jofré alcanzó a avanzar un par de metros hasta que producto del impacto perdió el equilibrio y se desplomó en el pavimento. En medio de toda esa secuencia el cabo, atemorizado por la situación, alcanzó a escapar justo del enfrentamiento. Mientras que el grupo de manifestantes, aprovechando que el motorista se encontraba en el suelo, se acercaron a él gritando “¡Maten al paco culiao!”. Jofré confundido solo atinó a proteger su arma de servicio.

Un carabinero que llegó después se acercó a él, lo tomó y avisó por radio, para que se llevaran a Jofré en ambulancia al servicio de urgencia más cercano, en este caso la Posta Central. Al llegar al Centro de Urgencias Jofré estaba inconsciente. Los carabineros que seguían en servicio no sabían qué hacer. Las manifestaciones de ese día fueron históricas y las autoridades se vieron sobrepasadas, al punto que el presidente Sebastián Piñera decretó Estado de Emergencia.  

La noticia de que Jofré había sido atacado y se encontraba en la Posta Central comenzó a circular mediante los grupos de Whatsapp de carabineros. Alguien leyó esta información y contactó a la hermana del subteniente, la capitana Daniela Jofré, para contarle. Ella pidió permiso para salir de su trabajo y llamó a su hermana Luisa Jofré. Luego, gestionó todo para que trasladaran a su hermano al Hospital de Carabineros (Hoscar).

A eso de las 19:00 hrs., Mauricio Jofré fue llevado en ambulancia hasta el Hoscar. En el traslado lo acompañó Daniela Jofré. Durante ese viaje Jofré recuperó la conciencia. Solo decía: “¿Dónde está mi armamento? Si lo pierdo me van a sancionar”. 

Al llegar al Centro de Urgencias Jofré estaba inconsciente. Los carabineros que seguían en servicio no sabían qué hacer. Las manifestaciones de ese día fueron históricas y las autoridades se vieron sobrepasadas, al punto que el presidente Sebastián Piñera decretó Estado de Emergencia. 

Una nube cuelga sobre mí

Jofré quedó hospitalizado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hoscar el 18 de octubre. Estuvo ahí cinco días. Su diagnóstico fue un traumatismo encéfalo craneano. 

El 19 de octubre Jofré fue visitado en el Hoscar por el general director de Carabineros, Mario Rozas. El general director se tomó una fotografía con el subteniente, la que fue subida a las redes sociales de Carabineros, en ella Rozas le da la mano al motorista, quien aún estaba en camilla. El carabinero nunca recibió apoyo de la institución, ni pudo recordar nada de lo que pasó la tarde del 18 de octubre, ni del encuentro con la máxima autoridad de Carabineros, según cuenta su familia y amigos.  

Para este reportaje se contactó al general director Mario Rozas, pero se negó a entregar una versión por temas de agenda.

Tras el ataque, Carabineros realizó una investigación interna para determinar si las lesiones del subteniente ocurrieron en acto de servicio. La familia dice que no se aplicó el artículo 90 de la ley 18.834 del estatuto administrativo que dice que “los funcionarios tendrán derecho, además, a ser defendidos y a exigir que la institución a que pertenezcan persiga la responsabilidad civil y criminal de las personas que atenten contra su vida o su integridad corporal”.

Después de la hospitalización Jofré estuvo con licencia médica en su casa. Según cuenta su mamá, se quedó en su pieza con las cortinas cerradas, y las pocas veces que hablaron del ataque, le decía llorando que pensó que iba a morir. Además, comenta que en esos días “unos capitanes lo llamaban constantemente para decirle que tenía que regresar y que no fuera cagón. Yo le insistí para que se esperara, que debía recuperarse, pero esos oficiales no lo dejaron tranquilo”.

En el tiempo que Jofré no estuvo en la 32° otros compañeros debieron cubrir sus turnos. Personal de la Comisaría de Tránsito comenta que, por lo general, tratan de no faltar porque eso significa una carga extra para otro funcionario. Los jefes suelen presionar con esa culpa, aunque a veces ni hiciera falta: el mismo Jofré veía por televisión cómo terminaba cada marcha y cómo la valoración social de Carabineros caía a niveles históricos por denuncias de violaciones a los derechos humanos en el marco de las protestas.

El 19 de octubre Jofré fue visitado en el Hoscar por el general director de Carabineros, Mario Rozas. El general director se tomó una fotografía con el subteniente, la que fue subida a las redes sociales de Carabineros, en ella Rozas le da la mano al motorista, quien aún estaba en camilla. El carabinero nunca recibió apoyo de la institución, ni pudo recordar nada de lo que pasó la tarde del 18 de octubre.

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A principios de noviembre a Jofré se le terminó la licencia y volvió a trabajar. No le hicieron ningún examen psicológico para saber si estaba apto para volver a la unidad, cuenta su familia. Para ellos él tuvo un estrés post traumático no diagnosticado. Después de sus primeros turnos, le contó a su papá “que le temblaban las manos al subirse a la moto de servicio y que el corazón le latía fuerte”. La mamá del subteniente dice que por primera vez lo escuchó decir que tenía miedo de salir a la calle. 

Por la contingencia, las funciones de Jofré cambiaron. En las mañanas debía fiscalizar el tránsito, para luego patrullar por la Alameda, en el sector del Metro Los Héroes, lugar donde fue atacado. En las tardes, muchas veces quedó de punto fijo en la Plaza Baquedano. Sus turnos comenzaban a las seis de la mañana y terminaban cerca de las 22:00.   

Según se menciona en la Circular Digcar N°1.533 del reglamento de Carabineros, cuando un uniformado se lesiona en horario laboral, el Subcomisario de Servicio tiene la obligación de fijar los servicios del funcionario acorde a su condición hasta que esté totalmente recuperado psíquicamente. Esto no ocurrió con Jofré, según cuenta su familia y personal de la 32°, ya que debió patrullar en el sector que fue agredido. En su ficha del Hoscar no registra atenciones psicológicas. 

Un alto mando de la 32° Comisaría desmiente los malos tratos señalando que a Jofré siempre lo apoyaron después del ataque.

Personal de la 32° comenta que la unidad fue un caos durante el Estallido Social. Andaban todos de mal humor por la falta de sueño, algunos incluso se quedaban a dormir en la comisaría, ya que no les alcanzaba el tiempo para hacerlo en sus casas. También dicen que muchas veces debieron cuidar el cuartel en las noches por amenazas de ataques. 

No le hicieron ningún examen psicológico para saber si estaba apto para volver a la unidad, cuenta su familia. Para ellos él tuvo un estrés post traumático no diagnosticado. Después de sus primeros turnos, le contó a su papá “que le temblaban las manos al subirse a la moto de servicio y que el corazón le latía fuerte”. La mamá del subteniente dice que por primera vez lo escuchó decir que tenía miedo de salir a la calle.

Un informe de Human Rights Watch de noviembre del 2019, menciona que Carabineros durante el Estallido Social cometió graves violaciones de derechos humanos, que incluyeron uso excesivo de la fuerza en las calles y abusos en la detención de manifestantes. Las largas jornadas laborales de hasta 16 horas, sin descanso ni remuneraciones de horas extras, fueron unas de las principales razones de estos actos según el reporte. Además, se indica que de los 20.000 carabineros que estuvieron en las calles durante el 18-0, solo 1400 eran miembros de las Fuerzas Especiales, unidad encargada para este tipo de labores. En el informe se dice que algunos funcionarios tuvieron apenas un día de capacitación.    

Según información obtenida por Ley de Transparencia, Carabineros cuenta con 32 psicólogos y 19 psiquiatras para los más de 60 mil funcionarios que trabajan en la institución, según datos de la Cuenta Pública de Carabineros de Chile de 2019. Además, también atienden a los familiares de los uniformados.   

Néstor Tobar, presidente de la Organización Ex Carabineros de Chile (Excar), dice que durante el Estallido Social “los carabineros vieron en el alcohol una forma de refugiarse, para matar el hambre y la angustia. Yo tengo un teléfono en el que carabineros me mandan denuncias anónimas, ahí ellos me dicen que sienten dolor porque la institución y el gobierno los han abandonado. Además, han sido explotados”. 

Mediante datos obtenidos por Ley de Transparencia, se consigna que entre el 18 de octubre y el 25 de marzo de 2020 la institución aceptó 260 licencias por salud mental en todo el país. Además, entre el 18 de octubre del 2019 y el 30 de junio del 2020, 1430 familiares de carabineros asistieron a citas con psicólogos de la Institución.  Según cuenta personal de carabineros, esto se dio porque ellos empezaron a tener problemas, incluso a sus hijos los molestaban en el colegio. Tobar señala que “la ciudadanía odia a los carabineros y ellos a la ciudadanía, después del Estallido Social. Me he dado cuenta de que se ha perdido el respeto mutuo y hay un descontrol de los organismos del Estado”.  

El ataque y el estrés cambiaron la personalidad de Jofré, según detallan sus amigos. “Lo vi más irritable y enojón, al menor problema se molestaba. No conversé puntualmente con él de cómo lo del Estallido lo había afectado en la parte mental. Quizás, porque siempre los carabineros tratamos de ser y mostrarnos fuertes”, comenta Daniel Millas.

Entre el 18 de octubre y el 25 de marzo de 2020 la institución aceptó 260 licencias por salud mental en todo el país. Además, entre el 18 de octubre del 2019 y el 30 de junio del 2020, 1430 familiares de carabineros asistieron a citas con psicólogos de la Institución.  Según cuenta personal de carabineros, esto se dio porque ellos empezaron a tener problemas, incluso a sus hijos los molestaban en el colegio.

Su mamá comenta que verlo trabajar después del Estallido fue muy difícil. Señala que lo más que más resaltaba de la cara de su hijo eran sus ojeras, además que llegaba muy cansado. “Ni siquiera podíamos fumarnos nuestro cigarro en la terraza, porque tenía que responder informes a sus superiores”.

Durante el Estallido, el subteniente publicó en sus redes sociales que estaba harto de leer críticas al personal de Carabineros. También dijo que no todos eran iguales y que él no apuntaba con el dedo a las personas por su profesión.

Trinidad Gen, una de sus amigas, comenta que ella posteó mensajes contra Carabineros y que Jofré la bloqueó de sus redes sociales. “Él hizo lo mismo con muchas personas. Por un amigo me enteré de que fue por su salud mental, no podía ver esos comentarios porque le estaba afectando mucho”, dice.

“Antes había un estándar de prestigio en Carabineros, estaba bien visto ser parte de la Institución. La confianza se trabaja día a día, pero se pierde en un minuto. Eso pasó con el Estallido Social. Va a costar mucho recuperar la confianza de las personas”, comenta Marcos Herrera, suboficial retirado. 

Durante el Estallido Social, algunos carabineros comenzaron a abandonar la Institución. Según datos obtenidos por Ley de Transparencia, desde el 18 de octubre de 2019 hasta el 30 de julio del 2020, 779 carabineros han pedido su retiro. De ellos 72 son oficiales y 707 suboficiales.   

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Esteban Infante, suboficial en retiro y Director de Defensoría Solidaria Policial confirma que muchos carabineros han dejado la Institución desde que comenzó el Estallido Social. “Si esto sigue de la misma forma, con el poco respaldo de los altos mandos y el Gobierno, va a haber una fuga masiva dentro Carabineros. Por eso ellos inventaron, y de forma totalmente arbitraria, una sanción para que los oficiales que se retiraran a los cinco años de servicio tengan que pagar una multa de casi $30 millones si quieren abandonar la Institución. Esto antes del 18-O no existía. Lo de octubre generó una crisis interna”.

En diciembre, Jofré comenzó a hablar con sus cercanos de una posible salida de Carabineros. Sus amigos le recomendaron aguantar unos meses, ya que supuestamente el Estallido Social iba a pasar y las cosas cambiarían. Hizo caso a los consejos y se quedó. David Hernández recuerda que “su plan era hacer un emprendimiento relacionado con el paracaidismo. De hecho, varias veces me pidió que lo ayudara con eso”.  

Del 2 al 11 de enero Jofré junto a su hermano Pedro Jofré se fueron de vacaciones a Colombia: fue un alto en la tormenta, pero cuando volvió ya de nuevo no tenía tantas ganas de seguir en Carabineros.
  

“Si esto sigue de la misma forma, con el poco respaldo de los altos mandos y el Gobierno, va a haber una fuga masiva dentro Carabineros. Por eso ellos inventaron, y de forma totalmente arbitraria, una sanción para que los oficiales que se retiraran a los cinco años de servicio tengan que pagar una multa de casi $30 millones si quieren abandonar la Institución. Esto antes del 18-O no existía. Lo de octubre generó una crisis interna”

El fin 

El viernes 24 de enero, Jofré se juntó con un amigo carabinero cerca de las 20:00  en Barrio Italia. En esa junta se rieron y se pusieron al día con sus vidas. “Me dijo que algunos oficiales lo trataban mal por decir que no se sentía bien al subirse a la moto. Le dije que no fuera leso y que no le importara lo que dijeran y que care palo’ fuera al psicólogo. Pero me respondió que mejor no, porque no quería más atados”, dice. Esa fue la última vez que se vieron y conversaron.

Personal de carabineros comenta que dentro de la Institución existe miedo a las licencias psicológicas, porque los pueden dar de baja por considerarlos incapacitados para sus labores. El Reglamento de Carabineros, en el artículo 18° de la sección Feriados, Permisos, Licencia y Otros Beneficios dice que “una Comisión Médica podrá pronunciarse sobre si el estado de salud de algún funcionario es o no recuperable. Si no lo fuere, deberá retirarse de la Institución dentro del plazo de seis meses, a contar de la fecha en que se le notifique la resolución por la cual se declara la irrecuperabilidad”. 

Según datos obtenidos por Ley de Transparencia, desde el 18 de octubre de 2019 hasta el 5 de abril del 2020, 238 personas han sido desvinculadas de Carabineros. Dentro de las principales razones está la categoría “No Corresponde/No Registrado”, la cual agrupa imposibilidad física, fallecidos, rendimiento académico y ética, en la que se registran 150 personas (63%). 

El 25 de enero, Jofré se tiró por última vez en paracaídas. Daniel Millas, su compañero en esta actividad, dice que ese día estaba feliz y que pudo hacer el salto “Big Way”, que consiste en que cuatro paracaidistas se juntan en el aire y forman una figura.

La tarde de ese día, el motorista se reunió con David Hernández en Santiago. Durante su junta fueron a comprar bebidas a un minimarket que se encuentra ubicado en Carlos Antúnez con Nueva Providencia. En el trayecto, Jofré vio en un mural la frase “paco violador”. Al leerla, se descontroló. Le dijo a Hernández, “estoy aburrido de que todo el día me traten de violador. ¡Yo no he violado a nadie!”. Su amigo, sorprendido, le respondió “para qué pescas esas cosas”, a lo que el subteniente contestó “sí, pero cuando te gritan eso todo el día, te escupen y recibes piedrazos por la espalda o en la moto, uno se chatea’”. 

31 de enero. A las 22:00 hrs Jofré recibió un llamado de la Cabo Segundo Estefany Méndez, debido a que debía trasladarse junto a tres funcionarios más a las intersecciones entre Av. Santa Rosa con Alameda y San Antonio, para activar el tránsito en ese sector. A esa hora se estaban realizando manifestaciones por la muerte del barrista de Colo-Colo, Jorge Mora, quien fue atropellado por un carabinero el 29 de enero a las afueras del Estadio Monumental. 

Jofré vio en un mural la frase “paco violador”. Al leerla, se descontroló. Le dijo a Hernández, “estoy aburrido de que todo el día me traten de violador. ¡Yo no he violado a nadie!”. Su amigo, sorprendido, le respondió “para qué pescas esas cosas”, a lo que el subteniente contestó “sí, pero cuando te gritan eso todo el día, te escupen y recibes piedrazos por la espalda o en la moto, uno se chatea’”.

Según relata Jofré en un oficio de Carabineros, al que se tuvo acceso para este reportaje, esa noche “no era posible despejar la zona, debido que en el lugar había una barricada y un grupo de manifestantes”, que en palabras del subteniente “se expresaban agresivamente”. Cuando vio que en la Alameda manifestantes comenzaron a lanzarles latas de cervezas para acorralarlos, avisó a Comando y Control la situación. No le respondieron. Así que avisó por radio que el personal debía irse al área de seguridad.

En la Alameda con Morandé se encontró a la mayor Estrella Sotelo de la 57°, quien en ese momento estaba recibiendo instrucciones por teléfono del Jefe de Zona Metropolitana Oeste, el general Enrique Monrás. En el lugar también se encontraba el capitán Luis Marchant. Al ver a este último, el subteniente bajó de la moto, y se le acercó alterado gritando: “¡Mi capitán, mire como estoy todo mojado y golpeado! Normalice esto rápido. Por la seguridad de nuestro personal. ¡Ya basta de arriesgar sin los medios de protección necesarios!”.

La mayor de la 57° le dijo a Marchant “¿Vas a dejar que un suche te trate así?”. El capitán lo retó y le pidió al motorista tomar tres pasos de distancia en posición firme para retarlo. 

Tras el reto, Jofré volvió a decir que no podía seguir en el lugar. Se estaba arriesgando demasiado. No quería ser atacado como el 18 de octubre. 

“En Carabineros la salud mental no es prioridad. Los recursos están destinados a funcionarios activos que tienen que controlar protestas y herramientas de dispersión como guanacos, lacrimógenas, etc. En la Institución aún persiste la imagen de los carabineros como hombres de hierro por parte de los funcionarios más antiguos. Sin embargo, eso ha ido cambiando con las nuevas generaciones”, comenta un ex especialista del área de salud mental del Hoscar.

Un subteniente señala que durante los días del Estallido Social no hubo ninguna preparación ni charla previa enfocada al odio que recibían diariamente. Desde los altos mandos les dieron la instrucción de aguantar lo que más pudieran y replegarse cuando las cosas se pusieran complejas. Pero si alguien abandonaba su zona, lo retaban igual por dejar su puesto, como le pasó a Jofré a finales de enero. 

En la primera semana de febrero, Jofré comenzó a subir publicaciones relacionadas a su cumpleaños, el 19 de febrero. Según su amigo David Hernández, el subteniente estaba muy motivado. Quería hacer algo grande en el que estuvieran todos sus amigos y conocidos.

La semana del 3 de febrero, Jofré le comentó a su familia que quería irse de Carabineros. A su mamá no le sorprendió. Ella lo notaba cansado y aburrido de su trabajo. Su hermano, hermanas y papá le aconsejaron seguir más tiempo en la Institución. Tenía seis años de servicio y desde los 20 años se podía retirar pensionado. Además, había reservado un departamento que se estaba construyendo en Macul, cerca del Inacap de Vicuña Mackenna, y abrió su libreta de la vivienda con Carabineros. Alcanzó a juntar $1.073.863 y tenía una deuda de $5.026.508 por un crédito de consumo por la compra de una moto, según se indica en el Sumario Administrativo de los beneficios que debía recibir su familia después de su muerte.

Jofré también le dijo a su familia que quería ir al psicólogo. Sus hermanas buscaron una hora en el Hospital de Carabineros, pero no quedaban. Su única opción era ir después de las 18:00 al Hoscar, en caso de que tuvieran a un especialista disponible en Urgencias. Esa hora no calzaba con sus turnos. No quiso pedir permiso, para evitar las burlas de sus superiores. Además, ir significaba que alguien debía cubrir su turno y no quería darle más carga laboral a algún compañero.  

Sobre la salud mental de Carabineros desde comunicaciones de la Institución comentaron que están construyendo una unidad de hospitalización psiquiátrica de corta estadía. Además, cuentan con telemedicina. 

Álbum familiar

Según la familia Jofré-Leal, el subteniente se veía cansado por lo que pidió que le dieran franco el 12 de febrero. Una fuente de la 32° comenta que le costó convencer a sus superiores. Esa noche se juntaría con dos amigos en Barrio Italia para buscar algún local en el que festejaría su cumpleaños.

El mismo 12 de febrero, su familia celebraría el cumpleaños de su papá, en Curicó, en la casa de unos tíos del subteniente. El motorista avisó que no asistiría. El día anterior, su hermana Luisa Jofré viajó a Curicó. El motorista le pidió el departamento para hacer una fiesta esa misma noche e intercambiaron autos. Ella se lo prestó.

Para la junta en el departamento llegaron dos amigos y tres amigas del subteniente. Todos Carabineros: es otro de los efectos del desprestigio social de Carabineros, se terminan juntando socialmente solo entre ellos. Esa noche, se hicieron algunas fiestas y juntas de uniformados, a la que Jofré no fue invitado. Un amigo carabinero del motorista que organizó una de ellas, dice que no lo invitó porque se le olvidó. Pero que todos estos meses se ha preguntado qué hubiera pasado si lo llamaba para que fuese a su casa.

Esa noche Jofré y sus amigos bebieron alcohol, comieron, conversaron de la vida, se rieron, escucharon música a lo máximo que daba el parlante, incluso, los llamaron de consejería para bajar el volumen, bajo amenaza la llamar a Carabineros. También fueron a una discoteque. Las cinco personas que lo acompañaron se quedaron a dormir en el departamento.  

Las personas que estuvieron con Jofré dicen en la carpeta de investigación de fiscalía que esa noche estaba triste, no era el de siempre. También señalan que bebió poco en comparación a otras fiestas y que intentaba darse ánimo con la celebración de su cumpleaños.

Jofré y sus amigos se acostaron cerca de las 06:00. A las 10:00  le hizo una videollamada a su amigo Daniel Millas. Le contestó para decirle que estaba durmiendo y le colgó. Millas dice que no recuerda mucho de ese momento, porque tenía mucho sueño. Minutos después, Jofré posteó en Instagram una foto en la que sale con su traje de paracaidismo, sonriendo y con la frase “lo que más amo en la vida”.  

Al mediodía, se fueron del departamento los amigos del motorista. A esa misma hora, Daniel Millas le devolvió el llamado, pero Jofré no le contestó. En ese momento le llegó un mensaje al subteniente de la Comisaría del Tránsito para presentarse en la unidad a terminar un procedimiento de cadena de custodia. 

Jofré salió del departamento cerca del mediodía en el auto de su hermana. Iba solo. No volvió al edificio hasta las 15:30. En el transcurso cargó bencina en una bomba de Irarrázaval cerca de las tres de la tarde.  

Cuando volvió al departamento, envió mensajes a su familia y a sus amigos más cercanos. Escribió que los quería mucho y aprovechó de agradecerles por todo. “Los cuidaré desde el cielo” fue lo último que decía el mensaje junto a una lista de personas de las que se despedía. 

Su hermano leyó el mensaje. Comenzó a llamar a su familia y les pidió que fueran al departamento. Sus padres iban camino a Curicó para celebrar el cumpleaños del coronel. Se devolvieron lo más rápido que pudieron a Santiago. En el trayecto llamaron a Jofré. Él no respondió. 

Llegaron cerca de las 18:00. Luego de intentar contactar a Jofré llamaron a un cerrajero para romper la chapa. Entraron y vieron a su hijo muerto en una de las piezas. Su mamá se puso a llorar y a gritar que Carabineros le quitó a su hijo. 

Un mes después de la muerte del subteniente, Daniela Jofré visitó la 32° Comisaría por si el motorista había dejado una carta en el casillero de la unidad. Un subteniente la llevó hasta la oficina de un capitán de la unidad en la que estaban las cosas de su hermano en dos cajas de cartón y una bolsa de basura. 

Escribió que los quería mucho y aprovechó de agradecerles por todo. “Los cuidaré desde el cielo” fue lo último que decía el mensaje junto a una lista de personas de las que se despedía. 

Daniela Jofré abrió una de las bolsas y encontró la gorra del capitán Moraga, no la de su hermano. Le dijeron que ellos se llevaban bien. En el reclamo que la familia presentó por las cosas del motorista, se señala que la familia sabía que Moraga hostigaba laboralmente al subteniente. Finalmente, se llevó el resto de las cosas del motorista y firmó una declaración por el retiro de estas. 

Antes de que se fuera, los subalternos que estuvieron al mando de Jofré le mostraron una animita que hicieron para el subteniente. Esta estaba adornada por varios ramos de flores; dos fotos de Jofré, en una de ellas salía mirando de frente con el uniforme y en la otra aparecía con lentes y su traje de paracaidismo junto con la frase “vuela alto querido Mauri”. Debajo de ellas, había un vaso lleno de cigarros, un oso de peluche vestido de carabinero y sus guantes blancos.

Los Jofré-Leal presentaron un reclamo por esta situación el 31 de marzo de 2020, dirigido al general director Mario Rozas, a Gonzalo Del Alcazar, general inspector y al Contralor General de Carabineros. Al final de ese documento, piden que se revisen los protocolos de salud mental, en especial el de liderazgo del mando de los subalternos, ya que este año se presentará el proyecto de reforma a la Institución.  

Daniela Jofré abrió una de las bolsas y encontró la gorra del capitán Moraga, no la de su hermano. Le dijeron que ellos se llevaban bien. En el reclamo que la familia presentó por las cosas del motorista, se señala que la familia sabía que Moraga hostigaba laboralmente al subteniente.

En mayo de 2020 el fiscal encargado del sumario interno de Carabineros llamó a la familia. Les comentó que el suicidio no era algo nuevo, ya que uno de los hermanos de Jofré supuestamente se había matado antes que él. El carabinero se refería a Jaime Jofré Leal, quien falleció a las dos semanas de vida por una negligencia médica. También señaló que los suicidios en la Institución era algo normal y que se pudo deber a problemas amorosos o familiares.

Han pasado más de siete meses desde la muerte de Jofré. Desde su Institución determinaron que la muerte no tiene relación con ellos. La Fiscalía Oriente está cerrando la investigación sobre la muerte del motorista. 

Álbum familiar

Constanza Burgos, amiga del subteniente comenta “por como veo las cosas, él prefirió suicidarse antes de renunciar a la Institución. Creo que por lo que valía su apellido adentro y lo que significaba ser parte de Carabineros en su vida, era mejor eso”. 

Steffano Palavecino, amigo del carabinero, dice que “sus superiores no fueron capaces de darle contención, y peor aún, no aceptaron que Mauricio necesitaba ayuda psicológica urgente. En lugar de apoyarlo le exigieron más”. 

Su papá, Pedro Jofré, señala que él y su esposa están seguros que Carabineros es responsable de la muerte de su hijo. “El accidente del 18 de octubre le provocó un estrés post traumático que lo desequilibró psicológicamente, el que no fue diagnosticado ni tratado por parte de la Institución, exponiéndolo al servicio en el mismo lugar del ataque, más el bullying que sufrió por parte de oficiales destruyeron la vida de Mauricio, que siempre fue feliz, entregado al servicio, a la gente y a sus carabineros”. 

Mauricio Esteban Jofré Leal tenía 26 años cuando murió. En total, le entregó a Carabineros seis años, 11 meses y 27 días de su vida. 

*Este reportaje es parte de un proyecto de título de la Escuela de Periodismo UDP, guiado por el profesor Rodrigo Fluxá.

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