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8 de Octubre de 2020

Lecciones desde Colombia: presidentes de la Asamblea Constituyente recuerdan el proceso de hace 30 años y analizan el que Chile recién comienza

Considerada una de las experiencias referentes a la hora de explorar un camino constituyente para Chile, lo ocurrido en Bogotá, a principios de los noventa, entró a los libros de Historia de la región. The Clinic conversó con dos de sus principales protagonistas, quienes tuvieron la compleja misión de dirigir la Asamblea Constituyente: Antonio Navarro, representante de Alianza Democrática M-19, y Horacio Serpa, del Partido Liberal. Aquí, su visión sobre su propio proceso y su mirada al que vivirá Chile.

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Era el fin de los años ochenta y Colombia vivía sumida en una profunda crisis institucional, a causa de la corrupción y la violencia de guerrillas y narcotráfico. Un convulso escenario que empujó, desde el corazón del movimiento estudiantil, un creciente clamor por un cambio constitucional. Para lograrlo, optaron por promover la famosa campaña “Séptima Papeleta”, con la que se llamaba a los votantes a depositar una papeleta extra, en las urnas municipales y legislativas de 1990, para demandar una Asamblea Constituyente. 

La campaña gozó de un amplio apoyo, tanto así que el presidente de ese entonces, Virgilio Barco, terminó llamando a un plebiscito oficial para consultarle a la ciudadanía si quería o no convocar a una Asamblea. A pesar de que la Constitución no contemplaba este mecanismo para realizar cambios constitucionales, la Corte Suprema, encargada de ejercer el control constitucional, respaldó la iniciativa y dio impulso a un proceso constituyente.

La Asamblea Nacional Constituyente se eligió en diciembre de 1990 y comenzó a funcionar en febrero de 1991, con 70 miembros elegidos por voto popular. Entre ellos, los tres grupos con mayor votación -el Partido Liberal, Alianza Democrática M-19 y el Partido Conservador- escogieron a sendos presidentes. Horacio Serpa Uribe, Antonio Navarro y Álvaro Gómez, ya fallecido. El trabajo duró cinco meses y ha marcado la vida política colombiana, hasta nuestros días.

Asamblea Nacional Constituyente de Colombia. En la parte de arriba de la foto sus tres copresidentes, de izquierda a derecha: Antonio Navarro, Horacio Serpa y Álvaro Gómez. Crédito: El Tiempo

HORACIO SERPA: “Si algo le sirve al pueblo, hay que ver la forma de ponerse de acuerdo”

Cuando comenzó la movilización para convocar una nueva constituyente, Horacio Serpa era senador. Como abogado y profesor de Derecho Constitucional, el movimiento para convocar a una nueva Asamblea Constituyente le llamó la atención y quiso participar de él enseguida. Pero esa decisión implicaba un costo: dejar su puesto como parlamentario y quedar inhabilitado para participar en las próximas elecciones.

Estaba disconforme con el Congreso y cansado de la violencia política, por lo que no dudó en renunciar a su cargo para abrirse paso en el proceso con el fin de promover cambios institucionales. “Tenía la cabeza llena de proyectos. Mi partido me autorizó a renunciar al Senado y de esa forma pude ser candidato. Por fortuna de Dios, pude estar en esa Asamblea”, dice al teléfono desde Bogotá.

Además de haber sido senador y copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente, también ha sido ministro del Interior, embajador de Colombia ante la OEA y gobernador.

¿A qué se debía su disconformidad con el Congreso?

-Porque era muy conservador, muy chapado a la antigua y antirreformista. Por eso, quisimos que el cambio fuese realizado por ciudadanos. Los que fuimos copresidentes de la Asamblea decidimos inhabilitarnos para las próximas elecciones, así que aprobamos una norma en la que los miembros de la Constituyente no podían ser próximos congresistas y lo cumplimos. 

¿Por qué lo decidieron así?

-Porque pensábamos que si nosotros habíamos aprobado esas normas, era una falta a la ética política que fuéramos a ser elegidos con esa nueva norma y a funcionar con esas normas que habíamos aprobado. Se dijo que había que mandarle un mensaje al país. Desde las corporaciones públicas no se puede hacer de todo, hay restricciones y normas que se deben cumplir. La política exige sacrificios.

¿Por qué la Asamblea tuvo tres presidentes?

-Porque teníamos acuerdo sobre elementos fundamentales, como lograr la paz, pero no sobre lo específico como, por ejemplo, quién obtendría la presidencia. Pero de pronto surgió la fórmula de que hubiera una presidencia tripartita, es decir, que fueran tres los presidentes con las mismas funciones y así se hizo. Los tres sectores con mayor cantidad de votos escogieron a su representante. 

¿Y cómo fue para ustedes llevar la presidencia en conjunto? 

-Complicado al comienzo, porque éramos tres personas que representábamos intereses muy diferentes y no teníamos compatibilidades políticas. Pero luego nos convencimos de que nuestro deber era hacer cambios importantes. Queríamos que se acabara la violencia y modificar la Constitución de 1886, que era demasiado conservadora. Para eso era necesario reunirse, lograr acuerdos y así fue como empezamos a trabajar los tres directivos de la Asamblea Nacional y finalmente funcionó.

“Surgió la fórmula de que hubiera una presidencia tripartita, es decir, que fueran tres los presidentes con las mismas funciones y así se hizo. Los tres sectores con mayor cantidad de votos escogieron a su representante”.

Horacio Serpa Uribe. Crédito: Juanita de los Ángeles Ariza

¿Hubo momentos difíciles durante el proceso?

-Al interior de la Asamblea, sí. Pero las polémicas eran amistosas, se hacían discursos para defender las distintas ideas y finalmente se tomaba la decisión votando. Todo en la Asamblea fue decidido por votación, aun cuando había consenso, para que quedara clara constancia del acuerdo. 

¿Qué polémicas hubo, por ejemplo?

-Por ejemplo, muchos pedimos que la policía ya no fuera una fuerza militar sino una de naturaleza civil, pero no todos estaban de acuerdo, así que eso no se pudo lograr. También estaba el problema con el narcotráfico, que ocasionaba muchas dificultades, porque, de alguna forma, es una fuerza militar. Asustaban a la gente y no teníamos injerencia para detenerlo, porque era un problema mayor.

¿Qué elementos considera que fueron clave para que funcionara la Asamblea?

-Los acuerdos y la participación ciudadana que fue enorme. La iniciativa de los estudiantes que participaron en la campaña de la Séptima Papeleta fue un hecho político trascendente y muy importante. Tanto, que produjo un decreto presidencial convocando a la Asamblea Nacional Constituyente donde intervino la gente y la aprobó. 

¿Y cómo fue la participación en la elección de los constituyentes?

-También tuvo una gran participación. La gente sí participó, no en grado sumo, como algunos querían, pero la convocatoria contó con la participación de una amplia mayoría, cada vez que se le convocó y de esa manera se hizo la Constitución: con el apoyo de la gente. 

¿Cree que el proceso colombiano podría tener similitudes con el de Chile?

-Claro, en cuanto al momento político en que se dio. En Chile, hubo un inconformismo con el régimen político-legal que existe y quieren que se transforme, lo mismo que pasó en Colombia. Pero allá hay una cultura de participación ciudadana más avanzada que la nuestra. 

¿En qué sentido?

-Allá tienen conciencia del poder popular, saben que votando se logran las reformas. Aquí algunos cometieron la equivocación de buscar con las armas lo que se puede hacer democráticamente. Hay un proceso muy largo de transformación con violencia que ha sido un fracaso, porque con la lucha armada, violenta, no se produce ninguna transformación. 

¿Qué cree que sería bueno tener en cuenta durante nuestro proceso constituyente? 

-Que se busquen caminos institucionales y un clima de consenso. Si algo le sirve al pueblo, hay que ver la forma de ponerse de acuerdo. De ahí en adelante, se debe trabajar buscando caminos de entendimiento, mantener la puerta abierta al diálogo y estar dispuestos a superar los problemas. Al cabo de un tiempo, se empiezan a ver los cambios.

“En Chile, hubo un inconformismo con el régimen político-legal que existe y quieren que se transforme, lo mismo que pasó en Colombia. Pero allá hay una cultura de participación ciudadana más avanzada que la nuestra”. 

ANTONIO NAVARRO: “El tiempo es oro para una Constituyente”

Cuando Antonio Navarro tenía 27 años lo dejó todo para irse al monte con la organización guerrillera Movimiento 19 de abril (M-19): su casa, su auto y su puesto como profesor de Ingeniería. Catorce años después, en 1989, Navarro fue uno de los principales impulsores de su desarme. Tras el acuerdo, el movimiento guerrillero se convirtió en el partido político Alianza Democrática M-19.

Según dice, a esas alturas ya no creía en la lucha armada como una forma de lograr cambios institucionales. Había sufrido el peso de la violencia en carne propia, pues en 1985 fue víctima de un atentado cuando un colaborador del Ejército lanzó una granada que estalló a centímetros de su pie. Perdió una pierna y quedó con heridas graves en el nervio izquierdo de su lengua. 

Luego de haber copresidido el proceso constituyente colombiano, ha ejercido como alcalde, gobernador, ministro de Salud y senador.

¿Cómo fue el momento previo al inicio del proceso constituyente?

-Había una imposibilidad de hacer reformas constitucionales y la necesidad de hacerlas. Teníamos una situación de orden público muy difícil con el cartel de Medellín. Ellos organizaron un grupo para presionar al gobierno y mataban a los jueces, así que eran muy vulnerables. Se necesitaba crear un sistema de justicia distinto y protegido. 

¿Cuál fue el elemento clave que permitió que la Asamblea funcionara?

-El espíritu de consenso al interior de la Asamblea. Este fue resultado de todos los procesos que venían desde antes. Si no hubiera habido consenso ciudadano, no hubiera habido una votación y sin consenso político, no hubiera existido una Constituyente. Es difícil repetir una situación de consenso de esa naturaleza y no se ha vuelto a lograr ni una sola vez en Colombia, en estos casi 30 años de vigencia de la Constitución. Sin ese consenso hubiera sido imposible hacer una Constitución totalmente nueva en cinco meses. 

¿Cree que el proceso colombiano podría tener similitudes con Chile?

-Claro, ya hay una similitud en cuanto a la movilización que dio origen al proceso constituyente. Hay un proceso ciudadano muy activo, dinámico y movilizado, que seguramente se volverá a expresar en la elección de las constituyentes.

Antonio Navarro. Crédito: David Estrada/FNPI

¿Y qué diferencias cree que hay?

-El consenso que tuvimos nosotros es una diferencia. Allá están bastante polarizados en la composición de cómo se debería conformar la constituyente, de si va a ser una constituyente electa completamente por voto popular o una con la mitad de congresistas y la otra mitad constituyentes elegidos. Cuando lo resuelvan, hay que hacer un esfuerzo de ponerse de acuerdo si quieren lograr hacer una nueva constitución en el tiempo que corresponde. Es complejo hacer una constitución nueva en tan breve tiempo si no hay un consenso importante que lo permita.

“Hay una similitud (entre Colombia y Chile) en cuanto a la movilización que dio origen al proceso constituyente. Hay un proceso ciudadano muy activo, dinámico y movilizado, que seguramente se volverá a expresar en la elección de las constituyentes”.

¿Se dieron votaciones complicadas al interior de la Asamblea?

-Evidentemente. Hubo votaciones muy reñidas, pues teníamos distintos puntos de vista. El consenso no significaba que estuviéramos de acuerdo en el contenido de la Constitución, sino que íbamos a hacer la mejor Constitución posible y que no nos íbamos a dedicar a imponer nuestros puntos de vista por la fuerza, sino que aceptábamos las decisiones que tomara la Asamblea. 

¿Y cómo las resolvían?

-Todos los momentos difíciles se resolvieron por la vía del consenso. Con la mayoría, como se debe determinar en un cuerpo democrático. Teníamos claro que el espíritu del acuerdo no significaba que estuviéramos coincidir en todos los contenidos, sino en la intención de hacer la mejor Constitución posible.

¿En qué temas fue más difícil llegar a un acuerdo? 

Hubo decisiones complicadas, por ejemplo, el modelo económico que finalmente fue un tema que dejamos abierto. También lo fue la discusión en torno a la conformación del Congreso, de si se iba a mantener con dos cámaras o sólo una. Finalmente ganó la primera opción. Pero ahí se debía asumir cuando se perdía y continuar con el tema siguiente. 

“El consenso no significaba que estuviéramos de acuerdo en el contenido de la Constitución, sino que íbamos a hacer la mejor Constitución posible y que no nos íbamos a dedicar a imponer nuestros puntos de vista por la fuerza, sino que aceptábamos las decisiones que tomara la Asamblea”. 

¿En algún momento se consideró incluir al Congreso como parte de la Asamblea?

-No, es que en general acá el Congreso no le prestó atención al tema de la constituyente. Y se equivocó, porque sí era muy importante. Pero como no había antecedentes recientes en Colombia ni en América Latina, los congresistas no le hicieron caso. Por eso, la composición de la constituyente colombiana fue bastante técnica. Había profesores universitarios, académicos, personas de la vida profesional y no tanto de la política. 

A su juicio, ¿hay algún error que hayan cometido durante el proceso? 

-Sí. Al inicio del funcionamiento de la Asamblea, hicimos discursos que nos tomaron un mes, tiempo que después nos hizo falta. Fue una exposición general de cada uno y sus ideas y eso sobró. Creo que es importante que no se dediquen a echar discursos, sino que trabajar desde el día uno y con toda intensidad. 

“La composición de la constituyente colombiana fue bastante técnica. Había profesores universitarios, académicos, personas de la vida profesional y no tanto de la política”.

¿Y cuáles cree que fueron sus puntos a favor? 

-La participación ciudadana, el consenso y tener conciencia de la responsabilidad de hacer una Constitución nueva. Éramos un país que tenía una Constitución de 103 años que ya estaba obsoleta. Otra experiencia que nos sirvió también fue la presidencia colegiada, porque eso nos dio un espíritu de acuerdo interno.

¿En qué se notó la participación?

-En que los meses de trabajo fueron de matrimonio entre un cuerpo colegiado y la opinión pública. ¿Cuándo sucede eso en el Congreso? Por lo general, está muy desprestigiado. En cambio, la constituyente mantuvo un buen nivel de opinión pública y apoyo de la ciudadanía. Se abrieron espacios para que pudiera participar y ser oída y se trabajaron las ideas con seriedad. 

¿Qué cree que sería bueno tener en cuenta durante nuestro proceso constituyente? 

-En una Constitución van demasiados artículos y todos son muy importantes. Para poder hacerla en un plazo breve se necesita un esfuerzo de construcción colectiva muy intenso. Yo diría que, en el momento en que elijan los constituyentes, le bajen a la polarización y comprendan que en 9 o 12 meses a duras penas se alcanza a hacer todo el trabajo bien hecho. El tiempo es escaso. El tiempo es oro para una constituyente. 

“Yo diría que, en el momento en que elijan los constituyentes, le bajen a la polarización y comprendan que en 9 o 12 meses a duras penas se alcanza a hacer todo el trabajo bien hecho. El tiempo es escaso. El tiempo es oro para una constituyente”.

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