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Cristián Valdivieso (Criteria) y respaldo cerrado de la derecha al Rechazo: "Le da un abrazo del oso y le pone de techo lo que sacó Kast en la elección"

Entrevistas

26 de Noviembre de 2020

Cristián Valdivieso: “Pamela Jiles recoge la rabia contra las elites”

Su expertiz está en los datos, en tomar el pulso de la sociedad. Desde ahí, el director de Criteria Research sostiene que la polarización de la clase política permite el surgimiento de figuras como Pamela Jiles que están fuera de los bordes tradicionales. “Ella es un fenómeno de impugnación que busca poner a los políticos de rodillas”, señala aquí.

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El desacople entre la élite y la ciudadanía sigue siendo, a juicio de Cristián Valdivieso, la gran herida abierta en el país. No lo dice sólo desde el análisis político, sino desde las señales que la opinión pública viene mostrando por años en las encuestas.

Valdivieso es sicólogo de profesión, pero enfiló por el camino de la opinión pública; por investigar qué anhelan y qué rechazan los chilenos. Es director de Criteria Research, empresa que va tomando el pulso ciudadano a través de las encuestas. Desde ahí lee las tendencias del país y observa a los personajes políticos que suben y los que caen. No por nada, el propio Presidente Sebastián Piñera lo invitó en febrero pasado a reunirse con él en La Moneda para conocer su visión del tránsito que vive el país.

En la perspectiva analítica de Valdivieso, la sensación de desigualdad se ha ido profundizando en los últimos meses. Aquello que el estallido social reveló, ahora ha ido en expansión.  “Se ha ido pulverizando el mito del Chile de la meritocracia, del mercado como el principal generador de recursos. La desigualdad ya no es sólo una cuestión objetiva, también es subjetiva. La percepción de que si te sacabas la mugre trabajando, tu vida iba a ser mejor, se cayó”, sostiene.

-¿El mundo político ha sido capaz de hacerse las preguntas de este Chile post octubre? Pareciera que la política está más polarizada que alineada.  

-La gente siente que aquí se dibuja un camino nuevo. La gran pregunta es si la clase política será capaz de hacerlo viable o si va a colonizar la Convención Constituyente. O sea, si realmente va a permitir oxigenar la política.

-¿Y qué crees? 

-Lo dudó mucho. El problema es que si la clase política se adueña del proceso constituyente, se va a producir una mayor frustración. La sensación de la ciudadanía es que hay una clase política polarizada, incapaz de llegar a acuerdos y que pelea para construir su identidad. Eso sucede porque no hay ideologías ni proyectos claros. No saben cómo situarse y desde dónde hablarle a la gente. 

-No hay proyectos, pero ya entramos a la carrera presidencial. De hecho, la novedad es la irrupción de Pamela Jiles. ¿Qué dirías que cristaliza?

-Mi sensación es que cada vez que la clase política se sigue alejando del proceso constituyente y del llamado que le hizo la ciudadanía, más siguen propinándose autogolpes y llamando a liderazgos que estén por fuera de la política tradicional.

-¿Por qué?

-Porque la gente vuelve a reforzar la idea de que a los políticos sólo les importan sus propios intereses. Hay una lógica “adversarial” en curso que, conceptualmente, supone que yo me polarizo peleando contigo, pero lo hago para construir mi propia identidad. En esa polarización, la gente ve que los egos de los políticos están al centro y no la agenda ciudadana. Frente a una clase política lejana, se abren espacios para quienes vienen a impugnar.

-Daniel Jadue también ha sido un impugnador del sistema. Hasta hace un mes, era la estrella. ¿Qué cambió que hoy pareciera ser Pamela Jiles?

-La impugnación a la clase política viene desde hace un rato. Incluso desde antes del estallido social y se reflejó en la valoración que tuvieron los alcaldes. Esa fue la primera gran señal, pero fue como una impugnación cariñosa. No tenía que ver con pegarle a nadie. ¿Pero qué dijo la clase política en ese minuto? Que los alcaldes como Joaquín Lavín o Daniel Jadue eran populistas. La clase política no entendió ese mensaje.

“Jadue y Lavín estaban recogiendo –con puntos más o puntos menos- las ganas de producir un cambio desde una estructura política y generando una esperanza de cambios positivos más que la pura rabia por enfrentar al otro”.

-¿Y qué te hace pensar que lo están entendiendo ahora?

-No, no creo que lo estén entendiendo. Porque al seguir poniéndose ellos mismos en el centro de la discusión y no en poner el foco en la gente, vienen más impugnaciones, pero ya no cariñosas. Los impugnan directamente y los confrontan como lo hace, por ejemplo, Pamela Jiles.

-¿Ella es una confrontación directa contra quién? 

-Contra las élites políticas. Ella sintoniza con la frustración que siente la gente con estos políticos que viven peleándose. En ese sentido, yo vería el liderazgo de Pamela Jiles como un fenómeno de impugnación que busca poner a los políticos de rodillas. Es una impugnación que expresa ganas de sacrificar a las élites y desde ahí conectar con la gente.

-¿Pero conectar desde la rabia?

-Sin duda. Pamela Jiles recoge la rabia contra la élite. Ella ha jugado a adueñarse de este nuevo eje que surge con el estallido y que es el pueblo versus la elite. Ella se pone del lado pueblo y construye un ente malo que son los poderosos de siempre. En el fondo, es una impugnación directa a la élite, pero que se nutre de la polarización en la que están enredadas esas mismas elites. 

-¿Y eso sucede mientras las élites no están entendiendo el fenómeno que hay detrás?

-Tal cual. Las mismas élites que dijeron que Lavín y Jadue eran populistas, ahora de nuevo le responden al síntoma. 

-¿Y qué debieran hacer?

-Entender que Jiles puede ser un síntoma de una enfermedad o una medicina que ellos mismos se están generando por su incapacidad para ponerse de acuerdo para empujar las reformas que la gente está esperando.

-Si ella está recogiendo la rabia, ¿qué estuvo recogiendo Jadue? ¿No era también un malestar?

-Jadue y Lavín estaban recogiendo –con puntos más o puntos menos- las ganas de producir un cambio desde una estructura política y generando una esperanza de cambios positivos más que la pura rabia por enfrentar al otro. Cuando la gente mira a Jadue ve las farmacias populares, las universidades populares, los arriendos a bajos precios. Ve su capacidad de poner la agenda de las personas al centro. Con Lavín está el sueño de la integración social, la voluntad por construir grandes acuerdos, su destreza para dar soluciones. Había una esperanza.

“Más que apuntar a alguien y decir ‘es populista’, hay que tratar de entender lo que hay detrás, cuáles son las causas de ciertos fenómenos, cuáles son las angustias, las emociones que empiezan a surgir…”.

-En tu tesis, ¿está en manos de la clase política detener a Pamela Jiles?

-Claro, pero no por la impugnación a su liderazgo, sino por la capacidad de encauzar la participación de la gente. Si no se le dan los espacios o se adueñan de la Convención Constitucional, la gente volverá a la rabia. Por eso me preocupa más la falta de sintonía del mundo político con el proceso constituyente que la emergencia de liderazgos por fuera de los cauces de la política clásica. Hoy es muchísimo más relevante -desde todo punto de vista- la elección de los constituyentes que la elección presidencial.

ENCUESTAS Y SUBJETIVIDADES

-Así como se cuestiona a la élite, también se cuestiona el rol de las encuestas. Pasó con Trump  en Estados Unidos…

-Siempre se ha preguntado por candidaturas presidenciales. Eso no lo puedes manejar. Respecto del rol de las encuestas, creo que mucho más relevante es tratar de entender las subjetividades en curso más que en etiquetar las respuestas a esa subjetividad. 

-¿Qué quieres decir con eso?

-Que más que apuntar a alguien y decir “es populista”,  hay que tratar de entender lo que hay detrás, cuáles son las causas de ciertos fenómenos, cuáles son las angustias, las emociones que empiezan a surgir…

-Aquí ya han empezado a decir que la diputada Jiles podría ser la Trump chilena y que las encuestas tienen responsabilidad en recoger bien la sensibilidad ciudadana. 

-A ver. Si una encuesta pregunta si se considera que Pamela Jiles es populista o no, capaz que la gente te responda: “Sí, es muy populista”. ¿Y? ¿So What? A eso me refiero; si no será más importante entender lo que hay detrás de un liderazgo así. Yo creo que es una respuesta a la rabia que tiene la gente con la elite.

“Me preocupa más la falta de sintonía del mundo político con el proceso constituyente que la emergencia de liderazgos por fuera de los cauces de la política clásica”.

-¿Pero su ubicación en las encuestas es por el 10% o por la rabia hacia la élite?

-Es la clave que ella le pone al 10 por ciento. Por un lado, lo plantea de una manera maternal a sus nietitos, que es un grupo de seguidores que encuentran en ella una especie de defensora o de Superwoman contra esas élites. Y por otro, su jugada va en contra de las AFP. Desde esa perspectiva, ella se constituye como la única que estaría enfrentando a los poderes fácticos y defendiendo a la gente. Lo suyo es un 10% para pegarle a los privilegiados de siempre.

-Más que lo maternal, ¿representa la energía de la primera línea?

-Claro, ella representa el escudo protector. No desde la madre tradicional, sino en clave animé. Se dibuja como una defensora de los más débiles en contraposición con los que siempre han tenido el poder. Entonces, logra un doble juego. Defiende a la gente y, al mismo tiempo, impugna a la élite. Pero, ojo, hoy es Pamela Jiles. Mañana, podría ser cualquier otro.

-Y Joaquín Lavín, ¿dónde está hoy? ¿Es una figura en alza o en baja?

-Una vez que se instale el proceso constituyente, la gente va a empezar  a mirar nuevamente a la política como el gran puente para generar los cambios. En ese escenario, la figura de Lavín va a volver a crecer. Ahora estamos en un interregno. En la medida que el debate se vuelva a institucionalizar, liderazgos como el de Lavín van a volver a cobrar fuerza.

-¿Por qué estás tan seguro? El escenario es tan incierto y líquido…

-Porque son liderazgos que encarnan los deseos que tiene una gran mayoría de chilenos que declaran preferir el diálogo y los acuerdos. Las grandes mayorías saben que esta cuestión no se va a resolver agarrándonos a combos. Si la élite política es capaz de volver a darle sentido al momento que vive el país, es muy posible que la gente opte por una figura presidencial que ofrezca esperanza.

-¿Esos serán los conceptos en juego en la próxima presidencial: Esperanza versus Rabia?

-Exactamente. Son dos relatos en tensión que posiblemente van a marcar la próxima elección presidencial. Los liderazgos que entiendan que el proceso constituyente es una válvula para los cambios que la ciudadanía vino a refrendar, serán los que logren interpretar mejor a este Chile nuevo.

“Una vez que se instale el proceso constituyente, la gente va a empezar  a mirar nuevamente a la política como el gran puente para generar los cambios. En ese escenario, la figura de Lavín va a volver a crecer”.

“NO IMPORTA, PERO MOLESTA”

-¿Y cómo ves ahí el rol del gobierno? Varios analistas sostienen que el Presidente debió liderar el camino constituyente.

-El gobierno no importa nada. Es irrelevante desde el punto de vista de la gente. Lo que haga o deje de hacer no importa. Eso también ha pasado –en menor medida- con otros gobiernos. La diferencia es que este gobierno no importa, pero molesta. Genera ruido en la gente. Entonces, haga lo que haga va a producir escozor en una mayoría ciudadana. 

-Fue elegido por una mayoría de chilenos hace menos de 3 años. ¿Cómo no va a tener alguna posibilidad de volver a conectar?

-Ninguna. El gobierno perdió la posibilidad de volver a conectar el mismo día que decidió ser prescindente respecto del Plebiscito. Desde esa perspectiva, uno puede concluir que la UDI terminó fagocitando a este gobierno. 

-¿Cómo? ¿En qué sentido? 

-La UDI le impidió al gobierno tomar posición por el Apruebo, asegurándole que eso le permitiría darle gobernabilidad a su coalición, cosa que fue totalmente falsa. Al final, Piñera y su gobierno no tuvieron rol en el país que venía y perdió toda posibilidad de sintonizar. Lamentablemente, hoy día no tiene ningún rol.

-Carlos Peña habló del naufragio. ¿Coincides?

-No lo diría de esa manera. Creo que la única posibilidad que le queda al gobierno para tener alguna relevancia, es llevar a cabo todos los procesos eleccionarios que vienen. Desde esa perspectiva, haber ido el Tribunal Constitucional en la búsqueda de recuperar agenda, ha sido dispararse en los pies. No va a recuperar la agenda y va a generar mayor escozor. Más allá de sus intenciones, termina pareciendo que se pone en contra de los intereses mayoritarios de las personas.

“El gobierno no importa nada. Es irrelevante desde el punto de vista de la gente. Lo que haga o deje de hacer no importa”. 

-¿Y cómo se debió haber movido?

-Si el gobierno hubiese entendido mejor el mensaje de la gente, podría haber tomado la bandera del cambio. No quiso. Vio en la pandemia la oportunidad de salir jugando, de recuperar la credibilidad.  Apostó a hacer una buena gestión desde lo sanitario y por haber salido como los campeones del mundo. Esa ansiedad le volvió a pasar la cuenta al gobierno.  

-¿Ha sido un problema eso de querer ser campeón en varios frentes?

-Esa actitud se desgastó y sienta la base desde donde la gente lo mira. Piensan: “ah, es un winner. Quiere ganarlas todas. Y ahora va al TC porque quiere ganarle a alguien también”. Eso les da más rabia. Por eso te digo que es muy difícil que el gobierno recupere agenda. Lo relevante hoy no está en manos del Presidente.

-¿El Presidente podría ver la luz al final del túnel?

Hoy Piñera no tiene ninguna luz… 

-Ya, pero todavía le queda más de un año y algo tendrá que hacer…

-Yo diría que tiene dos objetivos potenciales: primero, terminar su gobierno. Siempre está sembrada la duda. Sin duda que terminar bien su gobierno es un logro para él, porque después va a construir un relato en que frente a la gran crisis del siglo -que habría botado a cualquier gobierno-, él logró mantener firme el timón de la democracia. Y el segundo logro es que eventualmente alguien de su propia coalición sea el próximo Presidente de Chile. Ese debiera ser su norte.

-¿Y dirías que está remando para otro lado?

-Analíticamente, creo que su foco es terminar bien el gobierno. Otra cosa es cómo lo está haciendo. Y, claramente, lo está haciendo mal. La UDI –así como fagocitó al gobierno al impedir apostar por el Apruebo- ahora lo mandó al TC como para dar credenciales de que está con el sector. ¿Cuánto le va a durar eso? Nada. Entonces, uno ve a un gobierno dando palos de ciego para tratar de agradar a los sectores más duros de la derecha en la lógica de buscar ahí el último raspado de la olla de la adhesión. Hemos visto que eso lo ha intentado una y otra vez y no le ha resultado. Cambió a Gonzalo Blumel y puso a un ministro  duro del Rechazo porque la UDI se lo exigió. ¿Qué adhesión obtuvo? El problema es que el Presidente está atrapado por la UDI.

-O sea, ¿Piñera debió haber escuchado más a Mario Desbordes?

-Sin duda,  a Desbordes y a los sectores más renovados de la derecha. Debió haber sido fiel a su programa de gobierno y a su idea de ser como Patricio Aylwin. Pero, al final, terminó atrapado en su propio ego, en sus ansias de destacar en el concierto mundial y horquillado por la UDI.

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