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Opinión

17 de Diciembre de 2020

Columna de Stephanie Alenda: ¿Renovación… o adaptación?

“Una de las incógnitas que abre esta elección es la forma en que la nueva directiva procesará las demandas sociales que dejó instalado el 18/O, que plantean desafíos más allá del eje postmaterial, pues lo que está en juego es redefinir el rol del Estado con miras a la disminución de las desigualdades”.

Stephanie Alenda
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La victoria de Javier Macaya en la elección interna de la UDI marca un hito en la colectividad, pues las nuevas generaciones lograron imponerse holgadamente sobre el candidato de la continuidad, Víctor Pérez, tras el voto de cerca de 10.000 militantes, un número no muy alejado de la participación registrada en los comicios internos de 2018, sin factor pandemia. 

El nuevo timonel transmitió un mensaje de “renovación”, entendida, por un lado, como una adaptación del estilo de conducción de la UDI al Chile actual y por otro, como la voluntad de que la UDI no permanezca atrincherada en la representación del electorado duro de derecha. Pero al mismo tiempo, se hizo garante de los principios fundacionales de la colectividad, expresados a través de una visión tradicional de la familia y del matrimonio, a contrapelo de las tendencias liberales que atraviesan tanto a la sociedad como a la propia coalición de gobierno. 

Esta aparente contradicción genera una interrogante: ¿esta renovación implica transgredir ciertos principios e identidad en el partido que ha sido por excelencia garante del statu quo en la coalición y adalid de la ortodoxia neoliberal? ¿O lo que se busca es adaptarse a tiempos de cambio sin renunciar al núcleo duro doctrinario de la derecha? ¿Renovación profunda o más bien adaptación?. 

Javier Macaya y María José Hoffmann – Créditos: Agencia Uno

Lo que muestran las experiencias de la llamada “renovación” de la derecha en el mundo es la tendencia a incorporar temas postmateriales susceptibles de acercar a los partidos al votante medio, sintonizando con las preocupaciones nuevas de las sociedades contemporáneas. Es lo que uno de los principales ideólogos del “nuevo conservadurismo” británico, Jesse Norman, llamó en su libro La gran Sociedad (Norman, 2014, traducción del IES) el “nuevo conservadurismo”, definiéndolo como “pragmático”: capaz de adaptar sus ideas a las “circunstancias del momento” y al “sentido común”. 

“Lo que muestran las experiencias de la llamada “renovación” de la derecha en el mundo es la tendencia a incorporar temas postmateriales susceptibles de acercar a los partidos al votante medio, sintonizando con las preocupaciones nuevas de las sociedades contemporáneas”.

Esa superación del clivaje izquierda/derecha para dar un giro al centro se ilustró también en el reformismo del Partido Popular español a inicios de la década de 1990, en el PRO Argentino bajo la presidencia de Mauricio Macri, pero también en la derecha chilena a través de la idea de una “nueva derecha” acuñada durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, y luego con la fundación de Evópoli que renovó al sector en el eje postmaterial. Parte del planteamiento del nuevo timonel de la UDI cuando declara en una reciente entrevista: “A mí me gustaría ver a la UDI hablando de medio ambiente, de derechos humanos; de temas que no tienen que ser privativos para las banderas de la izquierda”, parece seguir la misma lógica adaptativa. Su principal novedad radica, de manera similar a Evópoli, en el protagonismo finalmente alcanzado por las nuevas generaciones.

Una de las incógnitas que abre esta elección es la forma en que la nueva directiva procesará las demandas sociales que dejó instalado el 18/O, que plantean desafíos más allá del eje postmaterial, pues lo que está en juego es redefinir el rol del Estado con miras a la disminución de las desigualdades. 

¿Cuán exhaustivo será el modelo de estado de Bienestar propuesto por la UDI? Las experiencias de reposicionamiento de las derechas en el eje Estado-mercado muestran otra tendencia: la de recurrir al comunitarismo cuyo foco está puesto en la sociedad civil más que en el Estado (Norman, 2014), lo que distingue esa doctrina del “estatismo” con el que lo suelen asimilar los defensores más puristas de la economía de mercado. 

Según uno de sus principales representantes, el sociólogo Amitai Etzioni (2001), el comunitarismo constituye una tercera vía que no ataca fundamentalmente al mercado y busca más bien mantener el equilibrio entre Estado, mercado y comunidad. Rehabilita también a la subsidiariedad en su sentido positivo, vale decir, fiel al espíritu de la doctrina social de la Iglesia, según el cual el Estado tiene la obligación de intervenir en la economía, corrigiendo los defectos de la iniciativa privada. 

Adoptar esas tesis implicaría tender puentes hacia una versión progresista de la “derecha social” que se ha expresado en la coalición a través de la “integración social” planteada por Joaquín Lavín o la adhesión de RN a los principios doctrinarios del socialcristianismo. Si bien este tipo de acercamiento al centro suena para algunos a un alejamiento del núcleo duro de la derecha, el comunitarismo parece ofrecer una respuesta oportuna al Chile de hoy: su énfasis en lo social le permite estar en sintonía con las demandas ciudadanas y lo convierte a la vez en un recurso ideológico importante contra el fundamentalismo del mercado.

*Stéphanie Alenda es doctora en sociología política de la Universidad de Lille; profesora asociada y directora de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello. Editora del libro Anatomía de la derecha chilena: Estado, mercado y valores en tiempos de cambio (FCE, 2020). Integrante de la Red de Politólogas.

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