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Opinión

12 de Enero de 2021

Columna Stéphanie Alenda: Cruzar el Rubicón

Agencia Uno

“La legitimación de las tesis del Partido Republicano por el ala más moderada de Renovación Nacional creó más bien la sensación de que Chile Vamos cruzó el Rubicón”.

Stephanie Alenda
Stephanie Alenda
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Aunque se haya enfatizado el carácter “meramente electoral” y “excepcional” del pacto entre Chile Vamos y el Partido Republicano, el argumento difícilmente se sostiene. Primero, por la misma esencia de la convención constitucional considerada con razón y por la propia derecha como la “madre de todas las batallas”. En esa instancia se deliberará sobre el rol que se les debe asignar al Estado y al mercado para las próximas décadas; se delineará un nuevo marco normativo de derechos, deberes y libertades ciudadanas. 

La convención será el lugar por excelencia del debate de ideas. Precisamente por eso, este pacto no puede resumirse a su carácter instrumental. Segundo, porque el acuerdo sobreentiende la existencia de mínimos comunes entre los diferentes partidos que lo integran, en base a los cuales se podría construir hacia adelante, lo que sugirió José Antonio Kast en El Mercurio del 11/01/2021: “Sin duda, hay muchas diferencias entre los partidos que suscribimos este pacto, pero también hay muchos puntos en común que debemos rescatar y proyectar hacia el futuro”. 

Esta frase podría interpretarse como una jugada inconsulta que busca instalar la idea de ampliar la actual coalición de derecha: “de Kast a Kast”, más allá del mero cálculo electoral. Sin embargo, la legitimación de las tesis del Partido Republicano por el ala más moderada de Renovación Nacional creó más bien la sensación de que Chile Vamos cruzó el Rubicón. Para el ex Ministro Secretario General de la Presidencia, los Republicanos “representan una mirada de la sociedad, pero de ahí a señalar que son extremos, no. Tenemos más coincidencias que diferencias” (El Mercurio, 10/01/2021).

“Al igual que en Europa, en Chile, la existencia de una extrema derecha ha ejercido presiones de radicalización sobre la derecha convencional, haciendo a veces olvidar que lo involucrado en el caso de un acercamiento entre esas dos derechas va más allá de las diferencias ideológicas que pueden existir entre conservadores y liberales”. 

Uno podría contra-argumentar que las ideas de José Antonio Kast son tan conservadoras como las de gran parte de Chile Vamos. Pero sería pasar por alto la existencia al interior de la coalición de un polo liberal representado por Evópoli, con posiciones sobre el matrimonio igualitario o la eutanasia diametralmente opuestas a la visión de sociedad defendida por los Republicanos en su declaración de principios. La apertura de los sectores más conservadores de la coalición a la adopción homoparental introduce otro matiz a ese ultraconservadurismo cuya particular concepción de la moral sexual y familiar es propicia al discurso homofóbico. 

Existen también diferencias en relación a la defensa de los derechos humanos que forma parte de la declaración de principios de la UDI desde 2018. José Antonio Kast se ha caracterizado por su defensa del mundo militar, su apoyo a líderes de bajas credenciales democráticas como Trump, recientemente, o Bolsonaro, con los que comparte un estilo comunicacional provocador y polarizante que se ilustró por ejemplo cuando se refirió a “Los delincuentes del Apruebo”. 

Al igual que Bolsonaro quien se auto-definió de centro-derecha durante su campaña electoral, JAK se presentó en una entrevista reciente como “la persona más moderada que hay”. En realidad, representa la cara más radical del Rechazo así como la conformidad con un statu quo contrario a la modificación de la Carta Magna. Sobre ésta escribió: “Vamos a contribuir a enmendar este error histórico que fue ceder la Constitución” (El Mercurio, 11/01/2021). El partido Republicano defiende además principios poco compatibles con los valores de la deliberación y la democracia, tales como “creer en el bien y la verdad como realidades objetivas”.

La confusión que genera tanto ese pacto como la normalización de la propuesta de JAK es grande. Es aún mayor si uno toma en cuenta la moderación programática que ha caracterizado a la centro-derecha desde los años 2000, refrendada hoy por la oferta de candidatos y candidata presidenciales del sector. Lo que muestra este elenco, más que una fisonomía ideológica tan diversa como la supone Carlos Peña, es una disputa por el centro que comporta ciertos matices: “liberalismo de centro” en el caso de Sichel, socialcristianismo “nacional-popular” en el de Desbordes, “socialdemocracia” conservadora en el caso de Lavín y una mayor ortodoxia con ribetes liberales en lo cultural de parte de Matthei. Todos, aunque comulguen con el principio de subsidiariedad, consideran al mismo tiempo que los problemas sociales deben ser atendidos desde una perspectiva de solidaridad del Estado. La gran mayoría fueron voces del Apruebo.

Al igual que en Europa, en Chile, la existencia de una extrema derecha ha ejercido presiones de radicalización sobre la derecha convencional, haciendo a veces olvidar que lo involucrado en el caso de un acercamiento entre esas dos derechas va más allá de las diferencias ideológicas que pueden existir entre conservadores y liberales dentro de una misma coalición programática. Falta ver cómo los electores procesarán ese pacto y cómo se manejará la tensión entre estas dos visiones de sociedad en el marco del debate constituyente.

*Stéphanie Alenda es doctora en sociología política de la Universidad de Lille; profesora asociada y directora de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello. Editora del libro Anatomía de la derecha chilena: Estado, mercado y valores en tiempos de cambio (FCE, 2020). Integrante de la Red de Politólogas. 

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