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Entrevistas

29 de Enero de 2021

Revista Clítoris: escribir y dibujar como ejercicio político

El derecho al aborto, el placer, la exclusión de las diversidades sexuales, el cuestionamiento al canón de belleza hegemónico y la explotación sexual son sólo algunos de los temas que han vestido a revista Clítoris, un espacio de libre creación, ilustración y debate feminista, los últimos 10 años. En entrevista con The Clinic, su editora y creadora, Mariela Acevedo, debate sobre la presencia de mujeres en las vitrinas de creación y sobre el ejercicio político de plasmar ideas feministas en el papel.

Por

Mariela Acevedo es feminista y desde esa óptica dirige su trabajo y estudio. Es investigadora y  gestora de proyectos de historietas feministas en Latinoamérica, doctora en Ciencias Sociales y editora de Revista Clítoris, un espacio de libre creación, debate y crítica de las luchas feministas a través de viñetas. Recientemente participó en el encuentro “Dibujos que hablan”, donde expuso el trabajo realizado en la revista los últimos 10 años y debatió acerca de las estéticas de las narrativas dibujadas.

(Mariela Acevedo, autora de Revista Clítoris)

Este ambicioso proyecto surgió a comienzos del 2010, para el Concurso de Nuevas Revistas Culturales “Abelardo Castillo”, mientras terminaba su licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y escribía su tesina de grado. Recientemente, había vuelto a la capital argentina, tras un semestre con una beca de intercambio a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), lugar donde comenzó a preguntarse por las autoras de historieta y lugares de representación de lo femenino. Esa tesina e investigación fue una primera aproximación a lo que después sería la revista.

En diciembre de 2010, se publicó el número cero de Clítoris, que obtuvo el financiamiento para cuatro números más que se concretarían entre los años 2011 y 2013. Dicha propuesta editorial plasmó un cruce de caminos entre la crítica de los estereotipos sexistas y la búsqueda de lenguajes que permitieran visibilizar el trabajo de las autoras en el campo artístico y de los medios de comunicación. Mientras por un lado buscaban plantear la desigual participación de las autoras y la escasez de los relatos en los que las mujeres son protagonistas, Acevedo reconoce que había otra crítica implícita en “hacer feminismo a partir del uso de la denuncia y la victimización como principales estrategias de visibilidad y cuestionamiento de la desigualdad”.

Es por ello que Clítoris se materializó con el convencimiento de que el humor, la ironía y la reflexión eran formas potentes para hacer visibles la demandas. “Me interné en las ferias de historietas y comencé a ser editora. La apuesta fue de generar cuestionamientos al sentido común. En ese momento me impulsaba la idea de crear un espacio para poner a circular ‘dosis de feminismo’ en forma de historieta, un lenguaje muy directo, lúdico y que nos permite hablar de temáticas feministas que estaban relativamente ausentes en el medio hace diez años”, explica.

¿Cómo se vio reflejada esa búsqueda en la revista?

Me di cuenta años después que la forma en la que producíamos y hacíamos circular el material era similar a lo  que hacían las fanzineras desde los primeros dos mil, llevando sus producciones a ferias y espacios independientes. En 2008 había encontrado unos fanzines de historieta de Mirta Lamarca en el Encuentro Nacional de Mujeres que estaban circulando desde 2005. Ella era educadora popular en sexualidad y desde los primeros años de 2000 abogaba por una educación sexual basada en el placer antes que en la prevención o el miedo a las enfermedades (la ley de Educación Sexual Integral es de 2006) y en sus historietas exploraba el deseo femenino, ella le decía “pornografía feminista”. Eso era algo del germen que después afloró en Clítoris. 

(Edición Nº1 revista Clítoris)

¿Cuáles eran las referencias del trabajo de Clítoris?

Clítoris nace mirando a las norteamericanas del comix underground de los setenta, la experiencia de Marika Vila en el país Vasco en los noventa y a lo que estaban haciendo las colegas de Tribuna Femenina Comix en Chile por 2009 con Melina Rapimán a la cabeza. Luego conocí la revista francesa Ah! Nana y después de Clítoris emergió en Brasil Mina de HQ de la colega Gabriela Borges. Me gusta pensar esos diálogos transnacionales como un rizoma de genealogías feministas. 

Desde su lanzamiento, ¿de qué transiciones y discusiones fue testigo la revista?

-Creo que una transición importante en esos años fue la digitalización y la forma en la que las producciones culturales (libros, películas, música) se comenzó a alojar en plataformas, a viajar en dispositivos y a viralizarse en redes sociales. Por eso, aunque el financiamiento nos permitió hacer una tirada de mil ejemplares en papel de cada número, creo que fue importante que siempre liberamos el material y lo dejamos accesible en la web. Al cierre de la revista en 2013, mutamos al formato libro con la editorial Hotel de las Ideas. Eso planteó otras dinámicas de trabajo, otros tiempos, otra circulación. Los dos libros (2014 y 2017 y un próximo volumen este año) implicaron construir ejes temáticos, convocar a quienes escribirían ensayo breve y a quienes aportarían las historietas. A diferencia de la revista en la que recibíamos material y cada tres meses entrábamos a imprenta,  para el libro se trabaja con cada autor/a, se consensua el tema y luego hay algunas cuestiones formales. 

(Edición Nº2 revista Clítoris)

¿Cuál es la importancia de agrupar la ilustración hecha por mujeres de carácter feminista?

-Por un lado entiendo que hay una diferencia entre la idea de “agrupar mujeres” (destinar un espacio y reunir autoras de cualquier disciplina) y construir colectivamente un espacio para visibilizar demandas. Me ha pasado que consideren que Clítoris era una revista de mujeres y no fue así. La revista reunía aportes de autoras y autores, de hecho la tapa del número 3 es de Ignacio Minaverry. Porque las coordenadas son feministas, no esencialistas. Había colaboradores, autores y lectores varones de la revista. La revista Fierro —por poner un ejemplo— siempre fue un espacio muy masculinizado y aunque no lo declamen también hay una política sexual y textual ahí. Por supuesto que desde el nombre de la revista en Clítoris hay una toma de posición en torno a la diferencia sexual, pero no se trataba de “agrupar mujeres” cual suplemento de “Chicas”. 

¿Qué lugar ocupó Clítoris, entonces?

A diferencia de lo que comúnmente puede denominarse “historieta femenina”, “de mujeres” o “para mujeres” que suelen tematizar cuestiones referentes a la competencia por la belleza, por los tipos o la condena a los signos del paso del tiempo, intentamos poner en circulación una crítica a ciertos lugares de la feminidad, la masculinidad, la división binaria y jerárquica de los sexos, y prestar principal atención a temas que afectan a las mujeres como la interrupción voluntaria del embarazo, la prostitución, la violencia, el sexismo, el heterosexismo, el canon de belleza opresivo, el justo reparto de tareas, etc. Estos temas que en el feminismo son discusiones constantes no solían permear otros espacios por fuera de los círculos militantes y de las paredes de la academia (si lo vemos hace una década). 

(Edición Nº4 revista Clítoris)

¿Qué potencial le viste a ese contenido que proponían?

-Pensaba que una revista de historietas podía crecer: entrar al aula, o ser material de lectura en espacios informales. Me decía, es como una especie de “yegua de Troya” algo que parece inofensivo, con dibujitos, gracioso, pero que tiene  la capacidad de hacerte crack en el cerebro.  Por otro lado, en torno a la estrategia de visibilidad, mostrar que somos muchas, muy diversas, que trabajamos hace décadas es un argumento potente: durante mucho tiempo se repitió la idea de que no se publican autoras porque no existen, o que las mujeres no leemos historietas, aparecemos como excepcionalidad. En 2019 realizamos una muestra de autoras de historieta y humor gráfico que reunió a más de ochenta autoras -y nos quedaron muchísimas afuera- en un recorrido desde las primeras décadas del siglo XX hasta la actualidad. El catálogo de la muestra está disponible en feminismo gráfico. Y la cantidad y la diversidad de propuestas gráficas invita a conocer todo un universo de autoras.

¿Cuáles fueron las banderas de lucha de la revista?

-Militamos la historieta y militamos el feminismo. Y también creo que siempre decimos hay muchos feminismos, el feminismo que a mí me interesa es transfeminista e interseccional y me parece que todo eso puede plasmarse en un lenguaje visual y escrito en un campo creativo que hay que disputar. El lenguaje historietístico permite discutir relaciones de poder, roles, estereotipos desde la gráfica y el texto. Es una apuesta política. La idea fue generar una discusión sobre la marginalidad de las creadoras, su invisibilización, las formas de intervención que estas postulan desde ese lugar ex-céntrico en el que se encuentran y para ello recibimos colaboraciones y aportes de creadoras y creadores que tuvieran una visión feminista de estos temas.

¿Cuán importante fue para la revista que agrupara ilustraciones, pero también voces y discursos de mujeres de diversas disciplinas?

-Creo que la idea era desjerarquizar discursos y también poner en contacto, hacer cruces entre distintas miradas. Por eso hay algo que combina el artículo breve, la opinión polémica, con los trazos de humor gráfico, la tira y la historieta breve.

(Edición Nº3 revista Clítoris)

Otro elemento destacable del trabajo de la revista, es haber podido visibilizar el lugar de las mujeres como objeto y sujeto en las historietas, en ese sentido, ¿qué diagnóstico haces de la presencia hoy de las mujeres en medios masivos? 

-Me parece que las mujeres hemos conquistado espacios y eso se observa claramente cuando miramos materiales de hace diez, quince, veinte años, pero también creo que los lugares de decisión y poder siguen concentrados. También creo que la democratización es un proceso que hay que sostener y que siempre puede haber reacciones, contramarchas… que no se trata de un proceso lineal y armónico y que hay que sostenerlo diariamente. Me parece que el feminismo es una lucha contra la privatización de cuerpos, saberes y riquezas, y también sobre la concentración de poder. El feminismo que a mí me interpela es contrario al liberalismo individualista y al consumo capitalista, creo yo que debe ser libertario, colectivo y comunitario, que llegue una mujer a la cima no es una conquista feminista. Lohana Berkins, una militante travesti — traviarca, le gustaba llamarse— decía algo así como “cuando una travesti va a la Universidad le cambia la vida a esa travesti, cuando muchas travestis van a la Universidad le cambia la vida a la sociedad”, creo que eso es feminismo, cuando la transformación es colectiva.

Con la perspectiva del tiempo, ¿cuál crees que es el aporte?

-La idea que sostuvimos desde el primer número fue hacer una revista de historietas, una publicación de humor con críticas culturales, feministas, que visibilizaran la diversidad de las identidades y vínculos.  Quería que cualquier persona pudiera decir “Tengo Clítoris” como conquista de un lugar de placer y que  las creadoras estuvieran en primer lugar, para que el placer de escribir y dibujar fuera  un espacio de ejercicio de política plasmado en papel.

(Antología revista Clítoris, año 2014)

Conoce más acerca del contenido de revista Clítoris:

-Las cuatro revistas se pueden descargar del blog.

-Libros de Revisa Clítoris, para descarga. Editorial Hotel de las Ideas los tiene en libre descarga en su sección de Libros para la cuarentena

– Muestra disponible sobre feminismo gráfico

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