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Opinión

23 de Abril de 2021

Columna de María José Navia: Más allá del papel

El día del libro es, en realidad, el día de los libros. De todas las formas de acceder a ellos. cuando llega el 23 de abril, a veces se nos olvida que la experiencia de lectura va más allá del papel y que hoy existen tantas maneras de acercarse a ella.

María José Navia
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Creo que no miento al decir que primero aprendí a leer con los oídos. Ni a mis papás ni a mis hermanos les gustaba mucho la lectura así que, los primeros libros que leí, fueron los que me grabó mi abuela. Ella era voluntaria en una fundación en Viña que grababa libros para personas ciegas y, cada cierto tiempo, aprovechaba de grabarme algunos a mí. Yo tenía dos, tres años, y los escuchaba y escuchaba hasta aprendérmelos de memoria. 

Quizás por eso siempre le he tenido un amor muy especial a los audiolibros. 

Lo menciono, y perdonen la anécdota, porque, cuando llega el 23 de abril, a veces se nos olvida que la experiencia de lectura va más allá del papel y que hoy existen tantas maneras de acercarse a ella. Están los audiolibros (que, estadísticamente, es el formato que más ha crecido en el último tiempo, echando por tierra esos miedos de hace algunos años de que el libro electrónico sobrepasaría al libro en papel) que cada vez más pueblan los catálogos de librerías y plataformas en línea. Desde suscripciones como las de Audible, Storytel o Scribd (por mencionar sólo algunas), a las compras individuales de audiolibros (en Chile, por ejemplo, tenemos el sitio de la productora Leolento) o la posibilidad de pedir préstamos de audiolibros en bibliotecas (la Biblioteca Pública Digital tiene una gran selección de ellos). Por no decir todos los libros disponibles por Youtube, Soundcloud o Spotify.

Hay que decirlo: hay muchos prejuicios sobre el tema. Me ha tocado hablar con algunos profesores que creen que leer audiolibros es de flojos y, que sus estudiantes los lean, es hacer trampa. Lo comparan con ver la película de una obra literaria. Pero hay ahí un error: en una película tenemos una adaptación, nunca se incluye todo lo narrado, y cambia el lenguaje completamente, mientras que, en el caso de los audiolibros, tenemos el mismo texto, solo que usamos los oídos para conocerlo. Esto, además, puede ser una gran alternativa para quienes se concentran más de a oídas. Otra ventaja es que, en un audiolibro, puedes escuchar la historia siendo narrada por el autor (en el mercado anglosajón se usa mucho; en habla hispana se está imponiendo de a poquito, yo misma grabé tres de mis obras) o por un narrador profesional o incluso una actriz o actor de renombre (es el caso de Jeremy Irons con Lolita, por ejemplo, o Scarlett Johansson con Alicia en el País de las Maravillas). 

Hay que decirlo: hay muchos prejuicios sobre el tema. Me ha tocado hablar con algunos profesores que creen que leer audiolibros es de flojos y, que sus estudiantes los lean, es hacer trampa. Lo comparan con ver la película de una obra literaria. Pero hay ahí un error“.

Más prejuicios: está la idea de que es difícil, de que uno va a distraerse, pero muchas veces esas mismas personas que critican el formato, escuchan, de lo más bien, programas de radio o podcasts. 

El día del libro es, en realidad, el día de los libros. De todas las formas de acceder a ellos. Y una que he usado mucho en pandemia y que también quisiera recomendar es la de las suscripciones a plataformas como Bookmate, en la cual, por una suma mensual, puedes leer todos los libros (electrónicos y en audio) que quieras. La plataforma te permite subrayar, anotar, hacer comentarios, y, una de las cosas más valiosas de su catálogo, es que allí se encuentran libros maravillosos de editoriales independientes latinoamericanas que no han puesto a la venta sus títulos como libros electrónicos individuales. Editoriales que, además, no distribuyen en Chile (y acá quiero decir, con toda la ilusión: todavía). Me refiero a los libros de Dharma Books o  Ediciones Antílope (de México), o Rosa Iceberg (de Argentina). Para aquellos en otros lugares del mundo, éste es también un muy buen lugar para encontrar libros de editoriales independientes chilenas como Kindberg o Alquimia.

El día de los libros es el día de todos quienes participan en el mundo de la lectura. Escritores, sí, pero también padres, madres, abuelos, libreros, mediadores, diseñadores, ilustradores, correctores, narradores que prestan su voz a los audiolibros, quienes convierten los libros al Braille, quienes se encargan de la distribución, profesores de colegio y de universidad, traductores (a quienes le debemos tanto y yo siempre les pregunto a mis estudiantes de literatura, ¿podrían nombrarme a veinte traductores?; la pregunta se las hago a ustedes también). Día para agradecer la labor de las librerías (tanto las reales como las virtuales) que nos han mantenido leyendo en pandemia gracias a sus despachos. O también otras iniciativas de suscripción preciosas como Pasaporte Literario que cada mes entrega una genial cajita con un libro de una editorial independiente chilena, un objeto de papel (una postal, un grabado) y otro objeto creado por un artista nacional (algo tejido, o en cerámica, por ejemplo).

“El día de los libros es el día de todos quienes participan en el mundo de la lectura. Escritores, sí, pero también padres, madres, abuelos, libreros, mediadores, diseñadores, ilustradores, correctores, narradores que prestan su voz a los audiolibros, quienes convierten los libros al Braille, quienes se encargan de la distribución, profesores de colegio y de universidad, traductores”.

Un día para celebrar la riqueza de la literatura, la lectura y sus posibilidades. Día de soñar con todo lo que falta por conseguir, también, en términos de políticas públicas. Día de recordar que leer no es siempre leer solos (y, en pandemia, ha aumentado mucho el número de clubes de lectura virtuales que permiten acompañarse y comentar libros) ni solo en papel. De creer que el libro de papel nunca será reemplazado por el libro electrónico ni por audiolibro, sino que probablemente convivirán todos los formatos, pues cada cual responde a distintas necesidades. 

Para terminar, vuelvo al comienzo de mi columna, con otra pregunta: ¿han leído alguna vez un audiolibro?, ¿un audiocuento, al menos? ¿Y si lo hacen hoy, por el Día del libro? ¿Y lo escuchan mientras caminan, mientras hacen la cama, mientras preparan la comida, o antes de dormir?

Ya que estamos todos tan cansados de las pantallas, ¿por qué no, esta vez, leer con los oídos?

*María José Navia es escritora y académica en la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 

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