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Elecciones 2021

24 de Mayo de 2021

Columna de Paula Espinoza: Yo participo, tú participas, ¿quién participa?: Preguntas para la Convención Constitucional

Paula Espinoza frente a la bandera de Chile y a urnas vacías

La participación en el siglo XXI debe contar con variados mecanismos, donde la acción de la población debe ser continua, democrática y abierta, más allá de las reglas o límites que se intenten imponer.

Paula Espinoza
Paula Espinoza
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¿Es posible una Constitución a varias voces? Fue el “estallido social” y una elección los hitos que dejaron perplejos a muchos y muchas la que hace de esta pregunta un punto de inflexión clave. La interrogante surgió desde el pasado domingo 16, cuando se planteó, por un lado, que la Convención es un espacio deliberativo, que no requiere ni exige mecanismos de participación o consulta a los habitantes del país; por otro lado, candidatas y candidatos electos señalan que la instancia constituyente requiere de apertura, es decir, consulta a los habitantes del país. Pero ¿cómo participa la población?

El filósofo francés Jacques Rancière está muy interesado en la dimensión de la participación y su carácter activo. Se pregunta: para participar, ¿el sujeto está exigido a una manifestación, a una acción? ¿La contemplación puede ser una forma de participación? Para dar claridad a estas dudas, echemos mano a una historia que Rancière cita frecuentemente. En su revisión de una serie de correspondencias entre obreros de 1830, donde comentan sobre su tiempo libre, el filósofo se detiene en una. ¿Qué tiene de especial? Pues bien, en esa misiva un obrero comenta, en términos estéticos, la remodelación de una casa en la quel trabajó. Desde el color de la madera, las terminaciones, la iluminación que genera la posición de las ventanas, y así. No es una descripción, es un acercamiento desde la expresión de su gusto, un ámbito reservado para los “Señores”. A Rancière le fascina esta anécdota porque la interpreta como un momento en el cual se borra la frontera entre los que actúan (el obrero que hace) y los que tienen tiempo y el “lugar” de mirar (los Señores). En ese instante, se produce la emancipación, pues ambos cuerpos están en un horizonte de igualdad.

Lo emocionante y lo que inquieta a Rancière de esta historia es el desorden de clases e identidades que allí acontece: cuando la división sociológica del mundo hace aguas, la participación de la población no es una opción, se transforma en un imperativo. Porque ha ocurrido un acontecimiento radical que exige imaginar nuevas formas de organización. Lo que nos hace ver Rancère es que la política acontece cuando quienes “no tienen” condiciones materiales, pueden habitar un espacio común y manifestar su palabra, no solamente como una declamación de dolor, sino como una expresión sobre lo común. Por ello, pensar en formas de gobernanza del presente y del futuro sin la dimensión de la participación de la comunidad omite una dimensión clave de la democracia.

Pero hoy el mundo no es de los obreros que escriben cartas. La vida política progresivamente exhibe una disminución de la participación de las personas. Razones, muchas. Pero más allá de éstas, desde los organismos internacionales hasta la propia legislación chilena, la participación se ha transformado en un acción de consenso para el fortalecimiento de la democracia.

“Cuando la división sociológica del mundo hace aguas, la participación de la población no es una opción, se transforma en un imperativo. Porque ha ocurrido un acontecimiento radical que exige imaginar nuevas formas de organización”.

Nico Carpentier apunta que la participación y la toma de decisiones de las personas se modifica según su contexto. En la actualidad los sujetos somos interpelados continuamente por plataformas y redes sociales. Una dinámica de interactividad mediada por la pregunta ¿qué se le permite hacer al sujeto? Si ésta es la pregunta, ¿qué está de fondo?, la respuesta es el poder. Por ello, la Convención Constituyente tiene que abrirse a mecanismos de participación que no pasen exclusivamente por cabildos.

Sabemos que las tecnologías de la información tienen mucho que decir, pero no puede reducirse a un mero “me gusta”. La participación en el siglo XXI debe contar con variados mecanismos, donde la acción de la población debe ser continua, democrática y abierta, más allá de las reglas o límites que se intenten imponer. Sin duda, hay limitaciones que deben ser consideradas y subsanadas. Y para ser verdaderos actores, la apertura implica la capacidad de  injerencia efectiva de la población. Asimismo, importantes desafíos como estar atentos a los datos que los mecanismos de participación generen: ¿Quién recolecta los datos? ¿Quién los resguarda? ¿Cómo los participantes tienen acceso a sus datos?

“Si ésta es la pregunta, ¿qué está de fondo?, la respuesta es el poder. Por ello, la Convención Constituyente tiene que abrirse a mecanismos de participación que no pasen exclusivamente por cabildos”.

Hay una canción que me gusta mucho, de Adrianigual, que dice “Ya llegó el siglo XXI / No se asuste, no se asuste. / Ya llegó el siglo XXI / No se asuste, no sea tonto”. Si tuviera seguridad de lo que significa llegar al siglo XXI, no escribiría esta columna. Pero opto asumirme tonta: prefiero abrir la conversación sobre la participación a un espacio y tiempo real. Un problema que es político, filosófico y práctico. Pues, cuando todo esto termine -me refiero al proceso de la Constitución- espero que, al menos, tengamos algunas claridades sobre lo que significa participar.

*Paula Espinoza O. es Directora Ejecutiva de la Fundación Saber Futuro. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, de la Universidad de Chile, y Magíster en Teoría e Historia del Arte de la misma Universidad, es también coautora, junto a Giorgio Jackson, de “Copia o Muerte. Una decición urgente para nuetra sobrevivencia” (2019, Saber Futuro).

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