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Entrevistas

12 de Agosto de 2021

Gloria Montenegro, científica tras los secretos de la miel: “Mi ideal es producir mieles que tengan identidad país”

Crédito: Karina Fuenzalida, Dirección de Comunicaciones UC

La académica de la Universidad Católica acaba de ser reconocida con el premio London Honey Awards 2021. Lleva más de 50 años dedicándose a la ciencia y su especialidad es el estudio del origen botánico de distintas mieles nacionales y sus propiedades. En esta entrevista, conversamos sobre su trayectoria y el impacto del cambio climático en la apicultura.

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Gloria Montenegro se dedica a la investigación en torno a productos naturales, especialmente la miel. Su trayectoria en este sentido es amplia y sus reconocimientos lo prueban. El primero fue en 1998, cuando se convirtió en la primera latinoamericana en ganar el premio L’Oréal UNESCO a Mujeres en Ciencias. El más reciente es el London Honey Awards 2021, por desarrollar la miel Terra Andes con Active Patagonia Factor (APF), en las categorías platino y bronce.

Es bióloga de profesión y lleva más de 51 años haciendo clases en la Universidad Católica, especialmente en la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, donde es profesora emérita y secretaria académica. Pese a que ya tiene sus años, sigue manteniendo su vitalidad intacta. “Siempre he sido trabajólica. Todavía las autoridades de acá me dicen que están impresionados por toda la cantidad de trabajo que sigo haciendo, porque a mi edad aún publico cosas y tengo estudiantes de doctorado”, cuenta. 

De hecho, hace pocos días una estudiante le pidió hacer su doctorado con ella. “¡Eso significa cuatro años mínimo! A esa alumna ni le importó mi edad. Yo accedí, pero decidí ponerle también una co-tutora para que la siga guiando en caso de que me pase cualquier cosa. No tengo ni un rollo con la edad, pero me encantaría tener 10 años menos, olvídate todo lo que haría. Me encantaría seguir contribuyendo por harto tiempo más, porque falta mucho por hacer”, indica.

Y su aporte ya ha sido grande. A la fecha, tiene más de 250 publicaciones científicas, 23 libros y 37 patentes –solicitadas y entregadas– y varios galardones internacionales. Además, su laboratorio ha apoyado apicultores de todo Chile mediante talleres de capacitación y trabajo conjunto, donde comparte los resultados de sus investigaciones para potenciar la calidad de sus mieles. Este tipo de productos también son parte de su rutina desde hace años: casi todos los días toma jalea real, propóleo y una cucharadita de miel.

En conversación con The Clinic, Gloria Montenegro nos cuenta sobre los inicios de su investigación sobre las propiedades de la miel, su trayectoria científica y reflexiona sobre un tema que le preocupa mucho por los efectos que está generando en el ecosistema: el cambio climático.

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Crédito: Karina Fuenzalida, Dirección de Comunicaciones UC

¿Qué abarca su línea de investigación sobre la miel?

-Yo trabajo con plantas y también con productos apícolas, pero a mí también me interesa trabajar con matrices biológicas endémicas o nativas, sean plantas o productos provenientes de plantas como es la miel, el polen y el propóleo. Mi línea de investigación ha sido la bioprospección de productos naturales, esto significa que estudiamos los extractos si tú tomas una miel y le sacas toda el azúcar, te quedas con un extracto que contiene todos los sus compuestos bioactivos, que son los compuestos químicos y propiedades que la miel ha heredado de las plantas. Por ejemplo, si es una miel de ulmo, va a tener la mayor parte de néctar proveniente del ulmo.

¿Cuál es la historia detrás de su reconocimiento con el London Honey Awards?

-Nosotros analizamos más de mil mieles de distintas partes del país y eso lo hice en conjunto con la empresa JPM, principal exportador de mieles chilenas y quienes lideran la marca Terra Andes Plus. Ellos me contactaron para hacer un sello que nosotros protegimos y que fue reconocido con este premio. Lo logramos luego de analizar montones de mieles, desde la zona central hasta el sur. Así desarrollamos el “Active Patagonia Factor” (APF), una tecnología científica que avala las propiedades antibacteriales de miel nativa de la Patagonia chilena. En el laboratorio, demostró su efecto sobre bacterias que han mostrado resistencia a medicamentos comunes y mientras más alto el índice de poder antibiótico que tiene una miel, mejor es desde el punto de vista medicinal.

Crédito: Karina Fuenzalida, Dirección de Comunicaciones UC

El camino de la miel

Hace unos 35 años, un licenciado de biología acudió a la oficina de Gloria Montenegro, en la Universidad Católica. Quería hacer su tesis con ella y su idea era estudiar el origen botánico de unas mieles fabricadas en su casa, en Paine. Era un tema desconocido, del cual Montenegro no sabía mucho en ese entonces, pero decidió aceptar el desafío de investigar y ser su profesora guía.

Empezaron a trabajar codo a codo en su apiario y con el tiempo se fue interesando cada vez más en el estudio de las propiedades de la miel. Se encargó de hacer algo que no se había realizado hasta entonces, que era analizar el origen botánico de las mieles producidas en Chile y denominarlas. Hasta ahora, ha descrito al menos unas 20 mieles.

¿Cómo fue el inicio de ese trabajo?

-Cuando empecé a trabajar con este alumno, comenzamos a formar una palinoteca, que es un muestrario de polenes nacionales. No había nada de eso antes, así que partimos desde cero. Ese trabajo fue muy importante, porque la abeja acarrea el polen al sacar el néctar de las flores y si lo analizamos podemos identificar su origen botánico. El polen es la huella digital de las plantas. 

¿Qué vino después?

-En ese tiempo presenté el primer proyecto Fondecyt que me lo gané, donde formulé la hipótesis de que las propiedades medicinales de las plantas pueden transferirse a la miel, incluyendo sus propiedades antibacteriales. Es maravilloso, porque estas propiedades han sido heredadas de las plantas y, por lo tanto, cada miel es única dependiendo de su origen geográfico y botánico.

¿Cómo ha sido el trabajo en torno a la apicultura?

-Ha sido un montón de trabajo, pero muy lindo. Es arduo describir mieles con todo lo que eso significa: su química y sus propiedades. Llevo toda una vida dedicada a esto, pero yo feliz, me encanta lo que hago. Encontré un mundo increíble en los apicultores. Algo tienen ellos que son tan cordiales, muy buena onda. Siempre te reciben con tanto cariño. Si tienen un puro pan, ese puro pan lo comparten contigo. Yo he recorrido el país visitando apiarios y conversando con los apicultores, ellos me quieren mucho y me escriben seguido.

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Crédito: Karina Fuenzalida, Dirección de Comunicaciones UC

¿En qué aporta la biodiversidad chilena a la calidad de nuestras mieles?

-Nosotros tenemos una biodiversidad tan magnífica. Más del 50% de las especies que habitan en nuestro territorio son nativas o endémicas. Mi ideal es producir mieles que también tengan identidad país y en eso estoy ahora. Estamos presentando un proyecto con unos apicultores en el Fondo de Innovación Competitiva (FIC) de la región de Coquimbo. Este abarca el análisis de sus mieles, polen y propóleo. Estamos fascinados, porque además voy a investigar mieles que nunca han sido estudiadas con profundidad. Ahí hay especies desde el mar hasta la cordillera, también tenemos toda la parte desértica y vamos a tener unas mieles únicas. 

Cambio climático

Considerando que el grueso de su trabajo es con especies endémicas y nativas, ¿qué reflexión tiene sobre la situación climática que enfrenta Chile y el mundo hoy? 

-¡Es atroz! La situación que se nos viene más que terrible, es angustiante. Creo que todos tenemos que poner un poco para tratar de remediar en este momento lo que podamos. Faltan políticas a nivel gubernamental para disminuir la emisión de gases de carbono, que es lo que calienta la atmósfera. Además, estamos quedando sin agua para tomar y el problema de la agricultura es serio en este país, porque si no se puede regar, no se va a poder plantar y no va a haber alimento. Los agricultores han perdido mucho.

¿Qué cosas cree que se podrían hacer al respecto?

-Tiene que haber un compromiso personal de ahorrar agua y contaminar menos. Aprovechar de decir lo de las mascarillas. Hay que eliminarlas sin los cordoncitos. Se deben cortar, porque estos llegan al mar y enredan a toda la fauna marina. También tenemos que transformar a energías limpias, de hidrógeno verde, y escuchar lo que dijo la ONU en su informe, que paráramos la contaminación con carbono. Hay incendios que se producen porque la tierra se calienta. Las plantas tienen resinas, aceites esenciales, y si la tierra está muy caliente, estas van a arder y van a provocar incendios que son naturales. Por eso, definitivamente hay que establecer medidas de reducción de las emisiones de carbono.

¿Cómo el cambio climático afecta a la apicultura en particular?

-La afecta muchísimo. Si no llueve, los bosques nativos y los matorrales de los cerros no van a producir néctar suficiente y ya se ha visto que en años de sequía, la productividad de miel baja porque hay menos néctar. Esto es agua con azúcar y otros compuestos químicos que la planta produce para atraer a insectos para su polinización. Si disminuye la cantidad de néctar en las plantas por la sequía, eso va a influir en la producción de miel. Es un problema que tienen los apicultores y no se pueden empezar a regar los cerros si no hay agua. En ese caso, tendríamos una miel de cultivos no más que no es suficiente para producir una industria para exportar, ni siquiera para consumir localmente.

***

Hoy, por la pandemia, gran parte de su trabajo como profesora lo ha hecho de forma online. Ya no corre cerros arriba como solía hacerlo antes con sus estudiantes como parte de las actividades de investigación en terreno. En su lugar, se ha ido adaptando a la metodología virtual y ahora pasa todo el día sentada frente al computador. Reunión tras reunión, Zoom tras Zoom. Sin embargo, pronto volverán a retomar las clases presenciales en la universidad.

¿Cómo evalúa sus 51 años de trayectoria?

-¡Pasan volando! Yo fui una mujer que pudo hacer familia, tengo dos hijos maravillosos, mi marido fue siempre muy apoyador. A mí me ayudó mucho que él era profesor de la Universidad Católica también, de Medicina y de Ciencias Biológicas, entonces entendía perfectamente lo que yo hacía, él murió hace 10 años así que soy viuda. Hay veces en que algunos alumnos me dicen “pucha profe, es que me invitaron a dar esta conferencia pero me da miedo”, les digo: “¡Tú tienes que ir! Tienes que tomar todas las oportunidades que la vida te da”. Yo he hecho eso y así he llegado donde estoy. De repente puede dar lata, pero creo que en el fondo uno está motivado por hacer el bien a la sociedad. Todos de alguna manera estamos contribuyendo a eso, a que la sociedad sea cada vez mejor, más solidaria.

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