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Cultura & Pop

19 de Noviembre de 2021

Fernanda Urrejola: “Me choca que por estar enamorada de una mujer me pregunten qué soy ahora, si lesbiana o bisexual”

Atraviesa por el momento más liberador de su vida, dice. La actriz chilena cumplió 40 años y cinco radicada en Los Ángeles, EE.UU., donde contraerá matrimonio con la cineasta Francisca Alegría. Aquí profundiza en las razones de su salida de Chile, los obstáculos que aún sortea para internacionalizar su carrera en Hollywood, su nueva veta como guionista y activista de las diversidades sexuales, además de los ecos de su salida del clóset. “Mi vida en pareja ahora que estoy con una mujer es increíble”, asegura.

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Fue un salto al vacío. En julio de 2016 decidió pausar y cambiar su carrera televisiva de más de una década en Chile por el rotundo anonimato en las ligas mayores del cine. Llevaba años planeando internacionalizar su carrera y dejar atrás las teleseries. Soñaba con saltar a la pantalla grande de la mano de un director o una directora chilena, recorrer festivales y darse a conocer en el mundo. No le resultó, dice hoy, cinco años después, Fernanda Urrejola (40). Se dio la vuelta larga: meses más tarde cerró su casa en Santiago y partió con seis maletas y más incertidumbres que certezas a Los Ángeles, EE.UU., donde actualmente vive junto a su novia, la cineasta chilena Francisca Alegría, en un luminoso departamento en el distrito de Hollywood Hills.

“Vivo en el sector justo debajo del famoso cartel de Hollywood, que vela cada una de mis noches”, dice Urrejola por videollamada. “Lo tengo tan cerca y al mismo tiempo me sigue pareciendo una montaña a veces demasiado empinada e inalcanzable”, agrega.

En los cinco años que lleva radicada en Estados Unidos, la actriz chilena -conocida aquí por sus apariciones en teleseries como 16 y Mujeres de lujo, entre varias otras, y por películas como Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta-, ha interpretado roles secundarios en los filmes independientes Imprisoned y After Her, además de la serie Party of Five en 2020. También fue parte del elenco de la serie Narcos: México, su primera gran producción internacional. Allí interpretó a María Elvira Murillo, esposa del líder del cartel de Guadalajara, fue dirigida por Rodrigo García -hijo de Gabriel García Márquez- y compartió el set con Diego Luna.

Más publicitada aún fue su participación en la más reciente película de Clint Eastwood, Cry Macho, que se estrenó en septiembre pasado. Sin embargo, y a pesar del renombre de su director y de que probablemente sea el más grande hito en su carrera hasta ahora, la actriz aún no ha sentido el impacto que esperaba.

“Los primeros años aquí fueron rudos y de gastarme todos mis ahorros. Fue totalmente un salto al vacío irme de Chile. No sabía cómo empezar tampoco, sentía que tenía pocas herramientas y muy pocos conocidos afuera. Sí hubo dos amigos, uno de ellos es Cristóbal Tapia, quien me consiguió mi primer departamento cuando vine en julio de 2016. Era chiquitito, de esos donde entras y chocas con un sillón que al mismo tiempo es una cama”, cuenta. “Vine primero durante un mes y medio, para ver si efectivamente me gustaba la ciudad y no era solamente un capricho en mi cabeza. No quería arrepentirme. Una vez acá me enteré de que estaba también viviendo aquí Marko Zaror, me contacté con él y él me ayudó muchísimo porque me puso en contacto con su agente para que me ayudara a conseguir mi visa de artista, que es la que actualmente tengo. Así empezó mi travesía por acá”, agrega.

-¿Por qué decidiste irte de Chile?

-Siempre quise internacionalizar mi carrera para tener más opciones que sólo teleseries. Tuve managers a los que les di esa tarea solamente. Yo quería salir, hacer cosas afuera y distintas. Siempre quise ser más una actriz de cine que de televisión. Nunca me imaginé haciendo teleseries porque nunca vi teleseries. Yo era deportista de alto rendimiento, nadaba mucho y nunca veía tele. Y cuando terminé en la tele, creí que tendría las opciones para hacer otras cosas, pero en Chile los directores nunca me consideraron ni llamaron para hacer el cine que yo quería, y tuve que empezar a buscar opciones por mi cuenta. De ahí surgió la idea de irme y lo postergué hasta que estuve soltera y nada me ataba a Chile. Justo empezó la crisis televisiva allá. En Canal 13 -su casa televisiva entonces- nos propusieron terminar nuestros contratos. Yo fui la primera que levantó la mano, pero me dijeron: no, tú te quedas. La verdad me enojé mucho al principio, pero hoy siento que fue una buena decisión ese último año en el canal. Lo pasé muy bien, estuve en un programa de baile y tuve la oportunidad de trabajar con mi mejor amigo, Pancho Pérez Bannen, en Veinteañero a los 40. Además, me dio la posibilidad de ahorrar un poco más de plata y partir al año siguiente. 

-¿Qué ha sido lo más complejo de abrirse paso como actriz en Hollywood?

-En Los Ángeles levantas una piedra y está lleno de actores y gente de la industria. Es impresionante. Para qué decir la competencia. Esta industria se siente una montaña gigante y he aprendido a costalazos a lidiar con ella dentro de lo posible. También me costó mucho aprender a no hacer y producir todo el tiempo. Yo estaba acostumbrada a trabajar sin parar desde los 19 años o antes incluso, cuando era deportista. Siempre estuve muy ocupada y ahora que había llegado acá yo era dueña de mi vida, de mis tiempos y no tenía ninguna obligación más que intentar conseguir algo nuevo. Fue un trabajo profundo, intenso y muy interesante a nivel personal y mental el que tuve que hacer para no morir en el intento. Y bueno, sobreviví y hoy estoy más tranquila porque estoy generando también mis propios proyectos. El sueño del pibe o el american dream de que alguien te vea y te descubra siempre está, pero asumir que pueda no ser así y que debes valerte por ti mismo para lograr lo que quieres me ha hecho sentirme cada vez más empoderada y libre.

Siempre quise ser más una actriz de cine que de televisión. Nunca me imaginé haciendo teleseries porque nunca vi teleseries. Yo era deportista de alto rendimiento, nadaba mucho y nunca veía tele. Y cuando terminé en la tele, creí que tendría las opciones para hacer otras cosas, pero en Chile los directores nunca me consideraron ni llamaron para hacer el cine que yo quería, y tuve que empezar a buscar opciones por mi cuenta.

-¿Qué cine te hubiese gustado hacer en Chile?

-Mi plan ideal era hacer una buena película que me permitiera viajar, recorrer festivales y abrirme oportunidades afuera. Obviamente apuntaba a un cine de proyección internacional. Para mí, ésa es la carrera soñada. Yo quería que mi trabajo hablara por mí y que las cosas empezaran a fluir solas, pero no me resultó.

-¿Sientes que hubo prejuicio hacia ti en el cine por ser actriz de televisión?

-En algún momento lo sentí. Me lo dijeron muchas veces también. Siempre hubo un prejuicio conmigo, con la fisiología de mi cara o porque hacía mucha publicidad. Creo que eso me jugó en contra. Tampoco puedo gustarle a todo el mundo, o puntualmente a los directores de cine chilenos.

-¿Volverías a actuar en teleseries?

-Siempre que he dicho que no a algo en la vida, me ha caído el escupo en la cara (ríe). Tampoco le diría que no a las teleseries, porque estoy en la idea de no cerrar posibilidades. Sí es cierto que he llevado mi trabajo hacia otro lugar distinto hoy, pero por la forma en que estoy trabajando agradezco profundamente mis 15 años en teleseries. Me dieron un entrenamiento que muy pocos actores tienen; y eso es un regalo. Cuando llegué acá fue muy difícil lidiar también con no tener todo eso a lo que de alguna manera había renunciado, y que era toda mi carrera allá en Chile. Acá nada de eso valía. A nadie le importaban las teleseries.

Pensó en volver. Después de seis meses de haberse instalado en Los Ángeles y una maratón de castings sin éxito, Fernanda Urrejola se resignó a la idea del retorno a Chile. Terminó los cursos de actuación que había tomado, entregó su departamento en Los Ángeles y volvió a empacar sus seis maletas. Estaba en eso, recuerda, cuando la llamaron de la producción de Narcos en México y nuevamente tuvo que reprogramarlo todo: “Mi paso por Narcos fue súper bueno porque me permitió cambiar mi equipo y optar a más posibilidades de casting. Esta es una industria súper jerárquica, en la que uno debe ir subiendo peldaños para acceder a otras opciones”, dice.

Mi plan ideal era hacer una buena película que me permitiera viajar, recorrer festivales y abrirme oportunidades afuera. Obviamente apuntaba a un cine de proyección internacional. Para mí, ésa es la carrera soñada. Yo quería que mi trabajo hablara por mí y que las cosas empezaran a fluir solas, pero no me resultó.

-Probablemente el mayor salto fue actuar en una película de Clint Eastwood. ¿Cómo fue trabajar con él?

-Fue increíble. A veces los directores pueden sacar otras cosas de ti que ni tú mismo sabes que tienes dentro. No es de cómoda, es sólo que me parece interesante que otros descubran cosas de ti a través de la actuación y los personajes. Él (Eastwood) se mostró siempre muy encantado con lo que yo estaba haciendo, aunque nunca me dirigió mucho. Yo quería que él me diera más instrucciones y sólo decía: me encanta, sigue. Yo entendí también que era la forma de trabajar en formato Covid y pandemia. Él es un hombre de 91 años y estaba todo el tiempo muy cuidado, muy protegido. Fue la única parte fome, entre comillas, porque nunca voy a saber cómo eran las caras de todo el equipo detrás de esas máscaras. 

-¿Tuvo algún efecto inmediato en tu carrera tu participación en Cry Macho?

-Todavía no la siento. Es súper fuerte, porque quizás nunca la sienta realmente. Un amigo me llamó días después del estreno de la película para decirme que yo estaba entre las 50 personas más buscadas de IMDb -el conocido sitio especializado de cine-, pero la verdad es que veo ese número y no sé lo que significa. Me preguntaba por qué en vez de eso no me llegaron 80 mil guiones para leer, por ejemplo (ríe). Pero claro, eso no sucedió. Es bien curioso cómo funciona la industria aquí, y por eso ya no me hago expectativas. Todas las que me he hecho después he tenido que guardármelas en el bolsillo y botarlas al basurero.

AMOR EN TODAS SUS DIMENSIONES

Entre febrero y mayo de este año, Fernanda Urrejola y Francisca Alegría se internaron en Valdivia y Niebla, en la Región de Los Ríos, para las grabaciones de la película La vaca que cantó una canción sobre el futuro. Escribieron juntas el guion en compañía de la directora teatral chilena Manuela Infante (Estado vegetal), y está protagonizada por Leonor Varela y Alfredo Castro. Debutará durante el 2022. Fue durante el rodaje cuando la actriz le propuso matrimonio a la cineasta después de dos años de relación.

Él (Eastwood) se mostró siempre muy encantado con lo que yo estaba haciendo, aunque nunca me dirigió mucho. Yo quería que él me diera más instrucciones y sólo decía: me encanta, sigue. Yo entendí también que era la forma de trabajar en formato Covid y pandemia. Él es un hombre de 91 años y estaba todo el tiempo muy cuidado, muy protegido.

“Es la primera película de la Fran y la escribimos juntas. Ella me invitó a ser parte de ese proceso y ha sido muy rico para las dos”, cuenta Urrejola. “No actúo, pero sí estuve detrás de cámara todo el tiempo y en todo lo que fuese necesario; aprendiendo muchísimo. Terminamos quedándonos en Chile ocho meses y aprovechamos de visitar a nuestras familias y contarles que nos íbamos a casar. Aún no hay fecha, pero será el próximo año, primero acá en Los Ángeles y luego en Chile, a menos que se apruebe antes el matrimonio igualitario allá”.

En la publicación de Instagram en la que dio a conocer su relación con Francisca Fernanda escribió: “Gracias porque me recordaste que el amor no responde a ninguna forma, si no que a todas juntas”.

-¿Cómo crees que cambió tu visión del amor y las relaciones el haberte enamorado de ella?

-Mi vida en pareja ahora que estoy con una mujer es increíble. Por el hecho de ser mujeres las dos, hay cosas que se vuelven más fáciles. Hay un lenguaje, códigos en común. Eso en otras personas podría generar más conflictos, pero nuestras personalidades se complementan bien. Y yo, más que enamorarme de una mujer, me enamoré de la Fran, y amarla como la amo y estar con ella me hace darme cuenta de que estoy mucho más abierta al amor en todas sus dimensiones. Hoy en día me dicen: ¿qué eres entonces, lesbiana? Pucha, sí y no. ¿Bisexual entonces? Pucha, sí y no. ¿Y si mañana me enamoro de una persona trans? Me cargan las etiquetas y me choca que por estar enamorada de una mujer me pregunten qué soy ahora, si lesbiana o bisexual. Yo sigo siendo la misma. Estoy mucho más por valorar la esencia de las personas y eso no lo define necesariamente el género. Entiendo lo necesario que ha sido para muchas personas armarse de etiquetas e identificarse con algo, pero también siento que eso nos sigue segregando. Para mí la clave está en no entender sino simplemente en apreciar dónde está la raíz del amor. Si todos lo vieran así, seríamos una sociedad mucho mejor en tantos aspectos.

-Cuando diste a conocer tu relación, contaste que la reacción de tu familia no fue buena. ¿Cambió eso con el tiempo?

-Mi familia reaccionó más o menos, pero bien a fin de cuentas. La familia de la Fran reaccionó peor cuando ella contó que estaba por primera vez con una mujer. La mía se impresionó, claro, me dijeron un par de cosas, pero al final de esa misma conversación ya estaban invitando a la Fran a la casa. No me podría quejar de ellos, al contrario. Sí me alejé de un par de personas. Hubo una tía que me hizo ruido su reacción. Tampoco la culpo. Hubo otra gente, amigos incluso, que hacían preguntas insólitas y que decían que ahora querían presentarme amigos bisexuales. Hay mucho desatino en mucha gente. Yo me pregunto en qué momento dejaron de verme, porque sigo siendo la misma.

La pareja ya está embarcada además en un nuevo proyecto. A casi 40 años de su publicación, ambas están escribiendo a cuatro manos el guion de una nueva serie internacional basada en la novela La casa de los espíritus de Isabel Allende. El proyecto tiene a cargo a la productora FilmNation Entertainment y a la escritora chilena como productora ejecutiva. Será dirigida por Francisca Alegría y protagonizada por la actriz de Desperate Housewives, Eva Longoria.

“Estamos las dos en el guion y la Fran dirigiendo también. No sé si después voy a hacer casting para algún personaje, pero por ahora estoy 100% en el guion”, cuenta la actriz. “Ya escribimos un piloto que les gustó muchísimo y nos contrataron. Está absolutamente basada en la novela, y ya nos reunimos con Isabel Allende. Fue una reunión muy interesante; ella había leído el guion del piloto y le gustó. Nos dio además mucha libertad para hacer nuestra adaptación”.

Mi vida en pareja ahora que estoy con una mujer es increíble. Por el hecho de ser mujeres las dos, hay cosas que se vuelven más fáciles. Hay un lenguaje, códigos en común. Eso en otras personas podría generar más conflictos, pero nuestras personalidades se complementan bien. Y yo, más que enamorarme de una mujer, me enamoré de la Fran, y amarla como la amo y estar con ella me hace darme cuenta de que estoy mucho más abierta al amor en todas sus dimensiones.

-Francisca y tú han entablado una relación muy fructífera en términos creativos.

-Sí, somos un buen dúo trabajando juntas y hemos logrado combinar o insertar esa parte laboral y creativa en nuestra relación. Durante este último tiempo hemos estado estudiando y escribiendo juntas todos los días, ha sido muy intenso y a pesar de que trabajamos en la casa hemos podido manejar muy bien eso. Nos decimos las cosas con mucha honestidad. Hay veces en que a mí se me arranca un poco la moto, porque soy demasiado pasional, y es ella quien me ataja. Es muy generosa y horizontal nuestra relación, y eso es muy rico. Aun cuando tuve relaciones muy lindas con hombres, digo un par porque el resto fueron atroces, nunca había estado con alguien que me permitiera ser yo en mi máximo esplendor. Yo empecé a escribir hace mucho tiempo, pero nunca desarrollé ninguna de esas historias y ahora han vuelto a tener otro sentido para mí.

CAMBIO DE FOLIO

Durante su última visita a Chile, Fernanda Urrejola grabó y fue rostro de la campaña a favor del matrimonio igualitario de Fundación Iguales, en la que aparecía junto a su hermana Isidora. El video fue lanzado cinco días después de que la actriz cumpliera 40 años, el 24 de septiembre pasado. “No me lo cuestioné mucho cuando me lo propuso Isabel Amor. Mi hermana aceptó, que era lo más importante, y dije que sí inmediatamente. No le di tanta vuelta”, cuenta.

“Estamos en un momento en que el país realmente tiene que avanzar y generar cambios urgentes y rápidos. Me cuesta mucho entender a todos los que criticaron que Piñera saliera con el anuncio del matrimonio igualitario. ¿Qué importa que haya sido él? Lo importante es que salió y que ahora efectivamente está ad portas de ser ley. También estoy en la parada de que no me importa lo que la gente opine sobre mí. Me importa cada vez menos y por suerte. Me interesaba más el impacto que podía generar la campaña, y creo que fue muy clara y que llegó justo al punto que era necesario llegar. Es absurdo que en Chile aún no exista una ley de matrimonio igualitario y, aún más, que haya un candidato a la presidencia que ahora mismo esté tan en contra. Por eso nunca votaría por Kast. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que un grupo selecto de personas decidan qué es el bien común? No abrirse a la diversidad nunca sido el bien común”.

-Tú misma tendrás que casarte en EE.UU. y aún no podrás hacerlo aquí.

Eso para mí también era un statement. Ahí está el acto político de haber aparecido en esa campaña. Acá en Estados Unidos nadie te cuestiona si vas a casarte. Incluso si quisiera inscribir a mis hijos, tampoco sería necesario casarse. Dices que son tuyos y de tu pareja. Es un derecho básico y aquí se respeta; es hermoso. Pero en Chile aún estamos peleando para que exista una ley para cada cosa. Ni hablar de adopción en este momento. Yo me casé por primera vez a los 19 años -con un amigo de infancia, el matrimonio duró un año y medio-, me divorcié y no se me acabó la vida. El matrimonio es un contrato que uno puede armar y desarmar sin problema, los hijos no. Los hijos son para toda la vida y necesitan una ley que los proteja. En Chile hay muchas deudas, y una de ellas, quizás la más grande y dolorosa, es con la infancia. Los niños necesitan amor y si dos hombres o dos mujeres pueden dárselo, no veo por qué no.

-¿Te sientes activista?

-Creo que en el momento en que conté que estaba con la Fran e incluso antes, cuando hablé de los abusos que sufrí en mi infancia, sí, me siento activista. Activista por el medioambiente, los niños y sobre todo por los derechos humanos. Me gusta la idea de inspirar a otros y siento que estoy en un momento clave en que siento que puedo hacerlo. 

Me interesaba más el impacto que podía generar la campaña, y creo que fue muy clara y que llegó justo al punto que era necesario llegar. Es absurdo que en Chile aún no exista una ley de matrimonio igualitario y, aún más, que haya un candidato a la presidencia que ahora mismo esté tan en contra. Por eso nunca votaría por Kast.

-¿Activista de la diversidad sexual también?

-De alguna forma, sí. Las fletas no han sido visibilizadas. No todas pueden contar su historia de amor como lo hicimos la Fran y yo. Creo que la misoginia en el mundo gay también es gigante y que tiene que ver con la misma represión intrínseca a lo femenino en nuestra sociedad. Quizás las plumas, el glitter y toda la estética queer eran mucho más llamativos que las mujeres lesbianas que estaban sólo asociadas a la imagen del tomboy. Era muy difícil imaginarse a una lesbiana que no fuera amachada, que fuera guapa, feliz. Las mujeres que aman a otras mujeres siempre han existido, pero siempre fue todo mucho más silencioso, callado y oculto, como la famosa isla de Lesbos, en Grecia, donde iban a parar todas. Nunca se cuestionó mucho tampoco la cercanía entre las mujeres. Muchas andábamos de la mano con otras mujeres, dormíamos con las amigas. A nadie le parecía raro, pero esas mujeres siempre estuvieron ahí y nadie nunca les prestó la atención que merecían.

-¿Cómo es tu relación personal con el feminismo?

-Yo soy feminista porque soy mujer y porque creo en la igualdad de derechos, pero sobre todo soy feminista porque creo en la restauración de la energía femenina en el planeta y en cada uno de nosotros. Y también de la masculina, ojo. Cuando el feminismo es más radical, se me desdibuja el feminismo. Hay un mal concepto de lo que es la energía femenina pero también de la masculina. No se puede demonizar a todos los hombres ni al sistema patriarcal, cuando hay mucho que se puede rescatar de allí y modificar para llegar a un balance. Ni un extremo es bueno, y tenemos a la Historia como garantía de ello. Con esto no quiero decir que el patriarcado no deba ser cuestionado ni que deba seguir como está. Sí debe ser revisado y sí creo que debe morir como lo conocemos hoy, pero no necesitamos seguir excluyendo y rechazando a otros. 

-¿Cómo definirías esta etapa de tu vida?

-Acabo de cumplir 40 años y siento que estoy viviendo una etapa de liberación. También una de descubrimiento. Muchos de esos cambios de paradigma que estamos viviendo en lo colectivo, también los estoy viviendo muy en la interna y en lo profundo. Hoy soy como quiero ser. Y me siento como quise sentirme durante mucho tiempo. Me siento liberada de muchos fantasmas del pasado. Los dejé partir.

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