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Entrevistas

23 de Febrero de 2022

María Emilia Tijoux y la situación migratoria: “La persona que llega es considerada inferior a la persona chilena por el hecho de ser migrante”

La socióloga María Emilia Tijoux mira hacia la cámara en una fotografía en blanco y negro. Foto: Universidad de Chile

En conversación con The Clinic, la doctora en Sociología María Emilia Tijoux analiza la migración en Chile, junto con los componentes racistas que observa dentro de la crisis. Pensando en cómo mejorar la situación migrante en el país, es enfática: "Hay una sola palabra que espero que se haga, y significa regularizar. Regularización, porque la irregularidad provoca todos los problemas que estamos viendo hoy en día".

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Es complicado poder explicar en palabras simples lo que ocurre con la migración actualmente en Chile, dice la doctora en Sociología María Emilia Tijoux. Académica de la Universidad de Chile y coordinadora del Núcleo de Investigación, Cuerpo y Emociones, a pesar de las complejidades para explicar su lectura de la crisis migrante, dice que hay algo claro: “la crisis de la que tanto se habla hoy tiene que ver con la crisis de las políticas migratorias. No es que las migraciones estén en crisis”, asegura. 

Los desplazamientos de millones de personas, explica, son algo que se puede observar en la actualidad en todo el mundo, y también a nivel local, siendo muchas de ellas personas en estado de pobreza y en condiciones que define como extremadamente precarias. 

Una de las grandes preguntas que hay que plantearse para entender el fenómeno migratorio en Chile, dice la académica, es por qué las personas migrantes escogen a Chile como su país de destino. “Chile desde los noventa en adelante, cuando se entra en un momento de transición política, se presenta al mundo como un país exitoso, como un país que incluso en otros países de la región lo ven como un país rico”, dice Tijoux. Esa imagen de país, explica, en un deseo de búsqueda de riqueza de la persona migrante, configura a Chile como uno de los destinos más llamativos.

La crisis que se ve hoy en el norte de Chile, dice la académica, es “consecuencia de la falta de políticas migratorias desde los noventa para adelante, cuando comenzaron a llegar las primeras comunidades migrantes. Allí tendría que haberse pensado que esto iba a aumentar, que dadas las condiciones que habían en el mundo, de desplazamiento, en el Mediterráneo, en Estados Unidos, en los distintos continentes, efectivamente esto podía aumentar. Comenzaron las comunidades primero más cercanas. La primera comunidad que llegó en condición de ‘migrante’, aunque si bien no se les llama así, fueron los argentinos”.

Luego de la migración argentina, continúa Tijoux, comenzaron a llegar comunidades del Caribe, como de República Dominicana, Colombia, Haití, y luego Venezuela

“¿Qué es lo que la gente viene a buscar? Viene a buscar trabajo. Viene a buscar trabajo, techo, y yo agregaría otra dimensión que es más subjetiva, que es comprensión. O reconocimiento como persona, como ser humano. Y vimos que las distintas comunidades, la comunidad peruana, las comunidades de Ecuador, República Dominicana, Colombia, Haití, cada una a su vez, en la medida que llegaban, eran comunidades racializadas. Eran comunidades maltratadas. Desde esos años hasta ahora no ha habido políticas migratorias que estén basadas en los Derechos Humanos, e incluso basadas en el reconocimiento de que todo ser humano es humano”, dice Tijoux. 

Y agrega: “Lo que ocurre hoy en el norte efectivamente tiene que ver con esas deficiencias, con esas no consideraciones y con el poco cuidado de cómo se trabaja en una frontera como lo es la del norte de Chile, que es inmensa, que es un desierto, y que efectivamente es un lugar que bien sabemos que desde mucho antes que llegaran las personas migrantes es un lugar para que ingresen mercancías, todo tipo de mercancías. Es decir, para el mercado y la ganancia la frontera no tenía ningún problema”. 

Hoy, sin embargo, explica, se trata de personas expuestas a la ausencia de políticas migratorias adecuadas y un contexto en el que se pueda saber efectivamente quiénes son quienes llegan, situación que a su parecer es producto de una “falta de visión política, de un trabajo adecuado, de no haber considerado por años a los y las especialistas de las mismas comunidades migrantes, en donde hay abogados, abogadas, antropólogos, sociólogos, profesores, lingüistas que conocen las dimensiones de la emigración, de la gente que sale del país, y las razones por las cuales la gente sale del país”. 

Colchane. Foto: Agencia Uno

“Hay una sola palabra que espero que se haga, y significa regularizar. Regularización, porque la irregularidad provoca todos los problemas que estamos viendo hoy en día. Porque la gente se queda sin papeles. Sin papeles usted es un paria, no se puede movilizar, usted no tiene derecho a la vida. Sin papeles usted es un individuo considerado enemigo, es decir en cualquier momento lo arrestan, lo consultan, lo persiguen. La única manera es organizar esa regularización”, dice María Emilia Tijoux. 

El racismo en Chile: un monstruo que despertó

-¿Cómo se pueden entender las conductas y comentarios racistas que se han visto en Chile durante el último tiempo?

-El racismo es viejo. No es de ahora. El racismo chileno está en la obra de Nicolás Palacios, está en esta configuración de que somos un país mezcla de ‘godos y araucanos’, que son palabras de él. Está en la misión que cumplió Perez Rosales cuando fue a hacer lobby a Europa para tratar de atraer a colonos a venir a Chile para ‘poblar los territorios del sur y mejorar la raza’. Está en los escritos de Vicuña Mackenna. El racismo en Chile existe hace mucho tiempo, y así lo ha vivido y lo vive hasta hoy el pueblo Mapuche, y muchos otros pueblos originarios. El pueblo Mapuche especialmente.

“Qué quiero decir con esto. No es que haya surgido esta xenofobia y este racismo porque hayan llegado los migrantes de un día para otro, sino que se despierta y yo diría que apunta a otro ser humano esta vez, que viene de afuera. Un extranjero para parodiar, para colocarlo en el lugar del enemigo. Tenemos un enemigo interno y un enemigo externo, que sería este extranjero que llega. Pero que llega bajo la condición de migrante”. 

-Porque no todos son migrantes…

-Claro, no todos los extranjeros en Chile son considerados migrantes, y no todos los migrantes son considerados extranjeros. ¿Quiénes son considerados migrante? Son consideradas migrantes las personas que vienen de la región. Las personas más empobrecidas de la región, o que han sufrido los mayores castigos, cuando pienso por ejemplo en la comunidad haitiana. Entonces uno no puede sino volver atrás y pensar que durante el periodo de la trata trasatlántica de esclavos a Chile también llegaron. Y tuvieron hijos, y tuvieron nietos. Hay un pueblo afrochileno que reivindica su origen esclavo y que ni siquiera ha sido escuchado. Han sufrido mucho por eso también, en donde esa figura de la negritud se quiso borrar, porque ‘el chileno no puede ser de ahí’.

“Vuelvo otra vez a lo que plantea Nicolás Palacios. La sociedad chilena se considera una sociedad blanca. Nosotros somos blancos porque todo el periodo de constitución del estado chileno es un periodo en donde el desarrollo es considerado como el desarrollo y el progreso europeo. Y por lo tanto la idea es el progreso y desarrollo europeo en clave blanca. Y ese ideal de blancura nunca se ha ido. No se quiere ser negro por ningún motivo, y tampoco se quiere ser moreno. Los niños y la gente dice ‘mira, tú eres moreno pálido, eres trigueño’… Hay una suerte de pantone de colores pero que tiene que ver con una cuestión política e histórica, no es solamente una cuestión pictórica”. 

-¿Y cómo se presentan esos aspectos en la actualidad?

-Ese racismo y esa xenofobia hoy en día se arman y se construyen muy rápidamente en contra de la persona migrante, pero por distintos lados. Por el color de piel, por una parte. Todo el castigo a la comunidad haitiana ha sido así, independientemente que dentro de la comunidad haitiana castigada no necesariamente haya gente que no tenía capitales culturales o profesión. Porque en realidad se les castiga por el color de piel fundamentalmente, y el sufrimiento ha sido muy grande. Las personas haitianas no quieren estar mucho en Chile. Por eso hubo un movimiento de gente que se fue a causa del racismo, y a causa del maltrato a mujeres, hombres, niños y niñas. Pero por otro lado el racismo también proviene del origen de la persona. Depende de donde usted venga el cómo se le mire, pero cuando está en condición de migrante. En esta condición que lo deja en un lugar aparte, en un lugar negativo.

-Y el género igual influye…

-Sí, también por el sexo. Porque ser mujer, ser migrante, ser pobre y tener hijos o no tener, es un castigo. ‘Que las haitianas tienen muchos hijos’, o ‘que las migrantes quieren tener muchos hijos para quedarse en Chile’. O bien ‘estas mujeres no saben lo que es ser madre y no quieren tener hijos’. Entonces que tengan o que no tengan da lo mismo, porque es la condición migratoria la que funciona de manera racista. Pero además es un racismo que funciona fundamentalmente muy vinculado a la xenofobia. La xenofobia tiene que ver con las cuestiones más culturales. Es un racismo que critica al origen, que pone en un lugar negativo al país de donde viene la persona, como si fuese un país inferior a Chile. Entonces la persona que llega es considerada inferior a la persona chilena por el hecho de ser migrante.

-¿La situación económica también juega un rol importante?

-Sí, se cruza también con la condición económica. Porque obviamente se puede producir algo así como un cierto equilibrio cuando esta persona migrante va teniendo mejor situación económica, va subiendo un poco la estructura social donde estaba situado, pero el hecho de tener una condición migratoria como origen igual le pesa. También hemos hecho estudios al respecto, independientemente de que a usted le vaya bien ‘es necesario que usted comience a no hablar con el acento del país donde usted viene para no ser reconocido y por lo tanto racializado a causa de ello‘. Independientemente de que le vaya bien, porque va a quedar siempre en un lugar de sospecha. Color, origen, nacionalidad, sexo, género, condición sexual… peor todavía. Al tener una orientación sexual que entra dentro de la categoría LGBTI obviamente el sufrimiento es muchísimo más grande.

“Son muchos los cruces que se dan allí, y efectivamente esto es necesario ir a buscarlo no en las personas migrantes, sino que en nosotros y nosotras. En quiénes somos los chilenos y chilenas. Yo creo que es muy importante hacerse esa pregunta e ir a hacer una suerte de trabajo hacia atrás, de reconocimiento de dónde venimos nosotros, quiénes somos. Nos vamos a encontrar con que es fundamental volver al origen y seguir un poco el hilo de quiénes somos. Luego hacernos la pregunta de por qué si somos quienes somos actuamos de esta manera, racializando a medio mundo”.

Colchane. Foto: Agencia Uno

-¿Y en qué deriva esa racialización?

La racialización implica que se desconfía de la persona migrante, es considerada peligrosa, es considerada invasora, es considerada algo así como una cosa. Y luego, lo más grave, es que ese racismo, justamente con esa xenofobia, que van de la mano, terminan deshumanizando a la persona y despojándolo de su carácter humano. Ahí tenemos todos los últimos discursos que hemos podido ver, sobre ‘hay que quemarlos a todos’, ‘que no quede ninguno en la noche’. Y eso es una cosa conocida a nivel mundial, ocurrió en los sesenta en Francia, con las famosas ratonadas de octubre, donde se lanzó a la gente al Sena y se le asesinó por montones. Y ha pasado en nuestra región también.

“El migrante es esencialmente un trabajador”

Como dice un autor llamado Abdelmalek Sayad, explica Tijoux, el migrante es esencialmente un trabajador. Eso es lo que busca: trabajar.

“Y como busca trabajo, y estamos en un país en donde la cuestión de la ganancia es fundamental, es ideal como sujeto para la explotación. Porque su necesidad de vivir, de comer, de educar los hijos, de pagar una pieza que son además carísimas, de poder sobrevivir, es tan grande, sumado al hecho de que deben mandar dinero a su casa, a su familia que está afuera, que efectivamente es fácilmente capturable para la explotación e incluso la trata laboral. Es una figura de ‘una nueva esclavitud’, donde lamentablemente se ve muy negativamente a la persona migrante, y yo diría que a muy poca gente le importa lo que les suceda a ellos y ellas”. 

El racismo, continúa Tijoux, tiene que ver con “esta historia de superioridad e inferioridad. Es por eso que también opera cruzando por la clase social, porque es lo que le ocurre también en el castigo a mucha población más empobrecida de Chile, y que hoy día la estamos viendo en la vida en la calle, en el mundo de la gente que está en la calle, que no tiene otro lugar para vivir, y que no tiene de qué alimentarse”. 

-¿Es el factor de clase el principal componente que margina la migración? 

-La cuestión de la clase sola, en el caso de la migración, no explica todo lo que sucede. Porque nadie puede entender que una persona migrante, que tenga una profesión, y que pueda cumplir su trabajo, se le dé al interior de ciertos campos de trabajo las peores labores porque no es blanco. Eso sucede siempre. Se cruza el racismo con la clase, con la condición de clase, y por eso es que opera también dependiendo del género. La aporofobia sola no explica el racismo, sino que hay que pensar que hay una cuestión con el concepto raza. El concepto raza lo digo entre comillas, porque las razas no existen. Está ultra comprobado, pero ¿cómo luchamos contra toda la antropología del XIX en Europa?

Foto: Agencia Uno

Hay una recepción a lo europeo muy amable en Chile, porque queremos ser como ellos históricamente. Y la cuestión de los apellidos lo muestra muy bien. (…) Somos un país de migración, de distintos lados. Pero la migración de hoy es la no deseada. Son los ‘no invitados’. Son los considerados de más. Enemigos, invasores, peligrosos, sospechosos. Es realmente incomprensible que haya estudiantes o trabajadores venezolanos que hoy prefieran no hablar mucho, para que no les descubran el acento y evitar ser reconocidos”. 

-¿Qué riesgos o desventajas particulares poseen las interseccionalidades que identifica dentro de las y los migrantes?

-No quiero hacer una especie de escala de quién sufre más, pero las mujeres la pasan muy mal. Las mujeres migrantes lo pasan muy mal porque son las mujeres en general las que están con sus hijas e hijos. Son las mujeres las que van al centro de salud, que acuden al Cesfam, al Sapu, que van a las escuelas, que tienen que estar con los niños. Y la mujere migrante en general es cuestionada por su forma de criar, de educar, de estar con sus hijos. Son cuestionadas hasta por su forma de amamantar. En este sentido creo que las mujeres sufren de un racismo institucional que es constante, y digo racismo institucional porque se naturaliza en ciertas instituciones una forma de tratarlas que se convierte en algo banal, en algo cotidiano.

-¿En qué se traduce ese trato?

-En algo así como ‘es normal que ella no sepa hacer tal cosa’. ‘Es natural porque viene de otro lado’. ‘Se debe entender porque es su cultura’. Eso es racismo, pero institucional. Y por qué es tan grave que sea institucional, porque se banaliza el maltrato e incluso podría entrar a que se construyan protocolos al respecto dentro de las instituciones que normalicen este maltrato diferenciado. ‘La colombiana entiende más lo que le digo pero es reclamona’. ‘Las venezolanas preguntan todo, quieren saber todo y siempre nos dicen que el sistema de salud es mejor en Venezuela’. ‘Tienen que venir siempre con el marido, hay machismo’. Está repleto de críticas sobre cosas que nosotros como chilenas y chilenos también hacemos. Como que, por ejemplo, a los niños les dan harina.

-Algo normal en Chile…

-Claro, nosotros comíamos harina tostada con agua. Cuando uno responde dicen ‘ah, pero no es lo mismo’. ¿Cómo se alimentaba un niño pobre en los sesenta si no era así? Las mujeres son ultra criticadas. Si son jóvenes atractivas, o hermosas, son criticadas por eso, porque las ven como un peligro para la familia. Para la constitución del hogar chileno, que es un hogar tan bien constituido… Ejemplo de eso en 2014, la marcha anti-colombiana en el norte de Chile, contra las mujeres colombianas acusadas de quitarles a los hombres. Ellas tienen que cambiar la manera de vestir porque son criticadas por los colores que usan, por si el escote es más grande o más chico, porque hay una crítica muy grande hacia la manera de tener el cuerpo. Y tiene que ser un cuerpo moderado, ‘como las chilenas’… Yo pienso que las mujeres migrantes resisten. Las resistencias pueden ser lo que uno ve de otro modo. Puede ser el silencio, decir ‘bueno’, decirle a los otros que tienen razón, para no seguir eternamente una discusión que está perdida por el hecho de ser migrante.

-¿Y qué ocurre con los niños?

-Algunos son niños y niñas que llegaron con sus padres, pero la gran mayoría son niños y niñas nacidos en Chile, que su país no lo conocieron nunca. Que se han socializado en el barrio, en la plaza de la esquina, en el colegio, en el jardín. Son niños y niñas formados en Chile, pero son hijos de migrantes. Y llevan consigo la marca de la migración como una marca racializada, como un estigma. Las razas no existen, pero es un marcador de diferencia. Opera como un marcador de diferencia, entre comillas. Porque usted es ‘superior’ a mí. Si yo me siento inferior, en un país que además tiene un discurso racializado generalizado, ¿cómo se aguanta esto? No queda más que resistir para poder sobrevivir lo mínimo que se puede sobrevivir.

Dentro de algunos años, la sociedad chilena va a tener niños que provienen de familias mixtas, chilenos casados con colombianas, haitianas casadas con chilenos. Y ya hay. O niños hijos de personas migrantes que crecieron en este país. ¿Cómo se proyecta eso? ¿Cuáles son los planes a mediano y largo plazo para hacer que sea una sociedad que entienda que las migraciones no se quedaron en la puerta de la casa? La cuestión del género también cruza esa interseccionalidad. Ser mujer migrante en Chile es peligroso para ellas. Ser mujer, ser migrante, ser pobre, no hablar español, tener hijos o ser una mujer sola es terrible. Porque sufre todo los golpes posibles, porque todo se cruza en el caso de las mujeres. Y cuando estamos hablando de mujeres estamos hablando también de los niños y niñas, que sufren las consecuencias de por ejemplo tener una madre joven y atractiva. Para que todo el día el niño nos diga ‘estoy aburrido de que traten a mi madre de prostituta’”. 

Deportación de migrantes. Foto: Agencia Uno

Las responsabilidades políticas

-¿Pensando en los últimos meses, cuáles cree que han sido los principales errores o ausencias del gobierno actual en el manejo de la crisis migratoria? 

-Cuando Piñera llegó al Gobierno en 2018, sin dejar de lado que los gobiernos anteriores no se habían preocupado necesariamente de políticas migratorias, y antes de llegar, yo pienso que tenía preparado un trabajo que él denominó como “ordenar la casa”. Y pienso, como tantas veces se dijo, que la casa era como su empresa, o su casa propia. Ese orden de la casa implicaba, desde que llegó, una ley migratoria. La ley salió hace algún tiempo pero recién se puso en vigencia hace algunos días, cuando tuvieron que empujar la puerta de la Contraloría para permitir esa ley que se hizo a espaldas de todas las organizaciones migrantes. ¿Hasta qué punto la ley va a poder enfrentar su propia crisis o la crisis de las políticas migratorias? No lo sé. Desde el 2018 hasta ahora hubo expulsiones masivas. ¿Se expulsan delincuentes? No, habían 20 y el resto era gente que había entrado por pasos no habilitados, no eran delincuentes. Se les uniformó, se les puso un mameluco blanco, se hizo un espectáculo mediático, con autoridades. 

Una de las grandes ausencias, dice Tijoux, es la falta de una política de regularización. 

“La regularización permite que usted sepa qué pasa con la persona, qué está haciendo. Tiene controlada la migración con la regularización. Y efectivamente se puede saber lo que ocurre, pero eso no se hizo nunca, y hoy estas últimas acciones vuelven a la zanja que había propuesto Kast. Pero hay que ir al norte, hay que conocer el terreno para conocer lo que es eso. Se tendría que hacer algo gigantesco, es como el muro de Trump. Es de locos. Y una cosa que hay que decir siempre: mientras más política de cierre de fronteras haya, la gente va a seguir entrando igual, porque este no es un fenómeno chileno, es mundial”, explica Tijoux. 

Por lo mismo, al ser un fenómeno mundial, asegura que el trabajo tiene que hacerse entre las políticas migratorias de los distintos países. “Porque hay que frenar además todo lo que yo llamo el mercado de la muerte, de lo que implican las trayectorias lideradas por mafias en que la gente paga a veces con su vida la posibilidad de entrar a Chile. Les roban sus enseres, les cobran, las violan, y algunas cuando son ‘un fardo’ las dejan en el camino. Es mucha la gente que ha muerto en el transcurso de ese periplo terrible de llegar a Chile por el desierto”. 

Al contrario de una política migratoria de regularización, explica Tijoux, la situación ha sido enfrentada desde la securitización. “Tal como en los años de la dictadura. El temor al peligro, a que hagan daño, y del otro lado los procesos identitarios. La presencia de las personas migrantes produce ‘desmejoramiento de la raza chilena’, al revés de lo que se pensaba trayendo inmigrantes europeos en el siglo XIX. Aquí no hay enfoque de derechos humanos. No se va a parar la migración, la gente va a seguir llegando”. 

-¿Ve en las nuevas generaciones una cierta esperanza de cara al futuro para erradicar el racismo en la sociedad chilena? 

-Yo trato de pensar que sí, porque sino sería demasiado brutal. (…) Trato de pensar en los niños, las educadores, desde los jardines, en la básica. Por la educación en la casa. Por intentar mostrarle a nuestro niños, a mis nietos, que juegan con cualquier niño, y que ellos mismos no entendían cuando chico por qué hacían diferencias con sus amigas o amigos que no eran blancos. Pero saliendo a la esquina la cuestión es distinta, y había que explicarles que la gente es racista. ¿Qué es el racismo? Esto es el racismo. 

“Pienso en todos los estudiantes que han hecho tesis conmigo, que son un montón. Confío en lo que ellos van a hacer, porque ya no ven la cosa como la veían antes, tuvieron que ir a terreno, para sentir, oler, gustar, probar, tocar. Esa sensibilidad pienso que está en los jóvenes y en los niños, tengo esa confianza. Lo veo como una esperanza, pero será muy difícil, porque el trabajo a la inversa ha estado muy bien hecho. Y los medios de comunicación oficiales y algunos canales y periódicos han cumplido un rol realmente nefasto en repetir aquello que construye sentido común”.

“El gran problema es que a la persona migrante se le considera responsable de los grandes problemas de la sociedad chilena, problemas que había construido la dictadura y sus cómplices y secuaces no son de la dictadura, fueron de otros gobiernos que siguieron en la misma. Y el hecho de que esté privatizada la educación no es culpa de las personas migrantes, para que la gente diga hoy que no tiene cupo en los jardines infantiles. La salud en Chile, si uno va a un cesfam, sabe perfectamente que no es lo mismo que una clínica. Y eso viene desde hace mucho tiempo, cuando no había migración en Chile”. 

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