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Opinión

23 de Abril de 2022

Francia de cara a la segunda vuelta entre Le Pen y Macron

La imagen muestra a Pierre Lebret frente a un afiche de Le Pen y otro de Macron

Nunca antes, la amenaza de la extrema derecha había obtenido niveles de adhesión tan altos a pocos días de la elección. El peligro acecha, y las consecuencias serían nefastas al tener una persona de un partido de extrema derecha, abiertamente racista, sentada en el Elíseo.

Pierre Lebret
Pierre Lebret
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Mañana, 24 de abril, se celebrará la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. El miércoles pasado ambos candidatos se enfrentaron en un debate televisivo donde ha quedado demostrado que ese ejercicio fue nuevamente un momento complejo para Le Pen y donde quedó confirmado la imagen de estatura presidencial de Macron. Hay sondeos que indican que el mandatario ganaría con 54%. Hace 5 años Le Pen alcanzó 33% en segunda vuelta. Pero qué hace tan diferente esta segunda vuelta? 

Primero la candidata Le Pen logró mutar, cambiar su imagen para llegar a ser identificada como una persona más presidenciable. Estuvo más enfocada en hablar de temas que históricamente su partido no había abarcado, como el poder adquisitivo. Logró estar más cerca de las verdaderas preocupaciones cotidianas de la gente. Sin embargo, su programa sigue igual de radical y poco posible de aplicar. Esa mutación se ha ido reforzando con la irrupción del candidato ultra derechista Éric Zemmour, que expresó sus posiciones radicales durante toda la campaña. 

Segundo, el cordón sanitario para frenar la extrema derecha es mucho más débil comparado a las elecciones de los años 2002 y 2017. Esta vez Le Pen cuenta con una reserva de votos, la mayoría del electorado de Zemmour, quien alcanzó un 7%, se inclinarían por la rival de Macron. Por otro lado, Jean-Luc Mélenchon quien logró un histórico 22%, fue claro en expresar “ningún voto para Le Pen!”. Pero según los sondeos, solo un 33% votarían por Macron. La confirmación de la caída, difícilmente remediable en el corto plazo, de los partidos tradicionales que habían gobernado durante más de 40 años hasta el 2017. La derecha republicana, el PS, el PC, los verdes, todos llamaron a votar por Macron. Sin embargo la poca votación obtenida por los mismos, hace que este cordón sanitario o frente republicano para evitar la victoria de le extrema derecha sea mucho más débil que hace unos años. 

La candidata Le Pen logró mutar, cambiar su imagen para llegar a ser identificada como una persona más presidenciable. Estuvo más enfocada en hablar de temas que históricamente su partido no había abarcado, como el poder adquisitivo.

Tercero, el tan esperado debate, donde se esperaba una candidata más combativa y más preparada, finalmente resultó ser un ejercicio nuevamente engorroso para Marine Le Pen. Por lo contrario, el Presidente saliente logró desenmascarar a la candidata sobre algunos puntos claves de esta elección, su cercanía con Rusia, la guerra en Ucrania y el futuro de la Unión Europea. Podríamos decir que durante el debate Macron fue valorado por su alta tecnicidad y conocimiento de los temas tratados, y Le Pen arrasada por sus incoherencias y la poca precisión de cómo financiará su programa. El gran derrotado de este debate es el clima, ningún candidato se ha esforzado en explicar claramente su estrategia en materia medioambiental, una de las principales preocupaciones de la juventud francesa. 

La pregunta que debe hacerse post debate es si finalmente ambos candidatos lograron convencer al electorado de Jean Luc Melenchon? No lo creo. Los que votarán por Macron lo harán para evitar la llegada de la extrema derecha al poder, y otra gran parte se inclinarán por el voto blanco como lo han decidido por mayoría la semana mediante un voto de la militancia del partido de La Francia Insumisa. El reto para el ganador de esta elección será obtener un parlamento a su favor en junio próximo, ejercicio complejo, dado la recomposición del espectro político. Recordemos que estamos en un sistema semi-presidencial, y si Macron gana la presidencial y no obtiene mayoría en el parlamento, tendría que elegir un primer ministro que emergerá de la nueva mayoría que saldrá victoriosa de estas futuras legislativas. Una “cohabitación” es hoy un escenario posible, por una razón simple, al ser elegido, el actual mandatario sabe que su elección se basa en un voto de rechazo a la extrema derecha y no un voto de adhesión a su política. 

El debate finalmente resultó ser un ejercicio nuevamente engorroso para Marine Le Pen. Por lo contrario, el Presidente saliente logró desenmascarar a la candidata sobre algunos puntos claves de esta elección, su cercanía con Rusia, la guerra en Ucrania y el futuro de la Unión Europea.

Para gobernar, Macron deberá volver a actuar y hablarle al electorado de izquierda. Pero el actual mandatario osó durante su campaña proponer medidas impopulares, que pocos se atreverían a hacer  en una campaña electoral, como por ejemplo aplazar la edad de jubilación a los 65 años, o su voluntad de aumentar el valor de los derechos de inscripción en la educación superior, atacando uno de los principios sociales emblemáticos del país galo.  Durante su mandato fue tildado de “presidente de los más ricos”, dado su política económica, y la eliminación del impuesto a las fortunas. Una imagen que se ha ido reforzando con el pasar de los años. En plena pandemia a pesar de la ayuda estatal a diferentes sectores, el número de camas de hospitales siguió reduciéndose, priorizando una visión mercantil del hospital público.  En esta campaña de cara a la segunda vuelta Macron no anunció medidas sociales esperadas y urgentes que le habrían permitido captar el voto de los indecisos de la izquierda. 

Nunca antes, la amenaza de la extrema derecha había obtenido niveles de adhesión tan altos a pocos días de la elección. El peligro acecha, y las consecuencias serían nefastas al tener una persona de un partido de extrema derecha, abiertamente racista, sentada en el Elíseo. Una persona que propone prohibir el velo en el espacio público, apuntando del dedo lo diferente, solo muestra la punta del iceberg de una política xenófoba. Una persona que propone volver a una Europa de las naciones, es decir a una nueva era de inestabilidad en un contexto geopolítico ya complejo, solo demuestra una visión antiguada y peligrosa de las relaciones internacionales. Francia es una potencia nuclear y miembro permanente con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. No da lo mismo quien gobierne. Cómo lo expresaba el ex presidente François Mitterand: “Le nationalisme, c’est la guerre”.

*Pierre Lebret es cientista político, experto en asuntos latinoamericanos, Magíster en cooperación y relaciones internacionales (Paris III), ex funcionario de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo y ex consultor de la Cepal. Actualmente trabaja en una ONG para asuntos humanitarios.

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