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Opinión

24 de Agosto de 2022

El cineasta del miedo

¡Nop!, como todo el cine de Jordan Peele, es un ajuste de cuentas. El título alude a la esquiva representación de los negros en Hollywood, pero también es una crítica a la sociedad del espectáculo, en que la ética y el respecto por las personas y, también, por los animales, pasa a segundo plano en nombre del rating y los likes.

Yenny Cáceres
Yenny Cáceres
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Jordan Peele es un genio y somos afortunados de estar aquí, en su misma época, para ver sus películas. Su debut con ¡Huye! (2017), justo cuando terminaba la era Obama y comenzaba el gobierno de Trump, fue una coincidencia escalofriante, especialmente si recordamos que era una sátira sobre el racismo en Estados Unidos. Ahora, tras la pandemia, está de regreso con ¡Nop!, una película sobre ovnis que lo confirma como el mejor intérprete de los miedos de nuestro tiempo.

Peele elige títulos cortos para sus películas (¡Huye!, Nosotros y ¡Nop!), en sintonía con su forma punzante de filmar. Porque las palabras, como bien decía Óscar Contardo en Siútico, a veces son como balas o cuchillos. Es que Jordan Peele no le teme a nada. No le teme a filmar películas rabiosamente entretenidas, que hablan del racismo y en las que mezcla los géneros a su antojo. Si en ¡Huye! y Nosotros reinventó el terror, en ¡Nop! va por la ciencia ficción, en la mejor tradición de Steven Spielberg

Como punto de partida, el director afroamericano cita en ¡Nop! al fotógrafo inglés Eadweard Muybridge y sus estudios sobre las imágenes en movimiento, a fines del siglo XIX, en una de las cuales vemos a un caballo y a un jinete negro. Muybridge pasó a la historia con sus investigaciones, pero de ese jinete negro ni siquiera sabemos su nombre. Peele lo reinvindica, lo hace entrar en la historia y le inventa una geneología, en que sus descendientes son los hermanos OJ (Daniel Kaluuya, el inolvidable protagonista de ¡Huye!) y Emerald Haywood (Keke Palmer). Tras la reciente muerte de su padre, los hermanos quedan a cargo de un rancho en California, en el cual entrenan caballos que salen en películas y comerciales. OJ es un tipo quitado de bulla, que odia ser el centro de atención, mientras que su hermana Emerald es todo lo contrario, una chica en busca de las luces y los escenarios. 

Jordan Peele no le teme a nada. No le teme a filmar películas rabiosamente entretenidas, que hablan del racismo y en las que mezcla los géneros a su antojo. Si en ¡Huye! y Nosotros reinventó el terror, en ¡Nop! va por la ciencia ficción, en la mejor tradición de Steven Spielberg. 

Las desavenencias entre los hermanos Haywood se terminan cuando deben enfrentar una amenaza común. En las cercanías del rancho se ha instalado una nube que parece ser el escondite de un ovni. Dispuestos a conseguir el registro de esa presencia extraterrestre y hacerse famosos, emprenden una aventura en que se toparán con distintos outsiders. Desde un chico latino que les vende las cámaras para grabar al ovni, un viejo documentalista que engancha con la premisa de filmar lo imposible, hasta llegar a su vecino Ricky (Steve Yeun), una antigua estrella infantil de la televisión, de origen asiático, a cargo de un parque de diversiones en medio de la nada y que monta un show aprovechando la presencia del ovni.

Peele escribió la película durante la pandemia, y ha dicho que quería desesperadamente filmar una película que obligara a las audiencias a volver a las salas. La filmó con cámaras Imax y con Hoyte Van Hoytema, colaborador de Christopher Nolan en Interestelar y Tenet, como director de fotografía. Cuando se estrenó en julio, en Estados Unidos, lideró la taquilla, desplazando al segundo lugar a la última Thor. Peele quería que la película fuera un gran espectáculo visual, para ver sin culpa y con cabritas en pantalla grande, y lo consiguió, pero también es una gran metáfora sobre Hollywood.

¡Nop!, como todo el cine de Jordan Peele, es un ajuste de cuentas. El título alude a la esquiva representación de los negros en Hollywood, pero también es una crítica a la sociedad del espectáculo, en que la ética y el respecto por las personas y, también, por los animales, pasa a segundo plano en nombre del rating y los likes. Eso es lo que nos recuerda la historia de Ricky, que fue testigo de cómo su programa de televisión, protagonizado por un chimpancé, terminó en una tragedia ominosa.

Como relato de ciencia ficción, ¡Nop! pasa la prueba con holgura. El director maneja a la perfección los códigos del género, y es inevitable evocar a Encuentos cercanos del tercer tipo con esos parajes desérticos y esas atmósferas en que lo desconocido es un estado mental. Como en sus anteriores películas, Peele utiliza todos los recursos del cine de género para hablar de miedos más profundos. Lo que nos muestra es una realidad que vemos lejana, pero que está más cerca de lo que creemos. Porque a diferencia de otras cintas, los miedos de los que Peele habla están ahí después de que se termina la película. Es la pesadilla cotidiana del racismo y el clasismo, el pánico que instaló la pandemia y, en definitiva, el miedo al otro.

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