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Opinión

2 de Septiembre de 2022

El Trabzonspor: entre la gloria y la lucha contra el poder

Hace unos meses, este equipo de fútbol de Turquía logró, una vez más, la enorme hazaña de arrebatarle el título a los grandes de Estambul. Ahora, la lucha continúa para mantener vivo el fuerte carácter de toda una ciudad, obsesionada con desafiar a los más poderosos.

Matías Fuenzalida
Matías Fuenzalida
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En el moderno estadio Senol Günes no cabe un alfiler. Es de noche y los focos iluminan a los más de 40 mil fanáticos que acaban de ver el frío empate sin goles de su equipo ante el FC Copenhague de Dinamarca, por la fase previa de la Champions League. Con este resultado, el Trabzonspor, actual campeón de la Super Liga de Turquía, se queda afuera de la fase de grupos, uno de los objetivos más importantes de la temporada. Acaban de perder la posibilidad de medirse contra los mejores de Europa, pero no hay tristeza. Seguramente, es porque el recuerdo de la hazaña lograda hace solo unos meses, está más vivo que nunca. Los jugadores se despiden mirando hacia las graderías mientras los hinchas los aplauden de pie. Afuera, la densa niebla de todos los días comienza a bajar desde las montañas para perderse en la inmensidad del Mar Negro.

En mayo pasado, la ciudad de Trebisonda, ubicada en el extremo oriental de la península de Anatolia, vivió una de las celebraciones más eufóricas y multitudinarias de su historia. Luego de 38 años, el club de fútbol de la ciudad, el Trabzonspor, se quedó con su sexta corona de la liga turca, rompiendo una vez más con la hegemonía de los enormes y millonarios clubes de Estambul, ubicada a 1.061 kilómetros. El Fenerbahce, el Besiktas y el Galatasaray, han ganado el 85% de los torneos disputados desde el inicio de esta competición en los 60. Ahora, este lugar que en el siglo XIII maravilló al incansable Marco Polo en medio de sus travesías, repletó sus calles con cientos de miles de personas, para honrar a sus 11 héroes con una fiesta pocas veces vista.

Trebisonda, o Trabzon en turco, tiene casi un millón de habitantes y no es difícil darse cuenta de que ahí se respira un fanatismo inusitado y una identificación con el equipo que llega a niveles increíbles. Sus colores, el celeste y el burdeo, están en cada esquina, en cada bazar, en cada barbería, en las lanchas del puerto y en los balcones de los edificios. De ahí también viene uno de los apodos del Trabzonspor, los bordo-mavi. En 1996, cuando en su propia casa se les escapó el título a pocos segundos de terminar el partido final, se reportaron suicidios y muertes por infartos, según dicen, provocados por esa verdadera tragedia.

Luego de 38 años, el club de fútbol de la ciudad, el Trabzonspor, se quedó con su sexta corona de la liga turca, rompiendo una vez más con la hegemonía de los enormes y millonarios clubes de Estambul, ubicada a 1.061 kilómetros.

Años más tarde, en 2011, el drama continuó. Los bordo-mavi llegaron igualados en puntaje con el Fenerbahce al tope de la tabla y, por diferencia de goles, los de Estambul fueron campeones. Sin embargo, se destapó un escándalo de arreglo de resultados y fueron despojados del título. El Trabzonspor reclamó legítimamente su condición de monarca pero fue denegada por la federación. Otro golpe duro, otro grito de gloria que quedó ahogado. Eso sí, nadie bajó los brazos, al contrario. La conexión emocional de la gente con el club se hizo mucho más intensa, reflejada en curiosidades como la obsesión por el número 61. Es el código postal de la región, pero se ha transformado en una cifra esotérica. Muchos pagan extra por tener un teléfono terminado en esos dígitos, y las teclas 6 y 1 de todos los cajeros automáticos están notoriamente gastadas.

¿Qué es lo que provoca este brutal fanatismo?, ¿por qué esta tierra de comerciantes, pescadores y obreros está tan obsesionada con esos colores?. Es una conexión existencial. “Trabzonspor existe y luego nosotros existimos” es el mantra que cada fin de semana pronuncian adultos, abuelas, niños y familias enteras. También los que están por venir, cuyo destino es uno solo: bordo-mavi. Ahí, entre la bruma omnipresente, las montañas, las olas del Mar Negro y poderosos imperios, se forjó la lucha por mantenerse vivos bajo la sombra de la todopoderosa Constantinopla. Y esos jugadores, ungidos como guerreros, son los estandartes de verdadera resistencia contra el poder.

La conexión emocional de la gente con el club se hizo mucho más intensa, reflejada en curiosidades como la obsesión por el número 61. Es el código postal de la región, pero se ha transformado en una cifra esotérica.

Un dirigente declaró hace un tiempo: “Ellos son guerreros como su gente. La mezcla de civilizaciones nos hace ser hospitalarios y llevar en el alma ese gen competitivo que nos caracteriza. Trebisonda es así, nada fuera del éxito es aceptable. Somos la voz de las personas que no encuentran su identidad y no son reconocidas. Es una revolución. En Turquía hay tres grandes y uno que es diferente, que es más que un club y al que apoyan todos”.

El grito de gloria, ahora sí, se escuchó en toda Turquía. Dejando claro que el Trabzonspor, nunca se rendirá ante los gigantes.

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