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Opinión

6 de Agosto de 2024

El pacto de silencio en el Caso Macaya

Foto autor Marco Moreno Por Marco Moreno

"La conducta de los principales actores de la derecha -frente al caso del padre del senador de la UDI, Javier Macaya, condenado por abuso sexual infantil- tuvo un parecido de familia con la idea de pacto de protección política. Como sabemos, un pacto de silencio implica la promesa de no revelar hechos que podrían ser perjudiciales si se hicieran públicos", dice Marco Moreno en su columna de opinión de hoy.

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De manera inadvertida ha pasado una arista en el llamado caso Macaya. Probablemente la venezuelanización de la conversación política ha sacado el foco de la situación compleja que afecta al senador Javier Macaya y por extensión a su partido, la UDI. Se trata del pacto de silencio de las cúpulas de Chile Vamos (UDI, RN y Evopoli) con relación al manejo político del caso que involucra al senador Macaya y que fuera develado por la senadora de Renovación Nacional (RN) María José Gatica.

Tal parece que este tipo de prácticas está más arraigada de lo que suponemos (y quisiéramos) en nuestra cultura política. Se trata de prácticas políticas informales que se refieren a acciones, comportamientos y arreglos que no están oficialmente codificados en las leyes, regulaciones o normas formales, pero que desempeñan un papel significativo en la dinámica y funcionamiento del sistema político.

En una entrevista a CNN Chile Radio, la senadora Gatica sostuvo que hay una alta probabilidad de que las directivas del sector hicieran un pacto para no emitir declaraciones respecto a la situación del senador Macaya. Consultada de si hubo un silencio cómplice de parte de las dirigencias, la legisladora respondió: “No sé si silencio cómplice, pero de que existió un acuerdo para no decir nada es evidente de parte de los dirigentes nacionales del conglomerado”. Al respecto, la parlamentaria sostuvo que guardar silencio solamente perjudicó al sector.

Evidentemente la conducta de los principales actores de la derecha tuvo un parecido de familia con la idea de pacto de protección política. Como sabemos, un pacto de silencio implica la promesa de no revelar hechos que podrían ser perjudiciales si se hicieran públicos. Este acuerdo puede involucrar a políticos, empresarios, funcionarios públicos e incluso a miembros de la sociedad civil. La motivación principal detrás de estos pactos es el mutuo beneficio: mantener secretos para protegerse de las repercusiones legales, políticas o sociales que la divulgación de esa información podría traer consigo.

Estos acuerdos tácitos o explícitos para ocultar información comprometedora son una herramienta poderosa para quienes buscan proteger sus intereses y evitar las consecuencias de sus acciones. Pero también representan un obstáculo significativo para la transparencia, la justicia y la confianza pública. La existencia de estos tiene consecuencias profundas.

En primer lugar, erosionan la confianza del público en las instituciones y en los líderes políticos. Cuando los ciudadanos perciben que se está ocultando información y que los responsables de actos ilícitos no enfrentan las consecuencias, la desconfianza crece. Esto, a su vez, puede llevar a una crisis de legitimidad en el sistema político, debilitando la democracia y fomentando la apatía y el desencanto.

En los regímenes autoritarios, los pactos de silencio son particularmente comunes. Durante la dictadura de Augusto Pinochet se establecieron acuerdos para encubrir violaciones de derechos humanos, torturas y desapariciones forzadas. Estos pactos han persistido, dificultando la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas y sus familias, y perpetuando una cultura de impunidad.

En las democracias también se producen. En nuestra historia reciente casos de corrupción como MOP-Gate, Penta, SQM y más reciente el caso Convenio Fundaciones mostraron la existencia de formas de pactos de silencio. Los involucrados, que pueden incluir a políticos de alto rango, empresarios y funcionarios públicos, acuerdan mantener la información en secreto para evitar escándalos y procesos judiciales. Estos pactos pueden ser sostenidos mediante la presión, el chantaje o incluso la manipulación, creando una red de complicidades difícil de romper.

En el caso que involucra al senador Javier Macaya, este pacto terminó perforándose desde adentro. Fue la candidata a alcaldesa por la comuna de Las Condes, Marcela Cubillos, quien señaló en CNN Chile Radio que “el senador Macaya, en términos personales, tiene todo el derecho a acompañar a su padre, pero yo creo que cuando tú eres una figura política no puedes desdoblarte de esa manera”. El mismo día, pero a través de su cuenta de X, la alcaldesa de Providencia Evelyn Matthei, quien es también militante de la UDI, señaló que “se trata de un caso grave donde solo queda estar con las víctimas, preocuparse de ellas y su bienestar”.

La ruptura del pacto de silencio terminó provocando la salida de la presidencia de la UDI del senador Macaya, impactando a Evelyn Matthei y sometiendo al partido a una crisis política en un año electoral clave.

Todo lo antes dicho pone sobre la mesa lo grave para el funcionamiento de nuestras instituciones de este tipo de prácticas informales y del desafío para la política y la democracia. Entender su dinámica y trabajar para romperlos es fundamental para fortalecer nuestras instituciones y promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa, donde la verdad y la justicia prevalezcan sobre el ocultamiento y la impunidad que erosionan nuestra debilitada democracia.

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