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Entrevistas

10 de Agosto de 2024

Manuel Antonio Garretón, Premio Nacional: “Cada uno siente que se tiene que rascar con sus propias uñas. Ese es el gran triunfo de la derecha”

Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Manuel Antonio Garretón analiza lo que tendría que pasar para encausar la política chilena "hacia un proyecto común y no solo demandas sociales transformadas en un programa de gobierno". Cree que Gabriel Boric lo intentó en un principio, pero que a pesar de tener hitos que podrían recuperar un sentido de horizonte común propuesto desde la política hacia la ciudadanía, hoy su camino se ha visto "empantanado". Concentrado hoy en su programa por streaming para la Radio de la Universidad de Chile, el politólogo entrega su visión sobre el Chile que viene de aquí a las elecciones:"Ningún liderazgo funcionará sin proyecto político". Por eso, propone una unión entre la izquierda y -lo que queda- del centro en primarias presidenciales, para llegar con un oponente fuerte y firme contra la derecha, que hoy, en su opinión, tiene terreno social porque "en un mundo de valores estrictamente individualistas, se crea una atmósfera favorable a la derecha. Además, han perdido importancia demandas como la educación o la salud", dice.

Por Camila Ossandón
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El año 2000, Manuel Antonio Garretón escribió “La sociedad en que vivi(re)mos“. En el 2007, publicó “Globalización y Política en el bicentenario“. Fue también la época en el que ganó el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales. Garretón (81) ha reflexionado muchas veces sobre lo que está por venir, en distintos momentos de su vida, pero con un modelo espacio-temporal que nunca separó los conceptos de “política” y “proyecto”.

El “proyecto“, el “proceso” político, significa para Garretón la posibilidad de que la sociedad sepa perfectamente lo que quiere y lo que no. Luego, que sea capaz de votar por eso en democracia. Eso debería llevar, según él, a un horizonte común que se transforme en una forma de vida. En una “vía a …”. Pero “hoy día no estamos en presencia de un proceso de transformación”, opina. Lo que ve desde el retorno a la democracia son programas políticos. No proyectos.

Cuando reflexiona sobre el Chile que está por venir, de aquí a las próximas elecciones presidenciales, invita a recordar que el país en el que se vivió durante el siglo XX era uno de propuestas transformadoras que venían desde la clase política.

Mientras que lo que existe hoy, es una relación política-sociedad que está quebrada. “Es el problema más grave”, en su opinión, porque para él, no basta con un liderazgo potente y fundador para crear un horizonte común en el que todos quieran creer.

—¿Está girando hacia la derecha la tendencia política en Chile?

—Creo que lo que se vive hoy día es una situación de oscilación de un electorado. Aquí están presentes las demandas individuales de seguridad y de delincuencia. Eso significa que se trata de un electorado que se mueve según las ofertas. La propuesta de la derecha está concentrada en esos temas. Ante la ausencia de un proyecto que integre lo personal con la construcción de un país y una sociedad y en un mundo de valores estrictamente individualistas, se crea una atmósfera favorable a la derecha. Además, han perdido importancia demandas como la educación o la salud. Siguen siendo importantes, pero menos en términos de transformar los sistemas.

—¿Qué propició, en su opinión, la creación de esta atmósfera favorable para la derecha?

—La sociedad chilena, hasta el 2010, tenía una relación de imbricación con la política. En el siglo XX, el cemento de la cultura chilena fue la política. Así como diría Gonzalo Vial que en el siglo XIX era la religión y el orden estamental como manera de cohesionarse, en el siglo XX, todos los grandes proyectos y procesos en los que se embarca la sociedad chilena, venían desde la política. 

—¿Cómo lo que se vivió en política en la época de los 60?

—Incluso antes. La Reforma Agraria no surge de la demanda campesina propiamente tal, es un proyecto que viene desde organismos internacionales, de la iglesia en parte, pero básicamente de los partidos que la van a hacer: el centro y luego la Unidad Popular. Después va el ejemplo de los 60: la Vía Chilena al Socialismo, es un proyecto que proviene de los partidos de izquierda. Incluso, la lucha democrática contra la dictadura vino de los partidos. Ellos llaman a participar del plebiscito son los partidos. 

—¿Y cuál sería ese cemento sociocultural en 2024?

—Ese es el gran problema. No tenemos un cemento propiamente tal. Lo que a veces nos une, cuando hay elecciones, es porque todos están pensando en lo mismo. Pero eso es de tiempo en tiempo. Se ha reemplazado una relación de imbricación entre partidos políticos y sociedad, por una relación de intermitencia. Un ejemplo es que la sociedad haya aceptado un proceso constituyente y luego haya rechazado su contenido. 

—¿Fue el proyecto el que falló como tal?

—Ahí ya no estábamos en presencia de un proyecto político como tal. Hay que distinguir proyectos políticos de programas.

—¿Cuál es la diferencia?

—Chile vivió siempre procesos políticos, desde finales de los 30 para adelante. Modernización, Vía Chilena al Socialismo, dictadura. Cuando llega la democracia, ya no es un proceso de transformación completa de la sociedad, sino que es de resolver un espacio durante los primeros diez años. Para describir un programa, tomemos como ejemplo el primer gobierno de Bachelet.

Lo interesante es que Bachelet creó, por primera vez en la historia, un programa de gobierno que venía del movimiento social. No de la clase política. Es formulado por la gente y es tomado por la clase política para devolverlo convertido en tres ejes: educación pública de calidad, reforma tributaria para tocar al modelo económico y generar igualdad—no solo para conseguir recursos para la educación—, y una Nueva Constitución. A eso, se le van a agregar las nuevas relaciones laborales que planteó el Partido Comunista. 

—¿No es lo que intentó hacer Boric, como candidato, después del Estallido Social?

—En 2019 se provoca una crisis. y el mundo político va a ofrecer una salida. Las demandas sociales entraron, pero sin la re-elaboración del conjunto de demandas en un proyecto político. 

—¿Pero el Presidente Boric habrá querido proponer un proyecto político? ¿Una “vía” a algo? 

—Yo creo que sí. Lo que quería ser era el cauce de expresión y de aplicación de las transformaciones para que significaran dos cosas. La primera superación del modelo neoliberal y segundo reconstituir la relación entre política y sociedad. De eso se trataba el programa de gobierno de Boric con el Proceso Constituyente en sus inicios. El proceso fracasó y el gobierno de Boric se ha empantanado por cosas parecidas a la época del gobierno de la Unidad Popular: una derecha absolutamente obcecada, cerrada, que no le permite… que lo que busca es, básicamente, derrotarlo. Para que, democráticamente, se le haga imposible hacer nada. 

—Algunos han comparado a Boric con Allende…

—Exactamente.

—¿Siente que tuvieron el mismo problema con el Congreso, por ejemplo?

—En Allende la posición inicial, que está dada por los Estados Unidos, fue eliminarlo. En torno a eso se organiza la derecha. Es muy importante recordar la visita de Edwards a Nixon. Se trata de derrocarlo, eso está en el comienzo. Aquí —en el gobierno de Boric— no veo que haya habido un proyecto de derrocamiento. No lo hay. Pero sí hay un proyecto de hacerle imposible el gobierno.

—¿Va a poder salir de ese entrampamiento en lo que queda de gobierno?

—Creo que se han hecho cosas que son muy importantes y que marcan ciertos elementos de horizonte. Pero, para ser realista, hoy día no estamos en presencia de un proceso de transformación. No. Estamos en presencia de un gobierno que tenía un proyecto, que en este momento no lo puede realizar y entonces, busca de alguna manera marcar ciertos hitos que permitan retomarlo. Si se logra meter algo al menos de la solidaridad en pensiones y en salud… Si se avanza en la resolución de la crisis de la Educación Pública… Creo que están dados los elementos para recomponer un proceso o proyecto de transformación. 

—La tendencia de aquí a las elecciones, ¿es favorable para que el gobierno logre esos “hitos” que le ayudarían a retomar el camino a un proyecto?

—Las tendencias profundas se mantienen, en el sentido de que es una sociedad que no ha podido superar el modelo económico social instaurado por la Dictadura. Aunque lo haya corregido, no lo ha podido superar. Y, por otro lado, no ha recompuesto las relaciones de ruptura entre política y sociedad, aunque hayan habido intentos en esa materia. Es un país que no está ordenado en torno a procesos que los involucren a todos. Eso es porque las fuerzas políticas hoy día carecen de propuestas de proyectos. Tenemos una sociedad ‘descuajeringada’, rota, quebrada. 

—¿Y carece de liderazgos?

Creo que es más importante la idea de un proyecto que de un liderazgo.

El Chile político de aquí a las próximas elecciones

Manuel Antonio Garretón tiene un juicio crítico de la actual oposición. Dice que “nunca van a condenar lo que significó el golpe militar. Podrán condenar las violaciones a los derechos humanos, pero no pueden decir otra cosa. Imagínate la obsesión en la Reforma Previsional por el 6%. Es porque no quieren soltar a las AFP. Porque es un símbolo de ese orden social”, dice.

Pero para disputar una elección exitosa, dice, el oficialismo debería “recordar que sin el centro no se puede ganar”. Por eso cree que la fuerza estaría en proponer un solo candidato desde la centro izquierda en primarias. No directamente a la primera vuelta.

—¿Cree que un gobierno de Matthei significaría prolongar este tipo de símbolos?

—No me cabe ni la menor duda. La derecha chilena es una derecha, a mi juicio, reaccionaria. No está por ninguna transformación que signifique alterar el orden social basado fundamentalmente en el libre mercado, en la mercantilización de las relaciones sociales, en el individualismo. No están dispuestos.

—¿Siente que retrocedería el país? 

—No avanzaríamos. Y si no se avanza, se retrocede. Pero, no creo que tenga capacidad para hacer un proceso organizado de reacción. Que es lo que quisiera hacer Kast. Kast es eso. Él tiene proyecto. Su proyecto es volver a la sociedad de la dictadura en democracia. 

—A su juicio, ¿José Antonio Kast barrería con lo social?

—Barrer con lo social absolutamente y barrer con lo social expresado en lo político. Sobre todo, lo que hay que entender es que en estas sociedades, es indispensable el fortalecimiento del Estado. No solo para los temas de seguridad, porque el Estado no está en todos los territorios. Pero hay que fortalecer la Educación Pública. Un gobierno de derecha no lo va a hacer. Y un gobierno de izquierda no tiene capacidad o mayoría para hacerlo hoy día. Un gobierno populista es algo muy grave.

—¿Chile está cerca del populismo? 

—No, yo no veo una derivada populista. Es una deriva reaccionaria, no populista, en el sentido que la deriva populista tiene un componente de politización de la sociedad. De llamado a masas. Y con todos los problemas que eso tiene. La derecha en cambio, es elitista, no le interesa incorporar a los sectores populares.

—¿Qué le interesa a la derecha, según usted?

—Le interesa defender un orden social basado en grandes poderes económicos. La internalización de valores culturales fundamentalmente individualistas. El sentido de lo público se ha perdido y cada uno siente que se tiene que rascar con sus propias uñas. Ese es el gran triunfo cultural que ha tenido la derecha. No es que la gente se haya hecho derechista, es que la gente piensa en sí misma nomás. Eso hace más difícil la posibilidad de un proyecto que mire a un horizonte con un proceso de transformación. 

¿Se dirá en un futuro que el gobierno de Gabriel Boric comenzó siendo populista?

—No, para nada. 

—¿Podría serlo de aquí a dos años?

—No. En Chile la izquierda no ha sido populista. ¿Dónde están los liderazgos populistas en Chile? Arturo Alessandri del 20. Ahí hay populismo. ‘Mi chusma adorada’. Ibañez intentó ser populista. La dictadura no fue populista. Fue asesina. Lo que quería era exterminar y poner un gobierno económico desigual. Todo eso tiene que ver con lo conservador y reaccionario.

—¿Y en qué momento está la izquierda ahora?

Mi impresión es que se está pensando en generar un bloque de izquierda capaz de representar también al centro. El proyecto de izquierda no solo tiene que hablarle al centro, sino que también por el centro. Si quieres ser mayoría.

—¿Cómo se está enfrentando la izquierda a la crisis de representación y de ausencia de proyecto político?

—Lamentablemente, muchas veces son las grandes crisis las que obligan a re-pensar el orden social. Es una tragedia pensarlo así. En ausencia de grandes crisis, lo que hay que pensar es en la re-construcción del sistema político y del actor político como es la izquierda, dejando de lado las diferencias a veces demasiado basadas en la auto-contemplación y no en la idea de un proyecto general.

—¿Existe la inteligencia suficiente para hacerlo?

— Yo creo que sí. Creo que el Presidente Boric lo ha demostrado. Pero si uno ve los esfuerzos que se están haciendo en distintos campos de la izquierda también. La re-discusión del Partido Socialista por su proyecto, la discusión en el Frente Amplio para formar un partido. O los mismos esfuerzos que hacen ciertos sectores del Partido Comunista, que es no entrar a dividir por afuera, sino tratar, de que se piense menos en las identidades que se han tenido, y más en la proyección de esas identidades con otros.

Liderazgos constituyentes: “No creo en el que dice: ‘Yo soy el proyecto’. Eso es Milei. Eso fue Pinochet”

A lo largo de la conversación, Manuel Antonio Garretón debe insistir varias veces en que es el proyecto político lo que importa para la transformación social. En segundo lugar, para él, están los liderazgos. “Si usted no tiene fuerzas políticas y sociales capaces de dialogar, los liderazgos no sirven. Sirven para ganar una elección”, dice y empieza a ejemplificar. “Allende era el líder, no el ‘creador’, el ‘inventor’. Era el líder comunista y socialista. Frei era el líder de la Democracia Cristiana”.

No cree que no deban existir. Pero sí corren solos y como protagonistas, en su opinión, no triunfarán. Por eso, al preguntarle sobre posibles candidatos para las próximas elecciones presidenciales, da varias veces la misma respuesta. “El proyecto es lo importante”.

Pero de todas maneras se aventura con algunos nombres: aquellos que han estado en la palestra pública y de quienes se ha hablado como posibles “rostros” de una era. Salvo de Rodolfo Carter. De él no opina porque, según cuenta, no lo conoce.

—¿Es Carolina Tohá el liderazgo para lograr unir al centro y a la izquierda?

—Tohá es un gran nombre. Ella es un nombre perfectamente posible. Pero creo que también hay otros. Lo que hay que ver es quien en ese momento expresa mejor el componente colectivo y al mismo tiempo la capacidad de vinculación con la sociedad. Pero no en nombre propio, en nombre de un proyecto. 

—¿Qué otros nombres, como posibles candidatos, pasan en su mente?

—Yo creo que muchos de los nombres que circulan son muy buenos (se ríe). Ahora va a venir la discusión sobre si se hacen primarias. Soy partidario de que el conjunto de fuerzas que ha hecho estos acuerdos para estas elecciones, debiera resolver una candidatura en primarias y no en ir a primera vuelta.

—¿Aunque Kast vaya solo?

—No estoy preocupado de lo que haga la derecha. Kast va a ir solo y es probable que pierda en la primera vuelta y que se enfrente Matthei con la o él candidato de la izquierda que es capaz de representar también al centro.

—Por otro lado está Chile Vamos… ¿Queda algo de la convocatoria de Piñera en la derecha?

—Creo que la derecha no tiene un liderazgo propiamente tal. ¿Por qué? Porque la derecha no tiene proyecto propio y democrático que signifique entender los problemas de la sociedad.

Piñera no representaba el centro. Piñera era de derecha y representó un liderazgo de derecha. No hay que olvidarse de ciertas cosas, independiente de su inteligencia y capacidad. Él usó una expresión para referirse a la Reforma Tributaria y otras reformas que se habían hecho en el gobierno de Bachelet: ‘Catapultar’. No suena a algo parecido a la máquina… ¿Mh?

—Lo reconocían como la posibilidad para dialogar con el centro porque, entre otras cosas, votó por el “No”.

—Él tenía un estilo de conversación, lo que se quiera (…) Sentía que por su inteligencia, lo que planteaba se iba a imponer. Pero en el primer gobierno quiso echar para atrás lo que se había avanzado con Michelle Bachelet. Quería hacerlo democráticamente. Quizás el proyecto estrictamente de derecha más coherente que puede haber habido. Más coherente que el de Kast enteramente. Piñera era alguien menos principista en eso. No intentaba restaurar el orden social establecido por la Dictadura, pero sí poner término a los avances y reformas que había hecho la Concertación. 

—¿Entonces no tiene un nombre favorito para la izquierda?

—No sería bueno que un liderazgo impusiera un proyecto. Sino que un buen liderazgo que expresara un proyecto. Yo no creo en los líderes de lo constituyente, o sea, en los líderes que son los que generan y fundan algo. Creo en los liderazgos que expresan lo que se ha ido fundando, en los cuales ellos también podrían ir participando. No es posible que no haya liderazgo, pero depende del tipo. Ese liderazgo colabora y participa de la construcción de un proyecto. No creo en el que dice: ’Yo soy el proyecto’. Eso es Milei. Eso fue Pinochet. A sangre y fuego, yo soy el que mando. 

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